La relación del peronismo clásico con el capital, los empresarios y la industria ha sido y es uno de los temas de mayor interés para la historiografía argentina. Asociar estos 3 protagonistas de un decenio clave de la historia argentina de la mitad del sigloxx con la burocracia suma originalidad a los aportes del libro de Claudio Belini y logra destacarse entre los estudios de historia económica argentina.
Si bien el texto pone el acento en las controversias entre la industria y las concepciones económicas definidas por el peronismo en el floreciente clima de la segunda posguerra, la elaboración de una política industrial —poco articulada y en respuesta a la coyuntura de la redistribución del ingreso más que a una propuesta para su desarrollo, a mi juicio— permite al autor del libro dar cuenta de una apretada red de relaciones singulares entre el Ejecutivo Nacional, el Congreso de la Nación en el debate sobre las políticas dirigidas a la industria, y la burocracia estatal. De este modo, la inclusión como política de Estado también queda registrada para aquellos industriales en quienes Juan Perón respalda su liderazgo y que no integran los planteles de asociados de la poderosa Unión Industrial Argentina. Son estos actores los que convoca Belini para sostener su hipótesis sobre la promoción de «las industrias de interés nacional», especialmente durante la primera etapa del gobierno peronista. Avanza con esta renovada perspectiva sobre las propuestas del ingeniero Jorge Schvarzer, referente del tema.
Los planes quinquenales de 1947 y 1953 ejecutados por el Estado nacionalista y popular liderado por Juan D. Perón, y el perfil inorgánico de los pequeños y medianos industriales que se asocian a su política económica redistributiva pero que recién se corporativizan en 1953 a través de la Confederación General Económica, son los 2 pilares que sustentan la explicación consistente, bien planteada y de corte preferentemente cualitativo de Belini, para poner en contexto este eje sustantivo en el desarrollo de la política social y económica del peronismo de mediados del sigloxx. El encuadre es decididamente político y se asienta en los debates parlamentarios y en los actores políticos y del empresariado industrial aquí considerado, para no dejar dudas de que la economía es sustancialmente una decisión política que, en este caso, lleva adelante el Estado dirigista, planificador y benefactor liderado por Juan Perón.
Mediante la burocracia, el Estado aparece en estas páginas como un sujeto activo, como protagonista, y sus políticas para la industria como producto de un «complejo proceso de interacciones», de las cuales forman parte también los partidos políticos, subraya el autor. Son las políticas públicas las que se convierten en un actor decisivo de la Argentina peronista, y en este libro se busca y se consigue contrastarlas con las de los gobiernos de la década de 1930, para destacar preferentemente sus cambios, sin aludir a algunas continuidades, que resaltarían aún más esos contrastes pero que, sin duda, no forman parte de las preocupaciones primordiales del autor en esta obra.
Convenciendo al capital. Peronismo, burocracia, empresarios y política industrial, 1943-1955 dialoga y confronta con las interpretaciones clásicas referidas al peronismo y sus vínculos con la industria y las políticas públicas. Busca empíricamente «las razones» para explicar la estrategia peronista sobre estos temas, pero lo hace acertadamente desde un espacio más heterogéneo: aquel que el propio peronismo oculta desde su verticalismo doctrinario. Construye, en consecuencia, un orden teórico y metodológico renovado que coloca en el escenario estudiado a las políticas públicas y a los actores sociales, buscando definir los rasgos del tema abordado y las estrategias y estilos del ejercicio del poder tal como lo entiende el peronismo. La política sectorial se imbrica, de este modo, con la que el Estado diseña para la economía en su conjunto. Puede decirse que el contraste es el guión elegido por Belini para avanzar en los objetivos generales y específicos de esta obra. Interesantes y originales fuentes primarias, así como un actualizado y plural estado de la cuestión, resultan sustentos valiosos de esta investigación que pone en el centro del campo de estudio a la política económica de perfil industrial, pero siempre en un contexto más amplio, del cual participa una creciente burocracia técnica para crear —y yo añadiría recrear— los vínculos entre el Estado y los empresarios. Se trata, en síntesis, de todo un desafío para un país de bases agrarias, como lo fue y lo es la Nación Argentina, que Belini asume y resuelve de manera original e interesante.
El libro lleva a cabo la investigación histórica en las 3 dimensiones consignadas, como el mismo autor detalla. Los debates acerca de la industrialización a partir de los años cuarenta, vinculados al accionar de ingenieros, economistas, industriales, militares y funcionarios públicos, son el punto de partida del recorrido que se propone definir las políticas públicas para la industria y también a sus gestores. El capítulo dos analiza el papel que el gobierno de Juan Perón tiene en el diseño de la política económica y qué lugar ocupa en su agenda el sector industrial, desde 1946 y a partir de la crisis de 1952. Ambos capítulos sustentan el tema central del tercero, es decir, el papel oscilante cumplido por el Poder Legislativo Nacional y, como parte de su dinámica, el desempeño de cada uno de los partidos políticos que allí tienen su representación.
Por otra parte, el estudio de las relaciones entre las organizaciones empresarias y el gobierno dirigista —que se desarrolla en el capítulo cuarto— desnuda los conflictos que el peronismo mantiene con la Unión Industrial Argentina, la más grande corporación decimonónica de empresarios del sector, que se resiste al reconocimiento de los pequeños y medianos industriales, a quienes Perón lograría organizar corporativamente recién en 1953. En el capítulo quinto Belini se ocupa de los instrumentos de la política industrial: el crédito, los aranceles, el régimen de cambios y la inversión. Son asuntos que se abordan de modo más general y sin el detalle de los temas analizados precedentemente. Completa con ellos el abordaje cuantitativo que permite, por último, llegar al capítulo final, donde el autor estudia críticamente la implementación concreta de la política industrial a través de su promoción específica en la actividad manufacturera. Es este epílogo el que se suma a los otros estudios de caso que el autor analizara en su obra anterior referida a «la industria peronista» (Buenos Aires, Edhasa, 2009).
En síntesis, el libro de Claudio Belini es un aporte interesante y muy bien fundado empíricamente que investiga un tema polémico de la historiografía argentina como es la industrialización en tiempos del peronismo clásico. Pasa revista a las industrias promovidas y los estímulos concedidos, el impacto que estos tienen en el sector manufacturero, y destaca del conjunto a las ramas metalúrgica, química, farmacéutica y eléctrica. La puesta en escena de los actores políticos, sociales y económicos, que este libro concreta con solvencia, presenta un análisis con base empírica e interpretación original del asunto que pone el foco explicativo en las controvertidas políticas públicas y una burocracia técnica que las ejecuta, dirigidas al sector industrial y en tiempos de la redistribución del ingreso. De todos modos, y más allá del discurso oficial y de las distintas posiciones historiográficas que aquí se mencionan y ponderan, la industrialización en tiempos del peronismo no deja de ser percibida como un anexo de la economía agroexportadora, especialmente luego de la crisis del sector externo de 1949 y la renovada propuesta de «la vuelta al campo» a partir de 1950.
Desde entonces, el Estado impondría sus políticas con mayor discrecionalidad y el legado peronista estaría signado por un Estado grande y poco eficiente que, como señala el autor de este libro, «se acentuaría dramáticamente hasta convertirse en un factor crucial para explicar los problemas del desarrollo económico y la declinación de la economía argentina» (p. 224).