En el artículo sobre la isquemia mesentérica de esa revista1 los autores no indican, en mi opinión, algunos aspectos que son relevantes para el mejor conocimiento y diagnóstico de esta enfermedad.
En primer lugar, y a propósito de los datos radiológicos encontrados en la isquemia mesentérica aguda (IMA), considero que además de la radiografía simple de abdomen y la TAC de abdomen convencional, citadas por los autores, existen otras técnicas radiológicas que, con las imágenes que suministran, nos permiten realizar un diagnóstico lo más precoz posible. Actualmente, diferentes técnicas de resonancia nuclear magnética (RNM) son utilizadas de acuerdo con el estado clínico del paciente, así como la información solicitada. Dentro de estas se encuentra la angiografía-resonancia nuclear magnética (A-RNM), que ha demostrado una alta especificidad y sensibilidad para visualizar estenosis u obstrucción de la arteria mesentérica superior o del tronco celíaco2. Puede ser utilizada con técnicas de contraste no intravenoso en aquellos pacientes que tengan incluso un GFR≤45ml/min. Sin embargo, con el uso de contraste intravenoso se consigue una mayor sensibilidad diagnóstica2. Una de las ventajas frente a la tomografía computarizada multidetector (TCMD) y la angio-tomografía computarizada (CTA) es que los contrastes son más seguros al utilizar agentes yodados que evitan la nefrotoxicidad y riesgos asociados a los contrastes usados con las técnicas indicadas3, permitiendo una sensibilidad y especificidad del 95 y del 100%, respectivamente, y además no utiliza radiaciones ionizantes. El principal inconveniente de esta técnica se debe a que no es efectiva en las formas no oclusivas ni en la oclusión de ramas distales4, y además no tienen la misma resolución espacial que la CTA5. Se ha ideado una nueva modalidad diagnóstica6, la llamada 7 tesla imagen de resonancia magnética (7T-MRI), que aunque se encuentra en fase experimental, en estudios realizados en animales promete resultados alentadores al permitir la identificación de hallazgos anatómicos y su correlación histopatológica. La angiografía mesentérica tiene su indicación en aquellos enfermos con una alta sospecha de IMA y en ausencia de una clara indicación de laparotomía urgente7. Entre sus ventajas se encuentran su sensibilidad y su especificidad del 100%, capaz de distinguir entre las formas oclusivas y no oclusivas, y permitir administrar fármacos trombolíticos y vasodilatadores arteriales4. Sin embargo, tiene también inconvenientes, siendo los más relevantes el hecho de ser una prueba invasiva, su potencial nefrotóxico, la alta dosis de radiación, su limitada disponibilidad y el elevado coste económico7.
En segundo lugar, los autores no citan las formas secundarias o no oclusivas de IMA, que es importante conocer, ya que a veces plantean problemas diagnósticos con las formas primarias de IMA8. Ocurren en aproximadamente en el 20-30% de todos los casos de IMA8 y son debidas a hipoperfusión que puede afectar a todo el intestino, si bien incide especialmente este bajo flujo en el intestino delgado y el hemicolon derecho, al ser estas zonas de especial susceptibilidad en el riego sanguíneo intestinal. Sus causas más frecuentes9 son las derivadas de estados de shock, deshidratación, septicemia o las secundarias a cirugía abdominal o cardíaca, así como las debidas a compresiones extrínsecas generalmente de tipo mecánico de los vasos mesentéricos, producidas habitualmente por hernias o adherencias o de origen vascular10,11. Causas menos frecuentes son la administración de derivados ergotamínicos, drogas o aquellas de origen endocrino9. Estas formas secundarias de IMA son más frecuentes en las personas mayores, y a veces plantean un auténtico problema de diagnóstico diferencial con las formas primarias. Rasgos importantes para su diferenciación son que el inicio de los síntomas es más gradual y lento en las formas secundarias, y su curso clínico, más prolongado8.