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Vol. 75. Núm. 297.
Páginas 155-168 (julio - septiembre 2016)
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Páginas 155-168 (julio - septiembre 2016)
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Exclusión social y deporte
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Rodrigo Dosal Ulloa
Autor para correspondencia
rodrigodosal@gmail.com

Autor para correspondencia.
, Lluís Capdevila Ortís
Laboratorio de Psicología del Deporte, Universidad Autónoma de Barcelona (España)
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Cuadro 1. Práctica deportiva
Cuadro 2. Correlación ingreso y formación académica de los padres con la práctica deportiva de los hijos
Cuadro 3. Correlación entre el tipo de deporte practicado por el alumno y el deporte practicado por miembros de su familia
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Resumen

México es un país con grandes rezagos en materia de protección social, por lo tanto sería extraño pensar que la segregación social no se reprodujese en diversos ámbitos. Este artículo analiza dicha segregación en el deporte y cómo es desperdiciado su potencial aporte al bienestar colectivo. Bajo las condiciones actuales, el deporte en México refleja la exclusión de los que menos tienen y, hasta hoy, prepondera una visión pecuniaria que busca espectáculos de alta rentabilidad financiera, dejando de lado su significativo aporte a la salud pública, al desarrollo de valores asociados a mejorar la convivencia humana y a fomentar la inclusión, esto es, el gran beneficio que el deporte podría aportar al desarrollo de los sistemas democráticos.

Palabras clave:
capital social
deporte
desarrollo
exclusión social
ciudadania
democracia Clasificacion JEL
Abstract

Mexico is a country with a significant gap in social protection. Therefore, it is not to be surprised that social segregation is reproduced in diverse domains. This article analyses the afore mentioned segregation within sport and how it is misused as a potential contribution to collective welfare. Under current conditions, sport in Mexico reflects the exclusion of those with less and continues to prevail for a pecuniary vision that seeks sport spectacles with high financial profitability. This leaves aside its substantial contribution to public health as well as the development of human values that enhance human coexistence and encourage social inclusion, which in the end constitute the great contributions from sport to democratic systems.

Keywords:
Social capital
sport-for-development
social exclusion
citizenship
democracy
Clasificacion JEL:
D3
I30
O1
Texto completo

A la memoria de Rafael Cordera Campos, pionero en la defensa de los jóvenes

A MODO DE PREÁMBULO: LA POBREZA Y SUS DIMENSIONES EN MÉXICO

México es un país con rezagos enormes en materia de protección social que crean segregación de distinto tipo en amplios segmentos de la población. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (coneval) mide tales problemas con criterios que identifican seis carencias principales: atraso educativo, falta de acceso a los servicios de salud y a la seguridad social, insuficiencia alimentaria, hacinamiento y mala calidad de los servicios básicos de la vivienda, incluida la pobreza en que se encuentran 55.3 millones de mexicanos, 4.8% más que en 2010 (véase la gráfica 1).

Gráfica 1.

Dimensiones de la pobreza en México (carencias sociales y económicas)

Fuente: estimaciones del coneval con base en el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (mcs) 2014 de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (enigh). [Inicio > Estadística > Encuestas en hogares >] Instituto Nacional de Estadística e Informática (inegi) [en línea] Disponible a través de: <http://www.inegi.org.mx/>.

(0,14MB).

Sería extraño que la segregación social no se reprodujese en el ámbito de las actividades deportivas. Hoy por hoy, el deporte está reservado en alta proporción a las clases sociales de alto ingreso. Se desperdicia, en consecuencia, sus potenciales aportes al bienestar colectivo. La práctica del deporte acentúa los distingos sociales excluyentes y su promoción se dirige a fomentar negocios altamente redituables, condicionantes de muchas de las características de las políticas deportivas. Examinar más de cerca estas cuestiones constituye el objetivo principal del presente artículo.

MARGINACIÓN Y SEGREGACIÓN SOCIAL

En sentido amplio, la pobreza puede caracterizarse no sólo por la insuficiencia alimentaria, sino por diferencias en los niveles de bienestar y participación de los distintos miembros de la sociedad. Por eso mismo, Lister (1990) y Scott (1994) señalan que la pobreza es mejor entendida cuando se le relaciona con el concepto de la exclusión social que no sólo deriva de falta de ingresos o del desempleo, sino de la imposibilidad de ejercer y disfrutar ciertas actividades sociales, como el deporte.

