El trabajo que aquí reseñamos constituye un número monográfico de la revista Recerques y está dedicado al estudio del papel de las mujeres en la historia de la empresa y del comercio. El volumen abarca un amplio periodo temporal, desde la Edad Media a la Época Contemporánea, centrándose espacialmente en Cataluña, aunque incluye dos artículos referidos a Inglaterra y Argentina. Su objetivo es ofrecer al lector español un conjunto de estudios sobre el trabajo de las mujeres como autónomas o partícipes en los negocios familiares, mostrando las características de las actividades desarrolladas, la función de las mujeres en los negocios y los trazos familiares de las mismas.
Esta publicación se origina en el XIII Congreso de la Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres, en el cual la profesora Àngels Solà coordinó una sesión titulada «Las mujeres como productoras autónomas». El volumen se compone de una introducción y seis estudios: uno es un estado de la cuestión, cuatro son trabajos monográficos y analizan a las mujeres productoras, vendedoras de bienes y servicios, y otro examina la identidad de las comerciantes barcelonesas a finales del siglo XVIII. En la introducción, Àngels Solà justifica muy bien la aportación científica de los trabajos del dossier en aras de cubrir la falta de estudios, tanto en la historiografía catalana como en la española, sobre la actividad económica autónoma de las mujeres, que, hasta el momento, no había provocado un debate metodológico y teórico de peso. Esta autora hace, además, un repaso de la literatura existente sobre el papel de las mujeres en el mundo de los negocios desde distintas perspectivas: la historia socioeconómica, la historia de la empresa y la sociología.
Siguiendo un análisis cronológico, el primer artículo, escrito por varios miembros del grupo de investigación dirigido por M. Teresa Vinyoles, ofrece una visión de conjunto sobre la actividad de las mujeres en la Baja Edad Media catalana, más concretamente, en Barcelona. Mediante el uso de diferentes fuentes documentales — Llibre del Consell, testamentos, libros de cuentas, ordenanzas— va desentrañando los negocios en los que participaban las mujeres, especialmente el textil: hilatura, confección, seda. Este estudio resalta muy bien las dificultades que tenían las mujeres para incorporase a la organización gremial, cada vez más cerrada desde el siglo XV, por lo que, aunque participasen del mundo productivo, lo harían a menudo al margen de las instituciones.
El segundo artículo nos traslada a la Barcelona dieciochesca. En el mismo, Marta V. Vicente nos ayuda a entender la identidad de las empresarias barcelonesas a través de seis casos de estudio: seis mujeres viudas y sus reclamaciones judiciales. Por medio de su voz y acciones, estas empresarias mostraban el arduo y tortuoso camino por el que avanzaban en un mundo dominado por los hombres, en el que apenas dos docenas de fábricas eran regentadas por mujeres.
El tercer estudio, obra de Alastair Owen, presenta un estado de la cuestión para Inglaterra. En él se muestra que, a pesar de las dificultades legislativas, culturales y familiares, las mujeres se hicieron un pequeño hueco en el mundo empresarial, participando de los cambios socioeconómicos de la revolución industrial; pero insiste en que se ha escrito muy poco sobre mujeres y negocios después de 1850, y que investigaciones en curso indican un importante aumento del porcentaje de mujeres accionistas a partir de algunos cambios legislativos, como la ley de 1875 sobre propiedad de las casadas, y económicos, como los derivados de la segunda revolución tecnológica.
El cuarto trabajo, de la profesora Solà, trata del papel de las mujeres barcelonesas que se dedicaban a imprimir, encuadernar y vender libros. Muestra la multifuncionalidad de las mismas en el negocio familiar —diseño de las portadas de las obras, contabilidad y correspondencia, venta en las tiendas— alargando, con una acertada gestión, la vida de estas empresas durante ciento cincuenta años y cuatro o más generaciones. Aunque el porcentaje de empresarias en el sector era bajo, entre el 8 y el 16% en el siglo XIX, se asemejaba a lo que sucedía en el ámbito internacional en este y otros oficios.
El quinto artículo, de Marcela Aguirrezabala, analiza la participación femenina en el comercio ultramarino en la segunda mitad del siglo XVIII y primera década del siglo XIX, centrándose en el área del Río de la Plata. La autora ofrece documentación cuantitativa francamente interesante sobre la participación femenina en el comercio mayorista, la permanencia en esta actividad y el número de operaciones de exportación e importación. También señala que ambos sexos llevaban a cabo estrategias de ampliación de mercado como la diversificación de productos, pero que las mujeres, al contrario que los hombres, se retiraban del negocio en etapas de crisis.
