El objetivo de este artículo es analizar la evolución del nivel de vida en Alcoy a través de indicadores monetarios y no crematísticos del bienestar y conocer el impacto que la reforma sanitaria tuvo en las condiciones de vida de la población. Para ello se ha reconstruido una serie de salarios reales, una de consumo de calorías y otra de gasto per cápita en la reforma sanitaria. Se ha contrastado la información que proporciona salario real y nutrición, y hemos comparado ambas series con mortalidad y estatura, mostrando una falta de correlación que evidencia la existencia de urban penalty en la ciudad. Finalmente, el contraste entre el gasto público per cápita en la reforma sanitaria con la mortalidad y la talla, con una altísima correlación, revela que la reforma sanitaria fue causa necesaria pero no suficiente para superar la urban penalty y elevar el nivel de vida de la población.
The aim of this article is to analyze the evolution of the standard of living in Alcoy using monetary and non-chrematistic indicators, as well as to determinet the impact that the health reform had on the living conditions of the population. A real wages, calories consumption and expenditure per capita in the sanitary reform series was constructed. The information provided by real wages and nutrition were compared with mortality and height, showing a lack of correlation that demonstrates the existence of urban penalty in the city. Finally, the contrast between public expenditure per capita with mortality and height highly correlationed, showing that the health reform was not a sufficient, but a necessary, condition to exceed the urban penalty and raise the standard of living of the population.
El concepto de nivel de vida y su medición ha sido una de las principales preocupaciones de pensadores sociales, morales y políticos, pero también de gobiernos y, por supuesto, de los ciudadanos. La propia idea ha sido objeto de controversia, pues encierra una enorme dificultad para ser definida ya que «mucho de lo que incluye el nivel de vida, al igual que mucho de la vida misma, no admite demasiada precisión empírica» (Hawthorn, 2001). La concepción más aceptada del nivel de vida, «el poder llevar la vida que uno quiere», fue propuesta por el premio Nobel Amartya Sen (2001), e incluiría la suficiencia económica, pero también capacidades y derechos de acceso.
En el largo plazo, la industrialización supuso un aumento de los salarios reales, de la esperanza de vida y de la alfabetización; se consiguieron derechos civiles y sindicales, se implantaron legislaciones que limitaban la jornada laboral, que prohibían el trabajo infantil o establecían determinadas exigencias en las condiciones de trabajo, y también se produjo una mejora sustancial en la distribución de la renta. No existe, sin embargo, consenso entre los historiadores sobre si el bienestar de los trabajadores aumentó o disminuyó durante las primeras etapas de dicho proceso (Taylor, 1986).
El debate académico entre optimistas y pesimistas comenzó en las primeras décadas del siglo xx y se centró en el nivel de vida de la clase obrera británica durante la Revolución Industrial1. El estado actual de la cuestión es pesimista dado que el salario real de la clase obrera británica se estancó entre las 2 últimas décadas del siglo xviii y alrededor de 1820, creciendo con una gran atonía hasta la mitad de la centuria, de manera que no pudo compensar el empeoramiento de otros elementos del bienestar (Feinstein, 1998). Es cierto que el consumo aumentó, pero, al igual que los salarios, lo hizo modestamente, mientras que el alza de los precios de los alimentos de mayor calidad empujó a gran parte de los trabajadores a sustituirlos por otros de menor contenido nutricional (Rule, 1990). También las condiciones laborales se endurecieron debido al aumento de las horas de trabajo, la mayor peligrosidad y control de las fábricas, las peores condiciones higiénicas o el trabajo femenino e infantil (Voth, 2001). La estatura, indicador del bienestar que refleja la nutrición, la morbilidad y el desgaste físico en la infancia y la adolescencia, también se redujo hasta mediados del siglo xix (Komlos, 1993).
Floud et al. (2011) ofrecen un modelo explicativo de lo acaecido en Gran Bretaña durante la primera fase de la Revolución Industrial. Los salarios reales y el input nutricional bruto de las familias trabajadoras aumentaron ligeramente entre 1810 y mediados del xix, sin que ello conllevara una mejora del input nutricional neto o estado nutricional debido a las peores condiciones laborales, a la elevada morbilidad y a la generalización del tipo de familia denominado male breadwinner family, que supuso una distribución de alimentos en el seno del hogar desfavorable para mujeres y niños (Borderías et al., 2014). Por el contrario, a partir de la década de 1870 el estado nutricional neto mejoró como consecuencia no solo del aumento de los salarios reales, sino también de las nuevas condiciones laborales y de la reforma sanitaria de las ciudades, que hizo disminuir la morbilidad.
El balance actual para el caso británico es, pues, pesimista, y se repitió en las regiones que replicaron su modelo de Revolución industrial.
En el caso español, el interés por el estudio de la evolución del nivel de vida comenzó con cierto retraso en relación con la historiografía británica o francesa, pero desde la década de 1980 y, especialmente, desde la siguiente (Fontana [1990] criticaba la insuficiencia de investigaciones en esta área), ha dado lugar a una gran cantidad de trabajos que han reconstruido los diferentes indicadores del bienestar. Así, el estado de la cuestión señala que la renta per cápita en nuestro país habría avanzado entre 1850 y 1935 en el entorno del 1% de tasa anual media acumulativa (Prados de la Escosura, 2003; Maluquer, 2009), que si bien es inferior a la británica, alemana, francesa o italiana en el mismo periodo, puede ser calificada como «de crecimiento económico moderno» (Escudero y Simón, 2010). Los indicadores no crematísticos arrojan una información distinta. Así, la mortalidad española fue muy elevada, alrededor del 30‰, hasta finales del siglo xix, poniendo de relieve el retraso que, con respecto a Europa, estaba teniendo el avance del modelo de transición demográfica. La convergencia con la Europa noroccidental comenzó a finales de los años 20, pero no fue hasta 1930 cuando se produjo una cierta equiparación (Nicolau, 2005). La esperanza de vida cayó ligeramente entre 1860 y 1877 (Cussó y Nicolau, 2000), cuando repuntó, alcanzando los 35,1 años en 1900 y los 41,46 en 1910, estancándose entre 1910 y 1920 (41,24 años) y disparándose en los años 20 (49,88 en 1930) (Dopico y Reher, 1998). Los estudios sobre la evolución del estado nutricional en España muestran que la ingesta alimentaria comenzó a ser suficiente hacia 1870-18802, continuó mejorando durante comienzos del siglo xx, se vio interrumpida por la guerra y la autarquía y no completó el proceso de transición nutricional hasta los años 60 (Esplugues y Trescastro, 2012), comenzando después otra etapa caracterizada por el consumo excesivo de determinados alimentos (Cussó, 2005; Cussó y Garrabou, 2010; Cussó y Pujol, 2013). Finalmente, la estatura, indicador antropométrico de enorme interés para el análisis del bienestar, también mostró largos periodos de estancamiento e, incluso, caída, durante la segunda mitad del siglo xix. En efecto, entre 1850 y 1875 la talla media habría caído ligeramente, mientras que se habría recuperado entre esta fecha y la Primera Guerra Mundial y habría vuelto a reducirse desde 1917 hasta la Guerra Civil (la bibliografía antropométrica española es extensísima, pero encontramos un excelente estado de la cuestión en Martínez Carrión y Puche Gil (2010) y Martínez Carrión (2012).
