La infección por coronavirus 2019 (SARS-CoV-2) constituye un grave problema de salud pública, cuya forma de presentación varía desde formas paucisintomáticas, o incluso asintomáticas, a cuadros de neumonía grave, distrés respiratorio del adulto o muerte1–6. La identificación precoz de los casos es fundamental para garantizar medidas de aislamiento y vigilancia clínica de los pacientes y las personas de su entorno. La mayoría de los casos presenta síntomas, siendo los más frecuentes la fiebre (72,3%), los síntomas respiratorios, síntomas digestivos o síntomas neurológicos6. Describimos un caso singular, en el cual un paciente sin patología cardiológica conocida tuvo un síncope como forma de presentación y único síntoma clínico de infección por SARS-CoV-2.
Se trata de un varón de 78 años, exfumador, con antecedentes de hipertensión arterial, dislipemia, hiperuricemia, bronquitis crónica y fibrosis pulmonar por exposición laboral al amianto. Ni tenía patología cardiológica conocida ni describía síntomas tales como disnea, angor, o palpitaciones. Estaba en tratamiento crónico con atorvastatina, enalapril, omeprazol, zolpidem, levosulpirida, alopurinol y bromuro de glicopirronio en inhalador. Acudió a urgencias tras presentar un episodio autolimitado y súbito de pérdida de conciencia, sin síntomas prodrómicos ni coincidentes. Durante el episodio no realizó ningún movimiento corporal anómalo ni tampoco automatismos. La recuperación fue rápida y completa en dos minutos. No había presentado fiebre ni sensación distérmica, síntomas respiratorios ni digestivos. En su evaluación en urgencias, la tensión arterial era de 108/68 mmHg y la saturación basal de oxígeno 97%. Se realizó un electrocardiograma, sin objetivarse alteraciones. Se realizó analítica urgente, sin hallazgos de interés, excepto por un filtrado glomerular de 37,5 mL/min y un dímero-D de 5.869 unidades, motivo por el cual se solicitó una angiotomografía computarizada de arterias pulmonares, sin signos de tromboembolismo pulmonar (TEP), pero con infiltrados alveolares parenquimatosos en lóbulo superior izquierdo, compatibles con neumonía, además de engrosamiento y calcificaciones pleurales, sin cambios respecto a exploraciones anteriores y atribuidos a su patología pulmonar de base. Se realizó PCR de SARS-CoV-2 en frotis faringoamigdalar, siendo ésta positiva, ingresando el paciente.
Durante el ingreso, se realizó tratamiento con lopinavir/ritonavir, hidroxicloroquina, azitromicina, ceftriaxona y bolos de corticoides, así como con dosis profilácticas de heparina de bajo peso molecular. La evolución clínica fue buena, permaneciendo afebril, sin nueva sintomatología y sin nuevos episodios de pérdida de conciencia. En las radiografías de tórax de control, se observó la resolución paulatina de los infiltrados. A nivel renal también presentó mejoría, siendo dado de alta hospitalaria tras una semana de ingreso.
Se describe el primer caso de infección por COVID-19 con síncope como único síntoma de presentación. En la literatura hay descritos pocos casos de síncope como forma de presentación de infección por COVID-19, no manifestándose en ninguno de ellos como síntoma aislado, sino describiéndose en todos los casos sintomatología infecciosa asociada1,3,7.
El síncope supone el 1% de los motivos de consulta en urgencias8. La casuística es múltiple y la prioridad es identificar las potenciales entidades graves que puede haber tras él, siendo clasificado principalmente en tres grupos: neuromediado, ortostático y cardiogénico8,9.
En un paciente con infección por SARS-CoV-2 con síncope, una de las principales patologías a descartar es el TEP, pues se han demostrado embolismos pulmonares hasta en 20% de las autopsias realizadas5,10. Cuando la sospecha de TEP es baja o intermedia, el dímero D es el parámetro analítico a solicitar, dada su elevada sensibilidad (> 90%), sin embargo, es poco específico (40-60%) y otras entidades pueden asociar valores elevados, incluyendo la propia infección por SARS-CoV-22,11. En nuestro caso, no hubo coincidencia temporal con cambio postural ni se describían síntomas previos de ortostatismo, no obstante, el tratamiento antihipertensivo crónico podría favorecer el síncope causado por alteración hemodinámica. Se han descrito casos de síncope en pacientes con infección por SARS-CoV-2, si bien todos los pacientes tenían cardiopatía previa, no siendo el caso de nuestro paciente, ni siendo objetivada en el estudio realizado1,3,7. En pacientes tratados, es importante tener presente la posibilidad de síndrome de QT largo, dado el riesgo sinérgico de los fármacos empleados en el tratamiento de esta entidad12. Un diferencial importante en toda pérdida de conciencia es la etiología comicial. Se han descrito casos de crisis en pacientes sin antecedentes de epilepsia, la mayoría en pacientes con encefalopatías o encefalitis durante la infección por SARS-CoV-213,14.
Se necesitan más estudios para aclarar la etiopatogenia del síncope en la enfermedad por SARS-CoV-2, pero ante un paciente con síncope aislado, deben adoptarse las precauciones apropiadas ante la posibilidad de infección por coronavirus subyacente.
Conflicto de interesesLos autores manifiestan no tener conflicto de intereses.