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Inicio Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía Migrantes en el socialismo: el desarrollo cubano a debate
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Vol. 45. Núm. 176.
Páginas 107-132 (enero - marzo 2014)
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Páginas 107-132 (enero - marzo 2014)
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Migrantes en el socialismo: el desarrollo cubano a debate
Migrants in Socialism: A Debate on Cuban Development
Émigrants issus du socialisme: le développement cubain porté au débat
Emigrantes no socialmismo: o desenvolvimento cubano em debate
社会主义移民: 对古巴发展的一个争论
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Edel J. Fresneda
* Universidad Autónoma de Zacatecas, México
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Resumen

En este breve ensayo, se presentan nodos conceptuales que permiten caracterizar la emigración cubana más reciente, como un resultado de características inherentes a la heterogeneidad productiva. Se explica, cómo se manifiesta la limitación relativa del consumo en un ambiente de bienestar, además, cómo incide el intercambio desigual en ese proceso, e infiere el papel que la migración adquiere por medio del término compensación de desigualdades estructurales. Implícitamente se valida la emigración económica como secuela de las distorsiones estructurales que componen la heterogeneidad productiva socialista.

Palabras clave:
heterogeneidad productiva socialista
limitación relativa del consumo
compensación de desigualdades estructurales
migración
Cuba
Abstract

This brief essay introduces the concepts that characterize recent Cuban emigration as a result of features inherent to productive heterogeneity. It explains how the relative limits on consumption in a welfare environment are manifested, as well as how unequal exchanges affect this process. This text draws conclusions on the role of migration and compensation for structural inequalities, implicitly concluding that economic emigration is a consequence of the structural distortions of socialist productive heterogeneity.

Key Words:
Socialist productive heterogeneity
relative limits on consumption
compensation for structural inequalities
migration
Cuba
Résumé

Dans ce bref essai sont présentés des nœuds conceptuels qui permettent de caractériser l'émigration cubaine la plus récente comme un résultat de caractéristiques inhérentes à l'hétérogénéité productive. Il est expliqué comment se manifeste la limitation relative de la consommation dans un climat de bienêtre, et de plus, comment influe l'échange inégalitaire dans ce processus, et il en est inféré que l'émigration joue le rôle de compensation d'inégalités structurelles. Implicitement, il est validé l'idée que l'émigration économique est une séquelle des distorsions structurelles qui composent l'hétérogénéité productive socialiste.

Mots clés:
hétérogénéité productive socialiste
limitation relative de la consommation
compensation des inégalités structurelles
émigration
Cuba
Resumo

Neste breve ensaio, se apresentam nodos conceituais que permitem caracterizar a emigração cubana mais recente, como um resultado de características inerentes à heterogeneidade produtiva. Explica-se, como se manifesta a limitação relativa do consumo num ambiente de bem-estar, ademais, como incide o intercâmbio desigual nesse processo, e infere o papel que a migração adquire por meio do termo, compensação de desigualdades estruturais. Implicitamente se legitima a emigração econômica como sequela das distorções estruturais que compõe a heterogeneidade produtiva socialista.

Palavras-chave:
heterogeneidade produtiva socialista
limitação relativa do consumo
compensação de desigualdades estruturais
migração
Cuba
摘要

本篇短文介绍了概括古巴近期移民特征的概念, 这些特征是源于生产异质 性。 它解释了在福利环境下消费的局限性以及不平等交换对这一个过程的 影响。 本文总结了移民和补偿对结构不平等的影响, 认为经济移民是社会 主义生产异质性的结构扭曲的结果。

关键词:
社会主义生产异质性
消费的相对有限性
对结构性不平等的补偿
移民
古巴
Texto completo
Prólogo ineludible

Cuba tiene una matriz organizativa y productiva distinta a la predominante en el contexto continental, sin embargo, presenta similitudes en cuanto a la inserción en el comercio mundial, la cual se produce bajo pautas históricas de intercambio desigual. Ésta es una gran premisa de la que parte este ensayo, el cual intenta dilucidar los rasgos internos y de inserción internacional que distinguen al caso cubano y cómo se relacionan con las características que asumen sus flujos migratorios externos.

Tal objetivo hace necesaria una reconstrucción teórica de las principales características que recogen la especificidad de la isla y que se sintetizan en el concepto de heterogeneidad productiva socialista.1 Ello supone una reevaluación (y actualización) de las consuetudinarias interpretaciones que han construido, las ciencias sociales a lo largo de todos estos años, sobre esos factores.

Proposición conceptual y debate sobre el desarrollo y la emigración en cuba

Las formas tradicionales de producción que perviven en los países de la periferia son resultado, a la vez, de las condiciones exógenas que interactúan e influyen de manera análoga en los procesos endógenos. Estos últimos refuerzan peculiaridades inherentes a las normas y procesos de interacción sociopolíticos en cada sociedad. Ambas direcciones reflejan un círculo vicioso que se expresa en la dificultad de esas formas tradicionales para relacionarse e intercambiar de manera ventajosa y provocar así saltos cualitativos de desarrollo en los espacios de interacción globales. Por ello, la heterogeneidad estructural, los círculos viciosos que se crean y mantienen y la subordinación y/o dependencia regulada por mecanismos de interacción entre los países, son el resultado/causa de la prevalencia de esas formas tradicionales.

Actualmente las lógicas políticas que predominan en los países de la periferia se caracterizan general e implícitamente, por obliterar: el desarrollo y cierre de brechas sociales, el alcance de las políticas públicas y la eficacia en el logro del desarrollo humano. De tal suerte que las condiciones externas, pero más específicamente el intercambio desigual (ventajas en los países centrales en la producción, innovación y tecnologías), condiciona procesos de reproducción o ampliación del crecimiento a partir de formas “globalizadas” de interacción, como la inversión extraterritorial hacia sectores económicos sin un claro beneficio social (una responsabilidad social relativa) que busca como fin supremo la ganancia de las empresas y origina contradicciones que afectan a distintos grupos sociales y al medio ambiente.

Al respecto, Furtado (1993) afirma que el estancamiento (o círculo vicioso) que se mantiene en el subdesarrollo, surge con relación en la interacción de las fuerzas que intervienen en el intercambio internacional y condicionan la formación de precios relativos en una situación de interrelación que supone la perpetuación del subdesarrollo en lo interno y no su superación en etapas. Estas fuerzas tienen una génesis histórica y explican el proceso que influye en la pérdida del dinamismo en determinados ámbitos de las sociedades latinoamericanas subdesarrolladas. En este sentido, son varias las derivaciones en torno a la supeditación que se manifiesta desde esas unidades a los espacios más generales de interacción: dependencia tecnológica —factor exógeno—, el comportamiento de la demanda (factor interno), la dependencia cultural asociada a la tecnológica con normas de consumo vinculadas a patrones externos, entre otros.

