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Inicio Perinatología y Reproducción Humana La familia política como factor de conflictos en la pareja con esterilidad
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Vol. 30. Núm. 2.
Páginas 82-89 (junio 2016)
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La familia política como factor de conflictos en la pareja con esterilidad
The political family as a factor of conflict in the infertile couple
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J. Carreño Meléndez
Autor para correspondencia
jocame2003@gmail.com

Autor para correspondencia.
, F. Morales Carmona
Departamento de Psicología, Instituto Nacional de Perinatología, Ciudad de México, México
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Resumen

La práctica profesional como psicoterapeutas de grupo con mujeres que padecen esterilidad hace que se fije la atención en los conflictos expresados por las pacientes durante su discurso respecto a las presiones a las que son sometidas por parte de la familia política haciendo descalificaciones acerca de su infertilidad. Cuando dos personas se unen, las familias de ambos también lo hacen de una manera práctica y simbólica sin estar relacionadas por lazos de consanguineidad, y pueden ser un factor de desencuentros que en ocasiones termina con la separación o con la segregación de la mujer debido a la esterilidad. Puede ser que en una pareja funcional donde la prioridad es la reproducción se vayan gestando de manera encubierta problemas en la convivencia con el objeto de alejar a uno de ellos. Es común ocultar que la infertilidad es de origen masculino, de esta manera el hombre se quita las presiones sociales. Las familias se hacen disfuncionales cuando no hay cambios generacionales, todas pasan por una desestructura pasajera por la incorporación y la formación de una nueva familia conyugal dentro de su núcleo. Dependerá de la historia de la familia que el tránsito de esa desestructura sea con o sin conflicto.

Palabras clave:
Familia política
Esterilidad
Conflictos conyugales
Parejas con esterilidad
Abstract

Professional practice as group psychotherapists with women with infertility fixes its attention on the conflict expressed by patients when they talk about the pressures that they are subjected to by the political family making accusations about their infertility. When two people come together both families also do so in a practical and symbolic way, without there being a blood relationship. This may be a factor for disagreements, which sometimes ends up with the separation, or segregation of women because of infertility. Perhaps, in a functional couple where the priority is procreation, problems in living together start to be uncovered, with the aim of dispelling one of them. It is common to hide that infertility is of male origin, as such that it takes the social pressures off the man. Families become dysfunctional when there are no generational changes. Every family goes through a temporary deconstruction, incorporation and the formation of a new nuclear family within its core. It depends on the family history if the transit of such an unstructured one is with or without conflict.

Keywords:
Political family
Sterility
Marital conflict
Couples with infertility
Texto completo
Introducción

Cuando dos personas desean vivir juntas o se casan y tienen el objetivo de tener descendencia pueden enfrentar un padecimiento como la esterilidad. Al estar presente, es motivo para que se den alteraciones en la dinámica de la pareja y puedan ocurrir cambios emocionales, independientemente que el factor sea masculino o femenino; si están en conflicto por la esterilidad hace que se culpen continuamente; si el factor es masculino, por lo común, se le oculta a la familia y la mujer asume la responsabilidad públicamente; si es ella, carga con la responsabilidad ante la familia política y la de origen. Solo se llega a hablar sobre el factor masculino cuando los conflictos han rebasado el ámbito de la pareja o están en tal crisis permanente que hace difícil ocultar los desencuentros. En una pareja funcional donde la prioridad es la reproducción se van gestando, de manera encubierta, problemas en la convivencia, con el objeto de alejar a uno de ellos y no cargar con la responsabilidad de la fertilidad del otro que clínicamente se encuentra sano para reproducirse: las emociones como el miedo al abandono, a la infidelidad, al reproche futuro, a todo aquello que puede pasar pero aún no pasa. La presión social y familiar hacen imposible la convivencia, y terminan fracturando o separando a la pareja sin que exista una problemática real más allá del problema reproductivo.

En la actualidad, la esterilidad sigue siendo un motivo para presionar a la pareja, y se intensifica para uno de ellos cuando lo hace la familia política; un argumento es que la persona no sirve para la reproducción, proponiendo que cambien de pareja; las sugerencias, insinuaciones e indicaciones son el motivo para incrementar los conflictos entre ellos. Los padres, los tíos y los abuelos comentan en forma directa o indirecta, mediante burlas, anécdotas e historias, sobre lo imperioso que es la llegada de un descendiente a la familia para asegurar la continuidad consanguínea y la consolidación de ellos como esposos. El sesgo de género ha permeado a las familias; para ellas es imposible aceptar que el hombre sea clínicamente estéril, se le presiona para separarse de su pareja y buscar a otra mujer para probar que sí puede tener descendencia. Para él, ocultar el hecho de que la infertilidad es de origen masculino es lo natural, por ser un motivo de vergüenza al poner en juicio su virilidad; para ellos es preferible que la mujer viva con la presión y la responsabilidad de no tener un embarazo, aun en casos irreversibles como es en la azoospermia grave, que bajo ningún concepto podrá tener un hijo a quien heredar sus genes. El que la mujer pueda aceptar la carga por no lograr la descendencia es debido a un motivo ideológico; en el imaginario social se mantiene la concepción de que la mujer tiene que sacrificarse continuamente por el deber de cuidar y proteger a los otros; entonces, aceptar la carga es sumar a la lista de todas las responsabilidades que culturalmente se le han asignado a lo largo de la historia de la división social de los géneros.