Entre fines del xviii y 1913, Alcoy desarrolló un proceso de modernización económica similar al inglés, convirtiéndose en una ciudad con una elevada concentración de industrias textiles y papeleras, a las que se añadió posteriormente la metalurgia3. Ahora bien, ¿qué sucedió con el nivel de vida de sus trabajadores durante ese período? Los especialistas consideran que no existe un indicador único que refleje el nivel de vida, de forma que la metodología más adecuada es reconstruir indicadores crematísticos y otros no monetarios y cruzarlos entre sí.
El presente trabajo es una primera aportación para conocer la evolución del nivel de vida en una de las ciudades representativas de la industrialización en España, donde presentamos 3 nuevas series para el periodo 1836-1913. En primer lugar, los salarios reales para el conjunto de los trabajadores alcoyanos. A continuación, una serie de consumo alimentario traducida en calorías. Finalmente, y debido a su vinculación con la morbimortalidad, la serie de gasto público per cápita en reforma sanitaria de la ciudad. En la parte final del trabajo sintetizamos las principales conclusiones que arroja esta información empírica, subrayando el papel que el sector público, a través de la provisión de bienes públicos y preferentes, tuvo en la mejora del nivel de vida de la población, idea que puede considerarse como la principal aportación de este artículo4.
2El poder adquisitivo de los trabajadores alcoyanos durante la industrializaciónEl primer paso para construir la serie de ingreso real de los trabajadores alcoyanos es elaborar un IPC de la ciudad5.
Hemos vaciado de los archivos 36.000 referencias de bienes y servicios que abarcan el periodo 1836-1913. Son 2 las fuentes utilizadas, las mercuriales y los libros de cuentas del hospital de la ciudad.
La metodología utilizada evita las debilidades de cada uno de los grupos de fuentes y trata de aprovechar sus fortalezas, de manera que la serie posee suficiente verosimilitud. Primero, los precios utilizados se han vaciado del Archivo Municipal de Alcoy (AMA), del Archivo Histórico del INE en la provincia de Alicante (AHINE) y del Archivo de la Diputación Provincial de Alicante (ADA), de forma que la falta de datos en el AMA para ciertos años ha sido completada con datos del AHINE y el ADA. Segundo, la serie se ha construido usando los mercuriales, la fuente más aceptada, completada con los precios de los abastecimientos del hospital en aquellos años en que no se han conservado mercuriales y en aquellos productos que no formaban parte de estas. Tercero, la serie procede de la fuente más primaria posible al tratarse de las estadísticas recogidas por los funcionarios directamente en el mercado. Finalmente, hemos utilizado los registros de precios finales al por menor en el mercado, que además incluían los impuestos, por lo que se trata de precios finales6.
A continuación, se ha reducido la enorme cantidad de datos a uno por producto y año, para lo que hemos calculado la media aritmética anual de cada producto, eliminando el valor mínimo y máximo de cada ejercicio. La conversión al sistema métrico ha resultado más compleja de lo esperado debido a que Alcoy tenía un sistema de medidas propio, por lo que hemos acudido a 3 fuentes distintas para abordar esta cuestión (Madoz, 1846; Martí, 1864; Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, 1886).
Tras la construcción de las series anuales de precios, es preciso conocer las cestas de consumo de los hogares para establecer la ponderación que cada producto tenía en el gasto familiar y calcular el índice. Teóricamente existen 3 métodos de estimación: el basado en los presupuestos familiares, obtenidos mediante una encuesta a las familias; el «presupuesto teórico» («cantidades necesarias para la subsistencia de una familia normal», Maluquer, 2006), y el consumo aparente, esto es, el consumo medio por habitante. En este trabajo hemos utilizado una combinación del primero y del tercero.
Para el periodo de estudio, solo disponemos de una fuente directa que nos proporcione explícitamente un presupuesto familiar. Se trata de la intervención del obrero José Seguí ante la delegación local de la Comisión de Reformas Sociales. Este presupuesto se ha utilizado como referente para elaborar la cesta de consumo del periodo 1871-1914, mientras que los 2 presupuestos familiares anteriores se han estimado a partir de las compras del hospital, tanto de alimentos como de limpieza y aseo, combustibles y energía en los años 1837 (para 1836-1852) y 1852 (para 1853-1870), corrigiendo el peso de dichas partidas después de añadir el del vestido, que siempre procede de la cesta de 1884.
Los resultados obtenidos aparecen en la tabla 1.
