Los exantemas son frecuentes en infecciones tanto bacterianas como virales, aunque en algunos casos resultan excepcionales, como es el caso del exantema papular asociado a brucelosis, que tuvimos oportunidad de comunicar1, y este caso de exantema variceliforme asociado a fiebre Q.
La fiebre Q es una zoonosis causada por la rickettsia Coxiella burnetii. Entre las manifestaciones frecuentes de la fiebre Q se contemplan, en la fase aguda, el síndrome gripal, la neumonía y la hepatitis, siendo menos frecuentes la meningoencefalitis, la endocarditis y la pericarditis2. Se han comunicado también casos de vasculitis de grandes vasos3. Entre las manifestaciones cutáneas que aparecen entre el 5-20% de los casos se contemplan el exantema, el eritema nudoso y la púrpura. Es raro que el exantema sea localizado y de tipo variceliforme o, al menos, no lo hemos encontrado descrito en la revisión realizada.
Presentamos el caso de un varón de 56 años, que acude a consulta por presentar un cuadro de 5 días de evolución consistente en malestar general intenso, artromialgias, fiebre alta de predominio vespertino, cefalea intensa y sudoración profusa, especialmente nocturna, sin ningún olor especial. No presentaba tos, dolor torácico, diarrea, molestias urinarias, ni otra sintomatología. En la exploración se aprecia exantema de tipo variceliforme que afecta a cuero cabelludo, zona frontal, zona hemifacial derecha, hombro y hemitórax derecho. Las lesiones son maculo-pápulas y vesiculosas, en escaso número, y recuerdan a las lesiones de varicela (figs. 1 y 2). Algunas lesiones tienen zona central con costra y halo periférico eritematoso (fig. 3). Entre sus antecedentes destaca el ser criador de canarios para concursos de canto y el haber estado el mes previo a la aparición de los síntomas en zona rural, donde se había dedicado a la caza de murciélagos y a labores de campo. La exploración fue normal con la excepción de las lesiones cutáneas. No presentaba adenopatías. Las auscultaciones cardiacas y pulmonares fueron normales. No presentaba visceromegalias ni masas abdominales. En la analítica el hemograma fue normal, con leucocitos 5,13×103/μl y fórmula normal. En bioquímica todos los parámetros fueron normales a excepción de leve elevación de GPT (ALT) 43UI/l (referencia de laboratorio 35UI/l), con el resto de parámetros hepáticos normales GOT (AST) 33UI/l, GGT 65UI/l, FA 73UI/l, bilirrubina total 0,47mg/dl. Serologías: citomegalovirus anticuerpos (Ac) IgG+, IgM−, mononucleosis Ac Epstein-Barr, Ac VCA IgM−, Ac EBNA+, serología varicela-zóster, Ac IgG+, IgM−, sífilis Treponema pallidum IgG−, Coxiella burnetii (fiebre Q) Ac IgG fase II: positivo 1/320 (técnica IFI). Repetida la analítica a los 14 días presentaba: serología Coxiella burnetii (fiebre Q) Ac IgG fase II: positivo 1/1.280, con normalización del resto de parámetros de hemograma y bioquímicos. Tras los 14 días, el paciente estaba asintomático y con las lesiones residuales en fase de costra. Aunque el paciente no tenía ya fiebre y había mejorado su sintomatología general, se decidió, tras la confirmación serológica realizar tratamiento con doxiciclina 200mg/día durante 14 días, por la persistencia de lesiones cutáneas en fase residual. No presentaba factores de riesgo que hicieran pensar en la posible cronificación de la infección.
El diagnóstico de fiebre Q de nuestro paciente se basa en la clínica, el patrón epidemiológico y el serorrefuerzo con cuadriplicación de títulos fase II IgG (IFI) de 1/320 a >1/1.280. Aplicamos los mismos criterios diagnósticos serológicos que los comunicados por otros autores de una revisión exhaustiva y retrospectiva de 54 casos4, y que utilizaron el mismo laboratorio de referencia.
Las manifestaciones más frecuentes de la fiebre Q en nuestro medio son el síndrome febril o seudogripal, la hepatitis y la neumonía5,6. Hay un porcentaje importante de casos que son descubiertos por la serología, pero han resultado asintomáticos. Otros casos son descubiertos en fase de cronicidad. La gran variabilidad clínica parece que pueda depender del genotipo del microrganismo con virulencias diferentes2. Aunque no es una manifestación frecuente de la fiebre Q, las lesiones cutáneas se describen como maculo-pápulas o rash purpúrico. La aparición de lesiones cutáneas del tipo descrito, variceliforme, junto con cuadro febril y sintomatología general y con un contexto epidemiológico apropiado deben inducirnos a incluir la fiebre Q en el diagnóstico diferencial. Un adecuado índice de sospecha en atención primaria podría favorecer un diagnóstico y tratamiento correctos y contribuir a evitar en parte los casos de cronicidad.
Conflicto de interesesNo existe conflicto de intereses para ningún autor.