Dependiendo del entorno familiar de la pareja con infertilidad será el rumbo que puedan tomar los tratamientos. La familia política es un factor determinante para que el padecimiento se viva como una circunstancia de vida o como una tragedia que en ocasiones no puedan superar; su injerencia puede ser de apoyo o amenazante a lo largo del proceso de diagnóstico y tratamiento, agravándose la conflictiva cuando les proporcionan dinero para los tratamientos.

Existe una diversidad de familias1 que pueden ser gratificantes o conflictivas cuando las personas inician a vivir en pareja; la familia política puede ser un factor de integración o de desintegración. Una premisa básica es que, cuando dos personas deciden vivir juntas, a pesar de que son dos, cuando lo hacen también se consuma la unión con la familia de cada uno de ellos, y es frecuente que las parejas con infertilidad tengan enfrentamientos, desencuentros y separación por la intromisión de la familia política al evaluar y calificar sobre la vida reproductiva y los planes de tratamiento más adecuados para ellos, dando las instrucciones de lo que se tiene que hacer aun en contra de las indicaciones médicas y de los biólogos de la reproducción, como puede ser masajes, tés para calentar la matriz (son los benignos); otros por su rudeza han resultado atentados contra la salud de la paciente al dejar secuelas importantes como quemaduras en la piel, fracturas de cadera y otros huesos; si la opinión experta de la familia no es tomada en cuenta es motivo de enfrentamiento.

La familia desde lo social

Desde iniciado el sigloXX se pregonaba la extinción de la familia2 en la medida que las sociedades fueran más avanzadas y las personas requirieran de menor apoyo para su desarrollo; no obstante, la familia moderna3 sigue cumpliendo las mismas funciones que las antiguas; con sus matices, cubren distintas necesidades al proporcionar las condiciones para el crecimiento y el apoyo para enfrentar las distintas circunstancias que se van presentando en lo inmediato y a largo plazo, o bien actúan como un obstáculo para la solución de esas condiciones. Nadie se propuso inventar a la familia, fueron las necesidades culturales y sociales que permitieron irse construyendo. Desde los primeros grupos humanos se vio la ventaja de vivir en grupo; la horda, el clan, la tribu y la familia, una a una se fueron superponiendo; según las condiciones del proceso evolutivo y social, se fue configurando hasta tomar la forma de la familia actual, conservando en muchas ocasiones reminiscencias de la anterior. Actualmente, en sus relaciones prácticas, algunas funcionan como verdaderos clanes o tribus, según sea el caso, también como horda; en cuanto a su dinámica y pensamiento, las familias no son tan evolucionadas como los cambios sociales se van dando4. Todas las familias son producto estrictamente de su tiempo; la cultura hizo a la familia y la familia hizo a la cultura, las dos son producto de ellas mismas. Lo que permite su permanencia y vigencia es que funciona como un puente entre la cultura y la sociedad; su actualización dinámica es una constante, y en el comportamiento instrumental, aunque a través de los siglos han sido pequeñas las variaciones, ha mostrado cierta capacidad de modificarse ante los cambios sociales de un siglo a otro, ya que no se han dado cambios radicales5 en la mentalidad, puesto que existen valores que se van adjudicando y transmitiendo para hombres y mujeres como verdaderos arquetipos.

Hacia finales del sigloXVIII, en pleno auge de la modernidad, inicia a dibujarse la familia actual tal como se conoce con la privacidad. En el sigloXIX, con el desarrollo de las ciencias sociales y en especial de la psicología, los grupos sociales se percatan de la importancia de la familia para la crianza de los niños, se instituye como una premisa básica la elección de pareja para dar paso a la formación de una familia con base en la voluntad, es por eso que en los códigos civiles y religiosos de la época incluyen la pregunta a los contrayentes, si es su expresa voluntad unirse en matrimonio. Debido a que en esa época la vida reproductiva de las mujeres sin pareja estable o en unión libre era una práctica cotidiana, los problemas sociales, por el número de madres solteras y de los hijos abandonados o no reconocidos eran, por momentos, para las instituciones de asistencia un problema inmanejable. Fue hasta entonces que se fija la atención en esa estructura, se organiza mediante leyes civiles y religiosas, se promueve a la familia derivada del matrimonio por libre elección para garantizar la integración y la permanencia para el cuidado de los hijos dentro del ámbito de una familia3.

En los albores del sigloXIX, con la invención de lo cotidiano, a las familias se les confiere el espacio privado. Tras los muros se dan una serie de cambios, con la privacidad se da la división marcada de las actividades por género, las labores del hogar y los proveedores económicos; se confiere el espacio privado a la mujer y el público al hombre, se institucionaliza la discriminación, se establece la supremacía de un sexo sobre otro, los escritos de la época refieren diferencias biológicas y sexuales en inteligencia6, en las capacidades para el desarrollo de actividades, la afectividad, el sentido de la existencia para hombres y mujeres; a ellas se les adjudica la responsabilidad de la crianza, los afectos y la maternidad. La mujer conferida al mundo privado va construyendo e incorporando la representación mental que su única posibilidad de realización es mediante la maternidad; como en ellas se lleva a cabo el acto biológico de la reproducción, resultó la responsable de que se pudiera realizar o no.

