Hemos leído con especial interés el artículo original de la Dra. Lorena Bajo Penas et al.1, así como el editorial del número 51 de Revista Española de Geriatría y Gerontología del Dr. Javier Gómez Pavón2 en relación con el tema de demencia y conducción.
En las últimas décadas se han producido enormes cambios demográficos siendo el más relevante el envejecimiento de la población debido a avances sustanciales en el sistema sanitario y social. Esto trasladado al terreno de la seguridad vial supone un mayor número de conductores de edad avanzada que pueden ser evaluados en las consultas de geriatría3.
Diversos estudios4,5 relacionan a este grupo de pacientes con un mayor número de accidentes y ponen de manifiesto que no es un problema etario sino que va ligado a una merma de las capacidades necesarias para conducir de una forma segura, hecho que puede evaluarse de forma adecuada a través de la batería informatizada «ASDE driver-test» utilizada en los centros de reconocimiento médicos, aunque no realizada en su totalidad habitualmente.
La normativa española6 prohíbe la conducción a personas con delirium o demencia de forma explícita en el reglamento de 2010 en su artículo 15. En la práctica diaria no suele ser tarea fácil llevar a cabo el cese de la conducción teniendo que recurrir con frecuencia a estrategias que permitan la no conducción con el menor impacto negativo posible para el paciente. El estudio del Dr. T.M. Meuser et al.7 pone de manifiesto la necesidad de mayor coordinación entre los especialistas que valoran el deterioro cognitivo y los centros de reconocimiento médico por las discrepancias objetivadas entre uno y otro grupo.
En nuestro servicio hemos realizado un estudio descriptivo entre enero y junio de 2016 para evaluar la prevalencia de pacientes diagnosticados de deterioro cognitivo moderado o moderado-severo que rechazaron la recomendación de dejar de conducir emitida en la consulta. Se analizó edad media, sexo, índice de Barthel, valoración neuropsicológica y mortalidad. Conscientes del vacío existente en la manera de gestionar el cese de la conducción de pacientes con demencia reflejado en el reciente estudio del Dr. K. Carter et al.8, previamente al estudio contactamos con la Jefatura de la Dirección General de Tráfico de Tarragona y acordamos enviar el DNI de los pacientes con demencia moderada o moderada-severa que no siguieran las recomendaciones dadas en la consulta. También acordamos facilitar número de teléfono a través del cual contactar con el médico que enviaba dicha información. Si el facultativo del Centro de Reconocimiento Médico de la Dirección General de Tráfico solicitaba información adicional, decidimos enviarle un informe encriptado, proporcionándole las claves en un mensaje diferente para cumplir la Ley Orgánica de Protección de Datos 15/1999.
Se recogieron datos de 609 visitas por demencia valoradas en consultas de geriatría en el periodo descrito. De ellas, solo el 0,98% supuso llamada de atención al Centro de Reconocimiento Médico de Tráfico para re-evaluar el caso de forma individualizada. La edad media fue de 82 años con predominio masculino (100%). La capacidad funcional evaluada mediante el índice de Barthel fue de dependencia leve>65 en el 83,4% de los casos. La valoración neuropsicológica mostraba alteración predominante en áreas ejecutivas, visuo-espaciales, de memoria episódica y de trabajo. Mortalidad del 16,6% al finalizar el estudio. Desde el centro de reconocimiento médico hemos recibido una llamada telefónica y no se ha solicitado ningún informe adicional hasta el momento. Todavía no disponemos de más información sobre los pacientes evaluados porque las visitas de seguimiento suelen ser anuales.
Los datos representativos de nuestro medio difieren un poco de otros estudios9, con una prevalencia baja, aunque la metodología y los parámetros analizados han sido diferentes.
Estamos de acuerdo con otros autores10 en la necesidad de que los geriatras asumamos el papel de responsables que nos corresponde frente al problema expuesto, coordinándonos con la autoridad competente de forma conjunta para evaluar adecuadamente a pacientes con deterioro cognitivo, de forma individualizada, con la utilización de la batería «ASDE driver-test» en su totalidad por parte de los centros de reconocimiento médicos.
También creemos necesario establecer programas de ayuda y adaptación a la no conducción por su clara relación con aumento del aislamiento social, la soledad y la depresión2.
A la Dra. Montse Escoda, al Sr. Tomás Aznar por la colaboración en la elaboración de la base de datos y a la Dra. Mercè Clols por la revisión del texto.