La listeriosis es una infección poco frecuente que muestra una especial predilección por pacientes inmunodeprimidos, así como fetos, neonatos, ancianos y embarazadas. Se presenta un caso de una gestante de 25 semanas que desarrolló una corioamnionitis aguda por Listeria monocytogenes que provocó la muerte fetal intraútero.
Listeriosis is an uncommon infection that occurs mainly in immunodepressed individuals, the elderly, fetuses, neonates, and pregnant women. We present the case of a 25-year-old pregnant woman with acute chorioamnionitis caused by Listeria monocytogenes, leading to intrauterine fetal death.
La incidencia de listeriosis en la población general es de 0,7/100.000 habitantes, mientras que en embarazadas se eleva hasta el 12/100.0001.
La aparición de infección por Listeria durante la gestación suele conllevar un aumento en la morbilidad fetal. Dependiendo de la edad gestacional a la que se desarrolle, puede ser causa de abortos, partos pretérmino e incluso muertes intrauterinas, y muestra una mayor frecuencia en el tercer trimestre1.
Presentamos el caso de una gestante que desarrolló una corioamnionitis aguda por esta bacteria que dio lugar a la muerte intrauterina del feto.
CASO CLÍNICOGestante de 29 años de edad, nuligesta, sin antecedentes personales ni familiares de interés, que en su semana 25 de embarazo acudió al servicio de urgencias por fiebre elevada (38,7 °C) y un cuadro inespecífico seudogripal. Se realizó una ecografía y se diagnosticó muerte fetal intraútero con biometría correspondiente a 24 semanas de edad gestacional. A la exploración presentaba cérvix sin modificar y bolsa íntegra. En la analítica destaca una leve leucocitosis con neutrofilia y proteína C reactiva elevada. Durante el pico febril se tomó hemocultivo, y se aisló Listeria monocytogenes sensible a betalactámicos.
Ante el hallazgo de muerte fetal se decidió la inducción del parto y 8 h después nació un feto muerto de 730 g de peso, varón, con morfología normal. Tras el alumbramiento se realizó un legrado uterino por retención de restos placentarios.
Se prescribió antibioticoterapia con amoxicilinaácido clavulánico; la fiebre remitió y el estado general de la paciente mejoró, por lo que fue dada de alta 4 días después.
El informe microbiológico del feto informó de hemocultivos positivos para L. monocytogenes.
En el estudio de anatomía patológica no se observaron alteraciones morfológicas fetales secundarias a infección por Listeria, aunque el examen de la placenta mostraba focos de corioamnionitis aguda de tercer grado (fig. 1).
DISCUSIONLa incidencia de infección por Listeria se reduce especialmente a grupos inmunodeprimidos, así como a fetos, neonatos y ancianos. Su afectación en gestantes se ha atribuido a una disminución de la inmunidad celular que ocurre durante el embarazo, como estrategia para evitar el rechazo alogénico del feto2,3.
Aun así, la listeriosis materno-fetal es una causa infrecuente de morbilidad en nuestro medio; su mortalidad es muy alta: llega al 100% en los casos no tratados3.
Listeria es una bacteria grampositiva, anaerobia facultativa, con 6 especies, de las cuales sólo L. monocytogenes es importante como patógeno humano. La exposición a L. monocytogenes suele ser a través de la ingesta de alimentos contaminados, como leche no pasteurizada, carne o vegetales poco cocinados y quesos frescos4. Se ha demostrado también la infección fetal por vía ascendente desde la vagina materna. La bacteria atraviesa el tracto digestivo y llega a la placenta a través de la sangre. Posteriormente, accede al feto por el cordón umbilical, provocando en éste las principales lesiones en el hígado5.
La clínica del proceso suele ser muy inespecífica; suele presentarse como un cuadro seudogripal, con fiebre, artromialgias y cefalea, síntomas semejantes a los que refería nuestra paciente. También puede producir síntomas gastrointestinales y otros derivados de la infección del sistema nervioso, pero son más infrecuentes durante el embarazo6. En la analítica se observa una leucocitosis y una elevación en la proteína C reactiva. Estas características son semejantes a las que se producen en caso de una corioamnionitis7. Se han descrito, además, alteraciones de las enzimas hepáticas (GOT, GPT) e hiperfibrinogenemia4. Generalmente, el cuadro es autolimitado, por lo que la mayoría de las veces no llega a diagnosticarse.
Si no se realiza un tratamiento temprano se observa un aumento de afecciones, tanto preparto (aborto, APP, SPBF) como posparto (sepsis, meningitis, daños neurológicos). Las tasas de muerte neonatal según la literatura científica se encuentran en el 7,7% de todos los casos de sepsis por esta etiologia4.
El diagnóstico de sospecha se ve dificultado por la irrelevancia de la clínica. Ante un alto índice de sospecha, debe confirmarse mediante cultivos de sangre, orina, tapón cervical o líquido amniótico; la técnica más habitual es el hemocultivo, que debería considerarse siempre en las gestantes que presentan un cuadro seudogripal y fiebre7. El diagnóstico de confirmación de corioamnionitis por Listeria sólo puede realizarse después del nacimiento, con un estudio bacteriológico e histológico de la placenta y demás muestras obtenidas, e incluso, en caso de muerte fetal, por estudio necrótico, en el que en el feto afectado se observan focos de necrosis y hemorragia en el hígado, los pulmones, el bazo, la placenta y demás órganos, en grado variable, según la intensidad.
En nuestro caso no se observaron estas alteraciones, y pensamos que esto se debió a la corioamnionitis aguda de tercer grado, que se observó en el análisis histopatológico de la placenta, que desencadenó la muerte fetal inmediata, poco antes del ingreso de la paciente en nuestro hospital.
El trimetroprim-sulfametoxazol sería probablemente el tratamiento más efectivo dada las altas concentraciones intracelulares que alcanza, pero debido a sus potenciales efectos teratogénicos debe evitarse. El tratamiento suele realizarse con betalactámicos a los que el germen muestra una alta sensibilidad; actualmente el tratamiento de elección durante el embarazo es la ampicilina y la penicilina a dosis altas. Es de especial importancia realizar un diagnóstico temprano para variar el pronóstico fatídico del cuadro1.
Con respecto a la prevención, no existen muchos estudios. La terapia profiláctica no se recomienda ni siquiera en caso de epidemias y grupos de alto riesgo8 y, dada su baja incidencia, no es necesario poner en marcha ninguna medida de control. Lo único que se recomienda, al igual que ocurre con otras infecciones que utilizan la vía digestiva para su transmisión, es la extrema higiene en la elaboración de los alimentos4,5.