En el mismo sentido, Levitas et al. (2007) analizan la exclusión social como un proceso complejo y multidimensional que involucra tanto la insuficiencia de recursos, bienes o servicios, como las barreras a integrarse a actividades normales de otros miembros de la sociedad, sean de materia política, social o cultural. Por último, Healey (1998) y Walker (1995) apuntan que la exclusión no es privativa de individuos, personas o grupos, sino que puede extenderse a circunscripciones geográficas, a comunidades enteras. Un ejemplo extremo de lo anterior es la imposibilidad de disfrutar de un parque para la práctica del deporte cuando no existe uno cercano.

En México, la exclusión social se manifiesta en las más diversas vertientes: laboral, educativa, institucional, política y, incluso, el uso del tiempo libre de los ciudadanos. Los factores causales más importantes abrevan en la pobreza y la concentración del ingreso y la riqueza. La pobreza se expresa en polarización del bienestar que luego se traduce en estratificación social crónica. En efecto, la cortedad de ingresos, las deficiencias educativas y de servicios de seguridad social son causa de malformación del capital humano en el presente y de marginación transgeneracional de la pobreza, así como de menor movilidad y menores posibilidades de ascenso social de los menos favorecidos. Hoy por hoy, la precariedad de los ingresos reduce las perspectivas y alternativas de vida de la población y el acceso a derechos fundamentales como el deporte. El deporte en México es espejo que refleja la exclusión de los que menos tienen.

DEPORTE Y EXCLUSIÓN SOCIAL

De acuerdo a Stiglitz (2012) el 1% de la población absorbe 18-19 por ciento del ingreso en Estados Unidos de América. En México, las disparidades distributivas son aún mayores, cuando el 10% de la población rica toma el 60% del producto (Esquivel, 2015) y hacen de la pobreza factor determinante de la segregación social. En efecto, crece la población por debajo del ingreso medio; los trabajadores informales son el 60% del empleo del país; de los jóvenes entre 15 y 29 años, el 22% ni estudia ni trabaja; el salario mínimo es bajísimo (en 2013, se situó a México como el segundo país con nivel más reducido); la calidad del trabajo es inferior al promedio de otros países; el riesgo de recibir salarios de miseria es especialmente alto (véase oecd, 2015). Eso fuerza a la vida del deporte a depender principalmente de erogaciones de los presupuestos familiares. Y ese gasto, en condiciones económicas precarias, suele separar a las clases sociales, segregar a los que menos tienen. Hay aquí un hueco, otra falla inducida, pero importante, en la confección de las políticas públicas y de la propia acción privada.

La Declaración de Berlín de la Quinta Conferencia Internacional de Ministros y Altos Funcionarios encargados de la Educación Física y el Deporte (mineps V) de la unesco (2013), hace del deporte un derecho fundamental sin importar raza, edad, género, cultura, identidad u orientación sexual. En México, el artículo cuarto de la Constitución consagra a la cultura física y a la práctica deportiva como un derecho, cuya promoción corresponde al Estado.

Aún, concibiéndolo como derecho humano, la práctica del deporte resulta extremadamente reducida y excluyente entre la población mexicana. El Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico (mopradef) del inegi recoge información de la población de 18 años y más en 32 ciudades de más de 100 mil habitantes. Las cifras resultantes revelan hechos alarmantes. A fines de 2015 el 56% de esa población resultó deportivamente inactiva con una ligerísima tendencia al alza desde 2013. Por supuesto, los porcentajes son aún más desfavorables en el caso de las mujeres. Los datos de la Encuesta Nacional de Cultura, Lectura y Deporte (Universitaria) confirman esos hechos. En 2008, el 68.7% de los encuestados contestó no realizar ninguna actividad física y el 73.2% que no practica deporte alguno (Pöllmann y Sánchez Graillet, 2015).

A fin de examinar más directamente el impacto de la exclusión social en el deporte y en el uso del tiempo libre se levantó un cuestionario de hábitos y costumbres deportivas de 2 432 alumnos universitarios. Se formó una muestra aleatoria de 600 personas, siguiendo el nivel de ingreso familiar (los mejor situados con ingresos cinco veces superiores a los menos favorecidos). Los resultados de la encuesta son esclarecedores. Los grupos de mayor ingreso dedican mayor tiempo y tienen más opciones deportivas a su alcance. Otros hechos contundentes señalan que el 44% de los estudiantes pobres no practican deporte alguno y que el 77% de los mejor situados sí lo hacen.

Los deportes menos excluyentes son los practicados en instalaciones gratuitas o los de menor costo o de costo compartido (fútbol, voleibol, baloncesto, carreras). De aquí se infieren dos conclusiones: las políticas de fomento deportivo más aptas son las que incorporan el mayor número de personas y las que reducen al máximo inversiones y gastos, singularmente a la luz de las restricciones derivadas del reparto desigual de las rentas y de los ajustes a los presupuestos públicos (véase la gráfica 2 y el cuadro 1).