Entre las evidencias que demuestran la evolución de los procesos y rasgos endógenos de crecimiento están: el tipo de heterogeneidad estructural (con especial atención sobre las diferencias en los encadenamientos productivos hacia atrás y hacia delante), el papel de las tecnologías y su uso en los sistemas productivos, el tipo de bien que se produce y comercia bajo un estado determinado de desarrollo de las fuerzas productivas, con especial atención del progreso en las capacidades de la fuerza de trabajo. La gravedad viciosa o distorsionada, o la trayectoria positiva o virtuosa de tales factores, se vinculan estrechamente con los efectos o secuelas del intercambio comercial internacional desigual, y con las estrategias, que en el plano interno se siguen, para la interacción virtuosa y el salto cualitativo del desarrollo. En síntesis, cuando la interrelación de éstos es negativa se configura, según Hirschman, una situación de equilibrio entre múltiples círculos viciosos (Hirschman, 1970: 5). La descripción de esas interacciones entre los factores internos y externos permiten analizar las peculiaridades de una formación económico-social (Kay, 1989).

Por diversas causas, en el caso de Cuba, hay una permanencia de formas tradicionales de producción y de una posición de desventaja en el intercambio de mercancías internacionales; al mismo tiempo que procesos sui géneris de promoción del desarrollo social y humano, bajo lógicas políticas endógenas que hasta la actualidad son disruptivas dentro del capitalismo global. De tal suerte que, simultáneamente, coexisten ámbitos productivos con bajos encadenamientos y niveles de innovación con un capital de conocimiento desaprovechado que ha adquirido una potencialidad para promover procesos de investigación y desarrollo no fehacientemente integrados o utilizados en el proceso de desarrollo de la isla. Por ello, la relación migración y desarrollo en Cuba evidencia problemas actuales del desarrollo cuyo abordaje epistemológico adquiere una connotación crucial no sólo para abordar el manoseado y singular caso del socialismo caribeño, sino por extensión, algunas de las peculiaridades del desarrollo periférico como lo son las contradicciones entre los factores exógenos y endógenos y la influencia de cada ámbito en el desarrollo de una unidad en el espacio más general de interacción.

Algunas de las cuestiones que inducen a discutir sobre cuáles son los problemas de desarrollo que enfrenta la isla y que condicionan la presencia de una emigración sistémica son: ¿por qué la emigración desde un ambiente de desarrollo humano?, ¿cuáles son las condiciones presentes que incitan, paulatinamente de forma más nítida, a la presencia de una exportación de fuerza de trabajo? y, por último, ¿es la emigración el resultado de la hegemonía de lógicas políticas contemporáneas y endógenas esencialmente, y/o por el contrario, además, la consecuencia de factores históricos en el ámbito productivo de la isla y la ausencia de saltos cualitativos en las peculiaridades de su condición periférica?

Para responder a la cuestión más general de este artículo de porqué la relación migración y desarrollo de la isla se explica a partir de cuestiones referidas a su desarrollo histórico, se escoge el periodo de aumento del proceso emigratorio: de 1959 a la actualidad. Sobre todo, porque coincide con la ascensión de políticas y estrategias de desarrollo cuyo resultado más explícito ha sido el logro de un capital o desarrollo humano. Bajo esta lógica se entiende que, el desarrollo humano (pnud, 1990), presente en la isla, se logró bajo una trayectoria ascendente de encadenamientos productivos aunque tácitamente distorsionados, no consiguiendo por ello generar saltos cualitativos endógenos que superaran la condición periférica y de subdesarrollo de la isla. La distorsión se manifiesta porque eran sostenidos esos encadenamientos por una demanda de bienes primarios desde un tipo de intercambio internacional preferencial con un saldo parecido al que describe Albert O. Hirschman (1987) con su definición de efecto goteo. El saldo más positivo de todo ello, fue el desarrollo de las capacidades de la fuerza de trabajo, aunque basado en un “equilibrio” de múltiples círculos viciosos en el plano interno de la economía. Desde ellos, es reconocible una inestabilidad estructural, que se explica por la insostenibilidad endógena a largo plazo y la dependencia a la compensación internacional que ha tenido el desarrollo social a partir de la decadencia del desarrollo económico interno, con brechas sociales cerradas2 real o potencialmente, y que tiene en la actualidad especiales discapacidades para insertarse en el intercambio global desigual, tanto internas, como externas –profundizadas, niéguese o no, por el conocido bloqueo de Estados Unidos. Por ello, en esta propuesta conceptual, se identifican características que conforman la heterogeneidad productivo socialista, dentro de las que se pueden citar como más relevantes:

  • a)

    En el orden interno:

    • La pervivencia de círculos viciosos que afectan la estructura productiva, con la presencia de capacidades de desarrollo tecnológico no eficientemente utilizadas en la producción de bienes. Este proceso ha afectado el desarrollo socioeconómico del socialismo.

    • Una compleja y heterogénea composición sectorial con unidades productivas sin lógicas propias, con el predominio de la propiedad social o colectiva y con débiles encadenamientos entre sí.

    • Un amplio gasto fiscal que se utiliza en el cierre de brechas sociales y lograr, con ello, aceptables estándares de equidad, pero sin un ajuste orgánico a las capacidades de generación de excedentes (capitales) o recursos para su sostenimiento.

    • Pocos incentivos para el crecimiento de la productividad, donde los bajos salarios operan como un mecanismo de ampliación de las brechas de pobreza con la intensificación de la “limitación relativa del consumo” a pesar de los ingresos contenidos en las políticas sociales.

    • Presencia de importantes recursos humanos por sus niveles educacionales y de formación pero con un proceso de deterioro de la fuerza de trabajo que se manifiesta por una limitación relativa del consumo a partir de los bajos ingresos.

  • b)

    En el externo:

    • Una incapacidad sistémica reflejada en producciones con bajo valor agregado en los bienes que se producen, poca innovación y prevalencia de formas tradicionales, entre otros, para interactuar en espacios amplios dominados por la producción de bienes con menor costo productivo y mayor tecnología. Ello ha originado un déficit comercial crónico, con especial influencia de las importaciones e ineficiente desarrollo industrial.