Las explicaciones que mencionan que desde la prehistoria la mujer fue confinada al hogar por la reproducción fue una invención cultural, ya que ella realizaba la caza de pequeñas especies, la recolección de raíces y frutas, al mismo tiempo que el hombre se dedicaba a la caza de especies mayores. No existía la división tajante de las actividades por géneros; para la subsistencia era de vital importancia el trabajo de los dos. El representante moderno de esas corrientes y mentalidades heredadas de siglos es la psicología evolucionista, con la explicación que la mayoría de los comportamientos derivados de la cultura se deben a los genes, entonces no hay nada qué hacer, desde el amor hasta el crimen, la diferencia entre hombres y mujeres, la honradez y la delincuencia, el altruismo y el egoísmo, los instintos maternales y paternales, contradiciendo en mucho el objeto de estudio de la psicología. Las diferentes disciplinas no han aceptado la explicación de lo fundamental que resultan las construcciones subjetivas a partir de una cultura, con una constante alimentación con múltiples canales de influencia: de la cultura a la familia, de la familia al individuo, del individuo a la familia y de la familia a la cultura, regresado esas formas de comunicación simbólica para seguir nutriendo a las tres entidades en una interdependencia4.

Las costumbres configuraron la representación mental de la responsabilidad de la mujer al no lograr el embarazo; las explicaciones biológicas, sociales y teológicas caminaron por el mismo sendero para puntualizar que era ella la responsable de que no llegara a ese estado ideal, situación que se mantuvo invariablemente hasta la década de los setenta por el desarrollo de la biología de la reproducción; no obstante, esa idea que se configuró sin sustento, en algunas familias contemporáneas se sigue manteniendo como una forma para explicar la infertilidad de las parejas.

Es de destacar que la mayoría de los textos que hablan sobre la familia inician con la mención de que es la célula de la sociedad y está compuesta por el padre, la madre y los hijos, que mantienen lazos de relación y consanguíneos, que los hacen estar unidos con el propósito de buscar fines en común y llevar felicidad a cada uno de sus miembros, a pesar de que se describe como un ente aislado de la sociedad, sin puntualizar los vasos comunicantes entre una y otra.

Como una forma de extender la explicación, se tiene que puntualizar que la familia es el microcosmos que representa en un sentido más a amplio a toda la sociedad y la cultura; en ella se reproducen la ideología, los mitos, las diferencias sociales, las categorías de los géneros y la discriminación. La familia primaria está constituida mediante los lazos de afectos con toda su gama, aunque también se puede constituir por intereses de diversas magnitudes, y no es una cuestión del pasado cuando las familias acordaban el matrimonio entre los hijos, tradición que provenía de la realeza, ya que algunos sectores de la población mantienen en vigencia esta práctica oficializada durante siglos.

Así como se siguen dando debates sobre la función de la familia, durante años se llevaron a cabo debates sobre las capacidades de hombres y mujeres, pero también de razas y la consecuencia de sus mezclas6; desde luego, ganaba en la opinión pública quien tenía el argumento que el estudio científico demuestra que para constituirse como ideología predomínate, reforzado por la división de las ciencias en naturales y sociales, los argumentos eran desde lo biológico y lo social, donde se decía que los hombres tenían mayor capacidad que las mujeres. Esas posturas han permeado el pensamiento social y por momentos el pensamiento académico. Solo en los años recientes parecería ocioso establecer un debate con esos argumentos, al menos esas posturas fueron las que dividieron las representaciones mentales sobre los géneros que por momentos amenaza con resurgir.

Con mitos se fue construyendo la concepción de los sexos, retomando las ideas del pasado que acentuaban la distinción entre los géneros de los siglos anteriores. A pesar de los cambios en lo social, la ideología se mantuvo asignando los mismos principios en la práctica. Se fue ampliando la brecha entre lo público y lo privado, y surge una tercera entidad que posteriormente se llamó la intimidad, el mundo propio, el interno. Durante este periodo es cuando surge la psicología con el propósito de comprender la vida afectiva de las personas, lo que olvidaron decir es que hombres y mujeres son diferentes, pero no tiene que ser mejor o peor, solo diferentes. Durante esa época y a partir de que las poblaciones tenían mayor esperanza de vida y los niños no morían tan frecuentemente, inician hablar del amor conyugal y el vínculo de amor hacia los hijos, por eso fue necesaria la reglamentación de las prácticas de la vida diaria y de relación entre los géneros mediante los actos públicos del matrimonio y el registro civil7.

