Esta obra del profesor Manuel Martín representa, más si cabe que otros libros del autor, una singular y gozosa culminación de múltiples itinerarios, afanes y trabajos. Por su envergadura temática, pues el volumen abarca desde los orígenes grecolatinos hasta algunas propuestas o análisis enunciados tan solo hace unos lustros. También por su dimensión material: es una historia extensa, cuya síntesis ocupa casi 600 páginas. Y por el equilibrio entre esa dilatada mirada y la intensidad o ponderación con que se abordan periodos, temas y autores.
Es preciso solicitar la atención previa del lector sobre la preposición «en» dentro del enunciado del título. No se trata de una historia del pensamiento económico «andaluz» (con el significado que habitualmente suele tener el término), sino de estudiar el pensamiento desarrollado por autores que, o bien han nacido, o bien han desarrollado su actividad en torno a la economía de Andalucía, pero también de comprender la difusión y adaptación de las diferentes corrientes económicas internacionales. En la introducción el autor incardina su proyecto dentro de un programa historiográfico de «historia nacional» (o regional) del pensamiento económico en sentido amplio, para que incluya las aportaciones al análisis, las propuestas políticas y las ideologías económicas y sus relaciones mutuas. Este enfoque ha sido desarrollado en las últimas décadas a partir de las contribuciones fundacionales de Terence Hutchison, Joseph Spengler y Ernest Lluch, y aplicado con éxito para numerosos países; en nuestro caso, la obra colectiva Economía y economistas españoles, dirigida por el profesor Fuentes Quintana (1999-2004).
Tras la breve introducción, el libro se divide en 5 partes dedicadas a unas etapas históricas fundamentales. La primera, «De Séneca a Bernardo de Ulloa» (pp. 11-86), nos ofrece una panorámica muy documentada que incluye también la difusión del pensamiento griego y latino, el recuerdo de Séneca y Columela, y el estudio sobre el gran Ibn Jaldun, los escolásticos como Tomás de Mercado o Soria, y sobre arbitristas como Lisón o Martínez de Mata, entre otros.
Esta primera parte muestra, desde el principio, una pauta general que combina la profundidad y el rigor de un especialista en la materia, aunque expuestos con una claridad deliberada para hacer accesibles la información y las interpretaciones a cualquier estudioso. La extensión asignada a cada autor o problema en la exposición revela la importancia atribuida, bien por la calidad de las aportaciones estudiadas, bien por la relevancia de su influencia doctrinal o politicoeconómica. El conjunto así presentado es un cuadro integrado por figuras grandes y menores, corrientes, debates, instituciones y poderes.
La segunda parte está dedicada a «La Ilustración andaluza» (pp. 87-175). Aquí, el punto de partida son las vicisitudes de la economía gaditana y las discusiones sobre el comercio americano, el despegue agrario de Jerez, y una reconsideración de Cadalso. Siguen un estudio particular de las ideas de Olavide y otros autores, especialmente dedicado a la «Ley Agraria», y un panorama sobre las distintas sociedades económicas. La segunda parte concluye con un grupo de «economistas» entre la Ilustración y el liberalismo, actores de un proceso trascendental de circulación y difusión de las ideas económicas, entre los que destacan Francisco Terán, Alonso Ortiz (traductor de Adam Smith), Vicente Alcalá Galiano, o Juan Sempere y Guarinos.
La parte tercera se titula «El liberalismo económico (1808-1874)» y es de las más extensas (pp. 177-321). Aunque el doctor Martín Rodríguez constata que: «En este tiempo, los economistas andaluces no fueron ya originales, como lo habían sido cuando Andalucía estaba a la cabeza de la economía española» (p. 210), ello no implica restar importancia a un amplio grupo de autores y políticos en 3 ámbitos fundamentales: la difusión de las nuevas ideas asociadas con las corrientes de la economía clásica liberal, la formulación de estrategias de cambio institucional y económico como alternativa al Antiguo régimen (desde las discusiones en las Cortes de Cádiz a la legislación del Sexenio) y la realización de las reformas desde los altos puestos de responsabilidad que alcanzaron numerosos políticos andaluces tanto en el legislativo como en el ejecutivo.
Se destaca la preponderancia de las formulaciones andaluzas favorables a un modelo de desarrollo económico abierto (Mora, Vadillo, Mendizábal, Moret), frente a otra concepción más ligada al «fomento» y las industrias nacientes (López de Peñalver, Burgos, Gutiérrez, Borrego). Completan esta parte 2 capítulos dedicados a las aportaciones sobre las reformas tributarias y sobre los límites y caracteres de la libertad bancaria y la política monetaria, y un capítulo específico que aborda las críticas al liberalismo desde los primeros «socialistas» a los anarquistas.
La ruptura con esta secuencia liberal inicial se estudia en la parte cuarta, «La economía andaluza como problema, 1874-1939» (pp. 322-449), partiendo de la decadencia de la economía clásica y la irrupción de nuevas corrientes como el catolicismo social, el intervencionismo nacionalista y la «escuela georgista». El autor subraya el cambio en la estructura productiva y exportadora de Andalucía, el peso de la crisis agraria de finales del siglo xix y la aparición de la «cuestión social» para entender este giro doctrinal y programático, con símbolos indiscutibles como el proteccionismo de Cánovas del Castillo, primero, y de Moret después. La irrupción de nuevas corrientes, como el regeneracionismo, y la especial influencia del «georgismo» (en el caso de Blas Infante junto con el naciente andalucismo político), no son ajenas a la construcción intelectual e instrumentación práctica de la «reforma agraria» (Flores de Lemus, Carrión) y de su crítica contemporánea.
La parte quinta, «Del franquismo a la autonomía política» (pp. 451-533), contiene varios análisis sobre las reformas y los planes agrarios de la posguerra, sobre la literatura económica relativa al desarrollo, las causas del «retraso» andaluz, las políticas de polos y la capacidad de formulación de una política autonómica de desarrollo regional.
Para terminar, debo destacar un rasgo esencial que caracteriza el conjunto del libro. Nos proporciona una interpretación integrada de la evolución de las ideas económicas en Andalucía, a través de unas etapas históricas definidas por corrientes intelectuales con una influencia real en contextos económicos e institucionales diferentes. El criterio implícito de valoración histórica de las ideas y propuestas estudiadas es su contribución al desarrollo y bienestar colectivos, aunque en alguna ocasión estos se identifiquen con el desarrollo globalizado. Es una obra con sólidas raíces, como son los reputados estudios previos del propio Manuel Martín en campos como la historia económica de Andalucía, la historia de las ideas demográficas, la enseñanza de la economía en España, las discusiones económicas en el Parlamento, la influencia georgista en España, por no citar sus trabajos sobre Lisón, Flores, etc. El volumen posee el valioso complemento de una muy completa bibliografía ordenada y un índice onomástico utilísimo que contribuye a la consulta selectiva, más 2 cuadernos de ilustraciones, fuera de paginación. Se han colado algunas erratas.
Con posterioridad a la publicación comentada apareció en 2013 el libro titulado Economía y economistas andaluces. Siglos XVI al XX, una obra colectiva coordinada por la profesora Rocío Sánchez Lissen, con una autoría, estructura y resultados diferentes, y cuyo comentario excede el espacio y propósito de esta reseña.