Coeficientes de ponderación del índice del coste de la vida en Alcoy (1836-1913)
1836-1852 | 1853-1870 | 1871-1913 | |
---|---|---|---|
Partida | Peso sobre el total | Peso sobre el total | Peso sobre el total |
Alimentación | 87,11 | 86,88 | 78,26 |
Pan | 28,79 | 25,46 | 24,14 |
Cordero | 17,34 | 11,73 | 9,71 |
Cerdo | 17,34 | 11,73 | 9,71 |
Ternera | 0,00 | 0,00 | 0,00 |
Vino y aguardiente | 6,06 | 6,28 | 11,37 |
Aceite | 4,09 | 7,03 | 1,60 |
Legumbres | 3,55 | 3,68 | 3,05 |
Arroz | 2,96 | 4,33 | 3,00 |
Patatas | 0,00 | 0,63 | 0,00 |
Azúcar y chocolate | 2,00 | 3,12 | 4,85 |
Saladuras | 0,89 | 6,87 | 7,44 |
Leche | 0,00 | 0,92 | 0,00 |
Frutas y verduras | 3,56 | 2,92 | 1,62 |
Sal | 0,00 | 1,82 | 1,21 |
Huevos | 0,52 | 0,38 | 0,56 |
Vestido | 8,00 | 8,00 | 8,00 |
Limpieza y aseo | 3,20 | 0,32 | 1,75 |
Combustibles y alumbrado | 1,69 | 4,80 | 11,99 |
Leña | 0,28 | 4,50 | 3,75 |
Petróleo/electricidad | 0,00 | 0,00 | 8,00 |
Carbón | 1,42 | 0,29 | 0,25 |
Total | 100 | 100 | 100 |
Fuente: elaboración propia a partir de la información obtenida de la Comisión de Reformas Sociales (1985) [1889-1893], y de los Borradores de gastos del Hospital de Alcoy.
Los gastos alimentarios constituyen a lo largo de todo el periodo la principal partida de la cesta de consumo, oscilando su peso entre el 87,11% de 1837 y el 78,26% de 1913. Estas cifras se encuentran en línea con los estudios realizados hasta la fecha en España, que oscilaría entre el 87,90% para el caso del Valladolid de los años 30 del siglo xix (Serrano, 1999) y el 60,1% a nivel nacional estimado para finales de la Guerra Civil7. Los productos más básicos, como el pan, el aceite o las verduras, fueron reduciendo su peso a medida que avanzaban las décadas, mientras que otros más caros, como el azúcar, los huevos o la leche fueron adquiriendo cada vez una importancia mayor en la dieta alcoyana. Es muy significativo cómo se mantiene el tipo de carne consumida, con la misma distribución entre cerdo y cordero, mientras que no se consume ternera8. También destaca el hecho de que las patatas solo aparezcan en el presupuesto de los hogares a partir de mediados de siglo y que las saladuras se consuman cada vez más hasta la Gran Guerra pero reduzcan su importancia después. Finalmente, otros productos muestran una gran regularidad en su participación en la cesta de consumo, como el vino y los aguardientes, las legumbres o la sal y demás especias.
Por su parte, los gastos en vestido se han estimado a partir de las compras de tela del Hospital de Alcoy, al igual que la evolución del gasto en limpieza y aseo, que se ha estimado a partir de los precios pagados por el jabón por esta institución. Como puede observarse en la tabla 1, el peso del jabón fue cayendo hasta mediados de siglo xix debido a su menor precio relativo, pero a partir del último tercio de la centuria volvió a crecer con fuerza.
Finalmente, la participación de los combustibles y la energía en la cesta de consumo evolucionó de manera similar a la de la limpieza, reduciéndose hasta la década de 1860 para aumentar significativamente desde entonces, debido a su encarecimiento relativo. Es muy interesante cómo cambió la combinación de elementos que participan en este grupo, pues en la primera cesta el mayor peso corresponde al carbón vegetal, mientras que en la segunda la leña adquiere más importancia debido al encarecimiento relativo del carbón. A partir de la tercera cesta aparece el petróleo, que se convierte desde entonces en la principal fuente de energía9.
Después se ha seleccionado el sistema de cálculo del índice. Para tener en cuenta los cambios en los gustos y las preferencias de los consumidores, reflejados en la evolución en la composición de las cestas de consumo, hemos calculado un índice de Laspeyres para Alcoy tomando como referencia cada una de las 3 cestas y considerando para todas ellas el año 1913 como año base, de manera que he obtenido 3 índices distintos. El IPC final es la media aritmética de estos, que presentamos, comparándolo con la serie nacional de Maluquer, en la figura 1.
Como podemos observar, los precios en Alcoy evolucionaron con una gran atonía en el periodo comprendido entre 1836 y 1913, a lo largo del cual la tasa anual media acumulativa de crecimiento fue del 0,46%. Si profundizamos en el análisis podemos advertir 2 etapas claramente diferenciadas hasta la Gran Guerra. La primera, entre 1836 y 1852, se caracterizó por una ligera deflación (–1,68% de tasa media anual acumulativa de crecimiento), con un estancamiento posterior que se alargó hasta 1855. En la segunda etapa, que se desarrolló entre 1852 y 1913, se produjo un constante incremento de los precios (la tasa anual media acumulativa en esta etapa fue del 1,02%) únicamente matizado por el incremento de 1862-1869, vinculado con la crisis de subsistencia que vivió el país en la década de los años 1860, y la caída experimentada entre 1869 y 1873, año en el que tiene lugar la revolución internacionalista del «petròlio» en la ciudad. Si comparamos nuestro IPC (sin la vivienda) con la serie nacional de Maluquer, comprobamos que ambas coinciden a la perfección, lo que muestra que los precios en Alcoy se comportaron de manera muy similar a como lo hicieron en el resto del país.
Los salarios nominales (fig. 2), se han obtenido de distintas fuentes procedentes del AMA, del AHINE y del Archivo de la Real Fábrica de Paños de Alcoy (ARFPA). El número total de observaciones es de alrededor de 12.300 jornales diarios, lo que otorga a la muestra una importante significación. Entre 1881 y 1913, los datos proceden de los Libros Padrones de Cédulas Personales y de los convenios laborales que se firman en la ciudad desde 1881. Hasta entonces se han vaciado de las Actas de la Real Fábrica de Paños de Alcoy, de los borradores de ingresos y gastos del hospital y de las liquidaciones del Ayuntamiento, completándose con estadísticas e interrogatorios diversos y con prensa histórica. Dada la diversidad de las profesiones para las que disponemos de datos, para la construcción de las series de salarios nominales medios hemos seleccionado los oficios más comunes de los sectores agrícola, industrial y de la construcción, y hemos agregado los salarios mediante la media aritmética para cada año en cada sector10.
