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Inicio Revista Española de Geriatría y Gerontología El síndrome del Dr. Jekyll y Mr. Hide: las dos caras del cuidador de ancianos*
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Vol. 34. Núm. 6.
Páginas 346-352 (noviembre 1999)
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El síndrome del Dr. Jekyll y Mr. Hide: las dos caras del cuidador de ancianos*
The Dr. Jekyll and Mr. Hyde syndrome: the two faces of the elderly caretaker
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H.. Kessel Sardiñas, N.. Marín Gámez, M. Pageo Giménez, E.. Amat Berenguel, A.. Barnosi Marín, M.. Rodríguez-Galdeano
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El síndrome del Dr. Jekyll y Mr. Hide: las dos caras del cuidador de ancianos*

Kessel Sardiñas, H.; Marín Gámez, N.; Pageo Giménez, M. M.; Amat Berenguel, E.; Barnosi Marín, A. y Rodríguez-Galdeano, M.

Complejo Hospitalario Torrecárdenas. Almería.

Correspondencia:

Humberto Kessel Sardiñas.

Calle Melilla, 17, 2º A.

04007 Almería.

E-mail: hkessel@arrakis.es.

Recibido el 24-5-99;

aceptado el 21-10-99.


RESUMEN

OBJETIVO: Desvelar la apariencia y describir elementos de la relación cuidador habitual-anciano con alto grado de probabilidad de sufrir maltrato, partiendo de las características del cuidador constituidas en signos de alerta.

PACIENTES Y MÉTODO: Investigación con diseño observacional y prospectivo, que emplea un cuestionario sistematizado que se aplicó en tiempo real a los familiares/cuidadores habituales de ancianos que ingresaron con signos altamente probables de maltrato, en la sección de Geriatría de un hospital general durante nueve meses consecutivos. Los cuestionarios fueron presentados por dos médicos sin relación asistencial con los enfermos, evaluándose posteriormente las condiciones clínicas de los ancianos. La valoración final de cada caso se realizó individualmente por consenso del equipo de trabajo. Los datos fueron analizados empleando técnicas básicas de estadística descriptiva. El proyecto fue aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica del Centro, sin conflicto de intereses con los participantes en la investigación.

RESULTADOS: Se detectaron nueve casos de ancianos con alta probabilidad de maltrato. Más de la mitad de los cuidadores habituales eran mujeres, mayores de 60 años, que dedicaban más de 12 horas diarias a la atención del anciano, con un nivel educacional medio o básico, mala o regular situación económica y que no visitaron a su familiar o mostraron interés alguno por el pronóstico o la evolución después de las primeras 24 horas del ingreso. Todos los cuidadores se mostraron reacios al alta y manifestaron reivindicaciones desproporcionadas y muy poco justificables en algún momento de la estancia, no concordantes con la expresión objetiva de la asistencia y el cuidado recibido por el anciano en su medio habitual.

CONCLUSIONES: La actitud desproporcionadamente demandante del cuidador habitual de un anciano ingresado, puede traducir agotamiento del propio cuidador, o situaciones de maltrato domiciliario encubiertas que no serán regularmente desveladas por la víctima. El coste del cuidador-familiar puede ser excesivo. Hacer uso de los recursos técnicos de apoyo de que disponemos podría ser más efectivo que la catalogación de estos familiares como «conflictivos».

Palabras clave

Anciano maltratado. Cuidadores. Síndrome Dr. Jekyll y Mr. Hide.

The Dr. Jekyll and Mr. Hyde syndrome: the two faces of the elderly caretaker

SUMMARY

BACKGROUND: Reveal the appearance of the elements and describe them in the common caretaker and elderly subject relationship in which there is a high degree of probability of abuse, based on the characteristics of the caretaker which make up the alert signs.

PATIENTS AND METHODS: Observational and prospective design research study using a systematized questionnaire applied in real time to the family members/common caretaker of the elderly subjects who are admitted to hospital with highly probable signs of abuse in the Geriatric Section of a General Hospital during nine consecutive months. The questionnaires were presented by two physicians who had no health care relationship with the patients, after which the clinical conditions of the elderly were evaluated. The final assessment of each case was performed individually by consensus of the work team. The data were analyzed with basic techniques of descriptive statistics. The project was approved by the Institutional Review Board of the Center, with no conflict of interests with the research participants.

