La hiperhidrosis primaria puede presentar una localización palmar, palmoaxilar, axilar, plantar y craneofacial. La prevalencia
de esta afección se sitúa en torno al 1% de ciertas poblaciones. Los tratamientos médicos clásicos existentes pueden mejorar algo las formas muy leves, pero en los casos medianos y severos solamente es satisfactorio el tratamiento quirúrgico.
La aplicación de toxina botulínica es eficaz de forma temporal y puede ser una alternativa válida en ciertos casos. Sería deseable una valoración individualizada de los pacientes afectos de hiperhidrosis por un grupo multidisciplinario (dermatólogo, psicólogo, electrofisiólogo y cirujano torácico) para una indicación más precisa del tratamiento más idóneo en cada caso y momento de su vida.
Los animales homeotermos, entre ellos el ser humano, mantienen su temperatura dentro de unos valores constantes gracias al metabolismo energético y a mecanismos termorreguladores adicionales, entre los que se encuentra la sudación1. Las respuestas termorreguladoras pueden ser autonómicas o conductales; estas últimas son filogenéticamente primitivas y constituyen el principal mecanismo termorregulador en los animales poiquilotermos, cuya capacidad de regulación de temperatura corporal es reducida. Por el contrario, la respuesta autonómica sólo se da en mamíferos y aves. La capacidad de los mamíferos para mantener una temperatura corporal constante es una ventaja adaptativa que les permite realizar una actividad independiente de la temperatura ambiental2. Aunque lo normal son volúmenes de secreción de sudor de unos 600 ml/h, en personas con un alto rendimiento físico o aclimatadas al calor se pueden registrar tasas de secreción de sudor de hasta
2 y 3 litros/h.
Glándulas sudoríparas
Existen tres tipos de glándulas sudoríparas en la piel: ecrinas, apocrinas y apoecrinas.
Glándulas ecrinas
Son las que poseen mayor interés neurobiológico al tener como función principal la termorregulación. Las glándulas sudoríparas apocrinas segregan un fluido denso, rico en proteínas y mucopolisacáridos que puede tener por finalidad la comunicación olfativa3, si bien en muchos mamíferos puede tener un papel termorregulador durante el ejercicio físico o con temperaturas ambientales elevadas4, 5. Existe una enorme variabilidad individual y regional en la densidad y tamaño de las glándulas sudoríparas, siendo las ecrinas menores que las apocrinas6, 7. En el ser humano las glándulas sudoríparas ecrinas se encuentran distribuidas por toda la piel, a excepción de los labios menores, clítoris, labios, área circumanal y canal del oído externo, en un número total que oscila entre los 2 y 4 millones8.
Glándulas apocrinas
Se distribuyen por todo el cuerpo de los animales con pelo asociadas a los folículos pilosos y las glándulas sebáceas9, siendo en el ser humano únicamente localizables en las axilas, pezones, perineo, área circumanal y conducto auditivo externo.
Glándulas apoecrinas
Muestran unas características intermedias entre las ecrinas y las apocrinas y coexisten con éstas en las axilas; derivan de las ecrinas y son funcional y farmacológicamente diferentes de éstas10.
Mecanismos funcionales
Si bien la sudación de un área cutánea restringida puede inducirse mediante el calentamiento local de esta zona, la generalizada se activa ante estímulos térmicos y está regulada por órdenes centrales provenientes del hipotálamo. Sin embargo, las glándulas sudoríparas de ciertas áreas cutáneas como las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas y la región craneofacial se muestran especialmente sensibles a estímulos emocionales11. El sistema nervioso vegetativo regula la actividad sudomotora mediante los receptores colinérgicos existentes en las glándulas sudoríparas. Las estructuras nerviosas que soportan este control comprenden las vías termoaferentes, los núcleos hipotalámicos y bulbares, y las vías eferentes simpáticas. El creciente interés por el estudio de la función sudomotora es paralelo a la atención que despiertan actualmente las enfermedades asociadas al sistema nervioso autónomo. El interés de la evaluación de la función sudomotora radica en que puede realizarse de forma no invasiva y con métodos sencillos. La evaluación de la actividad sudomotora es actualmente de gran utilidad para el diagnóstico y seguimiento de las disfunciones del sistema nervioso simpático y permite estudiar un amplio circuito autonómico, convirtiendo a las pruebas sudomotoras en un excelente complemento de otras pruebas clínicas más frecuentemente empleadas en la evaluación del sistema nervioso autónomo como son las cardiovasculares12.
