La población geriátrica está aumentando de manera constante en los últimos años en los países desarrollados, entre los que se encuentra España, estimándose que en nuestro país el crecimiento de personas con edad superior a los 64 años crecerá de manera constante en los próximos años1.
Esta franja poblacional presenta, a pesar de una mayor fragilidad biológica, una mayor actividad física (debida esta probablemente a los avances sociosanitarios experimentados en las últimas décadas), con un alto grado de independencia funcional, por lo que está más expuesta a sufrir enfermedad por traumatismos2.
La enfermedad por traumatismo, siendo el traumatismo craneoencefálico (TCE) el más frecuente dentro de la misma, representa un problema sanitario no solo por su elevada mortalidad, sino por su importante morbilidad3,4.
Por estos motivos el estudio del TCE en la población de edad avanzada está tomando una importancia creciente en nuestro medio. Sin embargo, a pesar de existir estudios de pacientes de edad avanzada y otros en pacientes graves con ingreso en cuidados intensivos (UCI), existen pocos estudios centrados en la morbilidad de la enfermedad traumática grave con ingreso en UCI en los pacientes mayores4,5.
Por ello, los autores decidimos estudiar el pronóstico funcional a los 3 meses del traumatismo en la población mayor de 64 años con ingreso en UCI tras un TCE.
Se diseñó un estudio de cohortes retrospectivo, incluyendo los pacientes con edad mayor de 64 años que ingresaron en la UCI de un hospital universitario de tercer nivel con diagnóstico de TCE entre el 1 de enero de 1991 y el 31 de diciembre de 2015.
Se recogieron variables demográficas, clínicas y evolutivas. De forma posterior se recogió información del estado funcional de los pacientes supervivientes al ingreso en la UCI a los 3 meses del traumatismo. Para la valoración de la situación funcional se utilizó la Glasgow Outocome Scale, otorgando una puntuación entre 1 y 5 puntos. Para el análisis posterior se decidió dicotomizar los resultados en mala evolución (1-3 puntos, considerando como mala evolución el fallecimiento o la dependencia para actividades básicas de la vida diaria) y buena evolución funcional (4-5 puntos, siendo el paciente independiente).
Se realizó un análisis descriptivo de la muestra, seguido por un análisis de la mortalidad y el pronóstico funcional agrupando a los pacientes en quinquenios.
Durante el periodo del estudio ingresaron un total de 446 pacientes. La edad media fue de 74,82±6,52 años. La edad media de los pacientes aumentó a lo largo del periodo estudiado. El 60,54% fueron varones. La mortalidad fue del 39,91%. En el análisis por quinquenios existió una disminución significativa de la mortalidad, pasando de un 47,14% en el periodo entre los años 1991 y 1995, a un 34,62% en el último periodo (entre los años 2011 y 2015).
El mecanismo de lesión más frecuente fue la caída desde la propia altura (36,71%) seguida por el atropello (siendo el paciente el ocupante de un vehículo) (32,3%) y el accidente de tráfico (15,09). En el último quinquenio del estudio las caídas representaron un 71,05% del total, habiendo representado tan solo el 8,33% en el periodo 1991-1995. Este aumento del porcentaje en caídas vino aparejado con una disminución del porcentaje de accidentes de tráfico (tanto siendo el paciente el ocupante de un vehículo como siendo el atropellado) en el último periodo. Tras el análisis estas diferencias alcanzaron la significación estadística (p<0,005).
Respecto al pronóstico funcional se encontraron resultados más variables, observándose un aumento del porcentaje de pacientes supervivientes con mala evolución funcional, llegando este al 52,08% en el periodo 2006-2010 y al 44,68% en el periodo 2011-2015 (la evolución a lo largo del periodo de estudio de la edad media, la mortalidad y el pronóstico funcional se recogen en la figura 1).
A. Evolución del porcentaje de pacientes fallecidos durante el ingreso en cuidados intensivos y de los que presentaron una evolución funcional desfavorable a los 3 meses del traumatismo a lo largo del periodo del estudio. B. Evolución de la edad media de los pacientes a lo largo del periodo del estudio.
GOS: Glasgow Outcome Scale.
Nuestros resultados demuestran que la mortalidad del TCE en la población añosa ha disminuido en la última década, si bien ha permanecido estable en el último lustro estudiado. Esta disminución de la mortalidad podría obedecer a mejoría de los protocolos de atención al traumatismo, como el mayor desarrollo de los servicios de atención médica extrahospitalaria y la mayor disponibilidad de pruebas diagnósticas, como la tomografía computarizada, si bien esta hipótesis no puede contrastarse fehacientemente en este trabajo. Asimismo, creemos que la estabilidad en la mortalidad en los últimos años podría obedecer a que la población ingresada presentaba mayor edad y mayor comorbilidad. En especial la edad se ha considerado un factor independiente de mayor mortalidad en el TCE6,7, encontrándose en nuestro estudio una mayor mortalidad en los pacientes más añosos. Por tanto, a pesar de haber podido mejorar los protocolos de diagnóstico y tratamiento del TCE, al ser la población más añosa en los últimos periodos la mortalidad ha permanecido estable.
Por el contrario, en nuestro estudio el porcentaje de pacientes con mala evolución funcional (habiendo fallecido o siendo dependientes para actividades básicas de la vida diaria) tras 3 meses del traumatismo, aumentó en los últimos periodos del estudio, siendo superior al 40%, por lo que la diferencia con los primeros quinquenios tras el análisis comparativo fue estadísticamente significativa tras el ajuste por edad. Es decir, la mejoría observada en el descenso de la mortalidad no se ha traducido en una disminución de las personas con una mala evolución funcional a los 3 meses del traumatismo. Esta situación pone de relieve la importante morbilidad del TCE y el elevado coste a nivel personal, social y económico de esta enfermedad en los países desarrollados, reflejado en otros estudios8. Se ha de tener en cuenta que en los últimos periodos del estudio los pacientes presentaban mayor número de comorbilidades, lo cual debe considerarse en la interpretación de estos resultados.
Nuestro estudio muestra la importancia del TCE en la población añosa de nuestro país, no solo en términos de mortalidad, sino también en términos de morbilidad. En nuestro país y en el resto de los países desarrollados la gran importancia de las caídas desde la propia altura, como mecanismo de lesión de esta enfermedad con unas consecuencias de gran importancia9, hace que la prevención de las caídas en esta franja etaria adquiera una grandísima relevancia. Para esta prevención la educación poblacional, sanitaria y el uso de herramientas como Stopping Elderly Accidents, Deaths and Injuries que, si bien presentan limitaciones, creemos que son una estrategia útil y que se debe abogar por su uso10.