Hemos leído con interés el reciente trabajo publicado en la revista de Neurología titulado «Tratamiento mínimamente invasivo del hematoma subdural crónico del adulto. Resultados en 116 pacientes», del que son autores Latini et al.1 y, sobre la base de nuestra práctica habitual en el tratamiento de estos hematomas2, nos gustaría hacer algún comentario.
En primer lugar, nos llama la atención los criterios de inclusión empleados para definir el hematoma subdural crónico (HSC) en la tomografía computarizada (TC); los autores identifican el HSC como «imágenes hipodensas convexas en forma de semiluna adyacentes al parénquima cerebral». Aunque esta es la imagen característica del HSC, no debemos olvidar que pueden tener otras morfologías y densidades en función de su tiempo de evolución3. En nuestra experiencia, el 22,3% de los HSC no eran hipodensos y correspondían a hematomas isodensos, hiperdensos o de densidad mixta4.
En segundo lugar, no entendemos correctamente la técnica utilizada; suponemos que al hablar de punción transósea (PTO) se están refiriendo a la técnica conocida en la literatura anglosajona como twist-drill, que no es más que una perforación craneal realizada con una broca fina (4-6mm) y que está sobradamente contrastada en la literatura5,6. ¿Qué objeto tiene medir la presión intracraneal en estos pacientes?
En tercer lugar, los autores examinan a 127 pacientes y únicamente emplean la técnica de la punción ósea en 116, no parece razonable hablar de 116 pacientes y luego en los resultados y discusión incluir la totalidad de pacientes (127) donde hay 11 tratados con otras técnicas. No se puede decir que la mortalidad de la técnica es de 6 casos (4,7%) ya que en esta cifra están incluidos también alguno/s pacientes operados con las otras técnicas.
Los autores refieren que la tasa de fracaso de la técnica es del 17%, pero esta cifra es errónea. Los autores indican que el tratamiento inicial en 116 pacientes fue con la técnica de punción ósea y que únicamente 57 pacientes (49%) presentaron resolución del hematoma al primer intento. Por lo tanto, si 39 pacientes necesitaron una segunda PTO y 20 más otros procedimientos, la tasa de fracaso de la técnica, por recidiva del hematoma, tal como se considera en la literatura, sería del 51%, cifra que en nuestra opinión cuestiona la técnica empleada.
Por último, estamos de acuerdo con los autores en que sería bueno realizar un amplio estudio prospectivo y aleatorizado, que determine de forma definitiva cual es el mejor tratamiento del HSC. Mientras este no se realiza, existe una importante unanimidad en la literatura que el tratamiento idóneo del HSC es la realización de uno o dos agujeros de trépano (siempre que sea posible con anestesia local) y la implantación de un drenaje subdural, precedido o no de un lavado con suero del espacio subdural7,8.