No es fácil retirarle tratamientos al enfermo crónico, incluso cuando hay dudas sobre su eficacia1. En concreto, es frecuente que en enfermos con cáncer avanzado se mantengan fármacos, como las estatinas2, dirigidos a prevenir problemas cardiovasculares a medio y largo plazo3. Un ensayo reciente con distribución aleatoria compara el efecto de mantener y de retirar estas estatinas en enfermos avanzados (cerca del 50%, oncológicos) con expectativa de supervivencia inferior al año4. Llama la atención que casi uno de cada 4 pacientes elegibles rechazó participar en el estudio, tal vez por miedo a tener que dejar las estatinas… De los 381 que entraron, 221 (58%) habían padecido algún problema cardiovascular. No se encontraron diferencias relevantes en eventos cardiovasculares (11 en 192 pacientes con estatinas, 13 en 189 sin estatinas; p=0,64), fallecimientos en los 2 primeros meses (39 con estatinas, 45 sin estatinas; p=0,36) ni en supervivencia (mediana: 190 días con estatinas, 229 días sin estatinas; p=0,60). La puntuación media en calidad de vida (cuestionario de McGill; rango: 0-10), fue discretamente mejor sin estatinas (7,11 vs. 6,85; p=0,04), sobre todo en los perfiles de apoyo y bienestar. Además, en los enfermos sin estatinas se redujo discretamente (de 11 a 10; p=0,03) la ingesta media diaria de otros fármacos. Los autores estiman que retirar las estatinas supone un ahorro por paciente cercano a 600$ (más de 500€).
Este estudio aporta evidencia para afirmar que hay fármacos (indicados para prevenir problemas a largo plazo) que se pueden retirar en enfermos con pronóstico limitado5, que esta retirada es segura y que puede mejorar la calidad de vida. En resumen, sugiere que no tiene sentido crear molestias, iatrogenia y gasto para prevenir complicaciones que se proyectan en el tiempo en pacientes en quienes se prevé que este tiempo va a ser muy limitado. Y genera, además, nuevas hipótesis: ¿se podrían extrapolar los resultados a otros fármacos, como la aspirina6 o los dicumarínicos (Sintrom®)7, que previenen también problemas a largo plazo pero con un impacto estimado en supervivencia inferior al 1% anual8?, ¿es conveniente buscar un control estricto de problemas crónicos, como hipertensión o diabetes, para reducir la incidencia de complicaciones a medio y largo plazo? o, también, ¿tendría esta actitud un impacto real en la racionalización del gasto sanitario? En relación con el gasto, el precio por mes de tratamiento con estatinas oscila entre 1,58€ (simvastatina 20mg)9 y 28,54€ (pitavastina 2mg)10. Si este gasto se proyecta a una expectativa media de supervivencia de unos 6 meses, el ahorro que supondría la retirada de estatinas en cada paciente con cáncer avanzado se situaría entre 9,48€ y 171,24€ (menor del que presenta el estudio). Nuestra experiencia es que 12 (24%) de los últimos 50 pacientes con cáncer avanzado (no curables) atendidos en nuestra consulta estaban en tratamiento con estatinas y, si nos ceñimos a los 32 con pronóstico inferior al año, fueron 9 (28%) los que las recibían. Si se acepta esta estimación de que uno de cada 4 enfermos con cáncer avanzado recibe estatinas y se proyecta a los más de 100.000 enfermos oncológicos que entran cada año en situación terminal, el ahorro global anual estimado se situaría entre 237.000€ y 4.281.000€.
La experiencia es que en el paciente oncológico lo normal es añadir fármacos en paralelo a la progresión de síntomas, la aparición de otros nuevos y la necesidad de tratar efectos secundarios de otros medicamentos… Tal vez sea el momento de cambiar esta tendencia y plantearse ¿qué fármacos se pueden retirar en el enfermo avanzado?