La familia de origen

La importancia de seguir reflexionando sobre la familia es que en cada época emergen modalidades en su estructura4, y no se puede separar que dentro de ella se construyen los individuos, con posibilidad de hacer personas independientes o dependientes. Al configurar la identidad diferenciada de sus miembros, cada individuo dentro de su subjetividad siempre va a mantener una proporción de esa estructura familiar y de los padres. La familia es el núcleo de la reproducción básica de los mismos individuos, es protectora de las tradiciones, el cómo se expresan esas tradiciones del trato entre los géneros, y cómo resuelven las confrontaciones generacionales; también pueden proponer las nuevas relaciones entre hombres y mujeres que van a impactar a las parejas en un trato equitativo entre ellos que van modificando la práctica del entorno social. En la familia de origen se da la construcción de normas y valores que se han de convertir en prácticas. Una situación es que los tabúes generacionales recaen en los jóvenes y estos los reproducen en la vida cotidiana; esas prácticas, en su comportamiento, al ser consideradas una experiencia individual parecería que dentro y fuera de la familia no tienen un impacto social, al considerar que el mundo social funciona de la misma manera como lo hacen ellos y sus familias, en ocasiones opuestos a fortalecer los lazos familiares y sociales.

Al menos en México, un periodo que se ha prolongado en las familias son los cambios vividos en los periodos de transición de los años setenta; muchos grupos familiares pasaron de las zonas rurales a las zonas urbanas, las ciudades modificaron y trasformaron a los individuos y sus familias; hacia el final de la década, los movimientos migratorios se hicieron una constante, dando otra forma de relación y configuración a las familias; se desvincularon de la parentela, que era un patrón de referencia para mantener vínculos de unión y redes de apoyo.

La parentela de la sociedad moderna y contemporánea3 ha sido relegada y se le percibe como otra familia ajena y diferente sin vínculos emocionales, por momentos no funciona como marco de referencia de la identidad como familia, grupo, pueblo o región. Las ciudades dejaron a muchas familias sin sentido de pertenencia, se modificaron las redes sociales de apoyo que se configuraban mediante el compadrazgo, que por siglos funcionó como una estructura sólida de la familia ampliada; ahora el sentido de pertenecía, en el mejor de los casos, es con y dentro del grupo primario.

La familia es el contorno de comunicación entre la cultura y el individuo —se puede abrir una discusión extensa si el contorno está dentro o fuera— según el grupo social de pertenencia, por lo que pueden coexistir muchos tipos. El hilo conductor y de comunicación entre un grupo familiar y otro son las creencias, la ideología, las normas y valores de una época y de la sociedad. Las personas viven y se desarrollan bajo un grupo primario, donde la reproducción cultural se da en ese ambiente privado, se producen y conservan los valores del pasado, lo que Bourdieu llamó el habitus inmediato8.

Las madres

La abnegación es una forma de satisfacer las necesidades de otro antes que las propias, y fue una de las características sobresalientes de las madres del sigloXX. El ser sufriente era dentro del imaginario social el símbolo más reconocido de la buena madre. Al paso del tiempo, en la medida que estas mujeres tuvieron la necesidad de trabajar, ellas fueron abandonando las prácticas de la abnegación y el sacrificio para convertirse en trabajadoras, esposas y madres con sus propias necesidades; socialmente, la mujer se fue librando del mito de ser la responsable de las labores domésticas, responsabilidad que llevaban a cuestas durante mucho tiempo; cada vez menos trabajaban en las labores del hogar, pero tenían que distribuirse entre los que habitaban la casa para tener un trato de equidad; esa modificación en la dinámica del hogar fue palpable hacia el último cuarto del siglo pasado; el cambio que quizá sea el más importante en la historia reciente de la humanidad es que ha modificado la concepción sobre la mujer y las necesidades de las familias contemporáneas.

Ahora bien, en oposición a la concepción del psicoanálisis, madres hay de todas, mujeres que desde el espacio de lo privado del hogar no se mostraban como sufrientes seres dotados de una inteligencia particular —que no tiene relación con lo académico, aquella inteligencia que consiste en no estimular los choques generacionales, las que promueven los cambios en la familia a partir de los cambios sociales estimulan en su descendencia la independencia— construyeron hijas e hijos productivos, todo esto mediante un trato amoroso y responsable de la vida familiar, eso era el maternaje. Al irse modificando los ciclos vitales, estas madres van incorporando a la dinámica familiar a los yernos y nueras como hijos políticos, contrario a las madres liberales que por el solo hecho de promover la libertad sexual en sus descendientes se sienten inteligentes, restando importancia a la estructura familiar y la contención que debe partir de la disciplina para el crecimiento organizado de la vida psíquica. Esas madres se rebelaron contra la crianza que les dieron, estimularon solo la libertad sexual y no prestaron interés a la estructura como forma de contención hacia los hijos; lo demuestra, pese a la información disponible, el incremento del embarazo adolescente en edades tempranas. Dejándoles desprovistos de los núcleos de identidad y pertenencia a una familia, promoviendo una libertad absoluta, sin referencias y con normas individuales que pueden estar o no contenidas en las sociales.

Un fenómeno observado en las últimas décadas es la forma de generar conductas inadaptadas en los hijos, exagerando la inteligencia en ellos sin que tenga relación con la realidad. En algunas circunstancias el fracaso escolar es la constante, y extender la finalización de los grados escolares sin motivo corrobora que el hijo no tiene la brillantez que pregonan los padres. Ante el fracaso escolar culpan a la escuela de no proporcionar los conocimientos necesarios para el desarrollo del potencial de los hijos. Entonces, al menos en el país, no existe escuela que se adapte a las cualidades de esos seres sobredotados que han entrado en la carrera del fracaso escolar, sin capacidad de tolerar la frustración que la realidad impone a todas las personas, al estimular la creencia que son seres únicos que no tienen relación con el mundo que les rodea, cuando la realidad es que se les impone el sufrimiento como algo importante en su valoración.