Alteraciones de la sudación
Dentro de las alteraciones de la función sudomotora existe la ausencia (anhidrosis), disminución (hipohidrosis) o exceso (hiperhidrosis) de la sudación. En cada caso es posible evaluar mediante pruebas apropiadas la alteración y determinar la severidad y el origen de la patología.
Métodos diagnósticos
Son numerosas las técnicas utilizadas para registrar la actividad de las glándulas sudoríparas: técnicas colorimétricas, evaporimétricas, con materiales plásticos o silicona, y los métodos electrofisiológicos.
Técnicas colorimétricas
Entre las técnicas colorimétricas, el método del almidón yodado es el más utilizado, y consiste en impregnar la superficie de la piel con una tintura alcohólica de yodo que una vez seca se espolvorea con almidón. La mezcla de esta preparación con el sudor produce una decoloración del yodo, lo cual permite identificar visualmente las gotas de sudor como puntos azulados marronáceos en la piel, que indican la localización de las glándulas sudoríparas secretoras.
Técnicas evaporimétricas
Se utilizan para evaluar la tasa o volumen de sudación, basándose en los cambios de presión parcial de vapor de agua en una cámara cerrada. Existen también colectores de sudor realizados en materiales impermeables que permiten, una vez adheridos a la piel, recoger el sudor secretado en una superficie cutánea delimitada. La determinación de la actividad sudomotora mediante materiales plásticos o silicona se ha mostrado como la mejor por su fácil realización, mayor resolución y duración de los registros, que pueden ser almacenados durante meses o años sin apenas sufrir deterioro. Esta técnica consiste en extender el material en estado fluido por la superficie de la piel, de forma que la secreción de sudor por parte de las glándulas sudoríparas deforma el material, produciendo unas impresiones permanentes cuando éste se endurece. Las impresiones, que coinciden con el número de glándulas sudoríparas activas, pueden ser contadas mediante amplificación, bien sea proyectadas una vez fotografiadas o con la ayuda de una lupa binocular.
Métodos electrofisiológicos
Nos miden los cambios en la resistencia eléctrica de la superficie cutánea debidos a la actividad secretora de las glándulas sudoríparas. Normalmente, la estimulación es de tipo eléctrico y la respuesta se registra con electrodos cutáneos aplicados sobre la superficie dorsal de la mano. La hiperhidrosis palmar puede ser la consecuencia de una disfunción en los centros reguladores de la sudación. El estudio de respuesta sudomotora simpática cutánea (RSSC) es uno de los métodos de evaluación funcional de los circuitos reflejos de la sudación13-15. En un estudio realizado por nuestra unidad en 18 pacientes afectos de hiperhidrosis y en 10 sujetos control, que tuvo como objetivo ver si los mismos tenían una excitabilidad anormal a la RSSC se observó que dichos pacientes mostraban una recuperación más precoz de la excitabilidad de la respuesta sudomotora. Para el estudio se utilizó estimulación eléctrica simple y pareada del nervio mediano (figs. 1A y B y 2).
Fig. 1. Respuesta sudomotora simpática cutánea (RSSC) registrada en la palma de la mano derecha en un sujeto control (A) y en uno con hiperhidrosis palmar esencial (B). En el trazo superior de cada gráfico (control) se aplica un estímulo eléctrico único en el nervio mediano derecho, que genera una RSSC de características similares tanto en el sujeto control como en el paciente. En los trazos siguientes se aplican dos estímulos eléctricos de la misma intensidad. El primero de ellos, o estímulo condicionante, se aplica en el punto correspondiente al cursor vertical. El segundo, o estímulo test, se aplica en el punto marcado por un artefacto y con el intervalo de tiempo (expresado en segundos) indicado en el centro de la figura para cada trazo. Obsérvese que el estímulo test no genera ninguna respuesta en el sujeto control hasta un intervalo de 3,0 segundos, mientras que en el paciente la respuesta al estímulo test aparece ya claramente a un intervalo de 1,5 segundos.