RESULTS: Nine cases of elderly patients with a high probability of suffering abuse were detected. More than half of the common caretakers were women, over 60 years of age, who spent more than 12 hours daily taking care of the elderly person, who had a middle or basic educational level, poor or regular economic situation and who did not visit their family member or show any interest in regards to their prognosis or evolution after the first 24 hours of admission. All of the caretakers were reluctant to have the patient discharged and showed out-of proportionate demands which were not very justifiable at any time of the patient''s sojourn, did not agree with the objective expression of care and the care received by the elderly subject in his or her common environment.

CONCLUSIONS: The out-of-proportion demanding attitude of the common caretaker of a hospitalized elderly patient can be interpreted as exhaustion of the caretaker or of occult situations of abuse in the home that would not be normally revealed by the victim. The cost of the family caretaker can be excessive. Making use of the technical resources of support available could be more effective than grouping these family members as «conflictive».

Key words

Abused elderly. Caretakers. Dr. Jekyll and Mr. Hyde syndrome.


INTRODUCCION

En España se desconoce esencialmente el problema del maltrato a los ancianos. La información disponible es todavía muy escasa (1-4). La Primera Conferencia Nacional de Consenso y la Declaración Almería sobre el anciano maltratado, fueron iniciativas pioneras que pretendían advertir a la comunidad y a los profesionales implicados sobre este problema (5). Durante las discusiones de las Comisiones se estimó que existía una prevalencia de maltrato del 3% que no discrepa con las informaciones de grupos europeos y norteamericanos (6, 7).

En la investigación realizada por nuestro grupo, publicada en 1991 (2), constatamos que el victimizador más común fue el cuidador familiar (hijos/cónyuges).

La familia sigue siendo, en nuestro país, el principal apoyo cotidiano para los más viejos. Estos cuidados informales son, a menudo, los únicos cuidados recibidos.

Pero la mano que cuida también puede golpear.

En 1978 Boyd y Woodman publicaron en «The Lancet» cuatro casos clínicos correspondientes a ancianos con evoluciones llamativamente dispares según permanecieran hospitalizados o fueran dados de alta y remitidos a su domicilio. Denominaron a esta observación «The Jekyll and Hide Syndrome» (8).

Desvelar la apariencia y describir los problemas de la relación cuidador habitual-anciano con alta probabilidad de haber sido maltratado, constituye el objetivo principal de la investigación que ahora publicamos.

Pretendemos identificar las situaciones más problemáticas en el contexto de una relación familiar con un anciano discapacitado, ofrecer algún tipo de ayuda formal y valorar posibilidades de solución, intentando penetrar en lo más profundo y oscuro del difícil mundo en que se convierten las vivencias del cuidador habitual, su frustración, sus circunstancias y sus demandas.

Hasta donde alcanza nuestra información ésta es la primera serie española sobre el tópico del cuidador-victimizador.

PACIENTES Y MÉTODO

La investigación tuvo un diseño observacional y prospectivo. Se llevó a cabo por un equipo transdisciplinar profesional con médicos generales, geriatras y médicos internistas que atienden a pacientes ancianos en un Hospital General que actúa como centro de referencia provincial. Cuenta con 600 camas y 90 adicionales en la Sección de Geriatría.

Durante el tiempo en que se efectuó la investigación (nueve meses consecutivos), el número total de ingresos geriátricos fue 1.693. Los ancianos con síndrome de maltrato altamente probable y sus familiares-cuidadores habituales centraron nuestra atención como población participante. Seguimos los criterios de maltrato de N. Marín Gámez, previamente publicados (2).

A cada uno de los cuidadores de los casos estudiados se les ofreció participar en la cumplimentación de un cuestionario sistematizado con 27 preguntas (anexo 1). Por razones obvias no se explicó el objetivo principal. Alternativamente se les informó sobre la utilidad potencial del conocimiento de diferentes aspectos cotidianos relacionados con el cuidado del anciano convivente y las circunstancias de sus cuidadores.

En los ancianos supuestamente maltratados se valoraron 14 variables relacionadas con sus condiciones médicas y socioeconómicas (anexo 2).

Durante el tiempo que se prolongó la estancia del anciano en el hospital (media 13,9 días), se obtuvo información y se mantuvo un seguimiento sobre la actitud del cuidador (anexo 3).

Ni los ancianos ni sus cuidadores conocieron, inicialmente al menos, el objetivo real de la investigación.

Los cuestionarios fueron presentados en tiempo real mediante entrevistas realizadas por dos geriatras que no tenían relación asistencial con el caso en cuestión. La valoración final de cada caso se realizó por consenso entre el equipo de trabajo.

Para el análisis de datos se emplearon técnicas básicas de estadística descriptiva.

El proyecto contó con la aprobación previa de Comité Ético de Investigación Clínica (CEIC) del Centro, sin conflicto de intereses con los participantes en la investigación.