Gráfica 2.

Porcentaje de participación en deportes específicos según nivel de ingreso

Fuente: elaboración propia con base en los datos de la muestra estudiada.

(0,16MB).
Cuadro 1.

Práctica deportiva

Población 18 años y más
Año  Total  Activos físicamente (%)  Inactivos (%) 
2013  36 442 290  43.8  56.2 
2014  36 003 320  45.4  54.6 
2015  35 790 511  44.0  56.0 
Hombres
Año  Total  Activos físicamente (%)  Inactivos (%) 
2013  17 285 440  50.2  49.8 
2014  17 200 398  52.1  47.9 
2015  16 926 350  50.5  49.5 
Mujeres
Año  Total  Activas físicamente (%)  Inactivas (%) 
2013  19 156 850  38.0  62.0 
2014  18 802 922  39.3  60.7 
2015  18 864 161  38.2  61.8 
Lugar de práctica del deporte
AñoTotalLugares públicosUso restringido
  (%) 
2013  15 959 754  10 601 710  66.4  4 971 612 
2014  16 346 353  11 207 681  68.6  4 623 524 
2015  15 747 166  10 667 406  67.7  4 771 806 

Fuente: mopradef. [Inicio > Estadística > Encuestas en hogares >] inegi [en línea] Disponible a través de: <http://www.inegi.org.mx/>.

Como es evidente, en condiciones de pobreza el gasto tiene efectos restrictivos severos en el consumo de las personas y las familias. En cuanto al deporte, el precio de adquisición de bienes necesarios para practicarlo y el acceso a clubes de inscripción costosa son dos factores típicos de exclusión. Desde otro punto de vista, también lo son al generar la ampliación de exigencias al presupuesto público cuando el Estado proporciona gratuitamente o invierte en instalaciones y servicios. Sin pretender reformas de fondo en la distribución de ingresos entre clases sociales, hay una amplia gama de políticas que podrían aliviar la marginación deportiva. A título ilustrativo, el gobierno debiera poner el énfasis en fomentar deportes de bajo costo, de amplia participación colectiva, en instalaciones de uso múltiple y, en lo posible, de acceso gratuito. En los hechos, las facilidades deportivas más usadas son las que invitan la incorporación de los sectores sociales menos favorecidos (véase el cuadro 1 y la gráfica 3). Entonces, habría que multiplicar las opciones que aseguren la participación más nutrida y numerosa de la población. Aquí, afortunadamente, los deportes más populares (futbol, basquetbol y voleibol) involucran también el desarrollo de capital social gracias a sus características de trabajo en equipo y posibilidad de práctica por requerir instalaciones menos costosas e incluyentes.1

Gráfica 3.

Lugar de práctica deportiva habitual

Fuente: elaboración propia con base en los datos de la muestra estudiada.

(0,13MB).

El deporte, aparte de virtudes altamente positivas, nada despreciables en mejorar convivencia y cohesión sociales, no sólo favorece el trabajo en equipo y la diversión sana, además contribuye en mucho a cuidar de la salud de la población. En México se estima que para 2017 el gasto en salud oscilará entre 78 000 millones y 110 000 millones de no diseñarse intervenciones preventivas, costo-efectivas (Álvarez Del Río, Gutiérrez-Delgado, Guajardo-Barrón, 2012). Sería menos oneroso, más eficiente, prevenir más y gastar menos en curar enfermedades. A escala universal, las Naciones Unidas calculan hacia 2020 en 44 millones las muertes asociadas a enfermedades susceptibles de combatirse mediante el deporte (onu, 2014). Asimismo, diversas instituciones, como la Organización Mundial de la Salud (oms), insistentemente plantean recomendaciones en torno al desarrollo de la actividad física en la promoción de la salud (oms, 2010).2

Desde otro punto de vista, el deporte es antídoto a la incorporación de los jóvenes en actividades poco productivas —sin duda magnificado por desempleo o informalidad— o en organizaciones delictivas que mal contribuyen a la formación del capital humano. En México, los jóvenes que ni estudian ni trabajan suman casi ocho millones, además de estar prácticamente marginados del deporte. A mayor abundamiento, el ejercicio físico habitual es el mejor remedio a la percepción de incapacidad deportiva que suele inhibir de por vida habilidades de coordinación, equilibrio y fuerza en variadas actividades humanas.