Una cuestión cardinal, que aún genera debates, es la dependencia de los sectores externos, y cómo ese proceso ha condicionado déficit ostensibles en el crecimiento económico. José Luis Rodríguez (2011) realiza un balance en torno a algunos de los elementos que están en la base de nuestra argumentación. En primer lugar, expone los logros de la heterogeneidad productiva cubana y del Estado-agencia en la superación de brechas sociales, el mantenimiento de la independencia política y la instrumentación de estrategias de desarrollo encaminadas a la búsqueda de niveles de equidad y redistribución de la riqueza. En segundo lugar, analiza la manera en cómo se llevaron a cabo las estrategias, donde la superación de la dependencia económica representa para él, y a diferencia nuestra, un hecho consumado. Frente a esa postura, aquí se entiende que el desarrollo social es un logro significativo que, sin embargo, se alcanzó sin una base económica a largo plazo de “manera orgánica y sostenible”, ello obedece, entre otras cosas, a las incapacidades de la economía cubana para competir ventajosamente en el comercio mundial como exportador de bienes con valor agregado y no solamente materias primas, a lo que se suman deficiencias en la innovación tecnológica. Un aspecto relacionado es la incapacidad del mercado laboral de asimilar una fuerza de trabajo con altas capacidades. La relativa dependencia es, precisamente, un rasgo que coadyuva a la pervivencia de esos aspectos y sobre ella algunos autores hacían hincapié desde antes:

[…] la estructura de las importaciones cubanas mostraba en la década del ochentas rigideces –muy acentuadas en los años noventa– que multiplicaron la vulnerabilidad del crecimiento respecto los factores externos. Si en 1989 los bienes de consumo, sobre todo alimentos, representaban 10.4% de las importaciones, en 1995 esa proporción había alcanzado 20.9%. El hecho de que fuera una proporción creciente de un total de importaciones decrecientes puso de relieve que la elevada dependencia en la importación de bienes imprescindibles, como los alimentos, hace inevitable cualquier “ajuste” en materia de importaciones se produzca por la vía de los medios de producción (bienes intermedios y sobre todo bienes de capital), lo cual afecta directamente la propia capacidad de reproducción de la economía (Carranza et al., 2000: 18).

Un aspecto que incide en todo el conjunto manifestado, es la productividad. Resulta extremadamente limitado o prácticamente nulo el excedente disponible para satisfacer formas diferenciadas de consumo o cubrir inversiones en un nivel reducido de productividad, siendo difícil que se produzca por acción endógena, un proceso de acumulación de capital (Furtado, 1984). Este aspecto se entiende como el origen del círculo vicioso (o distorsiones) más amplio que tipifica a la isla. Aun cuando se esperarían diferencias a partir de la prevalencia de lógicas políticas socialistas en el plano interno, que efectivamente han promovido el desarrollo social y el alcance de niveles de desarrollo humano y de equidad bajo un proceso de ruptura con la política hegemónica internacional, no ha habido un cambio cualitativo en cuanto a la incorporación de producciones y valor agregado en los bienes producidos que cambiasen la posición dependiente de la isla en relación con la necesidad de bienes intermedios de producción y de consumo.

En tal sentido, el pedestal de los cambios sociales y del desarrollo humano ha estado sustentado en procesos productivos que han hecho difícil la redistribución socialista, siendo afectados en ese proceso los ingresos de la fuerza de trabajo (ampliándose la limitación relativa del consumo) y, con ello, la movilidad social y la satisfacción de necesidades básicas. Un elemento que no es menos importante en esa correlación, es el error de concebir el desarrollo con la ausencia –a partir de lógicas políticas de propiedad social sobre los medios de producción– de agencias y unidades con raciocinios propios que pudiesen participar en la promoción del desarrollo y que en la actualidad se intenta corregir.

En un contexto de vastos esfuerzos por satisfacer las necesidades básicas de la población en cuanto a sus capacidades (visto desde un prisma de desarrollo humano), la baja productividad es un freno sustancial que provoca la inestabilidad en los procesos de redistribución, movilidad social y equidad, sobre todo, porque la capacidad productiva y su incremento carece de encadenamientos eficaces y de estímulos que sirvan como acicate para salir de círculos viciosos en el orden productivo. Bajo esos principios de funcionamiento, al competir como unidad en los espacios de interacción globales se perpetúa la dependencia al intercambio internacional global.

El déficit de nuevas combinaciones de factores de producción y de normas asociadas a la innovación no permite el aumento de la productividad, porque el ingreso social real –suma de bienes y servicios– se ensanchó por coyunturas sociopolíticas e históricas, donde el intercambio preferencial con “otros” espacios de interacción permitió esa ampliación sobre la base del gasto público y las inversiones en servicios, al mismo tiempo que solidificó otras “deficiencias”, que también pueden ser traducidas en círculos viciosos aunque con peculiaridades intrínsecas. Problemas estructurales como la baja productividad, el crecimiento desbalanceado con encadenamientos productivos que produjeron círculos viciosos, la baja tasa de acumulación, la pervivencia de formas tradicionales que no potencian el desarrollo de las fuerzas productivas, la preponderancia de los servicios en la estructura económica y la dependencia de los sectores externos, entre otros, influyeron en recientes conflictos que afectan el desarrollo social alcanzado en la isla.

En el sistema de redistribución del ingreso, el salario no opera como un incentivo para el incremento de la producción y el desarrollo de las fuerzas productivas, como debería ser su función y tampoco permite mecanismos de movilidad social que sean visualizados nítidamente por la fuerza de trabajo. Antes bien, la homogeneización relativa del salario, que durante largo tiempo imperó en la isla, lejos de reducir, tiende a ampliar las brechas socioproductivas y, por ende, a perpetuar y profundizar la heterogeneidad estructural. De esta manera, el cambio en las relaciones sociales no propició transformaciones en las dinámicas de generación de excedente económico, lo que distorsionó los mecanismos y alcances de la distribución social de la riqueza, y ello, a su vez, no modificó la condición periférica o subdesarrollada del socialismo cubano.