Fig. 2. Curva de recuperación de la excitabilidad de la respuesta sudomotora simpática cutánea (RSSC) en sujetos control y en pacientes con hiperhidrosis palmar esencial. La recuperación de la excitabilidad de la RSSC es expresada en abscisas como el porcentaje del tamaño de la respuesta generada por el estímulo test con respecto al de la respuesta generada por el estímulo condicionante. Para cada intervalo se representa la media y una desviación estándar. La comparación estadística de las medias entre sujetos control y pacientes muestra diferencias significativas en los intervalos abarcados por la barra horizontal (p < 0,05).
Clasificación de las alteraciones de la sudación
La ausencia o déficit de la secreción de sudor en presencia de un estímulo adecuado puede afectar a áreas cutáneas reducidas o a regiones extensas de la superficie corporal.
Anhidrosis generalizada (tabla 1)
Suele ser debida a trastornos centrales que producen una intolerancia al calor, como la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. También las lesiones expansivas y hemorrágicas del sistema nervioso central pueden causar anhidrosis. Las situadas por debajo del bulbo producirán anhidrosis ipsilateral y las espinales completas la originarían por debajo del nivel de la lesión. Algunos fármacos para el tratamiento de la hipertensión y los fármacos colinérgicos también causan anhidrosis. Las lesiones cutáneas originadas por quemaduras, radiaciones o heridas pueden provocar la pérdida definitiva de las glándulas sudoríparas en el área cutánea afectada. Enfermedades como la psoriasis producen una disminución de la secreción del sudor por oclusión de los ductos por descamación.
Hiperhidrosis
La hiperhidrosis o producción excesiva de sudor puede ser sistémica, es decir, generalizada de toda la superficie corporal o localizada en áreas cutáneas específicas.
La hiperhidrosis generalizada o sistémica (tabla 2)
Se observa en una amplia gama de enfermedades: embarazo, obesidad, menopausia, ansiedad, hipertiroidismo, feocromocitoma, tumor carcinoide, así como en diferentes trastornos dermatológicos como el vitíligo, la paquidermoperiostosis, la epidermólisis bullosa, etc. Una lesión estructural del sistema nervioso simpático puede causar anomalías de la sudación. Los tumores de la corteza cerebral, los ictus o las infecciones pueden producir una hiperhidrosis contralateral. Las enfermedades de la médula espinal (siringomielia, lesión medular, tabes) pueden dar lugar a áreas segmentarias de hiperhidrosis localizada. Muchos productos químicos pueden causar sudación, ya sea durante estados de abstinencia (alcohol, opiáceos), ya durante su consumo (alcohol, algunos antidepresivos tricíclicos). La ingesta crónica de mercurio o arsénico puede causar también una sudación excesiva.
La hiperhidrosis localizada o emocional (tabla 3)
Se desencadena por estímulos estresantes y afecta fundamentalmente a las palmas de las manos, plantas de los pies, axilas y región craneofacial. Se trata de una afección benigna de origen desconocido, si bien se piensa que viene de una hiperactividad simpática con aumento de la respuesta sudomotora periférica. Esta forma de hiperhidrosis es poco frecuente en América del Norte, al contrario de lo que ocurre en lugares como Brasil, Israelo Asia, donde su incidencia se ha cifrado entre el 0,6% y el 1% de ciertas poblaciones16. Esta irregularidad en la repartición geográfica de la afección y la frecuencia de las formas familiares (un tercio de los casos) se ha justificado alegando la existencia de una predisposición étnica o genética. Comienza en la infancia y más raramente en la adolescencia o en la pubertad y persiste en la mayoría de los casos toda la vida16, 17.
En la mitad de los casos existe un factor desencadenante, que con frecuencia es de tipo emocional y más raramente es el calor, el ejercicio físico o la alimentación. Clásicamente, la hiperhidrosis localizada desaparece durante la noche, pero en algunas series hay persistencia nocturna en un 20% de los casos. Es una afección simétrica y en el 50% de los casos afecta a las manos y las axilas conjuntamente, más raramente sólo las axilas o las manos.
Formas plantares. Generan infecciones locales, bromidrosis y ampollas que deterioran los calcetines y el calzado, además de desprender un olor desagradable.
