covid
Buscar en
Literatura Mexicana
Toda la web
Inicio Literatura Mexicana Reseña de libros
Información de la revista
Vol. 24. Núm. 2.
Páginas 209-212 (enero 2013)
Compartir
Compartir
Descargar PDF
Más opciones de artículo
Vol. 24. Núm. 2.
Páginas 209-212 (enero 2013)
Open Access
Reseña de libros
Visitas
2489
Rodrigo Leonardo Trujillo Lara
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México
Este artículo ha recibido

Under a Creative Commons license
Información del artículo
Texto completo

Hace un par de décadas eran muy escasas las monografías publicadas sobre el Estridentismo. Después, gracias a la labor de estudiosos como Evodio Escalante y Silvia Pappe, que se sumaron al esfuerzo de Luis Mario Schneider, ha comenzado a enmendarse esta falta. Sin embargo, la idea de trabajos dedicados particularmente a escritores del movimiento es aún asunto de excepción. Con Multánime… estamos ante la primera investigación monográfica hecha sobre la obra vanguardista del notable narrador mexicano de origen guatemalteco Arqueles Vela. Sin embargo, al igual que ocurre con la obra de este en la historia de la narrativa en lengua española, no es solamente en su primicia cronológica que estriba el interés del libro.

Multánime… tiene dos partes. En la primera, el autor traza una trayectoria biográfica e intelectual, ambos aspectos no comúnmente estudiados; el primero debido a la escasez de fuentes o a la dificultad para hallarlas, el segundo porque la crítica no se había acercado suficientemente a los escritos de Vela anteriores al Estridentismo, así como a su labor específica dentro del movimiento. En la segunda parte, se hace una lectura detallada de los tres relatos incluidos en El Café de nadie —“La señorita Etcétera” (1922), “El Café de nadie” (1924) y “Un crimen provisional” (1926).

I. La primera parte resulta ilustrativa, entre otras cosas, por la revisión pormenorizada que Jorge Mojarro hace de El sendero gris y otros poemas (primer libro publicado por Arqueles Vela, 1920 o 21, en México), en la que nos muestra cuál era la formación literaria de Vela, a través del análisis de la métrica, la sonoridad, el tono y hasta el léxico, evidenciando la deuda con Rubén Darío en los motivos y lenguaje pasado ya de moda en los años veinte. De El sendero gris… nos dice Mojarro que se nota la “expresión no elaborada de los sentimientos, que va en detrimento de las cualidades líricas del texto” (35), además de que “es también el libro de un poeta que aún no había encontrado su voz, que no manejaba con soltura el ritmo ni diferenciaba la rima del ripio, que tendía a la sonoridad fácil, a lo trillado, a lo pomposo y a lo efectista” (29).

En esta primera parte, también aclara la importancia de Juan de Dios Bojórquez —(1892-1967), diplomático y biógrafo mexicano que sirvió en Guatemala— en el hecho de que Arqueles Vela viniera a México para trabajar, lo cual fue decisivo no solo para este, sino también para el desarrollo del Estridentismo, pues la labor difusora de Vela es de capital importancia, desde su empática reseña del libro Andamios interiores (1922) de Manuel Maples Arce y la presentación personal de este con Carlos Noriega Hope (director de El Universal Ilustrado, quien abrió las páginas del periódico como plataforma difusora al movimiento vanguardista), pasando desde luego por los tres relatos que componen El Café de nadie (1926), hasta la escritura del artículo “El Estridentismo y la teoría abstraccionista” —aparecido en Irradiador. Revista de vanguardia, núm. 2, octubre de 1923, México D.F., p. 2—, que es uno de los raros textos teóricos estridentistas y del cual Mojarro hace una útil lectura en la que destaca el papel desarticulador del humor para ir en contra del “mimetismo servil de la narración tradicional” (63, 64), relacionándolo con ciertos aspectos del Dadaísmo.

Además, apoyándose en comentarios de Luis Mario Schneider, Mojarro complementa la historización del movimiento centrándose en Arqueles Vela, “retaguardia de la vanguardia” —debido a que Vela no firmó ninguno de los manifiestos estridentistas y era el menos visible, actuando siempre desde la trinchera de los artículos y notas periodísticas que escribía (46)—, y su salida de México hacia Europa en lugar de hacia Xalapa en 1925. Dato de interés es que para el periodo de 1926 a 1927, dice Mojarro, “consta que realizó viajes esporádicos” (50) a Xalapa, si bien El Universal Ilustrado no dio noticia de la partida hasta el 29 de julio de 1926 (50, 51).