En los conflictos inherentes a la heterogeneidad productiva socialista es posible reconocer que la heterogeneidad estructural sui géneris no genera/induce la innovación y la productividad de manera orgánica, lo que conlleva una especial desventaja en el intercambio internacional. En un sentido histórico, el “desliz” fue menospreciar la percepción de que, “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella […]” (Marx, 1859: 353). Desde un punto de vista marxista, para explicar estos fenómenos, es posible argumentar que se necesitaban condiciones materiales de existencia óptimas en el propio seno de la sociedad “antigua” (capitalismo al socialismo) para avanzar hacia relaciones de producción superiores. Ello implicaba la utilización de grupos y clases dinámicas en la generación de incentivos y aspectos de productividad e innovación. De ahí que lo sui géneris del proceso mediante el cual hubo un traspaso de las formas de propiedad sobre los medios de producción de privadas a colectivas, con el mejoramiento de las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo en el subdesarrollo, fue que el valor de cambio de las mercancías y bienes dirigidos al intercambio internacional, se mantuvo relacionado con procesos no incrementales e ineficaces de productividad e innovación. Esto último describe la similitud sistémica que en el caso del socialismo caribeño se plasma en relación con sociedades periféricas capitalistas en un sentido teórico. Sobre todo el costo de producción de bienes no logró alcanzar niveles óptimos o eficientes relacionados con otros sistemas productivos en el plano internacional. En tal sentido, si se atiende a la tesis marxista de que el mercado no define los precios de las mercancías sino las condiciones en las cuales se producen,3 una conclusión importante hasta este punto es que la posición de Cuba en el mercado internacional se mantiene, además, por condiciones internas en el sector productivo.

Como ya se ha mencionado, en este contexto y por esas causas, los salarios históricamente han estado disociados de los niveles de productividad. La retribución de la fuerza de trabajo –con una destreza media relativamente alta– no se adecua a la capacidad de cada cual, lo que incidió en los procesos productivos. Bajo un prisma ético de superación del “antiguo sistema” –además de aquella mediana y pequeña burguesía siquitrilladas, equivocadas de la vida– la percepción política de igualdad, mantuvo por décadas una retribución igualitaria y equitativa por medio de los ingresos y el salario, que no atendía a las diferencias de productividad. Esta política anuló de facto los incentivos socialistas para el crecimiento de la productividad del trabajo. La política de pleno empleo sin ajustes formales a esquemas productivos y planes económicos también coadyuvó a los bajos niveles de productividad y eficiencia. Carlos Marx (1859) en su Prólogo para la contribución de la economía política ponía atención sobre ese asunto: el valor de la fuerza de trabajo encierra distintas cantidades de trabajo para su producción por lo que debería encontrar distintos precios en el mercado laboral.

En este sentido, “lo necesario y lo inevitable” fue obviado por las políticas económicas matizadas por un componente ético y humanista esencial, pero no adecuado a la realidad socioeconómica de la isla. El exiguo excedente que en estas circunstancias internas se genera es insuficiente para cubrir todos los aspectos contenidos en las políticas de redistribución y para la necesidad de desarrollo de las fuerzas productivas, salvo segmentos muy concretos en la estructura productiva. La política de pleno empleo, que lejos de aprovechar el potencial productivo de la fuerza de trabajo tiende a subemplearla y desaprovechar sus capacidades, expresa quebrantos por la presencia de: a) trabajadores que no son necesarios en esquemas productivos, b) incremento del tiempo de trabajo empleado con el estancamiento de la productividad, c) bajos salarios al no crecer la productividad (patrones de competitividad alejados por el bajo incremento del valor del bien que se comercia) con un deterioro de la fuerza de trabajo y d) escaso crecimiento de las fuerzas productivas por los bajos incentivos en la producción, además de otros factores. Al respecto, uno de los protagonistas más conocidos de la Revolución cubana apuntaba algunas ideas:

Si una sociedad […] ignora (las relaciones internacionales de intercambio) durante un lapso largo, sin desarrollar fórmulas nuevas y exactas en su reemplazo, creará interconexiones que configuren su propio esquema del valor, congruente en sí mismo, pero contradictorio con las tendencias de la técnica más desarrollada […] esto puede provocar atrasos relativos de alguna importancia y, en todo caso, distorsiones a la ley del valor en escala internacional que hagan incomparables las economías4 (Guevara, 1977: 25).

Resulta esclarecedor hacer explícitas algunas de las dimensiones que componen ese complejo entramado y que son recuperadas desde las ciencias sociales cubanas. En primer lugar, es discernible una inestabilidad estructural (Doimeadiós, 2007)5 que se refiere a la interrelación entre un deficiente crecimiento económico, que redunda en una limitada capacidad de acumulación, y la presencia de un desarrollo social basado en subsidios, que no se corresponden con el excedente disponible. En este sentido, el desequilibrio manifiesto se caracteriza por una crisis sistémica no superada y se explica a partir de las diferentes estrategias de desarrollo presentes en la isla y las coyunturas en las que fueron establecidas (Rodríguez, José L., 2011; Triana, 2004, 2010; García y Álvarez, 2008; Pérez Villanueva, 2009); además, con la prevalencia de distorsiones estructurales de especial significación en el conjunto (Torres, 2011; Carranza y Monreal, 1997).

En segundo lugar, hay una limitación relativa del consumo, que alude a la presencia de ingresos bajos relativamente igualitarios, con reducidos diferenciales salariales, para una fuerza de trabajo con alta capacitación (Vidal, 2008,2009; Espina, 2009; Ferriol et. al., 2006; Togores, 2003, 2008) que presenta un deterioro paulatino e incide en el crecimiento de la diferenciación social. Ello propicia una desventaja comparativa en la exposición al intercambio internacional que redunda en una modalidad de intercambio desigual mediante la transferencia al consumo familiar o local de los precios de las mercancías internacionales mediante las importaciones (Nova González, 2008). Esa exposición se manifiesta de acuerdo a las diferencias (distorsiones estructurales) en la estructura productiva con respecto a otras unidades que concurren en el intercambio, que a su vez implica una tasa de ganancia (en este caso, de excedente) insuficiente para procesos universales de redistribución.

Y, en tercero, una compensación de distorsiones estructurales, que se refiere a las estrategias, conscientes e inconscientes, que buscan contrarrestar por medio de la emigración algunos de los efectos socioestructurales de las distorsiones propias del sistema productivo cubano y su interacción en el contexto global. Las distorsiones estructurales internas no se explican por factores de dominación económica y política externa como ocurre en el caso de la migración forzada6 bajo la égida del capitalismo neoliberal. Esto no significa, empero, un aislamiento del contexto global, sino una forma diferente de insertarse en él. Las distorsiones estructurales derivan, entre otras cosas, en un deficiente uso de la fuerza de trabajo por los relativamente deficitarios espacios de inclusión en el mercado laboral interno, que son parcialmente compensados por los procesos asociados a la emigración. Este fenómeno se manifiesta como una secuela de los efectos de la heterogeneidad en el sistema de relaciones sociales internas con brechas económicas y/o sociales abiertas, las decisiones familiares e individuales relacionadas con la reproducción social, y los mecanismos de integración de la unidad nacional a los espacios de interacción globales. La compensación denota el flujo entre unidades estructurales diferenciadas atendiendo a los procesos de movilidad social y el consumo, que en el caso de Cuba tiene que ver con los procesos de segmentación socioclasista (referida a las diferenciaciones sociales que se manifiestan en la isla en función de los ingresos). También se hace uso de este vocablo por la perentoriedad en la incorporación de la fuerza de trabajo al comercio internacional como un recurso económico, asegurando traspasos de la economía internacional, a la nacional e inclinando la balanza comercial a saldos positivos en la relación importación-exportaciones de bienes.