Hiperhidrosis axilar. Origina humedecimiento, manchado y deterioro de la ropa, así como mal olor. Los tratamientos tópicos pueden mejorarla, pero no consiguen en la mayoría de los casos eliminarla.
Hiperhidrosis palmar. Es la más problemática desde el punto de vista social y la que es más motivo de consulta especializada (fig. 3). Las formas graves pueden representar un verdadero problema en casos de políticos, representantes, dependientes, relaciones públicas, deportistas, arquitectos, dibujantes, diseñadores, pintores, etc. Algunos pacientes se vuelven retraídos, evitan dar la mano, y si lo hacen se la limpian previamente con su propia ropa. Las formas palmares se acompañan de frialdad y palidez de las manos y eventualmente puede aparecer edema en los dedos.
Fig. 3. Hiperhidrosis palmar grave.
Hiperhidrosis craneofacial. Se desarrolla tras un estrés mínimo y la actividad diaria del que la padece se altera de forma significativa al tener la necesidad de tener que estar constantemente secándose la cara. Cuando afecta al sexo femenino, a las pacientes les dificulta la utilización de cosméticos.
Tratamiento
Fármacos
Habitualmente, los pacientes antes de acudir a la uni-dad de hiperhidrosis han realizado varios tratamientos médicos. Para combatir la bromidrosis, que se produce por degradación de la flora bacteriana local, se deben evitar las fibras sintéticas en las ropas que estén en contacto con la piel y son útiles los desinfectantes locales y los antibióticos tópicos. Los anticolinérgicos por vía general han sido progresivamente abandonados por sus efectos secundarios (visión borrosa, sequedad de boca y retención urinaria). El cloruro de aluminio hexahidratado en solución alcohólica es la sustancia más utilizada en la hiperhidrosis axilar, pero es irritante y su eficacia inconstante. El glutaraldehído, el ácido tánico y la formalina al 1% son también eficaces, pero se acompañan de hiperpigmentación muy manifiesta y sólo se pueden utilizar de forma intermitente. La ionoforesis o iontoforesis es un tratamiento transcutáneo que moviliza los iones sodio de una solución acuosa mediante una corriente eléctrica que penetra en las glándulas sudoríparas y origina su reposo temporal según un mecanismo no bien conocido. Se requieren de tres a seis sesiones por semana y los resultados son dosis-dependientes y limitados en el tiempo, por lo que en las formas severas los pacientes se desaniman y dejan el tratamiento16.
Toxina botulínica
La toxina botulínica está producida por un bacilo anaerobio(Clostridium botulinum) y acabó con la industria conservera entre los años veinte y treinta. Actualmente es una de las armas bacteriológicas más temidas, pero, sin embargo, tiene utilidad médica. Desde 1989, el tipo A de esta toxina se utiliza para el tratamiento de ciertos problemas neurológicos. Algunas de las indicaciones más frecuentes son el estrabismo, el blefaroespasmo, la distonía cervical, las arrugas de expresión y patas de gallo, la fisura anal y la acalasia. Su mecanismo de acción consiste en una denervación química al nivel de la placa motora, es decir, un bloqueo de la transmisión nerviosa a nivel del músculo tratado con la consiguiente relajación localizada. Dado que la toxina botulínica bloquea también las terminaciones nerviosas responsables del estímulo de las glándulas sudoríparas, se utiliza con éxito en el tratamiento de la hiperhidrosis localizada. Se inyecta por vía subcutánea y diluida. Los efectos empiezan a notarse entre los dos y cuatro días, y la sintomatología remite en una semana (fig. 4), pero reaparece al cabo de unos meses18.
Fig. 4. Efecto de la aplicación de la toxina botulínica en la mano izquierda y aspecto del test yodo-almidón en la mano derecha.
Al no afectar el nervio en su cadena no produce hiperhidrosis compensadora, no requiere baja laboral ni ingreso hospitalario, tampoco necesita anestesia general y las molestias postoperatorias son mínimas.