Como puede observarse en la figura 2, el salario nominal medio mostró una gran atonía durante el periodo 1836-1914, reflejada en una tasa anual media acumulativa de crecimiento del 0,71%. Esta atonía se debe a que el aumento de la demanda de trabajo durante la industrialización se vio acompañado de un aumento de su oferta debido a la inmigración, tanto desde fuera del hinterland de la ciudad como desde municipios agrícolas que la circundaban.
Los salarios nominales han sido deflactados con el IPC, obteniendo la serie de salarios reales (fig. 2), donde se observa que el poder adquisitivo de los trabajadores experimentó una levísima mejora en el periodo 1836-1913, reflejada en una tasa anual media acumulativa de crecimiento de solo un 0,18%. En cuanto a la coyuntura, se distinguen 2 etapas claramente diferenciadas y debidas en lo fundamental al comportamiento de los precios. Entre 1836 y 1896, el salario real creció a una tasa del 1% anual, mientras que entre 1896 y 1913 se retrajo un –2,66%11. Esta caída se debió en parte a la conducta de los salarios nominales en 1897-1906 y 1908-1913, pero su causa principal fue el aumento del IPC desde 1897 como consecuencia del crecimiento demográfico que experimentó la ciudad entre 1897 y la primera década del nuevo siglo.
Sin embargo, y como trataremos de demostrar más adelante al comparar los salarios con la mortalidad y con la talla, ni entre 1836 y 1896 debe hablarse de mejora del bienestar, ni entre 1897 y 1913 de descenso del nivel de vida.
3La nutrición de las familias trabajadoras en el Alcoy de la industrializaciónPara abordar el estudio de la nutrición durante la industrialización alcoyana, hemos construido 5 presupuestos de consumo que abarcan el periodo 1836-1913 con información procedente del hospital y de los resúmenes mensuales de introducciones, ambas fuentes procedentes del AMA y, a partir de aquí, hemos estimado la dieta alimentaria en la ciudad. Esta metodología se basa, por tanto, en el sistema de cálculo del consumo aparente y en el de los dietarios familiares. El primero de ellos deduce la cantidad total de alimento disponible para la población de un área geográfica sumando a la producción total de la zona las importaciones realizadas y restando las exportaciones, la alimentación del ganado, la sementera, las pérdidas y la variación de existencias (Cussó, 2010), y en él nos hemos basado para conocer las dietas de los años 1884, 1897 y 1912, que hemos estimado a partir de los resúmenes mensuales de introducciones vaciados por Beneito (2003) y completándolas con la información del hospital. El segundo sistema nos ha permitido calcular las dietas de 1852 y 1868 a partir de las compras de alimentos realizadas por el hospital en dichos años, que posteriormente hemos dividido por el número medio de enfermos acogidos diariamente.
Ambos sistemas tienen, por supuesto, sus fortalezas y debilidades, y sus correspondientes defensores y detractores. Así, la metodología del consumo aparente se ha criticado porque hay muchas dificultades para conocer con exactitud la producción destinada al autoconsumo, las variaciones de existencias o las pérdidas que se producen en el proceso hasta llegar al consumo final. En nuestro caso, solo disponemos de los productos que se gravaban fiscalmente al entrar en la ciudad, por lo que no conocemos ni la producción interior ni, siquiera, aquellos que estaban exentos, razón por la que nos hemos visto obligado a deducirlos de las compras del hospital. Otro problema del consumo aparente es que nos proporciona el consumo medio de la población de un área, de forma que ignoramos el consumo de los distintos grupos sociales, muy diferente entre sí (Cussó, 2010).
También los dietarios presentan problemas. Incluso utilizando para todo un mismo periodo una única fuente, por ejemplo, dietarios de familias obreras o dietarios médicos, podemos encontrar una enorme variedad, ya sea por los gustos o preferencias de cada unidad de consumo, por su propensión al gasto de alimentos, por el tamaño de la familia o, incluso, por la profesión de sus miembros (evidentemente, la alimentación de una familia obrera industrial no era la misma que la de una familia de jornaleros agrícolas). También se les achaca el problema de que la información sería muy local, lo que dificulta su extensión a nivel geográfico. Además, en el periodo estudiado las familias tenían una estructura conocida como «male breadwinner», esto es, la mayoría de los ingresos procedían del varón cabeza de familia, que solía estar mejor alimentado que la mujer y los hijos. Por tanto, aun disponiendo de dietarios familiares no podríamos saber con exactitud el estado nutricional de cada miembro de la familia (Borderías et al., 2014).
El objetivo del hospital era el «acojimiento de los enfermos menesterosos»12 de la ciudad, por lo que, al vaciar las compras realizadas por la institución y dividirlas entre el número medio de enfermos, nos aproximamos a la dieta de una persona trabajadora de la ciudad. Además, al tratarse de los registros de la misma institución durante todo el periodo, podemos conocer los cambios en las dietas y en las preferencias a lo largo del tiempo, de manera que la variación que encontramos es la derivada del proceso de transición nutricional pero no de los diferentes gustos y características de las familias, problema que hubiésemos tenido de haber optado por dietarios familiares. En cuanto a la crítica de su localismo, ya hemos defendido al comienzo del trabajo que, con sus especifidades, Alcoy podría ser considerada como uno de los prototipos de ciudad industrial española durante el siglo xix.
La siguiente tarea ha consistido en transformar las dietas de cada año en calorías teniendo en cuenta la porción comestible de los alimentos y utilizando para ello la Base de Datos Española de Composición de Alimentos13. La tabla 2 contiene los resultados obtenidos.
