El concepto de vejez satisfactoria se define por la baja probabilidad de enfermar y la ausencia de minusvalías, la conservación de la capacidad cognitiva y física y, por las ganas de vivir. Además, debe preservarse la autonomía del individuo para garantizar su calidad de vida, condición que puede evaluarse conociendo cómo percibe el anciano su propio estado de salud1.
Presentamos un estudio descriptivo transversal sobre el estado de salud percibido en una población de ancianos institucionalizados, utilizando el EuroQol-5D2 como instrumento multidimensional diseñado para medir la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). Con él queremos mostrar algunas de las peculiaridades de los ancianos institucionalizados en las residencias de carácter privado de nuestra ciudad, que pueden servir de orientación a la hora de abordar y procurar el envejecimiento satisfactorio en este grupo de personas.
Se estudió a 280 ancianos institucionalizados, que participaron voluntariamente tras firmar su consentimiento informado y siguiendo los principios éticos de la Declaración de Helsinki3. Se excluyó a quienes presentaban un grado de dependencia total o grave (índice de Bathel<40) o un deterioro cognitivo moderado o grave (test de Pfeiffer ≥ 5), de forma que finalmente la población estudiada fue de 156 ancianos (101 mujeres y 55 varones).
Para medir la CVRS hemos elegido la versión española del cuestionario EuroQol-5D (EQ-5D) por ser rápido y fácil de entender2,4. Se evalúan cinco dimensiones (movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas, dolor/malestar y ansiedad/depresión), según tres grados de afectación («1» sin problemas, «2» algunos problemas o problemas moderados y «3» problemas graves) referidos al mismo día en el que se rellena el cuestionario.
De esta forma se obtienen perfiles de salud, siendo el mejor la combinación «11111» y el peor la combinación «33333». La aplicación de determinados coeficientes a cada perfil permite calcular la «tarifa social», que va desde el valor 1 (mejor estado de salud posible), hasta el valor 0 (estado de muerte)5. El EQ-5D incluye una Escala Visual Analógica (EVA) que va desde 0 (peor estado de salud imaginable) a 100 (mejor estado de salud imaginable).
Para facilitar la interpretación de los resultados, se ha optado por agrupar las tres categorías propuestas en solo dos: «Sin problemas», personas sin problemas en la dimensión evaluada; «Problemas», personas con algunos o muchos problemas5,6.
La repercusión de la edad en las cinco dimensiones ha sido dispar (fig. 1). El porcentaje de ancianos menores de 85 años sin problemas, en las dimensiones «Cuidado personal» y «Actividades cotidianas», es superior al que presentan los más mayores. Sin embargo, la edad no ha tenido influencia en las dimensiones «Movilidad», «Dolor/malestar» y «Ansiedad/depresión». La autopercepción de la CVRS de nuestros ancianos es peor, si se comparan con un estudio similar desarrollado en Navarra7. Esto podría deberse a que la media de edad en nuestro estudio es muy superior comparada con el de Navarra y con otros trabajos7,8. Estudios similares, pero con población no institucionalizada, muestran que la tasa de problemas declarados aumenta con la edad, mientras que otros autores defienden que la percepción del estado de salud no depende únicamente de la edad coincidiendo con nosotros, cuando hemos constatado que este factor no era determinante en las dimensiones «Movilidad», «Dolor/malestar» y «Ansiedad/depresión»7–9.
Como se aprecia en la figura 2, el porcentaje de varones sin problemas es significativamente mayor que el de mujeres, salvo en la dimensión «Dolor/malestar». En el mismo sentido, el cálculo de la «tarifa social», cuyo valor medio para la población estudiada fue de 0,65±0,26, resultó más favorable para los varones (0,71±0,29), que para las mujeres (0,62±0,24; p=0,034). Algo similar ocurría con la EVA, en la que los valores medios de los varones (70,2±14,4) fueron superiores a los del grupo femenino (66±12,5; p=0,060). En este sentido, García10 hace referencia a que una parte importante de las consecuencias del envejecimiento de la población son diferentes para varones y mujeres, y eso debe hacernos pensar si el proceso de envejecimiento es igual para ambos sexos.
En conclusión, creemos que en nuestro grupo de ancianos la edad no es siempre determinante a la hora de declarar problemas de salud, y que hay otros factores influyentes, como el hecho de vivir en una residencia. Por otra parte, la autopercepción de la CVRS parece estar condicionada por el sexo del anciano, lo que invita a considerar variables culturales, educacionales y de sexo cuando se estudia la calidad de vida en el anciano.