El padre

Una condición surgida a mediados de la década de los ochenta es que el padre de clase media tuvo la necesidad de incorporarse al cuidado de los hijos, ya que la esposa también trabajaba; se abrieron un número importante de guarderías, y muchos de esos niños quedaban al cuidado de personas extrañas que estaban proporcionando un servicio. Como el padre perdió su condición de único proveedor, las mujeres no tuvieron que luchar para lograr que se les permitiera trabajar; la necesidad obligaba a un cambio en la dinámica social y familiar, aunque no de mentalidad; los géneros se enfrentan por un puesto de trabajo; hombres y mujeres tienen que diversificar su actuación; como anécdotas se escucha sobre el cuidado de los hijos por parte de la abuelas, pero las abuelas de la modernidad también trabajan, y en ese caso se tiene que recurrir a horarios planeados para recoger, cuidar y alimentar a los hijos. El apego estricto a un papel de género ya no es una opción, los hombres tienen que incorporar a su psique el rol de la androginia. A pesar de los cambios en la dinámica social, el hombre, en ocasiones, vive con la intención de conservar los antiguos privilegios de los proveedores y no quiere tomar las responsabilidades que le impone la realidad, donde ha perdido el papel de la única autoridad en los destinos de la familia, los cuales ahora tienen que ser consensados para lograr el acuerdo; los estilos de poder dentro de la pareja se han de alternar para permitir el funcionamiento familiar.

Se ha promovido principalmente con el padre hacer relaciones de amistad con los hijos. Una situación real es que muchos de estos hijos carecen de figura materna y paterna que representen los organizadores de la vida psíquica para la interpretación de la realidad. Pretender hacer con los hijos relaciones de amistad es una forma de negación de la realidad y una falta de compromiso de los padres para con la formación del hijo que es su responsabilidad. Frente al fracaso escolar ellos se justifican que no se explican por qué su hijo salió así, sin cuestionarse qué han dejado de hacer. Como ahora la educación es un servicio por el que se paga, dejan la responsabilidad por completo a la escuela para que eduque a los hijos por el costo económico que representa y por el tiempo que pasan dentro de las instituciones, sean escuelas o guarderías.

El principio de autoridad es diferente al autoritarismo, el escuchar es opuesto a la imposición, la displicencia se opone a la disciplina, que es la organizadora de la vida psíquica. En la práctica clínica, la plena autonomía de los hijos en edades tempranas es un disfraz del abandono, los niños tienen que ir aprendiendo por ellos mismos con muchos errores para alcanzar la conformación como personas, y con estos errores van a formar parejas y posteriormente familias.

La familia política

Cuando dos personas se unen, las familias de ambos también lo hacen de una manera simbólica y práctica sin estar relacionadas por lazos de consanguineidad; ellos conforman la parentela de los casados, es una familia por afinidad9. Al vivir juntas mediante el matrimonio o la unión libre, lo que puede determinar el curso de esta unión en mucho lo es por la familia política o parentela. Cuando incorpora a los recién casados como hijos políticos, los conflictos derivados de la convivencia se resuelven sin tanto trámite; cuando eligen vivir juntos, también van a establecer una relación con personas que no eligieron, con la unión también lo hacen las familias, el encuentro entre estas puede ser agradable o desagradable, puede o no haber conflicto, y es la familia por afinidad la que va a determinar con su influencia el tipo de relación que se pueda establecer en la nueva pareja, excepto cuando está fusionada o amalgamada, pues impide la integración de nuevos miembros.

El parentesco es una forma de organización3 de las relaciones sociales con la apertura hacia la integración de nuevos miembros. Las familias se van reproduciendo y emergiendo por la existencia de otras familias, así que la familia necesita de las familias para poder reproducirse.

La familia política de las parejas con esterilidad, con frecuencia, es el origen de los conflictos conyugales por las presiones y descalificaciones de que son objeto las personas que no pueden tener hijos: sobrenombres, burlas, asilamiento, exclusión, marginación y rechazo es lo común. Lo hacen de manera abierta o velada. Cuando es soterrada, se presentan síntomas de tipo ansioso y de tristeza por la cuota de agresión descargada al no poder enfrentar los comentarios, y si lo hacen son motivo de descalificación y acusados de conductas paranoides. Cuando existe el antecedente de que la pareja de la paciente con esterilidad es el primogénito (hijo parental), la relación es un conflicto constante con las cuñadas y la suegra.