Para la hiperhidrosis palmar, la técnica consiste en realizar una anestesia local troncular (al nivel de la muñeca) de los nervios mediano, cubital y radial y la sucesiva aplicación intradérmica de dicha sustancia en cada cm2 de piel afecta. Un vial de 100 U de toxina botulínica s erá diluida para tal finalidad con 5 cc de suero salino fisiológico para conseguir la concentración de 20 U en cada cc. Nosotros practicamos un mapa previo de la zona que permitirá distribuir de modo uniforme la toxina. Se trata de dividir en cuadrados de 1 cm de lado la superficie palmar de la mano y de inyectar aproximadamente 0,1 ml (2 U de toxina) en cada uno de ellos. Dependiendo de la dimensión de la mano inyectamos de 70 a 90 U en cada una de ellas (de 35 a 45 cuadros de 1 cm). Si la aguja (de 30 G) se introduce, con el bisel hacia arriba, por uno de los ángulos de los cuadros del mapa se consigue repartir la toxina en abanico por toda la extensión del mismo. En cada falange, incluida la distal, también se inyectan 2 U de toxina intradérmica. Sólo es importante disminuir la dosis a la mitad (1 U en cada cm2) en la eminencia tenar para evitar debilidad muscular transitoria en la zona. Si bien la técnica resulta algo larga, su realización es relativamente sencilla y resulta sorprendentemente poco traumática.
Es un trabajo que bien realizado da unos resultados excelentes. Sin duda la técnica y las manos del dermatólogo son de la mayor importancia. El único inconveniente de ésta es la falta de perpetuidad de la misma. Los efectos de la primera aplicación duran un promedio de nueve meses. En la segunda aplicación, el intervalo de eficacia ya puede ser de hasta doce meses. Cuando es necesaria una tercera aplicación los resultados pueden ser definitivos.
Es importante recalcar que en muchas ocasiones la hiperhidrosis resulta muy molesta durante un período determinado (entrevistas laborales, empezar una relación de pareja, etc.) y que sólo permitir que ésta no moleste durante un par de años es suficiente para que la persona supere una determinada fase de su vida.
En el caso de la hiperhidrosis axilar, la técnica mediante toxina botulínica la realizamos de un modo parecido. La disolución de la toxina es la misma, pero la cantidad global de fármaco va a variar. Normalmente inyectamos 50 U en cada axila en una única sesión. Resulta muy útil realizar una prueba de sudor mediante yodo-almidón para poder determinar la zona más problemática en aquella persona concreta previo al diseño del mapa. No se requiere anestesia de ningún tipo al ser la piel de esta zona menos sensible. Realizamos un mapa de la zona dividiendo la axila que ha sido rasurada previamente en unos 25 cuadros de 1 cm de lado. Iniciamos la inyección intradérmica de la toxina por la zona de mayor hipersudación (detectado mediante la prueba del yodo-almidón) y sucesivamente nos desplazaremos a las zonas más externas.
El postoperatorio tampoco resulta molesto y se puede reanudar la actividad al día siguiente sin limitación alguna.
Globalmente creemos que la técnica, tanto palmar como axilar, resulta rápida, sencilla y sin mayores problemas. La única complicación o efecto secundario que hemos apreciado en un solo paciente después de más de 25 intervenciones con toxina botulínica ha sido la pérdida transitoria de parte de la fuerza muscular en «la pinza» de la mano por inyección excesiva de toxina en la zona de la eminencia tenar. Es necesario reducir a la mitad, tal como ya se señaló la dosis en esta zona.
Tratamiento quirúrgico
El tratamiento quirúrgico está indicado en las formas severas palmares o palmoaxilares y en las craneofaciales, y consiste en una simpatectomía torácica bilateral por videotoracoscopia. El acceso endoscópico a la cadena simpática lo realizó Kuz por primera vez mediante un toracoscopio en 1954. En esta última década, el desarrollo tecnológico de la llamada «cirugía de acceso mínimo» en el tórax ha abierto, sin duda, una nueva dimensión a la cirugía torácica y hoy en día los procedimientos videotoracoscópicos pueden aplicarse a una amplia variedad de problemas torácicos19. Las cámaras de videotoracoscopia ofrecen una excelente visión, magnificada, de las estructuras intratorácicas y generalmente son necesarias entre tres y cinco incisiones en el tórax. Las ventajas postoperatorias más importantes son la disminución del dolor y de la demanda analgésica, así como la mínima alteración de la función respiratoria (responsable de la baja incidencia de neumonía y atelectasia lobar postoperatoria). También el tiempo de recuperación es más corto y, por tanto, la repercusión socioeconómica es también menor. Finalmente conlleva también un mejor resultado estético y funcional20, 21.