Calorías por persona y día en Alcoy (1852-1928)
Alimento | 1852 | 1868 | 1884 | 1897 | 1912 |
---|---|---|---|---|---|
Vino | 112,39 | 79,39 | 126,46 | 110,06 | 85,01 |
Aceite | 273,64 | 286,50 | 490,78 | 224,68 | 321,27 |
Pescado | 11,57 | 37,44 | 18,95 | ||
Saladuras | 33,82 | 25,40 | 20,12 | 13,14 | |
Carne de caballo | 14,27 | ||||
Carne de cerdo | 122,89 | 54,40 | 89,38 | 58,13 | |
Carne de vaca | 2,81 | 4,85 | |||
Carne de cordero | 256,44 | 159,94 | 99,47 | 75,65 | |
Embutido | 4,64 | 5,22 | 6,06 | ||
Arroz/garbanzos | 318,57 | 430,77 | 176,23 | 231,51 | 149,60 |
Pan | 932,90 | 815,88 | 1.249,32 | 1.349,26 | 1.496,69 |
Huevos | 1,95 | 3,06 | 81,71 | 57,21 | |
Leche | 4,36 | 32,19 | 8,00 | 4,47 | 1,95 |
Hortalizas | 1,12 | 0,04 | |||
Gallina | 4,48 | 2,32 | 8,18 | 5,00 | 7,69 |
Azúcar | 70,01 | 62,14 | 55,16 | 50,06 | 106,65 |
Vinagre | 0,05 | 0,42 | 0,42 | 0,42 | 0,00 |
Patatas | 17,29 | 17,28 | 17,28 | 25,60 | |
Total | 1.975,90 | 2.046,61 | 2.244,90 | 2.330,94 | 2.423,62 |
Fuente: elaboración propia a partir de las fuentes reseñadas en el texto y www.bedca.net. Ver también Beneito y García Gómez (2013) y García Gómez y Trescastro (en prensa).
Los resultados indican que Alcoy experimentó lenta pero continuadamente la transición nutricional, esto es, el paso de una alimentación fundamentalmente vegetariana e insuficiente a un ligero aumento del consumo de calorías proporcionado por una dieta todavía vegetal y, finalmente, y debido a la Ley de Engel, a un consumo alimentario más rico, diversificado y suficiente, con mayor presencia de carnes y pescado, que incrementó el consumo de calorías y mejoró el estado nutricional de la población alcoyana y sus condiciones de vida14.
Distinguimos 2 etapas en el consumo de calorías. Hasta principios de la década de 1880, la dieta de los trabajadores suponía un nivel bajo, aunque creciente, de calorías. A partir de 1884 se superaron las 2.200 calorías, de forma que a comienzos del siglo xx la nutrición cubría las necesidades alimenticias que exigían sus condiciones laborales. Así, en 1897 las kilocalorías per cápita consumidas en Alcoy eran 2.331, y en 1912 ascendían a 2.423, superando los requerimientos nutricionales estimados para la población española en 1900 (2.260Kcal), y en 1910 (2.250Kcal) (Cussó, 2005). Estas cifras concuerdan además con las estimaciones de consumo a nivel nacional, que estarían en una horquilla de 2.096-2.504 calorías en 1900 (Cussó y Garrabou, 2007).
Al comparar el salario real con el consumo de calorías, encontramos la paradoja de que entre 1897 y 1913 el primero cayó, mientras que el segundo aumentó. Sabemos que en esas fechas la población alcoyana creció notablemente, lo que produjo una importante subida de los precios de muchos de los artículos que se consumían en la ciudad, mientras que otros, como los textiles, se abarataron. Tal y como prevé la teoría económica y ratifica la documentación consultada en Alcoy, en esta coyuntura los consumidores modificaron sus pautas de consumo, reduciendo la compra de productos alimenticios con mayores precios relativos (vino, pescado, saladuras, carne, arroz, legumbres, huevos, leche y vinagre) y aumentando el de otros de menor precio (aceite, pan, gallina, azúcar, embutidos, sal y patatas), hecho este que posibilitó el mayor consumo de calorías durante los primeros años del siglo xx.
4Reforma sanitaria, mortalidad y talla en AlcoyLlamamos urban penalty al empeoramiento que, con respecto a las zonas rurales, mostraron la mortalidad y la estatura en las ciudades durante la industrialización15. En las nuevas ciudades industriales, el crecimiento económico sin regulación y la urbanización anárquica afectaron negativamente al bienestar de los trabajadores de los barrios populares al provocar un aumento de la morbimortalidad por el efecto de infecciones transmitidas por el agua, los alimentos y el aire. La sobremortalidad urbana se dio en todas las ciudades industriales, y por supuesto, también en Alcoy, donde, hasta fines del xix los poderes públicos no actuaron contra esos problemas construyendo un bien público como el alcantarillado, estableciendo el control bromatológico de los alimentos para evitar un problema de información imperfecta o construyendo casas baratas para subsanar la lentitud en el aumento de la oferta de un bien preferente como la vivienda.
Resultados de esa falta de actuación del Estado fueron el incremento de la mortalidad y la caída de la talla media de la población de las urbes industriales durante las primeras etapas de la industrialización, hechos ambos que comenzaron a subsanarse cuando los ayuntamientos iniciaron la reforma sanitaria (intensificación de la intervención para paliar problemas de salubridad, especialmente desde la Ley del Servicio General de Sanidad de 1855).
La existencia de urban penalty en mortalidad y estatura en Alcoy es clara ya que, como se aprecia en la tabla 3, entre 1878 y 1900, su tasa de mortalidad fue muy elevada, superando siempre la tasa del resto del país y, como señala Puche (2009, 2011), la estatura descendió entre 1865 y fines de siglo.
Tasas de mortalidad en España y en Alcoy
Años | España, ‰ | Alcoy, ‰ |
---|---|---|
1860 | 35,20 | |
1878 | 30,40 | 30,20 |
1887 | 32,70 | 34,90 |
1897 | 28,30 | 30,20 |
1900 | 28,80 | 29,30 |
1910 | 22,90 | 23,90 |
1920 | 23,20 | 22,90 |
1930 | 16,80 | 17,60 |
Fuente: para España: Nadal (1984); para Alcoy: en 1860, Estadística de movimiento natural de la población entre 1843 y 1860 (Archivo Municipal de Alcoy); en 1878, 1887, 1897, 1900 y 1930, Beneito (2003); en 1910 y 1920: Libros de defunciones (Registro Civil de Alcoy).
