Hemos leído con interés el artículo de Iglesias Mohedano et al.1 en el que estudian los factores que influyen en el retraso intrahospitalario del inicio de la trombólisis intravenosa en el ictus isquémico agudo en un hospital terciario. Advertimos con curiosidad que uno de los factores decisivos de la demora, en el estudio multivariable, es la magnitud del tiempo inicio-puerta, de forma que cuanto antes llega un paciente, más se tarda en llevar a cabo la trombólisis desde que la TAC está ya realizada. Las referencias que se proporcionan de este hecho, al que los autores se refieren como «efecto 3 horas», son de 2011 y 20122,3. El «efecto 3 horas» sería en realidad función de la ventana terapéutica, y debería llamarse ahora «efecto 4,5 horas», o «efecto 6 u 8 horas» para la revascularización endovascular.
Nosotros rescatamos en 2005 el término «procrastinación», aplazamiento innecesario e injustificado de una tarea, para denominar ese vicio tan humano de agotar los plazos4, que sucede, sea por pereza, lo que probablemente no es el caso, o por la complejidad y riesgos de las decisiones que hay que tomar, cosa que sin duda ocurre en la trombólisis; advertimos informalmente contra ella a nuestros neurólogos y la situación mejoró ostensiblemente, como pudimos mostrar meses después5. Parece, sin embargo, que en otros hospitales terciarios no llegaron a enterarse, y la práctica defectuosa ha continuado vigente y presente, de forma que el tiempo TAC-administración era el que específicamente se prolongaba cuando el tiempo inicio-puerta era menor, al menos hasta la realización del trabajo publicado que comentamos1, por lo que creemos conveniente insistir en que deben hacerse esfuerzos para contrarrestar las demoras innecesarias, que parecen persistir tras 20 años de trombólisis del ictus; aunque exista una «ventana terapéutica», cuanto antes, mejor.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.