Muchas Guías de Práctica Clínica, tales como la U. S. Preventive Services Task Force americana (USPSTF), recomiendan realizar densitometrías por dual-energy X-ray absorptiometry (DXA) a las mujeres mayores de 65 años o menores de esta edad pero con riesgo elevado de fractura1. Esta práctica permite la prescripción de medicación contra la osteoporosis a las mujeres según los resultados de la DXA. El problema es que la utilización de esta prueba genere un sobrediagnóstico y un sobretratamiento de este factor de riesgo de fractura; y que la medicación no sea acorde con los resultados de la DXA y los factores de riesgo de fractura por fragilidad ósea en la mujer. La densidad mineral ósea es un predictor de fractura en ausencia de fracturas previas, y un dato para detectar a los pacientes en riesgo de fragilidad ósea. Sin embargo, el método DXA no es absoluto, y la información aportada por este puede inducir un exceso de prescripción inapropiado2.
Un estudio recientemente publicado analiza los datos aportados por una cohorte retrospectiva (13 centros de atención primaria de Sacramento, EE. UU.) utilizando bases de datos electrónicas que identificaron a mujeres entre 40-85 años a las que se les practicó un cribado mediante DXA entre enero de 2006 y diciembre de 2011, al tiempo que se identificaba el tipo de tratamiento prescrito (nuevas prescripciones)3.
Las mujeres eran clasificadas según la presencia de 6 factores de riesgo: índice de masa corporal inferior a 20, utilización de corticoides, osteoporosis secundaria, fractura de alto riesgo previa (humeral o de Colles), artritis reumatoide, o abuso de alcohol. Según la técnica aplicada se calcularon los «T-scores», que se clasificaron en normal (T mayor de −1,0), osteopenia (T entre −2,5 y −1,0) y osteoporosis (T inferior a −2,5). Para la interpretación de la DXA se utilizó la cara anteroposterior de la columna lumbar y del cuello femoral como los puntos, según la International Society for Clinical Densitometry (ISCD), donde practicar la prueba para instaurar el diagnóstico3.
Se incluyeron 6.150 mujeres en el cribado de DXA, de las cuales 1.912 (31,1%) recibieron un tratamiento nuevo para la osteoporosis. El 20,4% de las mujeres (1.254) tenían uno o más factores de riesgo de osteoporosis. De esta población, según la DXA, el 14,2% (871) tuvieron osteoporosis en los lugares fijados por la ISCD, 2.016 (32,8%) osteoporosis en otros lugares no admitidos, y 3.263 (53,1%) mujeres tuvieron osteopenia aislada o «T-scores» normales3.
La mayoría de las mujeres con osteoporosis según la ISCD (73,5%) recibieron algún nuevo fármaco antiosteoporótico, de la misma manera que la mitad de aquellas con osteoporosis en un lugar distinto a lo indicado por la ISCD (o no admitido para el diagnóstico) supusieron el 50,3% de las nuevas prescripciones, y aquellas mujeres con osteopenia, el 15,8%3.
Por otro lado, de las 6.150 DXA realizadas, 3.696 (60,1%) se efectuaron en mujeres entre 40-64 años sin factores de riesgo de osteoporosis en las que no hubiera estado recomendado el cribado según la USPSTF. De las 1.912 mujeres que iniciaron un nuevo tratamiento (50,9% sin factores de riesgo), 1.272 (66,4%) tuvieron DXA o sin osteoporosis o con osteoporosis en sitios no reconocidos3.
Según este estudio, dos tercios de los nuevos tratamientos para la osteoporosis eran potencialmente inapropiados según los postulados actualmente aceptados por las Guías de Práctica Clínica3.
Aunque se trata de un estudio local y sus resultados no pueden generalizarse, sí son indicativos del comportamiento de los médicos y de las pacientes en este aspecto. Tal vez porque se trate de un diagnóstico magnificado, donde se confunda el factor de riesgo con la enfermedad (la fractura ósea), y una cierta medicalización de la sociedad lleven a alcanzar estos resultados en la indicación inapropiada de la DXA y la prescripción sin indicación de medicación para la osteoporosis.
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Conflicto de interesesLos autores declaramos la no existencia de conflicto de intereses.