En esta primera parte, también ubica Mojarro El intransferible (1927-28, aunque publicado por primera vez en 1977) (70) como obra póstuma del Estridentismo, si bien reconoce que el vanguardismo se halla mucho más atenuado y el juego con los elementos constitutivos de la narración y el lenguaje no es tan extremo como en los otros tres relatos, ya que no subjetiviza tanto al sujeto, no da protagonismo a los objetos y tiene un argumento lineal y sin lirismo (57, 58). Punto de interés, para futuros estudios, es que Jorge Mojarro hace notar una relación entre El intransferible y El incongruente (1922) del, admirado por Vela, Ramón Gómez de la Serna (69).

II. En la segunda parte de su trabajo, Jorge Mojarro analiza los tres “cuentos”, que es como Mojarro denomina los relatos “La señorita Etcétera”, “El café de Nadie” y “Un crimen provisional” (57, 58), que componen El Café de nadie, proponiendo que los relatos se dividen en secuencias o escenas, debido a su “carácter cinemático y visual” (74). De su análisis destacan las notas derivadas del cotejo entre las dos versiones de “La señorita Etcétera” (1922 y 1926) (90, 91).

Al revisar con detenimiento las tres obras de El Café de nadie nos damos cuenta de que las afirmaciones del artículo “El Estridentismo y la teoría abs-traccionista” (1923) se cumplen y ejemplifican, pues en los cuentos Vela se aleja de la mímesis de la narrativa tradicional para, paradójicamente, hacerlos más realistas, auténticos, incorporando lo absurdo, incoherente e inverosímil (69).

El análisis de Jorge Mojarro da todos los elementos para concluir que la descomposición del tiempo, la anécdota, los personajes, así como el empleo de un lenguaje metafórico saturado de imágenes insólitas, se trata de una propuesta para hacer literatura como el pensamiento, como la vida tal cual la experimentamos: vida sintética (69) y sincrónica (67) cuyo mejor medio para ser plasmada es una literatura igualmente sintética/sincrónica. De modo que, a través de la experiencia de un simultaneísmo operante tanto en la vida como en las obras, se redefine la mímesis y se procura una escritura mimética no respecto a las cosas, los objetos y estructuras (donde caben lenguaje y retórica), sino respecto de los procesos, el pensamiento y las emociones de la subjetiva experiencia del mundo. Es en este sentido que concibo hablar del actualismo en Arqueles Vela, pues el término se refere a la inmediatez, a las relaciones más cercanas, incluso espontáneas, como puede ser la emoción.

En Multánime…, biografía literaria e intelectual, se aprecia el insoslayable hecho de que aun antes de escribir sus cuentos, Vela ya publicaba en El Universal Ilustrado inusuales notas con un lenguaje atrevido, poético, creativo, ágil, fresco: moderno; antes incluso de la publicación de Actual No. 1, el primer manifiesto estridentista (42,43). Así, cuando leyó Andamios interiores (1922), de Manuel Maples Arce, Vela escribió la más “exegética y comprensiva” (44) nota crítica sobre el libro. Esta crítica puede considerarse como la adscripción de Arqueles Vela al Estridentismo (el primero en sumarse a Maples Arce), aunque a diferencia de otros miembros, podríamos decir que él no se inició en la vanguardia con el Estridentismo, sino que fue este un espacio propicio para que siguiese desarrollando el trabajo e inquietudes literarios que ya venía manifestando con anterioridad en su producción periodística, pues en ella trataba aspectos modernos, vanidades de la urbe, minucias de actualidad a partir de las cuales reflexionaba y planteaba una vida moderna. En palabras de Jorge Mojarro: “De lo que no cabe duda es que Vela imprimió al trabajo periodístico una soltura, una desinhibición y un estilo verdaderamente rupturistas, además de una libertad temática que lo asomaban hacia temas dispares y, a veces, insólitos […], jugando con los límites del género de la crónica o el artículo” (56).

Considerando con minuciosidad las aportaciones de Arqueles Vela, tanto los textos que legó como parte del movimiento estridentista (el volumen El café de Nadie, el artículo “El Estridentismo y la teoría abstraccionista” y la postrera novela El intransferible), así como su original obra periodística (que incluye artículos y polémicas sobre literatura que apoyan al movimiento vanguardista), queda claro que “el papel de Arqueles Vela en el desarrollo del movimiento no fue de ningún modo gregaria [sic] o subsidiario, sino que su importancia fue crucial para la existencia y la perduración del movimiento más iconoclasta de la literatura mexicana del siglo xx” (126), no solo por la defensa y difusión que de él hizo, sino porque sus relatos de la modernidad son de una calidad admirable, aun siendo considerados más allá del Estridentismo.

Copyright © 2013. Universidad Nacional Autónoma de México
Descargar PDF
Opciones de artículo