Lo que Doimeadiós (2007) y otros autores definen como distorsiones (y/o deformaciones) estructurales (Doimeadiós, 2007: 49), que desde la eficiencia productiva generan insustentabilidad al desarrollo social, se refieren a procesos de inversiones iniciales que no generaron círculos virtuosos y que, con el tiempo, afectaron las variables cruciales como el empleo y el consumo. Concomitantemente, el comportamiento de la interacción en escala global de la isla, al asentarse en estas distorsiones estructurales, tienden a perpetuar formas tradicionales de reproducción económica cuyas secuelas más evidentes son la vulnerabilidad externa, baja productividad en la totalidad de los factores con un carácter restringido en la oferta hacia el mercado interno, aun habiendo existido una demanda externa sostenida y creciente de productos que generaron el desarrollo de áreas muy restringidas.

Las estrategias preponderantes en la evolución productiva cubana corresponden al proceso descrito por Hirschman (1987) como efecto goteo, ya que en determinados periodos hubo una demanda de productos en la mayor de las Antillas (níquel y azúcar, fundamentalmente) que permitieron un crecimiento parcial o focalizado de segmentos dentro de la estructura productiva, pero inhibieron la creación de círculos virtuosos de crecimiento con nuevos encadenamientos hacia sectores emergentes o modernos. Si a ello se le suma la desproporción en la estructura económica que significan los servicios y los sectores de profesionales formados en esa áreas, es posible explicar en parte el subempleo que ha sido sostenido por una política particular de pleno empleo como un logro político. Más aún, los encadenamientos logrados no procesaron nuevos productos para la expansión de la industria, ni lograron un crecimiento efectivo en ausencia de normas productivas matizadas por un saber tecnológico y sin dotaciones naturales significativas con relación a los factores. En este sentido, es posible inferir que las remesas y, por otra parte, las divisas que se obtienen en el intercambio de fuerza de trabajo en la actualidad, tienen un peso coyunturalmente importante en el sostenimiento de la estrategia de desarrollo actual. No en poca medida influyen en la gestión del amplio gasto social y en el comportamiento fiscal.

La ausencia de un excedente suficiente y el crecimiento de la diferenciación social en un ámbito con predominio de la propiedad social sobre los medios de producción, evidencian que no es exclusivamente el cambio cualitativo de propiedad lo que explica las desigualdades en una condición de heterogeneidad productivo socialista, sino la sinuosa relación entre los bajos ingresos y salarios, en un ambiente de amplios subsidios. Ello provoca una relativa homogeneización de la fuerza de trabajo que incide en los niveles de productividad, al anular los incentivos materiales para el desarrollo productivo que, en principio, debieran ser parte de la distribución del ingreso bajo el socialismo. Desde este andamiaje, el desarrollo humano aparece como una variable disociada del crecimiento productivo, con niveles que pueden retroceder a partir del ajuste de las alternativas o estrategias de desarrollo en la actualidad.

Ese “dualismo estructural” se explica por la evolución de diferentes procesos que tuvieron lugar en los últimos 50 años y que condicionaron al menos dos tipos de interacción desde la heterogeneidad productiva socialista cubana con espacios globales de intercambio. En un primer momento (1971–1989), dicha interacción se dio bajo un sistema de intercambio preferencial que sirvió como principal elemento de compensación de distorsiones estructurales y, en un segundo momento (1991 al presente), la interacción desventajosa al contexto global es compensada por las modalidades recientes de inserción internacional con algunos países latinoamericanos y donde más recientemente la fuerza de trabajo desempeña un papel central y en no poca medida por la migración internacional más espontánea mediante las remesas.

En este sentido, el modelo de compensación de distorsiones estructurales como derivación de la heterogeneidad productivo socialista, provee un marco explicativo sobre las motivaciones y la manera como se inserta orgánicamente la migración internacional cubana. Bajo este prisma, la migración cubana se corresponde con percepciones teóricas donde la misma adquiere un papel de articulación entre las demandas laborales no cubiertas de los países receptores, las ineficiencias socioeconómicas (estancamiento económico y aspectos sociales) de los países de origen y las vías potenciales de reproducción de la fuerza de trabajo en escala global. Por lo anterior, es posible afirmar que hay condicionamientos de tipo estructural hacia la emigración internacional cubana que no se explican exclusivamente por causas eminentemente políticas (desde este último punto de vista se ha anatemizado el flujo cubano dentro de una percepción de conflicto político, el cual también ha dejado poco espacio para una comprensión sistémica de la diáspora, sus redes o las estrategias que contiene).

El término compensación de distorsiones estructurales explica el papel desempeñado por la migración internacional frente a las brechas económicas y/o sociales abiertas que emergen de la heterogeneidad estructural interna y su relación dialéctica con el intercambio internacional desigual. En este sentido, la migración internacional funge como elemento que parcialmente subsana tales distorsiones por medio de las remesas, que operan como ingresos familiares en el plano individual, y las divisas en la esfera macroeconómica que proporciona la fuerza de trabajo calificada al intentar mecanismos de movilidad alternos al mercado laboral cubano. La noción de compensación es polisémica y va más allá del resarcimiento parcial de las distorsiones estructurales de la sociedad de origen, las cuales no son resueltas, sino únicamente mitigadas coyunturalmente. Para el país receptor esta compensación se traduce en aportes de los migrantes y transferencia de recursos del fondo social del país emisor a la economía y sociedad de destino, en términos de una inyección y ahorro de recursos (Delgado Wise y Márquez, 2012). Dentro de la compensación de distorsiones estructurales lo que explica el fenómeno migratorio es la inherente desarticulación entre las expectativas asociadas al cambio social y estructural en el nivel de estrategias de desarrollo y las perspectivas individuales que en escala de la familia o del individuo se generan alrededor de la idea de bienestar o de movilidad social. Un aspecto que estructuralmente engloba esa correlación es la presencia de una limitación relativa del consumo, que incide en el deterioro de la fuerza de trabajo como se ha apuntado. Esto es, la interrelación deficitaria entre ingresos-consumo y la presencia de una población económicamente activa subutilizada o excedentaria, de acuerdo a los factores que tipifican la posición en el intercambio (los niveles de productividad e innovación tecnológica, desarrollo de procesos industriales o prevalencia de los sectores tradicionales). Hay una contradicción no cuestionada suficientemente todavía sobre la función de esa emigración (en la última etapa de reinserción, e incluso desde antes, con las remesas y sus derramas), para lograr la subsistencia familiar, motivada para la aspiración de cerrar brechas de ingreso y/o abrir canales de movilidad social.

