Los tatuajes temporales han incrementado su incidencia en los últimos años sin que haya ningún mecanismo regulador que se encargue, entre muchas cosas, de comunicar los efectos secundarios y sus potenciales consecuencias, sobre todo cuando nos referimos a la denominada henna negra, cuyo principal componente suele ser la parafenilendiamina (PPD)1 que se añade a la henna como colorante y en concentraciones muy superiores a las autorizadas por la ley (Directiva 76/768/CEE y sus modificaciones2). Entre sus múltiples efectos secundarios encontramos la hiper o hipopigmentación residual de la piel afectada, la cicatrización queloidea, inducir la sensibilización a esta sustancia en personas que previamente la toleraban (es ingrediente en el 99% de los tintes permanentes y semipermanentes para el pelo y las pestañas, las gomas negras, las tintas de imprenta, los líquidos de corte utilizados en la industria metalúrgica, betunes o pinturas) y sustancias químicamente similares (colorantes que se emplean en la industria textil del caucho y cosmética y medicamentos del grupo PARA)3,4.
Nuestro caso clínico versa sobre una mujer de 43 años que en Egipto decide realizarse un tatuaje temporal en antebrazo derecho. Al volver del viaje acude a la consulta de su médico de familia por la aparición de una lesión sobreelevada predominantemente de aspecto queloideo con algunas vesículas en el antebrazo derecho coincidiendo con el lugar de aplicación de la tinta del tatuaje temporal realizado durante su viaje (fig. 1). Se pauta tratamiento con sulfato de cinc, 30mg de prednisona durante 8 días y corticoide tópico cada 12 h, con mejoría de las lesiones.
Se realiza interconsulta a dermatología donde se pauta tratamiento con corticoide tópico durante 3 semanas más.
Se realiza interconsulta a alergología y se advierte a la paciente sobre la posibilidad de sensibilización al PPD.
Las lesiones desaparecieron por completo a los 3 meses.
Se realizan pruebas epicutáneas en el servicio de alergología, que resultaron positivas (3/4) para PPD, por lo que se informa a la paciente de los riesgos que tiene por haberse sensibilizado a dicha sustancia y cuáles son los objetos y/o sustancias que contienen PPD y son utilizados más frecuentemente en la vida cotidiana.
Como conclusión, cabe indicar que como médicos de atención primaria debemos conocer los potenciales efectos colaterales de los tatuajes temporales e informar a la población para prevenir sus posibles consecuencias.