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Vol. 42. Núm. 5.
Páginas 285-286 (julio - agosto 2016)
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Desarrollo y mantenimiento profesional
Professional development and maintenance
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J.M. Eiros
Autor para correspondencia
jmeirosbouza@gmail.com
eiros@med.uva.es

Autor para correspondencia.
, J.M. Marugán, M.R. Bachiller
Facultad de Medicina, Universidad de Valladolid, Valladolid, España
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Desde SEMERGEN se ha presentado recientemente un plan formativo y evaluador dirigido a profesionales de atención primaria1. Al hilo del mismo pretendemos establecer con brevedad una doble reflexión acerca de nuestro ejercicio relativo al «agotamiento profesional» y a la necesidad de «mantenerse».

El mantenimiento de la competencia profesional es una realidad que no necesita ser resaltada. Baste para refrendarlo el hecho de que las instituciones de prestigio cuidan de modo exquisito esta faceta en sus diversos matices y la sitúan entre los objetivos prioritarios de su sistema de gobernanza2–7.

Cabe indicar, en primer término, que nuestro ámbito percibimos con nitidez que desde los primeros años de ejercicio profesional el «agotamiento» es una realidad ente los colegas que se incorporan a la práctica médica y ello representa un indicador que no debemos menospreciar8. Por ello la actualización en las diferentes facetas de la capacitación lejos constituir una carga sobreañadida al ya de por sí exigente desarrollo profesional, debe representar en nuestro criterio una actividad asumible y una orientación hacia la eficiencia9.

Parece incuestionable que la vivencia del desencanto profesional es prevalente, de amplia implantación en todo el mundo y cambiante a lo largo de la etapa vital de los profesionales sanitarios, habiéndose identificado múltiples factores condicionantes del mismo10–14. Este mismo año Ward y Outram desde Australia alentaban con razón la necesidad de provocar un cambio en sentido positivo que en su opinión debería asentar en el mantenimiento de la competencia profesional15. Cabría añadir que desde la apuesta personal y desde la íntima determinación de mantenerse actualizado y competente se pueden lograr resultados verdaderamente satisfactorios. Existen contribuciones que avalan que una apuesta unívoca por la competencia técnica es la solución16. En nuestro criterio la competencia comunicativa es esencial en el desarrollo de nuestra profesión y resulta irrenunciable la búsqueda de soluciones a su persistente infravaloración desde el acceso a la facultad hasta la propia jubilación.

En segundo lugar de la necesidad de «mantenerse» da una idea el hecho de que se cumplen ahora 2 décadas de la declaración del «Año europeo de la educación y formación permanente»17. Ya en los inicios del presente siglo Wentz y Paulos18 mantuvieron una posición pionera en la necesidad de establecer un «desarrollo profesional contínuo» en nuestro ámbito profesional. El término «lifelong learning» que goza de amplia implantación en la literatura especializada19–23 exige en nuestro marco jurídico una revisión y tal vez una postura avezada en la actualización de las Leyes 16/2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud24, 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias25 y 55/2003 del Estatuto marco del personal estatutario de los servicios de salud26.

Contribuciones pioneras en nuestro país27 señalan el desarrollo de 4 facetas como integrantes de la nuestra actividad profesional, que coinciden con los elementos tradicionalmente considerados como asistencia, docencia, investigación y gestión. Cabe señalar que el peso específico de cada una de estas vertientes no es constante a lo largo de la trayectoria de un profesional, lo cual puede imprimir cierta complejidad a su valoración. En nuestro criterio, las características básicas de voluntariedad, mantenimiento, reconocimiento y motivación, a pesar de que son con frecuencia señaladas no siempre son ponderadas y nada puede sustituir a la propia conciencia y percepción de que se adolece de «mantenimiento».

Se ha convertido en usual la estratificación en 3 procesos diferenciados los que integran la garantía de asegurar la calidad de un profesional: la recolegiación o relicencia, la recertificación y la carrera profesional27–29. Los colegios profesionales asumen responsabilidades en la primera faceta, y resulta determinante mantener una actitud abierta y clara en su mejora continua. Solo desde la ayuda real y desde la configuración atractiva del proceso, este tendrá vigencia y será perdurable. La recertificación corresponde a las sociedades científicas y en este sentido a la puesta en marcha desde SEMERGEN de la plataforma Desarrollo Profesional Contínuo en Atención Primaria (DPC-AP®) para los profesionales de la salud de atención primaria1 es bienvenida. El propio profesional, en su exigencia personal es el elemento crucial en este ámbito y el soporte de las sociedades científicas a las que se acoge resulta determinante.

La actividad médica representa un modo de vida que se despliega armónicamente en una variedad de trabajos, y en un amplio abanico de situaciones y responsabilidades que tienden siempre a la excelencia30. De los que nos preceden recibimos conocimientos y cometidos, a los que nos siguen se los entregamos para que sigan cuidando de lo ya alcanzado, para que velen por ese crecimiento común en la competencia teórica y práctica en la finalidad que nos aglutina: atender a nuestros semejantes.

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