DeFronzo habló del “octeto ominoso”, en el que se refería a la existencia de distintas vías y órganos relacionados con la fisiopatología de la diabetes mellitus tipo 2 (DM2). Uno de estos órganos clave es el riñón. Este órgano juega un importante papel como regulador del metabolismo glucídico a través de la gluconeogénesis y mediante la filtración glomerular y reabsorción de glucosa en los túbulos contorneados proximales.
Aproximadamente, unos 180g de glucosa son filtrados al túbulo renal desde el torrente sanguíneo a través del glomérulo. La glucosa filtrada es posteriormente reabsorbida desde los túbulos a los capilares peritubulares por la acción de los cotransportadores de sodio-glucosa (SGLT). Hay 2 cotransportadores fundamentales en el riñón, el SGLT1 y el SGLT2, que son los encargados de reabsorber la glucosa (en un 10 y un 90%, respectivamente) y devolverla a la sangre.
En las personas con DM2, la expresión de SGLT2 está aumentada, lo que conlleva una mayor reabsorción renal de glucosa con efectos adversos dado que este hecho contribuye a mantener la hiperglucemia.
La inhibición farmacológica selectiva de SGLT2 aumenta la excreción renal de glucosa y secundariamente disminuye sus valores plasmáticos. Los fármacos inhibidores de SGLT2 actúan exclusivamente sobre el riñón, disminuyen la hemoglobina glucosilada (HbA1c) alrededor de un 0,66%, producen disminución de la presión arterial y pérdida de peso de aproximadamente unos 1,8kg. Respecto a los efectos secundarios, presentan un bajo riesgo de hipoglucemia, pero con su uso hay un aumento de infecciones genitourinarias.
Dapagliflozina (10mg/día), el primer inhibidor de SGLT2 comercializado en nuestro país, ha demostrado en diversos ensayos clínicos una disminución estadísticamente significativa de la HbA1c de entre el 0,82–0,97%, tanto cuando se utilizó en monoterapia como en terapia combinada con metformina, glimepirida, pioglitazona o insulina. Con su uso se produjo una pérdida de peso corporal de entre 2 y 3kg y una disminución de la presión arterial tanto sistólica como diastólica, todo ello con un bajo riesgo de hipoglucemias.
DeFronzo spoke of the “ominous octet”, in which he referred to the existence of distinct pathways and organs related to the physiopathology of type 2 diabetes mellitus (DM2). One of these key organs is the kidney, which plays an important role in regulating glucose metabolism through gluconeogenesis and through glomerular filtration and glucose reabsorption in the proximal convoluted tubules. Approximately 180g of glucose are filtered to the renal tubule from the blood stream through the glomerulus. The filtrate is subsequently reabsorbed from the tubules to the peritubular capillaries through the action of sodium glucose cotransporters (SGLT). There are 2 main cotransporters in the kidney, SGLT1 and SGLT2, which reabsorb the glucose (10% and 90%, respectively) and return it to the blood. In persons with DM2, SGLT2 is increased, leading to greater renal absorption of glucose, which has adverse effects as it contributes to the maintenance of hyperglycemia.
Selective pharmacological SGLT2 inhibition increases renal glucose excretion and secondarily reduces its plasma values. SGLT2 inhibitors act exclusively on the kidney, reduce glycosylated hemoglobin (HbA1c) by about 0.66%, decrease blood pressure, and induce a weight loss of approximately 1.8kg. These drugs have a low risk of hypoglycemia but carry an increased risk of genitourinary infections.
Several clinical trials have shown that dapagliflozin (10mg/day), the first SGLT2 inhibitor commercialized in Spain, produces a statistically significant reduction in HbA1c of 0.82–0.97%, both in monotherapy and in combination with metformin, glimepiride, pioglitazone, or insulin. Its use produces a weight loss of between 2 and 3kg and reduces both systolic and diastolic blood pressure, while the risk of hypoglycemias is low.