DEPORTE E INGRESO

La muestra universitaria citada señala diferencias en la elección del deporte atribuible al nivel de ingreso de las familias y, por decirlo de otra manera, a las posibilidades de acceso a la práctica. Hay deportes elitistas que, además, requieren de espacios amplios, llevan consigo mayores exigencias de desplazamiento o altos costos de inscripción en instituciones privadas. Todo eso influye en determinar la selección de deportes por estratos sociales y, en sentido positivo, explica que los jóvenes se tornen más deportistas a medida que sube el ingreso familiar. A título ilustrativo, las cuotas mensuales a pagar en algunos centros deportivos de la Ciudad de México (Club Deportivo Chapultepec, Club España, Club Libanés), alcanzan cifras superiores al salario mínimo mensual (2 190 pesos). El gasto de capital en la compra de una membresía en esas instituciones se valúa entre dos y tres años completos de la percepción de tres salarios mínimos. Por supuesto, existen opciones menos onerosas —por ejemplo, las que tienen lugar en muchos centros académicos—, pero también aquí habrían de considerarse las colegiaturas de la educación privada. Aun así, hay una inclinación deportiva evidente: más de dos tercios de la población físicamente activa, mayor de 18 años, usa instalaciones públicas y el 30% restante otras de carácter privado (inegi, 2015).

Si bien las cifras anteriores son probatorias de que el ingreso económico es una de las causas fundamentales de la incorporación o de la segregación al deporte, hay otros factores de influencia. Así, junto a correlaciones positivas entre el ingreso mensual de la familia y la práctica deportiva habitual de los hijos, la formación académica de los padres es otra variable de importancia en explicar la adhesión deportiva. Lo anterior subraya la relación esperada entre educación y salud (véase el cuadro 2). Asimismo, influye el nivel educativo alcanzado por las personas. En 2015, cerca del 43% de la población de 18 años o más sin educación básica terminada practicaba algún deporte, en tanto que el 55% con al menos un año de educación superior resultó practicante (inegi, 2015).

Cuadro 2.

Correlación ingreso y formación académica de los padres con la práctica deportiva de los hijos

  Formación académica de ambos padres  Ingresos mensuales de la familia  Alumnos (hijos) practicantes del deporte 
Formación académica de ambos padres  0.299**  0.144** 
Ingresos mensuales en la familia  0.299**  0.142** 
Alumnos (hijos) practicantes del deporte  0.144**  0.142** 

Nota: ** correlación estadísticamente significativa al 99% de confiabilidad.

Fuente: elaboración propia con base en los datos de la muestra estudiada.

CAPITAL SOCIAL Y DEPORTE

Una sociedad donde prevalecen valores de tolerancia y reciprocidad suele ser más productiva que sociedades plagadas de conflictos (Putnam, 2000). Desde tiempo atrás, se piensa que el desarrollo social supone más que la simple expansión económica. Según San Martin (1992), ese concepto implica desde luego crecimiento económico, pero también distribución aceptable del ingreso, calidad satisfactoria de vida y de cuidado ecológico, bienestar y participación abierta de toda la población en las actividades sociales. Aquí el deporte, al generar compañerismo y confianza recíproca, constituye una especie de lubricante del desarrollo equilibrado de la vida comunitaria.

En efecto, la contribución del deporte al mejoramiento de la salud es decisiva, pero también lo es su aporte a la cohesión social y a la convivencia ciudadana (Hoye, Nicholson y Houlihan, 2010). En ese sentido, alienta el desarrollo de interacciones humanas positivas y sustenta valores que combaten la segregación del más débil. De ahí el énfasis de más y más gobiernos en fomentar el deporte como componente ineludible de las políticas públicas relacionadas con el bienestar de la población.

Familia y educación juegan un papel fundamental en la formación de la persona y, desde luego, en la transmisión de valores y hábitos, en la consolidación de preferencias e intereses comunes. En otro sentido, el deporte debiera formar parte activa de las políticas de prevención de actividades delictivas. Se trata de crear alternativas al uso del tiempo libre de los jóvenes para apartarlos del ocio o de trasgresiones al orden jurídico. En ese contexto, la vía deportiva afianza lazos comunitarios familiares y hasta llena vacíos de las políticas gubernamentales. En la muestra seleccionada se encontró relación estadísticamente significativa entre la elección deportiva del alumno y la práctica deportiva de la familia de procedencia. Lo anterior es indicativo del potencial unificador que el deporte tiene actualmente en nuestras familias y, por ende, en nuestra sociedad (véase el cuadro 3).

Cuadro 3.

