Hemos leído con interés diversas monografías, guías de práctica clínica y artículos publicados durante los últimos 10 años sobre la evolución de la tuberculosis (TBC) y hemos comprobado que sigue siendo una de las causas más importantes de enfermedad y muerte en muchos países y un importante problema de salud pública en todo el mundo. Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2009 se produjeron un total de 9,4 millones de casos nuevos (137 casos por 100.000 habitantes), la mayoría de los cuales se registraron en Asia (55%) y África (30%). En las regiones del Mediterráneo oriental, Europa y América las cifras correspondientes fueron 7, 4 y 3%, respectivamente. El número de defunciones estimado fue de 1,7 millones, 456.000 de las cuales ocurrieron en personas con infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). La carga mundial de la TBC está disminuyendo lentamente y al menos 3 de las 6 regiones de la OMS están en buen camino para alcanzar las metas mundiales de reducción de casos y muertes que se han fijado para 20151,2.
Durante 2009, en la Región Europea se notificaron 329.391 casos (44,4 por 100.000) con una amplia variabilidad entre países y un gradiente de incremento de la incidencia de oeste a este, debido a altas tasas de TBC multirresistente, el aumento en la incidencia de infección por el VIH, el deterioro socioeconómico y el deficiente desarrollo de los servicios de salud2,3.
En 1995 se estableció la declaración individualizada de TBC respiratoria y meningitis tuberculosa en la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y en el 2004 se añadieron el resto de localizaciones de la enfermedad. En el 2009 se declararon 7.652 casos de TBC de todas las localizaciones, lo que equivale a una tasa bruta de incidencia de 16,96 por 100.000 habitantes. La distribución de las tasas de TBC por comunidades autónomas es muy desigual, oscilando entre 10 y 37 casos por 100.000 habitantes. Las comunidades con mayores tasas globales son Ceuta, Galicia, Melilla y La Rioja, aunque por número de casos declarados destacan Cataluña, Andalucía y Madrid4. Durante 2009, en la comunidad andaluza se comunicaron 1.126 casos al Sistema de Vigilancia Epidemiológico de Andalucía (SVEA). Las tasas globales en Andalucía están estabilizadas desde el año 2002 y oscilan entre 15 y 16 casos por 100.000 habitantes5.
Las migraciones y la movilidad demográfica son cuestiones que se plantean en todos los retos de salud pública. El paso de enfermedades a través de las fronteras es uno de los principales riesgos de la globalización como consecuencia del tránsito de personas entre países, este impacto es bidireccional y provoca el incremento en países desarrollados de enfermedades transmisibles como la TBC6. La proporción de casos atribuibles a extranjeros en los países de la Unión Europea se ha mantenido estable en el período 2005-2007. En el 2007 representó un 21%, del cual dos tercios procedían de Asia o África y un 6% de la antigua Unión Soviética7.
En España, del total de casos declarados en 2009, el 32% eran extranjeros. El porcentaje de casos extranjeros respecto al total de casos de TBC varía mucho entre las comunidades autónomas4. En Andalucía, el número de casos de TBC en extranjeros y la proporción que supone sobre el total de casos han experimentado un ascenso importante en los últimos años, lo que podría deberse a la creciente inmigración desde países con una prevalencia elevada de TBC5. Para concluir, la TBC es una enfermedad prevenible y curable que sigue presentando un gran impacto en salud pública y el éxito de su curación lo constituye la adherencia a un tratamiento adecuado. La vigilancia y el control de la TBC requieren un esfuerzo conjunto por parte de todos los sectores implicados en las distintas fases de prevención y control de la enfermedad.