La suegra

Existe un estigma social para toda mujer que se convierte en suegra. En la realidad las hay de muchos tipos: unas aceptan la relación del hijo o de la hija respetando la elección, otras pueden alentar o desalentar la unión; en la mayoría de las uniones, por un sesgo de género, el hombre es aceptado dentro de la nueva familia y las mujeres son cuestionadas. Si para la familia renovarse mediante la descendencia es importante, cuando enfrentan la esterilidad las críticas se desatan sobre la mujer. Si están informadas sobre los tratamientos se les está cuestionando de una manera intrusiva, y si no lo están, es constante la pregunta sobre el por qué no se embaraza. Cuando el tiempo ha pasado, las presiones se vuelven una constante, la exigencia de que explique qué está pasando se convierte en una forma de relación. Desde la literatura se ha conocido a estos personajes, algunos son lo más perecido a las brujas que por años fueron condenadas y perseguidas a lo largo de la historia, personifican y representan la maldad y la perversión. Estas descripciones hechas desde la literatura pueden tener su origen en muchos comportamientos de la realidad que por siglos se formaron para dar cuerpo a estos estigmas, aunque muchas veces, sin percatarse que ese comportamiento puede ser algo habitual en algunas personas sin que sean suegras.

Por los estigmas, al iniciar la vida en común, parten del condicionamiento que no se puede mantener una relación adecuada con la suegra, ya que esperan la intromisión en la relación en cualquier momento. La intromisión se puede iniciar cuando la pareja pierde la condición de la secrecía sobre los conflictos que están discutiendo o acordando, sobre todo durante la fase de adaptación y de recién casados, donde los ajustes son constantes sobre cómo llevar la relación recién iniciada. Tanto el hombre como la mujer tienen la tendencia a revelar todos los detalles de la relación con la familia de origen, muchas veces se le exige que tomen partido en torno a las posturas de uno u otro. Cuando se abre este espacio para someter a consenso los acuerdos que la pareja tiene que tomar, también se abre el espacio para la intromisión, para que todos puedan opinar sobre el curso de los acontecimientos. La opinión fácil es lo común, y recomiendan tomar acciones que el que recomienda no haría. Hombres y mujeres entran a la relación teniendo como antecedente que se casan o viven juntos para probar si resulta, entonces nadie está dispuesto a conceder o negociar frente a situaciones que tienen que ajustarse para lograr la convivencia. Una característica de la pareja actual es que ha perdido la formalidad en su trato, no se distingue cuándo se tiene que hablar de manera formal para llegar a los acuerdos necesarios que son decisiones de vida, y cuándo se pueden abordar los temas de una manera simple.

Se tiene la creencia que la pareja es solo para dar felicidad. Es la relación que mayor interacción presenta entre los seres humanos, después del noviazgo. Al vivir juntos se presenta la primera prueba de realidad, es donde todos los seres humanos se enfrentan ante un ser íntegro con sus características adecuadas o no para la convivencia. Toda relación tiene un fondo conflictivo de distintas magnitudes; algunas ante el mínimo desacuerdo se plantean la separación y se comunica a la familia; una vez reconciliados, la familia se queda con la sensación de que ha sido engañada, modifican la comunicación y la relación con el familiar político, se ajustan a una nueva modalidad, con los ajustes se toma confianza de la situación, se presenta otra vez el conflicto, genera inestabilidad no solo en la pareja sino también dentro de la familia, se modifican las actitudes y el trato estableciendo un conflicto permanente, criticando y calificando a aquellos que no se ajustan a la condición y estructura de esa familia. Algunas parejas no están dispuestas al acuerdo, teniendo en cuenta que los dos son seres únicos, que no tienen por qué ceder ante la petición del otro, porque eso obstaculiza la concreción de su felicidad. Las relaciones parten de un compromiso, y escuchar la palabra compromiso para algunas personas resulta aterrador, es por eso que no se quieren comprometer. Otras díadas funcionan en la simulación sin posibilidad de tratar asuntos que emplazan la estrategia de hacer longeva la relación. Todos estos encuentros y desencuentros los atestigua la suegra, quien inicia por opinar y tomar partido por la hija o el hijo; de manera indirecta se establece un campo de batalla intentando ganar posiciones en busca de tomar la delantera con las propuestas apoyando a uno de ellos.

En la guerra declarada las estrategias se van alternando, unas veces la confrontación es abierta, otras velada, otras evasivas y la común, haciendo alusión a un dicho, anécdota o situación de un conocido inexistente, que deja una moraleja o enseñanza para el familiar político, que versa sobre los hombres y mujeres y su comportamiento en matrimonio, por lo general apegados a los roles tradicionales de los géneros y a la importancia de la reproducción para mantener unida a la pareja; en otras ocasiones, con las mismas estrategias hablará sobre la posesión de la mejor receta de cocina para una determinada comida, que como es herencia familiar se tiene que atesorar, no se puede trasmitir; así, el platillo lo podrán disfrutar solo si es en su casa y hecho por ella, la mayoría de veces preparado para su hijo; la nuera, como no sabe guisar, no podrá igualarlo aun con la receta. Una vez instalada en su terreno, puede hablar sobre el aseo de la ropa, el planchado, las labores domésticas y el cuidado que deben tener para con su hijo. Inicia la rivalidad entre ellas por anticiparse a los deseos del hombre; si viven juntas las confrontaciones son a diario, si no, cada vez que se reúnen, la situación se repite hasta llegar a no asistir a los mismos lugares de reunión familiar, pero ya en la relación de conflicto; aun no estando presentes mediante los familiares, están mandando mensajes para sancionar su comportamiento y su inasistencia a las reuniones; es una conducta que atrapa a la persona que vive el acoso que termina por aislarla definitivamente.