Correlación entre el tipo de deporte practicado por el alumno y el deporte practicado por miembros de su familia

Deporte practicado  Familia practicante del mismo deporte 
Beisbol  0.269** 
Baloncesto  0.102* 
Voleibol  0.108** 
Fútbol  0.252** 
Correr  0.123** 
Otro  0.150** 
Ninguno  0.262** 

Nota: *, ** correlación estadísticamente significativa al 95 y 99 por ciento de confiabilidad respectivamente.

Fuente: elaboración propia con base en los datos de la muestra estudiada.

Lo dicho hasta aquí cobra especial relevancia al observar el alejamiento paulatino, el desencanto de los jóvenes en actividades políticas. Cuatro de cada cinco personas entrevistadas de esa edad declaran no tener interés ni haber participado en reuniones o en decisiones propias de las asociaciones políticas. Tampoco confían en los cuerpos e instituciones policiacas. En contraste, manifiestan mayor confianza en la familia o en las escuelas y centros académicos (Cordera y García, 2012). Llama también la atención no sólo el semidesapego hacia el deporte de las políticas públicas, sino el poco interés puesto en su fomento por partidos políticos y hasta por sindicatos.

DEPORTE, CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud, 2004) sostiene que la ciudadanía arranca de la igualdad comunitaria, donde todos gozan de los mismos derechos y obligaciones por el simple hecho de ser ciudadanos. En nuestro país, las desigualdades generan exclusiones multidimensionales y, por ende, ruptura de la identidad comunitaria. Pobreza y marginación persisten en México y su evolución amplifica el reparto desigual de ingresos y los ciclos económicos de prosperidad y depresión. Las soluciones de fondo no se han encontrado, aun así, se avanza en precisar y combatir algunas de las dimensiones de la pobreza y de otras carencias sociales. Aquí el coneval ha hecho aportes sustantivos. Y, sin embargo, subsisten áreas poco exploradas principalmente en torno al desarrollo de políticas redistributivas que reduzcan la polarización social, que conduzcan a aprovechar mejor los canales para enmendar la desigualdad. En ese sentido, el deporte, en tanto herramienta de desarrollo social, está sensiblemente desaprovechado. Poco se le usa en la toma de decisiones para generar bienestar social (Gano-Overway, Newton y Magyar, 2009). Visto en esa perspectiva, el deporte sin ser solución entera a la polarización comunitaria, mucho puede aportar en romper el aislamiento social y en crear un mejor capital humano (Cullen, Benson y Makarios, 2012).

Conforme a esos razonamientos, la principal recomendación en las políticas de fomento deportivo consistiría en despojarla de la función perversa —desempeñada hasta ahora— de legitimar las diferencias sociales económicas, culturales o hasta políticas (véase Bordieu, 1984). Según Lord Acton (1955), la prueba última de la libertad individual de un país consiste en medir la seguridad de que gozan sus ciudadanos para ejercer sus derechos. A eso cabría añadir las indispensables garantías estatales en ese ejercicio. Así, podría reforzarse una identidad colectiva de alta calidad democrática (Arendt, 1959; Habermas, 1989).

Puesto en términos menos abstractos, la organización del deporte no debiera dejarse librada al mercado ni verse exclusivamente como una cuestión comercial. La salud humana y la salud social son demasiado importantes para dejarlos a la suerte de competencias que buscan maximizar ganancias privadas y, cuando más, al número de medallas logradas por los deportistas de cada país en las gestas internacionales.

Hasta hoy, prepondera una visión pecunaria que busca formar espectáculos de alta rentabilidad financiera, con asistencia masiva de espectadores (Elling y Knoppers, 2005). Incluso, las olimpiadas y otros eventos semejantes suelen partir de bases análogas, centrar el objetivo de las justas en cosechar dinero y en recibir las medallas que acrediten políticamente gasto y esfuerzo. Así, se olvidan las contribuciones centrales del deporte a la salud y al desarrollo de valores asociados a mejorar la convivencia humana y a combatir la exclusión, esto es, el perfeccionamiento de los sistemas democráticos (Bailey, 2008; Sport Canada, 2005).

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En la ciudad de México, las superficies de áreas verdes y parques están por debajo de los estándares mínimos internacionales. Sin embargo, es notoria la concurrencia popular a sitios públicos como Chapultepec, los Viveros de Coyoacán y el Bosque de Tlalpan, entre otros.

En particular, reitera el ejercicio físico como medida preventiva a la reducción del riesgo de contraer enfermedades no trasmisibles, mejorar la salud física, las funciones cardiovasculares y musculares.

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