La mortalidad atribuida a enfermedad cardiovascular en América Latina experimenta un incremento debido a la modificación de los factores de riesgo cardiovascular relacionados con la transición epidemiológica y el envejecimiento poblacional, y Perú no es ajeno a este fenómeno1.
Dentro del espectro de la enfermedad cardiovascular, el síndrome isquémico coronario agudo constituye la forma de presentación clínica más importante y su principal representante es el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST por las implicaciones en su manejo2. En Perú no se cuenta con información precisa sobre su incidencia; sin embargo, se sabe que este comprende aproximadamente el 64% de todos los casos de infarto agudo de miocardio3.
El manejo actual del infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST recae principalmente en el diagnóstico oportuno del síndrome isquémico coronario agudo, mediante la detección del evento dentro de las primeras 12 horas para proceder con la terapia de reperfusión aguda con intervención coronaria percutánea o fibrinólisis con base en el tiempo desde el primer contacto y la disponibilidad de tratamiento2,4.
En ese sentido, existen diversas barreras para alcanzar el tratamiento ideal oportunamente, como se evidenció en un estudio realizado en Argentina en 2015, en el que la ausencia de médicos cardiólogos para interpretar electrocardiogramas, la carencia de fibrinolíticos en la emergencia, la inexperiencia de los médicos generales para infundir fibrinolíticos y las demoras excesivas en los tiempos de traslado fueron las principales5. En Perú, como en otros países de Latinoamérica, si bien existen protocolos de atención nacionales ante el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST, estos no se adecúan a la capacidad resolutiva de muchos centros de salud que brindan atención primaria. A su vez, la deficiencia en los reportes y carencia de registros sobre infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST conlleva desconocimiento de la magnitud real del problema, en especial en los lugares más alejados de las metrópolis en los que los datos en relación con el infarto agudo de miocardio estarían subestimados.
Dentro de las posibles estrategias para mejorar la identificación y el manejo del infarto de miocardio agudo con elevación del segmento ST, surge la implementación progresiva de la Telemedicina. El uso de este sistema, que permite la prestación de servicios a larga distancia con la utilización de medios de comunicación para la respuesta a problemas de salud por parte de distintos profesionales y especialistas, ha demostrado estar asociado con una disminución de casi la mitad del tiempo usual para el inicio del tratamiento del infarto agudo de miocardio incluso en el ambiente rural6. Así, la Telemedicina permitiría facilitar el diagnóstico, activar el sistema de transporte y reducir los retrasos en el tratamiento precoz de este tipo de infarto mediante la optimización de la calidad de la interpretación del electrocardiograma y la interconsulta inmediata a distancia con el especialista. Esta estrategia ya forma parte de programas de reperfusión temprana del infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST que vienen implementándose en algunos países de Latinoamérica7.
En conclusión, con la esperanza de vida en aumento y ante la transición epidemiológica hacia enfermedades cardiovasculares y crónicas en Latinoamérica, se hacen necesarias investigaciones sobre la incidencia real de eventos cardiovasculares y las barreras para su manejo con el fin de establecer medidas para contrarrestarlas. Además, se deben evaluar estrategias utilizadas con éxito en otros países como la implementación secuencial de la telemedicina en el ámbito rural y urbano.
Responsabilidades éticasProtección de personas y animalesLos autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad de los datosLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informadoLos autores declaran que en este artículo no aparecen datos de pacientes.
FinanciaciónRecursos propios.