Para prevenir las fracturas osteoporóticas por fragilidad se requiere una herramienta fiable, rápida y de bajo coste que valore el riesgo de padecerlas1. La densitometría ósea (DMO) se considera el patrón de oro, pero es cara y de difícil acceso2. El índice de FRAX® usa un algoritmo para estimar el riesgo de fractura osteoporótica en los 10 años siguientes sin necesidad de la DMO, a partir de datos de la historia clínica del paciente. El índice de FRAX® internacionalmente validado, es barato, realizable en consultas y no precisa de mucha formación3,4. En este sentido, nos planteamos realizar un estudio para evaluar si padecer retraso mental aumenta el riesgo de fractura osteoporótica en los mayores de 65 años institucionalizadas, utilizando el índice de FRAX® como medida de riesgo.
De una población de 400 individuos institucionalizados en el mismo centro se escogió una muestra aleatoria de 100 (59 varones y 41 mujeres) de entre 65 y 90 años. Cincuenta con retraso mental (RM) y 50 sin retraso mental (SRM). Siguiendo la definición del DSM-5, todos los sujetos incluidos y diagnosticados de retraso mental, presentaron tempranamente un funcionamiento intelectual general inferior a la media (una o 2 desviaciones estándar por debajo de la media de la población de su edad), existiendo concurrentemente un déficit en la conducta adaptativa que se manifestó durante el periodo de desarrollo (edad inferior a 18 años). Los grados de retraso fueron evaluados mediante pruebas neuropsicológicas (test estandarizados de inteligencia general, administrados individualmente y desarrollados para este propósito). Las causas etiológicas más frecuentes fueron alteraciones tempranas del desarrollo (30%), problemas perinatales y del embarazo (10%), causas hereditarias (5%) y enfermedades adquiridas durante la infancia y la niñez (5%).
Se evaluaron el índice de FRAX® y otras 13 variables del historial clínico relacionadas con fractura osteoporótica. Se realizó un recuento retrospectivo de fracturas por fragilidad en los 5 últimos años. Las variables dicotómicas se analizaron usando la t de Student para muestras independientes. Las no dicotómicas mediante el análisis de la varianza ANOVA de un factor.
El riesgo absoluto de fractura mayor osteoporótica predicho por el índice de FRAX® no fue mayor en la población con RM que SRM (6,46±0,71 vs. 6,07±0,55% respectivamente; p=0,671). Sin embargo, factores no incluidos en el índice de FRAX®, como la exposición solar y el grado de dependencia para el movimiento redujeron el índice de FRAX® y el padecimiento de fracturas por fragilidad. Cuando se analizó la variable exposición solar (ES) se observaron unas diferencias muy significativas en la tendencia a reducir el porcentaje del índice de FRAX® en los sujetos con una adecuada ES (≥ media hora al día) tanto para fractura mayor (4,85±0,31 vs. 7,93±0,85 para adecuada vs. baja ES; p=0,001) como para fractura de cadera (2,16±0,18 vs. 3,75±0,52 para adecuada vs. baja ES; p=0,006). Lo mismo ocurrió en la diferencia de las medias de fracturas previas por fragilidad en los últimos 5 años, siendo menor la media en los sujetos con adecuada ES (0,09±0,07 vs. 0,52±0,17 para adecuada vs. baja ES; p=0,022).
También se encontraron diferencias muy significativas al analizar la variable movilidad. Analizando la variable de forma dicotómica, se encontró una diferencia significativa en la tendencia a reducir el porcentaje del índice de FRAX® en los sujetos independientes tanto para fractura mayor (4,73±0,30 vs. 8,78±0,95 para independientes vs. dependientes; p=0,001) como para fractura de cadera (2,05±0,18 vs. 4,27±0,58 para independientes vs. dependientes; p=0,001). Lo mismo ocurrió en la diferencia de las medias de fracturas previas por fragilidad en los últimos 5 años, siendo menor la media en los sujetos independientes (0,03±0,03 vs. 0,71±0,21 para independientes vs. dependientes; p=0,003).
Nuestros datos sugieren que la variable con RM no altera el resultado del índice de FRAX® como en un principio cabría pensar y que una adecuada exposición solar y la independencia en la movilidad reducen la probabilidad de riesgo de fractura por fragilidad (estimada con el índice de FRAX®) y la incidencia real en los últimos 5 años.