Cuando la familia pretexta que el conflicto radica en la infertilidad, a pesar que el origen sea masculino, a la mujer se le hace responsable; se recurre a la estrategia de exhibirla públicamente mediante burlas, sobrenombres, recriminaciones y sugerir que no sirve como mujer porque no ha sido capaz de darle descendencia a la familia. Si tiene una marcada tendencia a la perversión, monta la estrategia para que la pareja se separe, insinuando encuentros con antiguas novias que probadamente pueden lograr el embarazo, están en proceso de divorcio y son buenas mujeres; puede facilitar los encuentros o solo dar recomendaciones para que la busque y darse otra oportunidad.

El factor decisivo es la suegra; como es la mamá, el esposo no asume la defensa de la pareja. La actitud de la suegra es el origen de la confrontación entre ellos, por el comportamiento de la familia política se abre un abismo entre la pareja, que conforme se van produciendo nuevos desencuentros la distancia se amplía. Una de las funciones de la familia política es mantener las redes familiares y sociales de la pareja, pero su contraparte es que puede ser un factor decisivo para conflictuar a la pareja sin hijos. Si la mujer con infertilidad se siente culpable o tiene remordimiento en esa sensación se va incrementando la labilidad emocional por los comentarios, al tener la sensación de vivir en falta y tener atención selectiva sobre los hijos. A la mujer con infertilidad es fácil conflictuarla y propiciar que sea dañada por las personas del núcleo familiar secundario. A pesar de todo el conocimiento generado por la medicina reproductiva, un mito que ha perdurado es sobre el instinto materno, es por eso que la mujer se siente responsable por no lograr tener descendencia, a pesar que el origen de la infertilidad sea el hombre.

Una característica del padre como suegro es que, por lo general, no se involucra en las relaciones de las parejas y no por ecuanimidad, sino por parecer indiferente. La intervención del suegro se da de manera indirecta: comentarios neutrales, descalificación en privado o enterándose con información de segunda mano sobre los acontecimientos. Su intervención en los problemas es directa cuando él siente que los acontecimientos han rebasado la capacidad de negociación de los demás integrantes de la familia y pretende asumir el rol de autoridad.

La familia y la clínica

Los nombres del tipo de familias contemporáneas3 son amplios y van desde conyugal, monoparental, múltiples, nucleares, ampliadas, reconstituidas a neoparentales; son una constante, y es por eso que según se definan y se conceptualicen a ellas mismas es que van creando sus realidades propias, lo que complejiza su estudio y conceptualización para el trabajo en psicoterapia. La diversidad de esas manifestaciones no hace que pierda los principios básicos que son derivados de lo cultural y lo social. Todas las familias tienen en común que a partir de la cultura se constituyen como grupos característicos. En lo instrumental, una familia no se parece a otra, aun entre los miembros hay características que los hacen diferentes, aunque mantienen un hilo conductor de identificaciones dentro del grupo familiar primario. En la integración y su dinámica, los lazos de afecto, y como mostrarlos, van a estar influenciados por lo cultural, lo social y lo individual, que va a formar primero la subjetividad, después la intersubjetividad y finalmente la trans-subjetividad.

Cada individuo tiene introyectada a la familia de manera diferente; dependiendo del lugar que ocupa y que se le asigna, la forma de interpretar la realidad y la relación que mantenga con los padres va a determinar la vivencia dentro del núcleo familiar. Como ejemplo de lo complejo que es definir una relación familiar, es cuando unos padres ya divorciados siguen manteniendo relación para la crianza de los hijos; si bien el compromiso es parcial, se llevan mejor que cuando estaban casados; con un trato amistoso o por intereses es por lo que mantienen la relación en apariencia armónica, con cuotas altas de agresión y descalificación. Esas relaciones aún sin definir son las que van introyectando los hijos; se aprende que ellos al momento de hacer pareja pueden mantener las relaciones sin definir, haciendo una convivencia relativa y sin compromiso; los introyectos determinan esencialmente el tipo de relación que puedan establecer hacia el futuro y será determinada por la dinámica propia que puedan establecer.

La familia sitúa a los individuos dentro de la estructura social y puede ser facilitadora u obstáculo para la identidad individual10; puede generar crisis de identidad, o formar conflictos internos y externos; los cambios en el ciclo vital pueden ser nuevos conflictos por las limitaciones de incorporar los cambios a las familias. Unas son protectoras de la tradición al otorgar mayor jerarquía al género masculino. Es en el espacio privado donde se reproduce la vida cotidiana, los papeles de género acentuados o indiferenciados entre hombres y mujeres; la cohesión puede dejar poco espacio para la expresión de la individualidad, ahí se definen los mecanismos para la aceptación de nuevos miembros —vía el matrimonio—, cuando se integran los nuevos miembros la puerta de entrada a la familia política depende de cómo lo incorpore la pareja; si ante las primeras críticas la defensa no es tajante, se abre el espacio para la intromisión, la descalificación y la escalada conflictiva; si el hijo es el parental, los conflictos se acentúan, visto que la nueva integrante viene a privar del ingreso económico, el cariño y atención que ese hijo daba a la familia7.