La otra cara de la moneda es el costo que la emigración: más allá de las compensaciones coyunturales vía remesas, conlleva una transferencia neta de recursos materiales y humanos al exterior. Cuba presenta un saldo migratorio negativo incrementado paulatinamente hasta 2035 según los pronósticos (one, 2011: 13), lo cual trae como consecuencia serias repercusiones demográficas (cada vez más emigran mujeres en edad reproductiva) y, por supuesto, para su propio desarrollo, en tanto es la fuerza de trabajo la que está emigrando paulatinamente.

La migración internacional cubana genera alternativas de reproducción social que buscan mitigar los espacios no cubiertos por las políticas de bienestar bajo las condiciones de reproducción limitadas que no permiten cubrir formas diferenciadas de consumo e inversiones al mismo tiempo de manera eficiente. De esa manera, hay dos tipos de migración: por un lado, la que se despliega espontáneamente, emigración económica definitiva, circular o temporal y, por el otro, aquella que se vincula a una estrategia de migración de retorno, que imbrica la participación de fuerza laboral y la ampliación de sus ingresos y mecanismos de acceso al consumo. Ambas vertientes se manifiestan de acuerdo al crecimiento de las desigualdades en los ingresos (Vidal, 2008) de una población vulnerable o en desventaja dadas las modalidades de consumo decreciente (Ferriol, 2003 y Espina, Paula, 2009) bajo la dualidad monetaria súper cuc.7 La composición sectorial en la estructura de empleos, los niveles de la fuerza de trabajo así como su concentración urbana revelan serios retos para el engranaje orgánico de la necesidad de Actualización con esos elementos. Sobre todo con relación a la población salario-dependiente, cuyos sueldos están vinculados con la economía de servicios.

[…] el ajuste ha de producirse, en su mayor medida en el sector estatal y en aquellos segmentos muy ligados a los grandes programas sociales que garantizan en buena medida la equidad social en Cuba. De ahí la enorme sensibilidad política del ajuste del empleo (Triana Cordoví, 2010: 14).

El peso del reajuste parece soportarse por los excesos de liquidez en la circulación monetaria y el presupuesto total (un superávit espectral de acuerdo con los ingresos de la mayoría).8 En no poca medida ese exceso permitió la liberalización del consumo –permisos a los cubanos para alojarse en hoteles, acceder a la telefonía celular, bienes y otros servicios (Vidal, 2009)– entre otros factores, por las remesas.

Politización vs. contexto: la nueva perspectiva sobre el fenómeno migratorio cubano en el debate sobre migración y desarrollo

Dentro del marco explicativo predominante en la literatura científica revisada, resulta una paradoja o un fenómeno aislado que la emigración cubana se haya incrementado en una sociedad con elevados niveles de bienestar y políticas sociales de amplia cobertura, así como una equidad relativamente homogénea para el más amplio espectro de la población. Al mismo tiempo se verifica una concentración en la causalidad política como explicación de las motivaciones de los individuos que emigran y un principal destino en correspondencia (Rodríguez Chávez, 1997; Martínez, 1995; Miyar, 1991; Morales, 1991; Arboleya, 1997; Aja y Milán, 1995). Intrínsecamente a las perspectivas predominantes, tanto en el ámbito académico cubano como en Estados Unidos, prevalecen aristas de análisis resumidas en cuestiones reiteradamente tomadas como el conflicto y el bloqueo de Estados Unidos y la cercanía geográfica a la isla, la presencia de vínculos familiares o redes de parentesco, la situación económica de Cuba y que haya una política inmigratoria diferenciada dentro de un contexto restrictivo (Calavita, 1994; Ruiz, 1983; Fresneda, 2001). En esta vertiente explicativa, un aspecto que determina la clasificación de la emigración cubana es la de “refugiado político” que se le endilgaba a los migrantes cubanos mediante la Ley Pública 89–732 de 1966 firmada por el presidente Lyndon B. Johnson y comúnmente conocida como Ley de Ajuste Cubano. Esta Ley, norma la realización del ajuste a discreción del fiscal general para todo cubano que viva más de un año en ese país, o que hubiese sido inspeccionado y admitido bajo palabra después del primero de enero de 1959. Han prevalecido las explicaciones relativas a lo subjetivo, en tanto hechos concebidos por individuos contrarios al proyecto socialista (Arboleya, 1997 y Torreira, 2000).

Desde el punto de vista predominante que privilegia los móviles políticos, se elaboraron múltiples abordajes descriptivos (Aja y Martínez, 1995; Hernández Jorge, 1996; Castro Soraya, 1997; Lobaina, 1986; Martínez, 1995 y 1996; Azicri, 1979). Esta vertiente analítica no explica un referente teórico que imbrique los problemas asociados a la heterogeneidad productiva socialista en correspondencia con interpretaciones teóricamente electivas9 dentro de los marcos del socialismo y el desarrollo social. En ese tipo de interpretación se desestiman la mayoría de las veces temas relevantes como la ciudadanía, la participación de los migrantes en la vida social y económica del país de origen y las remesas. En la actualidad se observa un tránsito desde la posición de conflicto hacia la comunidad cubana en el exterior hacia estados de distensión.

No obstante, se han realizado algunos estudios sobre la influencia de las remesas en la sociedad de la comunidad cubana en el exterior como los de Barberia (2007) y Fresneda (2006) y quedan problemas a considerar más profundamente como: la migración laboral en un contexto de desarrollo humano atendiendo al carácter periférico del sistema productivo cubano10 y la emigración económica en un ambiente de desarrollo social.

En otro sentido, al asumir en muchos casos la percepción histórico-estructural, emergía la interrogante de si los emigrantes están condicionados muchas veces por su posición frente a los medios de producción, o porqué se manifestaba un fenómeno emigratorio, en un contexto donde los medios de producción son en definitiva, y en teoría, de los propios migrantes de acuerdo al principio de propiedad colectiva y de inclusión social. Muchas veces no quedó clara la connotación de ese proceso en las realidades de la división internacional del trabajo, que implicaba no solamente la salida de cubanos a centros económicos desde el subdesarrollo, sino del socialismo al capitalismo. Una deducción puerilmente relevante es que la emigración cubana que tuvo lugar en el periodo analizado es de naturaleza multicausal.

