Además de interesante, esta obra resulta de gran utilidad por abarcar una amplia gama de temas que, aunque fueron desarrollados entre los años setenta y noventa del siglo pasado, resultan de lo más pertinente en el entorno que actualmente se vive, en el que no se vislumbra el fin de la crisis económica y financiera que estalló en 2008, y en el que continúa la hegemonía estadounidense, afianzada entre otras cosas, en su poderío militar y en la primacía del dólar en el sistema monetario internacional, sistema al que acertadamente la autora aplica el calificativo de “maltrecho”.
Durante varios años, O. Sarahí Ángeles se entregó al estudio y análisis de la crisis del capitalismo mundial y del capitalismo mexicano en particular. Sobre este último cabe destacar su trabajo sobre la recomposición del capital mexicano y los cambios estructurales que se registraron en la economía nacional. Algunos de los aspectos que se abordan dentro de la obra son: la reprivatización de la banca; la privatización de las empresas públicas más importantes; la liberalización del mercado financiero nacional, y la liberalización de las tarifas de energía eléctrica y de otros servicios públicos.
Con especial vehemencia y en repetidas ocasiones, la autora habla de la drástica caída en las condiciones de vida de la población, debido entre otras cosas, a la reconversión de la mano de obra mexicana en una de las más baratas del mundo.
Mención especial merece el análisis sobre el caso Altos Hornos de México a raíz del Tratado de Libre Comercio de América del Norte el cual, según la autora, fue la culminación de un proceso de reestructuración neoliberal al que fue sometida la economía mexicana. Igualmente, es imprescindible referirse al tema del petróleo que acaparó la atención de la investigadora en sus últimos años; advirtió ya desde entonces, que las actividades especulativas en los mercados de futuros del petróleo inciden de manera importante en las fluctuaciones en el precio del crudo. Además, señala cómo los movimientos en ese precio están correlacionados con las acciones, y la mayor parte del tiempo, inversamente correlacionados con la cotización dólar-euro.
Después de esta rápida revisión de los primeros trabajos que aparecen en la Antología, deseo centrarme en lo que fue la tesis de licenciatura de la autora, intitulada “Génesis del dinero y la crisis monetaria internacional” (1981), en la que explica los acontecimientos que tuvieron lugar a partir de la Gran Depresión (1929-1933), acerca de la cual nos dice que en los países imperialistas esa crisis alcanzó dimensiones que lesionaron gravemente la situación económica y política de su clase trabajadora, fenómeno que en los países subdesarrollados y en las colonias se manifestó en forma especialmente severa.
A continuación del minucioso y detallado análisis de la Gran Depresión, se ocupa del proceso que llevó al establecimiento de los Acuerdos de Bretton Woods, al ascenso de Estados Unidos de Norteamérica a potencia hegemónica capitalista, al surgimiento y desarrollo de los problemas en el patrón cambio dólar y a la consecuente agudización de la crisis general del capitalismo. En su exposición, la académica pone especial énfasis en que una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos impuso planes, políticas e instituciones internacionales para reorganizar el funcionamiento del capitalismo y consolidar su hegemonía. Efectivamente, Norteamérica hizo uso de su poder y de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y el gatt (General Agreement on Tariffs and Trade, por sus siglas en inglés), para beneficiar al capital financiero y para intensificar su agresión al socialismo, una de cuyas muestras más palpables fue la guerra de Corea.
Voy a permitirme citar algunos párrafos de la tesis que me parecieron de especial relevancia: : “La crisis económica que afecta al sistema capitalista desde fines de la década de 1960, es determinante de la crisis monetaria internacional que se extiende desde los últimos años de aquella década hasta el presente” (p. 303). Ya se hizo referencia a que este trabajo fue hecho en 1981, pero ese presente del que habla la autora se ha extendido y agravado hasta nuestros días. Prueba de ello es que más adelante advierte cómo ya desde entonces “la creciente sobreacumulación de capitales presiona a la baja la tasa de ganancia en el sector productivo; las masas de capitales excedentes van a los sectores improductivos, armamentistas y muy especialmente a la especulación”. Esto podría haber sido escrito el día de hoy.
La autora asevera también que la crisis monetaria del capitalismo ha significado para los países subdesarrollados un proceso de devaluación constante de sus monedas. Su condición dependiente de las metrópolis imperialistas les ha hecho tener que seguir la devaluación de las monedas de los países imperialistas y, además, enfrentar devaluaciones posteriores, debido al efecto combinado de la crisis capitalista mundial y de su propia crisis interna. Los países subdesarrollados han tenido que trasladar una mayor plusvalía producida por sus trabajadores a los países imperialistas, debido a las devaluaciones continuas. El endeudamiento de los países subdesarrollados es sólo comparable con la suma que los países capitalistas dedican a los gastos militares directos.
En suma, la autora describe un sistema monetario internacional absolutamente favorable a la expansión del capital financiero, basado en la traslación de riqueza de los demás países a Estados Unidos y altamente expoliador de los países atrasados y dependientes.
De los planteamientos hechos por O. Sarahí Ángeles se deduce que la crisis económica y financiera que estalló en 2008 era inevitable, dadas las deficiencias del sistema monetario internacional después de 1971. En 1968, 1.3 billones de dólares en crédito estaba respaldado por 10 mil millones de dólares en oro. Mientras el oro fue dinero, la creación de crédito estaba limitada por la oferta de ese metal. Cuando Estados Unidos acabó con el vínculo entre el dólar y el oro, quitó todas las restricciones sobre qué tanto crédito podía crearse. En las cuatro décadas siguientes, no se añadió más oro a la base, pero se crearon 50 billones de dólares de crédito.
La actual Gran Recesión y la Gran Depresión fueron causadas por auges económicos atizados por el crédito. En ambos casos, el auge empezó cuando se rompió el vínculo entre dinero y oro. El anterior episodio empezó en 1914, como bien dice la autora, cuando la Primera Guerra Mundial destruyó el patrón oro. El carácter asimétrico del sistema monetario y financiero internacional, aunado a la globalización, hizo que la crisis desencadenada en 2008 se esparciera a países que no tenían relación con las instituciones que la habían provocado.
Sin lugar a dudas, puede afirmarse que quienes estén realmente interesados en conocer la actual problemática monetaria y financiera mundial tendrán una plena comprensión de ella al leer los textos incluidos en esta Antología.