Los tratamientos complementarios y alternativos (TCA) están obteniendo cada vez más popularidad y reconocimiento en las poblaciones tanto adultas como pediátricas. En un sondeo nacional, conducido en 2004, sus autores indicaron que las técnicas de relajación, la visualización con la imaginación y la hipnosis se encuentran entre los tratamientos mente-cuerpo más populares en adultos1. En 1997, el 43% de norteamericanos gastaron de su bolsillo 27.000 millones de dólares en uno o más tratamientos alternativos2. La frecuencia de la utilización de los TCA en niños también está aumentando y en un sondeo realizado en 2001 sus autores indicaron que el 20-30% de pacientes pediátricos usaban uno o más tratamientos de estas modalidades. Estas tasas son mucho mayores (30-70%) entre niños con enfermedades crónicas y recurrentes, como el cáncer, asma, artritis reumatoide, migraña y fibrosis quística3. Con esta mayor popularidad de los TCA en niños, los pediatras se enfrentan a las solicitudes de los padres y a las preguntas que les formulan relacionadas con la integración de la medicina alternativa en el tratamiento de los pacientes. Como tales, los pediatras deben conocer todas las modalidades de TCA disponibles, incluida la hipnosis.
La hipnosis es una de las intervenciones más antiguas entre los TCA y se define como un “estado natural de concentración focalizada asociado con una suspensión relativa de la concienciación de la periferia”4. Esta modalidad se remontaría a varios miles de años atrás a los griegos, egipcios y persas. En Estados Unidos, Milton Erickson y Ernest Hilgard fueron algunos de los primeros investigadores que emprendieron una estrategia sistemática moderna de la hipnosis y, en 1958, la American Medical Association la reconoció como un instrumento valioso del tratamiento médico5. En 1996, el informe de expertos del National Institute Health Technology Assesment consideró que la hipnosis era una intervención viable y eficaz para aliviar el dolor del cáncer y otro dolor crónico6.
Tradicionalmente, una experiencia hipnótica consta de tres componentes: 1) ensimismamiento, concentración focalizada; 2) disociación, la suspensión relativa de la conciencia del entorno periférico; 3) sugestibilidad, una comunicación que indica que un individuo experimentará una respuesta concreta hacia el objetivo del tratamiento. La hipnosis es una intervención particularmente apropiada en niños, ya que en general son más sensibles a la técnica que los adultos7. Su mayor predisposición se ha atribuido a su capacidad y disposición mucho más elevadas de integrarse en la fantasía, el juego y la imaginación. En realidad, la hipnosis clínica se ha aplicado como adyuvante eficaz en el tratamiento de diversas enfermedades pediátricas8.
Diversos estudios han documentado el uso de la hipnosis en el tratamiento de procedimientos quirúrgicos y médicos que se acompañan de dolor9,10 y en el dolor postoperatorio11,12. La hipnosis también se ha utilizado como técnica aislada y como adyuvante de los fármacos analgésicos para el tratamiento de procesos asociados con dolor agudo, caso de las quemaduras13 y las fracturas en contextos de urgencias pediátricas14. En niños que presentan dolor crónico, caso del dolor abdominal recurrente15, migrañas16,17 y anemia drepanocítica18, se demuestra un beneficio significativo del uso de esta técnica en ámbitos hospitalarios. Holden revisó 31 estudios sobre tratamientos para niños con cefalea crónica e identificó pruebas apropiadas de la eficacia de la relajación y la autohipnosis en la reducción o alivio del dolor19.
En diversos estudios también se ha demostrado una mejora al aplicar la hipnosis a niños y adolescentes con problemas de conducta, como la tricotilmanía20, la succión del pulgar21, disnea crónica22, síndrome de la Tourette23, enuresis y disfasia24. De hecho, Anbar puso de relieve que el 75% de un grupo de niños a los que se les adiestró en técnicas de autohipnosis demostraron una mejora significativa en los síntomas como la tos habitual, hiperventilación, disnea y respiración suspirante, y disfunción de las cuerdas vocales25. En algunos informes clínicos también se ha documentado sistemática-mente su eficacia clínica en el tratamiento de los síntomas y en la mejora de la calidad de vida en una población de niños con asma y fibrosis quística26-29. En los informes de casos publicados, se ha demostrado que la hipnosis puede usarse en el tratamiento de algunos trastornos habituales como los terrores nocturnos con perturbación del sueño30, problemas de la deglución24 y enuresis nocturna, al igual que en procesos dermatológicos como la dermatitis atópica31, eccema crónico32, y verrugas virales33.
En conjunto, recomendamos el uso de la hipnosis como adyuvante del tratamiento del dolor y la ansiedad asociados con muchos procedimientos, fobias, y anemia drepanocítica, al igual que una serie de trastornos relacionados con el dolor, caso del dolor de cabeza y el abdominal. Respaldan la recomendación las revisiones Cochrane recientes sobre el tema34-36. En estos momentos no está clara la eficacia de la hipnosis para el tratamiento de otros procesos como el asma, alteraciones del sueño y algunas enfermedades dermatológicas y se requieren un mayor número de datos procedentes de ensayos aleatorizados, controlados. Es preciso que los pediatras tomen nota de que la introducción del concepto de autohipnosis a niños precozmente en el curso de una enfermedad crónica es ventajosa, ya que les proporciona una sensación de control y dominio37. Es preciso que los padres también participen precozmente en el proceso de la hipnosis porque sus conceptos sobre la técnica pueden impedir o contribuir al tratamiento de su hijo. Con el fin de seleccionar una técnica de hipnosis apropiada para un niño, han de considerarse diversos factores como la edad del desarrollo, su enfermedad, motivación, interés y aptitudes. En realidad, seguimos necesitando un mayor número de ensayos aleatorizados, controlados, que utilicen criterios de valoración validados para abordar los problemas relacionados con el momento óptimo y la duración de las intervenciones hipnóticas.
AGRADECIMIENTOEste trabajo estuvo financiado en parte por los National Institutes of Health (NICHD, R01HD37007-02).
Las opiniones expresadas en estos comentarios son las de los autores y no necesariamente las de la American Academy of Pediatrics o sus comités.