Frente a todos los conflictos internos, los hermanos, cuñados o con personas de fuera someten frecuentemente a la familia a pruebas de lealtad; al no lograrlo, con el desacuerdo inician las rupturas familiares.

Aunque donde se prueba la estructura y la integración de la familia es frente a la repartición de una herencia, a las parejas con infertilidad por lo general se les cuestiona si es conveniente heredarlas, puesto que ellos ya no tendrán a quien heredar. Las críticas por la adquisición de propiedades son frecuentes, y para no incluirlos en la repartición se pretexta la infertilidad; las que funcionaban como una estructura sólida frente al dinero, esa estructura se desquebraja y se vuelve un campo de batalla. Sucede lo mismo con una casa de interés social ubicada en una ciudad perdida que con las propiedades ubicadas en lugares de alta plusvalía, a la disputa no solo entra la esposa, los hijos, las nueras y los yernos, el enfrentamiento no solo es entre hermanos: la disputan los nietos, sobrinos, primos y tíos, siempre en busca de quedarse con la mayoría de los bienes, justificando que es el patrimonio de sus hijos y que tienen derecho sin que les haya costado nada. A lo largo de la historia, las familias desintegradas tienen su base en una herencia en disputa; en ciertas situaciones llegan a acuerdos aun en contra de la voluntad del testador, manteniendo un equilibrio que está en constante amenaza, ya que ante un menor desacuerdo se da la ruptura irreconciliable.

En la familia, la comunicación es un punto cardinal para adquirir el sentido de pertenencia y fomentar la cercanía entre ellos. La pregunta es qué se comunica y cómo se comunica; pocas son las que ofrecen la capacidad real de la comunicación, que son capaces de solucionar sus problemas, porque la convivencia en cualesquiera de sus modalidades genera conflictos; el núcleo familiar está más expuesto por la cercanía afectiva; los conflictos pueden ser externos o internos; si se tiene canales adecuados de comunicación es posible solucionarlos, y si esos canales están llenos de condiciones, no permiten la comunicación abierta, convirtiéndose en una simulación: los sarcasmos, la burla, el optimismo, la festividad, la trivialización, y el sentimentalismo exaltado por los pequeños acontecimientos son maneras sutiles de evitarla, disfrazando la esencia de lo que se tiene que solucionar; por lo general, esta forma de comunicar no lleva al enfrentamiento, sino a posponerlo, con el riesgo que se vayan incrementando aún más los problemas en la comunicación. Nadie está exento de conflictos por las propias vivencias. Un mito es que los problemas se solucionan solos al paso del tiempo sin que nadie intervenga, otra manera es dejar pasar las situaciones hasta que por su propia naturaleza estallan y generan una crisis de mayor intensidad.

Conclusiones

En la intervención psicológica a las pacientes y sus parejas con infertilidad, se puede observar que la mayoría de las familias tienen conflictos emocionales derivados de las coaliciones, formas de control mediante el chantaje, dominio sobre las emociones, rechazo, descalificación, o abuso psicológico, prohibiendo la expresión de los afectos.

Se cree que todas las familias tienen las mismas características sobre el intercambio amoroso plagado de satisfactores afectivos, seguridad emocional, protección del exterior, confirmación de pertenencia: funciona como protector contra la soledad y la violencia. Estas creencias cobran vida como mitos, por razón de que ese ideal de la familia se encuentra en oposición a lo que viven algunas personas dentro de su núcleo, y es motivo para que se presenten alteraciones en la salud psicológica, dado que no corresponden con la realidad; algunos establecen una lucha continua para alcanzar este ideal.

Las familias se hacen disfuncionales cuando no hacen cambios generacionales e intergeneracionales. Toda familia pasa por una desestructura pasajera por la incorporación y la formación de una nueva familia conyugal dentro de su núcleo. Una premisa de la familia mexicana contemporánea es que la mayor parte de la vida se vive dentro de este grupo (más allá de los treinta años); solteros o casados, esa independencia tardía es frecuente como fuente de conflictos, teniendo en cuenta que se muestra indiferenciación como adultos o adolescentes en su funcionamiento; aunque sean mayores de edad, en el trato familiar nunca alcanzan la mayoría de edad.

En la familia se incorporan las reglas sociales y cómo se manejan dentro de la sociedad. Actualmente existen padres trasgresores de la ley y fomentan en sus hijos esa misma percepción de que la trasgresión es una forma de ser listo.

La pareja sigue siendo una alternativa para la relación entre los hombres y las mujeres para dar paso a una familia, aun con las modalidades del mundo contemporáneo; no se han planteado otras modalidades para la convivencia entre los géneros que puedan sustituir a la pareja, gracias a que es una fuente importante de salud psicológica.

En la pareja con esterilidad, la manera de manejar a la familia política es comunicando solo decisiones, sin intentar someter a conceso sus acuerdos sobre tratamientos o adopción.

La familia contemporánea aun con sus cuestionamientos sigue funcionando. Las modalidades de funcionamiento son una realidad, y con esa realidad se tiene que intervenir cuando se requiera para hacerlas funcionales, pues dentro de estas se construyen a los individuos que posteriormente van a formar parejas y nuevas familias. Con la intervención psicológica se puede romper con mitos que generan conflictos entre la pareja, los hijos y con otras familias.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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