El Mycobacterium marinum es una micobacteria atípica que habita en agua estancada. Es la causante del granuloma de las piscinas o de los acuarios. Exponemos un caso de una paciente afecta de esta patología, en que el diagnóstico se tuvo que realizar por biopsia.
DescripciónPaciente mujer de 55 años. Como antecedentes patológicos presenta osteoporosis y artrosis. Acude a consulta por presentar una lesión nodular a nivel de carpo mano derecha, no pruriginosa, ligeramente eritematosa, bien delimitada, dolorosa a la presión, de 4cm de diámetro. Se observa además una lesión en borde ungueal también eritematosa (fig. 1). Se encuentra afebril. Niega un antecedente traumático. Ante la sospecha de celulitis se pauta tratamiento convencional con amoxiclavulanico con poca mejoría clínica, motivo por el cual es derivada al servicio de dermatología para estudio. Durante dicho estudio se le realiza una biopsia. En el resultado de la biopsia se aprecia una dermatitis granulomatosa. El diagnóstico de confirmación fue microbiológico, aunque los cultivos de bacteriología general fueron negativos, presentó positividad para M. marinum. Reinterrogando de nuevo a la paciente, en su domicilio tiene un acuario. Recibió tratamiento con claritromicina durante 4 meses con curación del proceso.
DiscusiónEl granuloma del acuario es una infección cutánea causada por el M. marinum, esta bacteria de distribución mundial suele afectar a personas relacionadas con el mar y los acuarios1. Afecta con más frecuencia a personas inmunodeprimidas. El diagnóstico es por biopsia y el PPD suele ser positivo. El estudio anatomopatológico normalmente refleja un patrón granulomatoso inespecífico y el cultivo bacteriológico es el que suele confirmar el diagnóstico. El diagnóstico diferencial en un principio se tendría que realizar con una celulitis bacteriana, infecciones por otras micobacterias, micosis, sarcoidosis, reacciones a cuerpo extraño, leishmaniasis, nocardiosis y esporotroicosis2. Esta bacteria es sensible a claritromicina, clotrimoxazol, doxicilina, minociclina, rifampicina y etambutol3. El tratamiento debe alargarse hasta 2 meses después de la desaparición de las lesiones, unos 4 meses en total. Aunque esta enfermedad se puede resolver espontáneamente, si la lesión asienta sobre una articulación sin tratamiento puede desencadenar una tenosinovitis, una bursitis o una artritis. En casos graves se ha de recurrir al tratamiento quirúrgico.