Leímos con gran interés el reciente reporte de García AI et al.1, donde se describe la prevalencia de obesidad visceral y su relación con diversas variables clínicas y bioquímicas incluso en un contexto multivariante, demostrando algún grado de asociación entre la obesidad central y diferentes factores de riesgo cardiovascular.
Sin embargo, observamos que la ecuación empleada para estimar el “volumen de grasa visceral” es la propuesta por Amato et al.2, para el cálculo del Índice de Adiposidad Visceral (VAI), específicamente en el sexo masculino. Tras aplicar la misma, los autores clasificaron la variable según terciles obteniendo las categorías: (T1: 25,9-59,2), (T2: 59,3-77), (T3: 77,1 o más).
En relación con estos resultados, nos llaman la atención los altos valores obtenidos del VAI (“volumen de grasa visceral”) durante el proceso de clasificación. Aunque lamentablemente los autores no reportan el valor promedio de esta variable en la muestra estudiada, inferimos que se sitúa por encima de 60, con base en las características generales observadas.
Estos resultados difieren de forma importante a los mostrados por Amato et al.2, en su estudio original donde la clasificación empleada fue por quintiles y cuyos valores más elevados fueron aproximadamente 10 (mediana del quintil 5=2,67). Asimismo, Shuster et al.3, evaluó el índice en una población de 444 estudiantes brasileños cuyo valor promedio fue 1,15±0,66, mientras que Bozorgmanesh et al.4, en el marco del Tehran Lipid and Glucose Study analizaron la influencia del VAI en la aparición de diabetes mellitus, observando un valor promedio un poco más elevado: 3,06 (95% IC 2,99-3,13).
Si bien coincidimos en que el VAI constituye una interesante herramienta para valorar el grado de adiposidad visceral de un sujeto, especialmente en poblaciones con una prevalencia tan elevada de obesidad como ocurre en Latinoamérica5, es importante que los autores reevalúen y esclarezcan las causas de estas importantes diferencias entre los valores obtenidos en la población colombiana y los reportes mundiales previos considerando los pocos estudios relacionados publicados hasta la fecha, especialmente en nuestro continente.
Aclarar este punto permitirá dilucidar en futuros estudios, si existen variaciones regionales tan marcadas.