Este desarrollo de la videotoracoscopia ha propiciado el aumento de simpatectomías torácicas realizadas por esta técnica22, 27 para diferentes afecciones como muestra la tabla 4. Pero su mayor utilización ha sido en el tratamiento de las hiperhidrosis severas del miembro superior debido a su gran efectividad (95%)28-30.
La duración media de la hospitalización es de 24 horas y el 70% de los pacientes reanudan su actividad profesional en una semana y su actividad deportiva en quince días. Los resultados a largo plazo son igualmente satisfactorios31, 32. La mortalidad es nula y la morbilidad escasa. La incidencia de síndrome de Horner varía según la literatura entre el 0% y el 9,7% y es transitorio si no hay lesión del ganglio estrellado. El principal efecto secundario de la simpatectomía torácica es la redistribución de la transpiración en el resto del cuerpo (cara, tronco o extremidades), cuya incidencia varía entre un 48% y 68% de los casos. Se ha relacionado la aparición de esta hipersudación compensadora con la extensión de la simpatectomía y por ello se aconseja limitarla al segundo ganglio en los casos de hiperhidrosis exclusivamente palmares. Esta hipersudación compensadora es totalmente imprevisible y su fisiopatología es desconocida. Aparece en los seis primeros meses tras la intervención y puede desaparecer espontáneamente o persistir de forma permanente.
Los fracasos o recidivas tras simpatectomías se observan hasta en un 5% de los pacientes y normalmente se atribuyen a exéresis ganglionares insuficientes (variaciones anatómicas) más que a una posible regeneración nerviosa del sistema simpático. Cuando esto ocurre se puede tratar mediante resimpatectomía «en bloque» con un índice de éxitos superior al 90%.
En la anamnesis y examen preoperatorio es importante investigar antecedentes de enfermedades o cirugía previa pleuropulmonar y también valorar adecuadamente los exámenes preoperatorios, sobre todo la radiografía de tórax posteroanterior y lateral. Nosotros realizamos la simpatectomía torácica bilateral por videotoracoscopia en un solo acto quirúrgico, bajo anestesia general e intubación selectiva, y la llevamos a cabo con el paciente en decúbito lateral con rotación anterior y brazo en abducción. Sistemáticamente realizamos un bloqueo intercostal múltiple para mejor control del dolor post-operatorio.
La presencia de sínfisis pleural puede hacer muy difícil o imposible el procedimiento endoscópico, motivo por el cual, entre otros, se debe tener siempre la posibilidad de efectuar una toracotomía. Normalmente realizamos dos accesos en cada hemitórax (de 10 y 5 mm). A través de uno de ellos seccionamos los ganglios simpáticos correspondientes al área de la hiperhidrosis. La exéresis o destrucción de los ganglios simpáticos torácicos segundo y tercero es suficiente para tratar la hiperhidrosis palmar, pero el de T4 es necesario en los casos de hiperhidrosis axilar (fig. 5).
Fig. 5. Esquema que muestra la exéresis ganglionar necesaria para el tratamiento de los diferentes tipos de hiperhidrosis localizada de los miembros superiores.
Para el control intraoperatorio de la eficacia de la cirugía colocamos sistemáticamente un pulsioxímetro en la mano en la que se está realizando la simpatectomía para el control y registro de las modificaciones en la onda del pulso. Un incremento en la amplitud de la onda del pulso tras la sección de T2 superior a 5 mm es demostrativo. Asimismo colocamos un sensor de temperatura en la eminencia tenar de la extremidad superior del lado a intervenir, con lo que cuantificamos intraoperatoriamente la elevación de temperatura de la extremidad y objetivamos la efectividad de la exéresis ganglionar. Solamente hemos tenido dos casos de hipersudación compensadora severa en 225 procedimientos realizados y seis hiperhidrosis residuales que no han precisado de otros tratamientos. No hemos tenido ningún caso de síndrome de Horner y solamente hemos realizado dos toracotomías de asistencia por sínfisis pleural.