En la tabla se observa que, desde fines de siglo, la mortalidad comenzó a descender, y sabemos que la talla aumentó desde mediados de la década de 1890. Pero, ¿qué papel desempeñó en ello la reforma sanitaria? Su correlación con el gasto público en aspectos sanitarios ha sido aceptada desde hace años por las 2 partes enfrentadas en el debate «nutrition versus sanitation» que tratan de explicar, fundamentalmente, las razones de la caída de la mortalidad durante el siglo xix16.
Para contestar a esta pregunta, hemos analizado las liquidaciones presupuestarias del Ayuntamiento de Alcoy, prestando atención especial a las partidas que afectaban a dicha reforma: gastos en médicos, comadronas, beneficencia y hospital (atención sanitaria, asilar y hospitalaria), los de aguas, alcantarillado, limpieza, arbolado y parques, mercados, matadero y cementerios (infraestructuras y servicios parasanitarios) y los gastos de estudios urbanísticos, arquitectos, bomberos, fuentes, cañerías, calles, caminos, manutención de emigrantes y presos pobres, y Junta de Reformas Sociales y personal y materiales (otros servicios de Reformas Sanitaria).
Las fuentes utilizadas han sido las liquidaciones anuales ejecutadas por el Ayuntamiento entre 1836 y 1914. Los resultados, deflactados, se muestran en la siguiente tabla 4.
Gasto público en la Reforma Sanitaria de Alcoy (1836-1914)
Quinquenio | Total presupuesto (1) | Total liquidado (2) | Reforma Sanitaria presupuestada (3) | (3/1)% | Reforma Sanitaria liquidada (4) | (4/2)% | Reforma Sanitaria liquidada per cápita |
---|---|---|---|---|---|---|---|
1836-1840 | 57.541,98 | 57.541,98 | 7.357,45 | 12,79% | 7.357,45 | 12,79% | 0,39 |
1841-1845 | 135.109,06 | 135.109,06 | 49.989,56 | 37,00% | 49.989,56 | 37,00% | 2,50 |
1846-1850 | 182.356,34 | 183.712,00 | 42.879,28 | 23,51% | 45.029,22 | 24,51% | 2,08 |
1851-1855 | 98.659,68 | 90.065,17 | 39.380,74 | 39,92% | 40.019,42 | 44,43% | 1,70 |
1856-1860 | 185.313,82 | 221.015,41 | 58.321,01 | 31,47% | 58.684,66 | 26,55% | 2,33 |
1861-1865 | 211.312,25 | 195.073,16 | 50.115,43 | 23,72% | 43.891,39 | 22,50% | 1,66 |
1866-1870 | 177.688,55 | 128.674,29 | 41.812,25 | 23,53% | 33.540,06 | 26,07% | 1,20 |
1871-1875 | 492.055,17 | 346.340,79 | 48.501,36 | 9,86% | 37.425,32 | 10,81% | 1,20 |
1876-1880 | 592.651,24 | 461.061,51 | 61.911,56 | 10,45% | 57.254,43 | 12,42% | 1,78 |
1881-1885 | 806.051,19 | 602.448,97 | 55.307,20 | 6,86% | 43.865,97 | 7,28% | 1,41 |
1886-1890 | 942.683,45 | 655.702,24 | 100.528,39 | 10,66% | 41.952,68 | 6,40% | 1,39 |
1891-1895 | 848.181,87 | 549.468,24 | 130.291,92 | 15,36% | 84.420,33 | 15,36% | 2,75 |
1896-1900 | 737.484,61 | 401.410,90 | 126.010,94 | 17,09% | 99.270,09 | 24,73% | 3,18 |
1901-1905 | 1.159.002,38 | 815.849,90 | 129.335,53 | 11,16% | 110.925,34 | 13,60% | 3,40 |
1906-1910 | 893.406,00 | 907.003,45 | 220.582,47 | 24,69% | 233.768,63 | 25,77% | 6,97 |
1911-1914 | 1.032.662,01 | 1.093.269,98 | 374.627,95 | 36,28% | 390.918,44 | 35,76% | 11,33 |
Fuente: elaboración propia y García Gómez y Salort (2014).
Todas las cifras en pesetas constantes de 1913.
El análisis de la evolución del gasto per cápita en la reforma sanitaria muestra 3 grandes etapas. La primera se extendió entre el inicio del periodo estudiado y 1890, y se caracterizó por una atonía en el gasto que únicamente experimentó algunos altibajos en determinados momentos, como los mínimos de 1836, 1866-1870 o 1871-1875, o los máximos del año posterior al cólera de 1854. La segunda abarca entre 1891 y 1905, y se caracterizó por un primer crecimiento del gasto que se incrementó mucho en una tercera fase, que comienza en 1905 y termina en 1914. Fue entonces cuando se produjo el gran salto en la reforma sanitaria, propiciado por la presión de organizaciones republicanas y socialistas, que la venían reclamando desde mucho antes, así como por la llegada al poder municipal de los liberales reformistas de Canalejas.
5Discusión de resultadosEl contraste entre salarios, nutrición, mortalidad y estatura permite establecer algunas conclusiones sobre la evolución del nivel de vida de los trabajadores alcoyanos durante la industrialización.
Los salarios reales crecieron modestamente de 1836 a fines de siglo, mientras que desde entonces hasta 1913 cayeron, fundamentalmente porque el IPC se encareció. Sin embargo, esta disminución no afectó al consumo de calorías, que incluso en esta coyuntura continuó creciendo (fig. 2). Así pues, tal y como puede observarse al comparar la evolución del consumo de calorías con la línea tendencial de los salarios reales, el aumento de estos significó en el largo plazo una mejora de la nutrición y el inicio de la transición nutricional.
Sin embargo, el contraste entre los salarios y la mortalidad y la talla evidencia que, en el caso que nos ocupa, el salario no es un buen indicador del bienestar.
La mortalidad infantil (fig. 3) confirma la urban penalty en el tercer cuarto del siglo xix. Con datos procedentes de los censos de población disponibles en la página web del INE, de la tesis de Beneito, de los libros de defunciones del Registro Civil y de la Estadística de movimiento natural de la población entre 1843 y 186017, hemos reconstruido este indicador, lo que nos ha permitido llegar a la conclusión de que la mortalidad infantil empeoró ligeramente entre 1860 y 1877 (2,28% más), mientras que entre 1877 y 1920 se consiguió reducir significativamente. Los años en los que este indicador evolucionó más favorablemente fueron entre 1900 y 1910, años en los que se incrementó notablemente el gasto público en la reforma sanitaria.