El volumen se cierra con la investigación de Juanjo Romero sobre la presencia femenina en los negocios artesanos de Barcelona en el siglo XIX. Los modelos de gestión femenina fueron diferentes en cada uno de los oficios. En los relacionados con la alimentación, las mujeres mantenían y mejoraban su posición económica y la de sus herederos; en la confección probaron estrategias diferentes y no siempre exitosas. En cambio, en los sectores de bienes intermedios como madera o metal, con participación femenina más reducida, van a decantarse por la administración del dinero y de los inmuebles, pero delegaban la dirección de la actividad productiva en otros miembros de la familia o en empleados.
El conjunto de investigaciones recopiladas en este monográfico desarrolla ideas de mucho interés para abrir puertas a un conocimiento más profundo sobre la participación femenina en el mundo de los negocios. Presentamos a continuación algunas de estas ideas que son comunes a los diferentes textos que componen el volumen. En primer lugar, deben señalarse las barreras institucionales que dificultaban la entrada de las mujeres en los negocios, por ejemplo los obstáculos impuestos por los gremios en las Edades Media y Moderna. Las mujeres tenían muchas dificultades para poder hacerse un hueco en esas instituciones, dominadas por hombres y que negaban o restringían la participación femenina en la economía urbana. Por ejemplo, en la Barcelona del siglo XVIII apenas unas pocas mujeres podían hacerse, tras revisiones y exámenes, con el título de fabricante (Vicente), lo mismo acontecía en Londres (Owens). En segundo lugar, la mayor participación en los negocios tenía una correlación directa con el estado civil, ya que eran mayoritariamente viudas, que debían hacerse cargo del negocio familiar; pero también las hijas solteras se hacían con el negocio en distintos sectores, esto era común, por ejemplo, en el caso de las impresoras y libreras (Solà). Otra pauta que se observa en varios textos es la concentración femenina en unos pocos oficios. De forma similar a lo que acontece en el mercado de trabajo con la segregación ocupacional estudiada por Bergman, Burnette, Cox y Nye, Lewis, entre otros autores. Las mujeres llevaban negocios relacionados sobre todo con el vestir y el comer: tiendas, venta de alimentos en mercados, tabernas y hospedería, confección de vestidos, sombreros, ropa interior. Formaban sociedad con otras mujeres y también con hombres. Otro tema relevante, y también observable en varios de los trabajos incluidos, es la transmisión informal del conocimiento: las muchachas que crecían en un negocio familiar tenían más oportunidades para continuarlo, aunque era muy poco probable que pasasen por un aprendizaje reglado (Owens, Solà, Comas). En el comercio ultramarino el aprendizaje formaba parte de la cultura de las familias de tradición mercantil, en las que hombres y mujeres reproducían patrones de conducta. Solteras y viudas participaban activamente en las redes de crédito, no solo con otras mujeres sino también al lado de los hombres en una clase de solidaridad defensiva (Owens). Casadas y viudas utilizaban las redes sociales creadas para el comercio mayorista ultramarino (Aguirrezabala).
En varios artículos se hace crítica de algunas fuentes empleadas tradicionalmente como los censos o las guías comerciales, de las que se señala que aportan escasa información sobre el comportamiento de las mujeres o su experiencia en la gestión empresarial. Presentan asimismo fuentes novedosas y sugerentes como la documentación de las empresas aseguradoras; por ejemplo, los seguros contra incendios en la Inglaterra del siglo XVIII eran comunes y permiten documentar activos y estrategias comerciales de las empresarias. Otra fuente de interés utilizada la constituyen las tarjetas comerciales, con las cuales las empresarias publicitaban sus productos para hacerse un sitio en el mercado. Otras fuentes empleadas fueron los protocolos notariales, inventarios post mortem, fuentes catastrales, documentación empresarial, estadísticas de contribución industrial y de comercio, etcétera.
En suma, los estudios que se presentan en este volumen de Recerques muestran distintas experiencias femeninas en el mundo de los negocios, bien como autónomas o en cogestión con hombres en negocios familiares. Estamos pues ante una publicación que contribuye a consolidar una nueva línea de investigación en la historia económica y social, abriendo nuevas perspectivas de análisis para la historia empresarial española, que se sumaría así a la literatura internacional, ya relativamente abundante, reflejada en este monográfico.