El hecho de que la Revolución cubana rompiese en 1959 con lo que Aníbal Quijano define como “colonialidad del poder” hizo que los cambios necesarios para un desarrollo independiente se manifestaran en torno a un conflicto externo e interno que radicalizó la posición internacional de la isla, pero también las relaciones sociales en el ámbito interno. De ahí, y como consecuencia, emerge una verdad e ideología revolucionaria (Díaz Castañón, 2001) que se manifiesta mediante la identificación de una “otredad”, donde la síntesis propuesta en el término “cubano” dejó de tener una interpretación social aglutinante con relación a los procesos de participación política.

La complejidad de marras, se agudiza por medio de una tesis que no es posible explicar plenamente aquí y que tiene que ver con la interpretación sobre la identidad y su relativo paralelismo con los procesos de cambios políticos. Esto plantea que hay una dicotomía sintetizada en la pugna revolucionario-contrarrevolucionario que permea y clasifica peyorativamente los procesos de participación de la sociedad civil, ajustándolos inescrutablemente a la verticalidad de las políticas. En este marco, Estado, sociedad e instituciones fueron dilucidados con el epítome de revolución en un amplio espectro de la población cubana que apoyaba los cambios realizados.

La importancia de poner sobre la mesa las características del contexto, referidas en una discusión sobre migración y desarrollo, responde a que esa “otredad”, la identidad adjetiva y los epítetos asociados a la posición participativa, hicieron que la emigración fuese el fenómeno por medio del cual se dirimían esos conflictos. Es importante destacar que ello ocurrió en un ciclo bidireccional: en lo interno, con aspectos de exclusión relativa y, en lo externo, como respuesta a esa exclusión, al generar modos de aceptación e interpretación política de las motivaciones de los individuos al salir de Cuba. En la actualidad, como se ha dicho, con las nuevas regulaciones migratorias, el gentilicio “cubano” adquiere nuevo significado en los ámbitos de la reinserción internacional de la isla. La “cosa” se vuelve trasnacional.11

Como se ha sugerido antes, el conflicto con Estados Unidos generó, en el caso de Cuba, relaciones sociales matizadas por el factor político y se expresaron mediante la emigración, donde influyeron los itinerarios de las relaciones internacionales. El hecho de que la isla se clasificara dentro de los países comunistas hizo que los que arribaron procedentes de la misma fuesen aceptados en calidad de refugiados políticos. Esta categoría se posiciona desde 1945 en el marco de la Guerra Fría.

…el apasionado curso de la Revolución en Cuba demuestra que las orillas del Hemisferio Americano y las islas del Caribe no están inmunes a la fuerza de las ideas que están causando tormentas en otros continentes…(Kennedy, 1963: 132).

Más allá del acalorado debate ideológico que marca este periodo y que subyace en la mayoría de las explicaciones sobre las causas de la emigración cubana, subsiste una grave incomprensión del vínculo entre migración y heterogeneidad productiva socialista. Esta desavenencia, que ha impreso un sello reduccionista a los análisis, obedece en parte al hecho de que el sistema de intercambio preferencial con los países del bloque socialista fungió como elemento compensador de las distorsiones estructurales presentes desde la instauración del socialismo en la isla. En relación a este punto cabe precisar que:

  • 1.

    Si bien es imposible negar que, en el marco de la implantación de relaciones de producción socialistas en Cuba, hubo móviles políticos que impulsaron la emigración cubana en sus fases iniciales, no puede negarse tampoco que concurrieron asimismo motivaciones económicas asociadas a los relativamente bajos ingresos individuales y familiares, así como al cierre de expectativas de movilidad social. Estas restricciones afectaron no sólo a la gran burguesía, sino también a sectores de la pequeña burguesía y a pequeños y medianos productores.

  • 2.

    A pesar de que el soporte brindado por el intercambio preferencial desde el campo socialista permitió una cierta compensación de las distorsiones estructurales, posibilitando el mantenimiento de ingresos y condiciones de bienestar relativamente satisfactorios para el grueso de la población, la inestabilidad estructural inherente al débil engranaje productivo interno sólo pudo ser parcialmente contenida. Las limitaciones relativas al consumo y los exiguos mecanismos de movilidad social comenzaron a aflorar e incentivar los flujos emigratorios. En este sentido, comienza a dibujarse una tendencia al crecimiento de la emigración cubana más allá de la explosión Mariel de 1980, que sugiere un incremento sostenido de la misma, asociada a las contradicciones que la heterogeneidad productiva socialista no puede seguir encubriendo.

  • 3.

    Finalmente, el derrumbe del llamado socialismo real acaba por sacar a flote, con mayor fuerza cada vez, las distorsiones estructurales que caracterizan la heterogeneidad productiva socialista, lo que pone trabas al desarrollo social y propulsa a concebir el recurso de la emigración como estrategia compensatoria tanto en escala estructural, como individual y familiar.

El proceso de reinserción (readaptación o reconexión) del socialismo al contexto de intercambio capitalista global y la división internacional del trabajo que lo distingue, bajo el estigma del subdesarrollo, se puede definir como un periodo donde las contradicciones que caracterizan al desarrollo socialista cubano se agudizan a grados extremos, poniendo en tela de juicio su propia sustentabilidad. Las reformas que comienzan en los noventas y la actualización reciente del modelo económico promovido por el Estado cubano dan clara cuenta de esta situación. Ello nos plantea un escenario idóneo, libre de fenómenos que lo distorsionen o encubran (como fue el caso del intercambio preferencial socialista en el periodo previo), para analizar la relación entre migración y desarrollo que se despliega en Cuba. En este sentido, lo que implícitamente podría parecer una crítica a la estrategia de desarrollo presente en la isla es, en realidad, una exégesis que examina la correlación migración y desarrollo en el presente cubano, donde, como ya se ha mencionado, la emigración se convierte en un aspecto de primer orden por sus implicaciones tanto demográficas, como políticas y económicas. La presencia de “redes y vínculos” que también trascienden el territorio y al Estado-nación es un factor que refuerza el enfoque recientemente defendido por la cepal que destaca en las interconexiones desde lo local a lo global y en sentido contrario (Martínez Pizarro, 2011).12 Así, como ya se ha visto, la interpretación sobre la emigración cubana ha estado relacionada con una visión positivista que aduce causalidades relacionadas con la proyección sociopolítica de la nación emisora y las exigencias y críticas del país tradicionalmente ha figurado como principal destino: Estados Unidos.