De la misma manera, la tasa de mortalidad (fig. 4) se mantuvo por encima del 30‰ desde 1860 hasta los primeros años del siglo xx, pese al aumento del salario y de la nutrición, hecho que debe relacionarse con las consecuencias de un proceso de urbanización anárquico.
Salario real, consumo de calorías, gasto en reforma sanitaria y tasa de mortalidad en Alcoy (1840-1913).
Para conocer el impacto que tuvo la reforma sanitaria. comparamos mortalidad y gasto per cápita en dichas partidas (fig. 4), al que hemos aplicado un retardo de 4 años (suponemos que los resultados de muchos de estos gastos muestran un desfase temporal con relación a la mortalidad y la talla). Se observa que la mortalidad se redujo del 30,20‰ en 1897 al 23,90‰ en 1910, esto es, 6,3 puntos en 13 años, o lo que es lo mismo, cayó un 20,86% en los años en que se consolidó la reforma sanitaria. En el mismo sentido abunda la correlación de las 2variables, que arroja un coeficiente de –0,75 entre 1860 y 1914.
Otro indicador del nivel de vida es la talla, que cayó desde 1860 hasta la segunda mitad de la década de 1870, estancándose entonces y no recuperando el nivel de 1860 hasta el último quinquenio del siglo xix. Ello aconteció cuando salarios y nutrición mejoraban modestamente (fig. 5). Parece, pues, que, en concordancia con el modelo de Floud, Fogel, Harris y Chul Hong, pese al ligero aumento del input nutricional bruto, el trabajo infantil y la elevada morbilidad relacionada con la urban penalty hicieron descender el input nutricional neto18.
Salario real, calorías, gasto público en reforma sanitaria y talla en Alcoy (1840-1913).
La talla aumentó desde fines de siglo hasta 1913. Su elevada correlación con la reforma sanitaria (coeficiente de 0,72, figura 5) pone de manifiesto que esta fue causa necesaria, aunque no suficiente del proceso, pues también debieron de intervenir factores como las mejoras en las condiciones del trabajo infantil y la mejor nutrición (como vimos, se pasó de 2.244 a 2.423 calorías entre 1884 y 1912, pese a la caída del salario real).
6ConclusionesLas conclusiones del trabajo se integran en el debate entre optimistas y pesimistas. Así, entre 1840 y 1897, los trabajadores de Alcoy percibieron un salario mayor y su nutrición mejoró. Sin embargo, este hecho optimista desaparece cuando, durante el mismo periodo, se cruzan salarios y nutrición con mortalidad y talla. El resultado es entonces pesimista, ya que el mayor consumo de alimentos no pudo compensar unas peores condiciones de vida y trabajo que penalizaron los aspectos no monetarios del bienestar. Desde 1897 hasta 1913 debe hablarse ya de optimismo porque 3 series así lo indican: nutrición, mortalidad y talla.
La falta de correlación entre las piezas crematísticas y no crematísticas que conforman el puzle del nivel de vida en Alcoy durante su industrialización se debe precisamente a que, como señala Sen (2001), en la determinación del bienestar interviene un complejo sistema de elementos (las «capacidades y funcionalidades»), donde tanta importancia tienen los ingresos como la nutrición, el medio en el que se vive y se trabaja, el tipo de trabajo que se realiza, la regulación pública, el mayor o menor acceso a la sanidad o la educación, las posibilidades de ocio e, incluso, el nivel de libertad que se disfruta. Aunque en este trabajo no se miden, ni mucho menos, todos los elementos que componen el nivel de vida, este analiza la evolución de muchos de ellos a través de distintos indicadores. El crecimiento económico que generó la industrialización en Alcoy no produjo en los primeros momentos la mejora del bienestar de los trabajadores porque muchos de estos elementos se vieron alterados negativamente. En este sentido, la gran aportación de este trabajo es demostrar la influencia que el sector público, a través de la oferta de bienes públicos y preferentes, tuvo en la mejora del nivel de vida en la ciudad a partir de finales del xix.
El sector público, mediante la regulación y el gasto, se convirtió en condición necesaria, aunque no suficiente, de la mejora del nivel de vida de la población porque amortiguó los fallos de mercado del nuevo sistema económico.
FinanciaciónEste trabajo ha sido financiado por el proyecto HAR2013-47182-C2-2-P del Ministerio de Economía y Competitividad, dentro del Subprograma de Generación de Conocimiento, Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia.
FuentesArchivo Histórico Municipal de Alcoy: Legajos 3.301, 3.303, 3.305, 3.306, 3.310, 3.312, 3.363, 3.582, 3.628, 5.703, 5.704, 5.721, 5.740; Presupuestos y liquidaciones del Ayuntamiento de Alcoy de los años 1836-1914.
Archivo Histórico de la Diputación Provincial de Alicante: Legajo 19.502/3.
Archivo Histórico del Instituto Nacional de Estadística en la Provincia de Alicante: Caja 58.
Archivo de la Real Fábrica de Paños de Alcoy: Actas 1836-1936.
Trabajo realizado en el marco del proyecto HAR2013-47182-C2-2 (MINECO). Este trabajo no hubiera sido posible sin las recomendaciones y ayuda de Antonio Escudero, Gabriel Tortella, Javier Puche, José Miguel Martínez Carrión, Antonio Cubel, Juan Carmona, Ximo Cuevas, Lluís Torró, Roser Nicolau, Josep Pujol, Eva M. Trescastro, Pep Bernabéu y Àngel Beneito. Agradezco especialmente a Javier Puche la amabilidad al proporcionarme los datos de estatura de Alcoy, sin los cuales no hubiera podido contrastar el resto de indicadores con la talla. Quiero dar las gracias también a los evaluadores externos y al Consejo editorial de Investigaciones de Historia Económica, cuyas propuestas han mejorado considerablemente el manuscrito inicial. Por supuesto, todos los errores que pudiera haber en el texto son exclusivamente míos.
