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Vol. 60.
Páginas 288-291 (mayo 2015)
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Oscar Ugarteche Galarza, Arquitectura Financiera Internacional: una genealogía de 1850-2008, México, Instituto de Investigaciones Económicas-unam, 2014, 392 pp
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Santiago Hernández Jiménez
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El autor a través de 392 páginas y nueve capítulos analiza la Arquitectura Financiera Internacional (AFI) a manera de una genealogía que se centra en el periodo de 1850-2008, con el propósito de señalar puntualmente las causas y las consecuencias de las crisis financieras suscitadas durante dicho periodo. Cabe señalar que este trabajo fue presentado por el autor como tesis doctoral para filosofía e historia y que de acuerdo con él, se inició en 1998 como una investigación sobre los elementos que conllevan al desarrollo y evolución de las instituciones financieras internacionales. En el análisis, advierte que una genealogía se construye buscando la singularidad de los sucesos, sin tratar de trazar la línea de su evolución, marcar los distintos sucesos que han generado los cambios. Así, construye primero una historia comparada de la deuda externa de Perú, Ecuador y Bolivia en la que destaca los fenómenos que le permitieron pensar que había cambios críticos en el orden internacional asociados con las así llamadas crisis de la deuda desde el siglo xix, los cuales era necesario retomar y abordar en un solo texto para entonces comprender los cambios propios del orden financiero.

De esta manera, el autor, mediante los elementos de análisis descritos en el párrafo anterior, establece las hipótesis centrales que son demostradas a través de los nueve capítulos que conforman el libro y en donde descansa su aporte central.

Son cuatro hipótesis centrales: la primera plantea que el desarrollo de la afi, desde el siglo xix, ha madurado a raíz de los problemas de la economía internacional. Una segunda hipótesis establece la diferencia de reglas e instituciones que el sistema internacional crea para los países líderes y para el resto de las economías. La tercera, y desde mi punto de vista la más importante, es que demuestra una relación simbiótica entre la afi y América Latina en su historia, fenómeno que hasta nuestros días puede observarse, sobre todo al encontrarnos sumergidos en un entorno de crisis financieras, situación que obliga, según lo planteado en la cuarta y última hipótesis, a la construcción de una Nueva Arquitectura Financiera Internacional (NAFI), es decir una vez que el orden económico internacional dio pauta a la AFI de la segunda mitad del siglo xx, ésta ha desaparecido, ha quedado obsoleta igual que sus respectivas instituciones.

Para su demostración hipotética, el autor comienza el análisis estableciendo un marco teórico conceptual sobre la afi que le permite al lector familiarizarse con el tema desde el primer capítulo intitulado justamente “La Arquitectura Financiera Internacional: algunos conceptos”, o como bien lo dice “para entender lo que se va a estudiar y discutir”. En el segundo capítulo, describe a detalle el surgimiento y la conformación de las diversas instituciones que con el devenir del tiempo formaron parte de la AFI de los periodos de posguerra y que coadyuvaron al orden financiero internacional, el cual marcó sus tendencias claramente entre países desarrollados y subdesarrollados, y que a la fecha continúan siendo vigentes, pese al término de la bipolaridad de la segunda mitad del siglo XX. Es justamente esta reflexión de la que parte el tercer capítulo, el cual se enfoca en el estudio del surgimiento de las instituciones financieras de la segunda posguerra, al enfatizar en la génesis del Fondo Monetario Internacional y su importancia en las disposiciones financieras que de este organismo emanaron desde su creación.

El cuarto capítulo ofrece una explicación muy oportuna de las acciones que han efectuado los países deudores para tratar de combatir su endeudamiento lo cual puede parecer curioso si se toma en cuenta que son ellos y no los acreedores los que plantean las iniciativas de solución de sus deudas.

Las iniciativas de solución de la deuda son el contenido central del quinto capítulo, en el cual los precursores del Fondo Monetario Internacional, la aplicación del Plan Brady de 1989 y el marco de la sostenibilidad de la deuda, salen a relucir.

Las políticas del Consenso de Washington son analizadas en el sexto capítulo, a través de una revisión descriptiva de algunas variables económicas seleccionadas para un conjunto de países, representativos de economías grandes, medianas y pequeñas de América Latina. Las variables consideradas son: exportaciones de bienes y servicios; el pib por habitante; la tasa de inversión total en el pib; la transferencia neta de capitales, definida como la suma algebraica de las inversiones directas netas de amortizaciones y depreciación. A lo largo de este capítulo, el autor destaca la realidad de lo generado por las políticas del Consenso de Washington al presentarse la paradoja de que no hay relación entre el pib por habitante y las exportaciones, que la tasa de inversión se establece a pesar de la apertura de la cuenta de capitales, que los auges exportadores ocurren indistintamente al inicio de las reformas, que la apertura de los mercados de capitales no afectan positivamente la transferencia neta de capitales sino por un periodo breve y que, las remesas de emigrantes han resultado ser una fuente creciente de financiamiento de la balanza de pagos ante la falta de empleo de calidad, y que los salarios no regresaron a sus niveles anteriores a 1980. Cabe señalar que este análisis de las políticas del Consenso de Washington es realizado por el autor con datos duros obtenidos de los indicadores de desarrollo mundial del Banco Mundial entre 2004 y 2006, utilizando el criterio de dólares constantes de 1995.

El séptimo capítulo es la continuación necesaria de lo expuesto por el autor en los dos capítulos anteriores, ya que muestra el auge y caída del Fondo Monetario Internacional a través de la problemática financiera de la década de los años ochenta, de la crisis argentina y el papel del Fondo Monetario Internacional de cara a ello y de la relación entre dicho organismo y Estados Unidos de América, esto a la par de otros temas no menos importantes.

El octavo capítulo, titulado “La gran recesión y los cambios introducidos en la Arquitectura Financiera Internacional”, proporciona al lector un estudio de lo que es la gran depresión y su seis fases que ha presentado entre el 2007 y 2011, además de explicar el fenómeno de la liberalización financiera y su impacto en dicha arquitectura, aborda asimismo el surgimiento de las reuniones del Grupo de los 20 y su posición frente a la reforma de dicha arquitectura para contener la crisis.

Por último, en el noveno capítulo se encuentra la propuesta del autor en torno a: “Elementos para una nueva Arquitectura Financiera Internacional”, para lo cual utiliza el análisis de la propuesta de Milton Friedman y los secretarios de Estado, por un lado, y, por otro, la propuesta de las organizaciones sociales civiles (OSC), haciendo la reflexión de si debe ser reformado el Fondo Monetario Internacional o la AFI, o se busque la creación de instrumentos financieros novedosos.

La obra es sin duda una herramienta de estudio sobre estos temas muy completa y por ende una lectura obligatoria y altamente recomendable para estudiantes y analistas en general.

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