Hemos leído con gran interés el artículo titulado «Síndrome de Terson y ecografía orbitaria».
Nos ha parecido un artículo muy interesante e instructivo.
Estamos totalmente de acuerdo con el artículo en opinar que el síndrome de Terson es una entidad infraestimada e infradiagnósticada. Se deberían establecer protocolos de actuación entre los diferentes servicios para realizar un correcto seguimiento y tratamiento de estos pacientes.
También estamos de acuerdo en considerar la ecografía orbitaria como un arma diagnóstica importante en el caso de las hemorragias retinianas. Sin embargo, el arma diagnóstica más importante en estos casos es la visualización del fondo del ojo del paciente mediante una oftalmoscopia, además de ser una técnica sencilla y barata la cual no lleva ni crea errores.
Sin embargo, seguimos opinando lo expuesto en el artículo de Sánchez Ferreiro et al.1 con respecto a la gravedad de la hemorragia y la presencia del síndrome de Terson.
Podemos decir que en nuestro hospital hacemos sistemáticamente una exploración del fondo del ojo en todos los pacientes que presentan hemorragia cerebral debido a una serie de protocolos que existen con el Servicio de la UCI y de Anestesiología donde acaban en inicio estos pacientes.
Llevamos 2 años organizando los datos obtenidos en una base de datos con la idea de establecer si existe una relación significativa entre la gravedad de la hemorragia cerebral y la presencia de la hemorragia retiniana en estos pacientes.
En el momento actual podemos decir, preliminarmente, que podemos establecer una relación significativa entre la gravedad en el estado del paciente y la presencia de una hemorragia en el fondo del ojo.
Una de las conclusiones preliminares que hemos obtenido es que, en la mayoría de los pacientes estudiados, la severidad de la hemorragia era peor si se presentaba acompañada de un síndrome de Terson.
Aunque como bien explican los autores del artículo anteriormente mencionado o nosotros mismos, existen casos atípicos que no siguen este paradigma pero son la minoría sin llegar a ser algo significativo.
De todos modos existen artículos que confirman la relación entre la gravedad de la hemorragia y la presencia de una hemorragia retiniana, como el de Frizell et al.2 que confirman trabajos publicados previamente que afirman que la presencia del síndrome de Terson está relacionada con la severidad de la hemorragia subaracnoidea. Pfausler et al.3 en su estudio obtuvieron cifras altas de mortalidad (90%) en pacientes con este síndrome.
Las hemorragias subaracnoideas constituyen la causa más común de muerte súbita por accidente cerebrovascular y un porcentaje elevado de los pacientes que las presentan mueren antes de ser atendidos. El cuadro varía en intensidad y manifestaciones y depende de diversos factores.
Por ello, creemos que es necesario crear protocolos con los servicios de la UCI y Anestesiología para detectar la presencia de un síndrome de Terson por la más que probable relación con la gravedad de la hemorragia.