Precisamente, el concepto de heterogeneidad productivo socialista enarbolado en este artículo hace posible la interpretación del flujo migratorio cubano como resultado de motivaciones y condicionantes estructurales concretas emanadas de esa noción, donde la limitación relativa al consumo genera un deterioro de la fuerza de trabajo. La compensación de distorsiones estructurales le otorga valor dentro de esa interpretación a la interconexión de la inestabilidad estructural (aspectos internos de desenvolvimiento económico y transformación social reflejados en el sistema de relaciones) y la forma en que el Estado-nación interactúa en escala global. Este esquema reconoce la presencia en la heterogeneidad productiva socialista de estrategias de movilidad social individual y familiar que en un plano macroeconómico buscan compensar distorsiones estructurales que más que promover un “círculo virtuoso”, quedan atrapados en una suerte de “círculo vicioso”.

Conclusiones

La emigración cubana es resultado –y quizás prontamente causa a partir de los efectos demográficos y sociales– de las características del desarrollo cubano. En este último, influyen elementos endógenos y exógenos que hacen que el flujo externo de Cuba sea el resultado de procesos históricos relacionados con la posición periférica de la isla y que no han sido superados por la condición socialista. En tal sentido, la insostenibilidad endógena del desarrollo social es causa importante en la búsqueda de alternativas de sobrevivencia que involucran a la emigración, dado que, a partir de fenómenos como la limitación relativa del consumo –que se relaciona con la insatisfacción de necesidades básicas a partir de las limitaciones en la redistribución y los bajos ingresos de la fuerza de trabajo–, se asume un papel de compensación sobre distorsiones que son sistémicas.

En un sentido teórico, se establece una correlación entre: una heterogeneidad productiva socialista, cuyas características plantean una inestabilidad estructural que afecta el desarrollo social y origina una limitación relativa del consumo, cuya principal consecuencia es la salida de parte de la fuerza de trabajo de manera definitiva o temporal desde la isla para compensar su propia situación de movilidad social y de ingresos.

La emigración como alternativa de movilidad social o de incremento de los ingresos, y los recursos que proporciona el intercambio de fuerza de trabajo, son salidas parciales y transitorias, en términos de desarrollo, que profundizan la condición periférica. Los avances alcanzados en materia de innovación y formación de recursos humanos calificados evitan coyunturalmente, por conducto de inserción internacional de esa capacidad, secuelas más profundas relativas al estancamiento económico, aunque ello supone una pérdida de una ventaja comparativa que la heterogeneidad productivo socialista tiene con relación a otros contextos. Para contrarrestar estos fenómenos, no es una reforma migratoria de lo restrictivo a lo permisivo, que posibilite intercambiar en las mejores condiciones posibles la fuerza de trabajo que no puede ser aprovechada internamente lo que se necesita, sino impulsar una estrategia de desarrollo de gran profundidad y trasnacional –atendiendo a valores inherentes al desarrollo social y de la capacidad de innovación y emprendimiento de la fuerza de trabajo cubana dentro y fuera de las fronteras–, coherente con el principio de distribución adecuado a los aportes netos de los grupos socioprofesionales y laborales y a sus capacidades.

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Este es un concepto que evoluciona desde subdesarrollo humano socialista, antes utilizado por el mismo autor, para definir claramente la correlación entre el desarrollo social y el subdesarrollo productivo; de esa manera se da cuenta del conflicto inherente a la sociedad cubana, donde hay un desarrollo humano medido por los indicadores que da el pnud y un subdesarrollo ostensible sobre todo en la estructura productiva. Lo mismo ocurre con el término compensación de distorsiones estructurales para evidenciar el vínculo con la emigración. De manera general, es una propuesta novedosa e inédita, que analiza la relación migración y desarrollo en el caso cubano, yendo más allá de las explicaciones exclusivamente políticas de la emigración.

La cepal introduce este término en el libro La hora de la igualdad para clasificar los avances sociales.

Ello al margen de la especulación sobre los productos en el mercado internacional.

Discurso pronunciado en Punta del Este el 8 de agosto de 1961.

La eficiencia social (“[…] distribución equitativa de los ingresos, la formación de valores humanos y, sin duda, la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales de la población, entre otras” [Doimeadiós, 2007: 106]) está establecida sobre distorsiones estructurales (Doimeadiós, 2007: 49), relación que a la eficiencia productiva genera grados intermedios de sostenibilidad.

Defendida por autores como Delgado Wise y otros y que tipifica a la migración que ocurre en el subdesarrollo capitalista como resultado de las lógicas de interacción ceñidas a relaciones capitalistas de producción.

Moneda con la que de manera paulatina se cubre la canasta básica y los artículos de consumo.

El salario promedio en Cuba en 2011 (más alto de toda una década) fue de 455 pesos cubanos, aproximadamente 18.2 cuc (moneda con la que paulatinamente se va cubriendo la canasta básica y los artículos de consumo). El cuc tiene una paridad de uno a 80 centavos con respecto al dólar). Véase one, 7.5 salario medio mensual en entidades estatales y mixtas por provincias, en, http://www.one.cu/aec2011/esp/07_tabla_cuadro.htm.

Presentes enfoques psicosociales en los análisis que resaltan las características individuales de los migrantes, sus motivaciones, percepciones y conflictos y los mecanismos de adaptación, diferencias de los mercados laborales y, en menor medida, histórico estructurales.

También surgen conflictos epistemológicos al utilizar categorías tradicionalmente de las sociedades capitalistas. En este tenor, el uso del término periferia, remite a una posición desde una unidad hacia espacios de interacción globales, ya sea que la unidad tenga lógicas políticas socialistas o capitalistas, hay similitudes en los procesos de interacción que se describen en compuestos teóricos como el de la dependencia, por ejemplo, y que se ajustan a partir de su presencia en contextos diversos.

En lenguaje coloquial, los cubanos tienden a resumir los conflictos e interpretaciones sobre la realidad cubana con el epítome de “la cosa”.

El Estado-nación no es exclusivamente el ámbito en el que se despliegan las relaciones interna e internacionalmente. Esta última consideración es defendida por Nina Glick Schiller y Andreas Wimmer (2002) quienes sostienen que los estudios sobre migración han sido constreñidos a visiones permeadas por un nacionalismo metodológico. Aunque no es menester de esta sección abundar en esas ideas, es posible reconocer que el fenómeno de la emigración cubana está signado por cuestiones externas, como la ubicación e interacción global de Cuba con el intercambio desigual, así como con aspectos internos relevantes que tipifican el subdesarrollo productivo socialista.

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