La escombroidosis es la intoxicación por pescado más frecuente del mundo, y se debe a la producción de histamina, producida durante fenómenos de descomposición. Su distribución es mundial, predominando en aguas templadas o cálidas. Es más frecuente en aquellos lugares en los que la conservación y el transporte de pescado se realiza de forma más rudimentaria y sin los controles adecuados1.
Presentamos el caso de un paciente de 24 años, sin antecedentes personales de interés y sin alergias medicamentosas ni alimentarias conocidas, que acude a urgencias porque tras ingerir un plato de atún nota picor de lengua, cefalea intensa de predominio frontal, palpitaciones, inyección conjuntival y eritema generalizado de predominio facial y cervical. En la exploración física presenta 120lpm y pulsioximetría del 96%. Destaca la existencia de eritema generalizado intenso, de localización predominante en cara, cuello y extremidades. No tiene edema lingual ni de úvula. La auscultación cardiopulmonar es normal. Con la sospecha de intoxicación histamínica leve se pauta tratamiento con dexclorfeniramina (5mg im) con remisión de la sintomatología en los 40min siguientes.
La escombroidosis se produce por el consumo de pescados de la familia Scombridae y Sombersosocidae, como son el atún, la caballa y el bonito; así como otros no escómbridos como el pez espada, la sardina, el arenque y el salmón1. El pescado fresco contiene, aproximadamente, 1mg/100g de histamina, mientras que los peces afectados contienen 20mg/100g de histamina, en algunos casos se han llegado a detectar casi 400mg/100g2. Según la Food and Drug Administation (FDA) niveles de histamina superiores a 50mg/100g son peligrosos para la salud. La sintomatología aparece cuando se mantiene estos alimentos en condiciones de refrigeración inadecuadas. La enfermedad se produce por la descomposición bacteriana, después de capturado el pez, con proliferación de enterobacterias2(Proteus morgaño, Aerobacter, Klebsiella pnemoniae) que mediante la degradación del aminoácido histidina produce concentraciones elevadas de histamina3, que es la responsable final del cuadro clínico. Los síntomas más frecuente son náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, cefalea, palpitaciones, taquicardia y eritema cutáneo4. En cuanto al tratamiento, se aconseja la administración de antihistamínicos H1 en los casos leves, y en los casos que exista inestabilidad hemodinámica puede ser preciso la administración de adrenalina. En cuanto al uso de corticoterapia es controvertido1. En la mayoría de los pacientes la clínica remite en las siguientes 24h al consumo.