En la excelente síntesis que sobre el largo debate británico hace Escudero (2002) podemos encontrar una exhaustiva relación bibliográfica que, por tanto, no merece la pena repetir aquí.
Sin embargo, al tratarse de ingestas medias, habría grupos de población cuya alimentación no alcanzaba los niveles suficientes hasta los años 1960 (Borderías et al., 2010).
Sin pretender ser exhaustivos, destacan los trabajos de Aracil y García (1974), Beneito (2003), Cerdá (1967), Cerdà (1980), Conejero (1981), Cortés Miralles (1976), Cuevas (1999), Dávila (1990a, 1990b, 1993), Egea Bruno (1984), Gutiérrez (2011), Puche (2009), Torró Gil (2000) y Vidal (1988).
Todos los indicadores utilizados en este trabajo son de elaboración propia, excepto la estatura, procedente de Puche (2009, 2011) y Puche y Cañabate (en prensa).
Existen diversos trabajos sobre el comportamiento de los precios antes de la guerra civil. La mayoría elabora un índice del coste de la vida para un área determinada y, generalmente, para un colectivo concreto, proponiendo la agregación de dichos estudios para obtener un índice nacional. En este grupo destacan Feliu (1991), Gallego (2005), Lana Berasain (2002), Martínez Vara (1997), Molina (2003), Moreno Lázaro (2001, 2002, 2006), Nicolau y Pujol (2011), Pérez Castroviejo (1992, 2006), Quiroga (2001), Reher y Ballesteros (1993), Salazar Anuncibay (2005), Serrano (1999), Vicedo (2008) y Vilar (1978). Otros autores proponen un IPC para España a partir de un análisis de precios local o regional o, incluso, a partir de la evolución de los precios de unos pocos bienes que, como el trigo, son considerados muy representativos. Entre ellos destacan Alcaide (1995), Ballesteros (1997), Barquín (1999), Maluquer (2005, 2006), Nogués-Marco (2005), de Ojeda (1988), Sánchez-Albornoz (1975).
AMA, legajo 3.306. Carta del jefe de Estadística del Servicio Agronómico de la provincia al Ayuntamiento de Alcoy de 1 de julio de 1910. En junio de 1888, el funcionario anota que «los precios referidos son con derechos de consumo». AMA, legajo 3.306.
Por citar solo algunos ejemplos, para España Maluquer (2005) otorga a la alimentación el 68,90% del presupuesto familiar en 1868, el 65,70% en 1900 y el 60,1% en 1939. Martínez Vara (1997) considera que la alimentación pesaría el 70% de la cesta hasta 1860. Ballesteros (1997) estima que la alimentación suponía el 75% del gasto familiar hasta 1901 y el 70% entre 1901-1936. Para Baleares, Molina (2003) pondera la alimentación en un 69,60% en 1860-1914, un 69,20% entre 1915-1920 y un 64,85% entre 1921-1936. Pérez Castroviejo (2006) calcula para Vizcaya el 70% del consumo familiar entre 1876-1905 y el 63% entre 1906-1936. Para Palencia, Moreno Lázaro (2006) considera un 65% del presupuesto en 1750-1860 y un 60% en 1861-1899 y 1900-1936. Reher y Ballesteros (1993) calcularon para Castilla La Nueva un 85% en 1837, 75% en 1848 y 1851, y un 70% durante las primeras décadas del siglo xx.
En una carta al Adm. General de Contribuciones de 24 de noviembre de 1847, el Ayuntamiento señala que «la carne de vaca nunca se ha consumido en esta ciudad».
En el sector agrícola he utilizado los oficios de jornalero y labrador, en la construcción a albañiles, peones y peón caminero, y en la industria a tejedores, tintoreros, operarios de fábrica, hiladores, cardadores y tendedores.
En realidad, hay 4 etapas: entre 1836 y 1862, el salario real creció a una tasa del 2,45% anual, mientras que entre 1862 y 1869 se retrajo un –10,66%, entre 1869 y 1896 creció un 2,84% y entre 1896 y 1913 cayó un –2,66%.
Disponible en: www.bedca.net. Para calcular las cantidades de nutrientes se ha aplicado el coeficiente de porción comestible de cada alimento que proporciona la propia base de datos.
Excelentes estudios sobre distintos aspectos de la transición nutricional en Popkin (1993), Martínez López (1995), Smil (2000), Cussó y Nicolau (2000), Nicolau y Pujol (2006, 2008), Cussó y Garrabou (2007, 2009, 2010), Pujol et al. (2007), Bernabeu (2011), Nicolau y Pujol (2011), Esplugues y Trescastro (2012), Cussó y Pujol (2013), Hernández et al. (2013) y Gallego (2013).
Para la urban penalty desde el punto de vista de la mortalidad, Williamson (1981), Woods y Woodward (1984), Kearns (1988, 1991), Schofield et al. (1991), Preston y Haines (1991), Gómez Redondo (1992), Sánchez Aguilera (1996), Szreter (1997), Szreter y Mooney (1998), Ramiro y Sanz (1999), Vögele (1999, 2000), Hubbard (2000), Woods (2000, 2003), Haines (2001, 2004), Reher (1990, 2001). Para la urban penalty desde el punto de vista de la talla, Floud et al. (1990), Komlos (1994), Harris (1994), Steckel y Floud (1997), Martínez Carrión y Pérez Castejón (1998), Martínez Carrión y Moreno Lázaro (2007), Beneito y Puche (2010).
Flinn (1965), Hassan (1985), Szreter (1988, 1997), Woods (1991), Bell y Millward (1998), Cain y Rotella (2001), Harris (2004a, 2004b, 2008), Cutler y Miller (2005), Harris et al. (2010). Para el caso valenciano, Salort (1998, 2008, 2010, 2013), Oliver i Jaén (1999), Barona (2006), Beneito (2003).
La oferta de trabajo infantil sería una función de los ingresos familiares y de la fertilidad, de manera que, aunque no disponemos de una serie completa para todo el periodo de estudio en Alcoy, podemos deducir que el trabajo de los niños fue muy importante, como mínimo, hasta las primeras décadas del siglo xx. Comisión de Reformas Sociales (1889-1893), Martínez Carrión et al. (2013), Borrás (2014).