RESULTADOS

Los cuidadores

Cinco tenían 60 o más años, tres entre 40 y 60, y sólo uno era menor de 40 años. Procedían mayoritariamente de ambiente urbano (seis de nueve). Cinco eran mujeres, cuatro hombres. La mayoría de los cuidadores poseían un nivel educacional medio o básico; uno tenía nivel educacional superior y tres eran analfabetos. El vínculo familiar en primer grado predominaba, con siete encuestados; dos mantenían un vínculo familiar en segundo grado.

La situación económica familiar se describió como buena en cuatro casos, y regular o mala en tres y dos casos respectivamente.

El tiempo de convivencia con el anciano, desde su incapacitación, era mayor de un año en la mayoría de los encuestados; sólo dos cuidadores llevaban menos de un año en esta circunstancia. Seis dedicaban más de 12 horas al día al cuidado del anciano, llegando en algunos casos hasta la atención permanente. En sólo tres casos la asistencia era compartida.

Ocho de los nueve cuidadores habituales habían tenido necesidad de tratamiento médico, por diversas circunstancias, durante el tiempo en que se dedicaban a asistir al anciano, y cuatro estaban siendo tratados con psicofármacos en el momento de la entrevista. Igualmente ocho cuidadores referían que la dedicación al anciano había interferido en su actividad laboral, la relación de pareja o con el resto de familiares.

La mayoría de los encuestados (siete de nueve) percibían su estado de salud como regular o malo.

Ocho de los entrevistados consideraron que no disponían de medios suficientes para la atención diaria del anciano. En cinco casos se había intentado disponer de alguna ayuda, pero cuatro definieron esta ayuda como solicitud de ingreso en Residencia. Sólo un familiar había solicitado ayuda a domicilio. Siete cuidadores consideraron necesario disponer de la pensión del anciano, y de hecho, disponían de la misma.

Sólo tres entrevistados refirieron haber recibido maltratos de sus padres durante la infancia; por otra parte, seis señalaron haber recibido alguna agresión física, de hecho o de palabras por parte del anciano que cuidaban, desde que convivían con el mismo.

Los sentimientos predominantes en relación con el cuidado del anciano fueron los de tristeza y rabia (siete casos), seguidos de impotencia y frustración en seis, y desesperanza y pérdida de expectativas en cinco.

Las víctimas

Mayoritariamente eran «grandes viejos», con 80 o más años en siete casos. Seis varones y tres mujeres. Cobraban pensiones estatales inferiores a 50.000 pesetas al mes seis ancianos; sólo dos superaban este nivel de ingresos.

De los nueve ancianos, tres aceptaron o reconocieron abiertamente haber sufrido maltrato por un familiar o cuidador.

La media de condiciones médicas por anciano fue 3,4, con un consumo medio de 5,7 fármacos. El cumplimiento terapéutico en cuidador-dependiente fue de seis casos.

Sufrían incontinencia ocho ancianos, y portaban sonda vesical permanente dos.

El estado higiénico al ingreso era francamente malo en la mayoría de los ancianos (seis casos). Ninguno tenía un estado calificado como bueno al ingreso. Cinco de ellos sufrían escaras profundas y extensas. Siete ancianos estaban clínicamente desnutridos y deshidratados, y cuatro padecían algún grado de deterioro cognitivo, llegando en dos a la incapacidad mental total.

En dos casos había evidencia razonable de maltrato físico activo. Cuatro sufrían rigideces patológicas irreversibles, dolorosas e incapacitantes.

Actitud del cuidador

Una vez efectuado el ingreso y transcurridas las primeras 24 horas sólo cuatro de los ancianos recibieron visitas regularmente. En seis casos, el cuidador-familiar no mostró interés expreso alguno sobre el diagnóstico y el pronóstico del paciente en cuestión. Tres cuidadores insistieron en «no prolongar el sufrimiento» de su familiar anciano, sin que se les hubiera comunicado un pronóstico malo o fatal.

Cinco de los ancianos fueron, con el curso de los días, literalmente abandonados en el centro hospitalario.

Todos los cuidadores, sin excepción, se mostraron reacios a aceptar el alta médica propuesta; además todos se caracterizaron por sus reivindicaciones desmedidas o desproporciones (expresadas como quejas, reclamaciones o «amenazas» de litigios con poco fundamento objetivo) en algún momento de la estancia hospitalaria.

Las tablas I y II muestran los resultados de las variables incluidas en el cuestionario dirigido al cuidador.

Tabla I. Características de los cuidadores (1).


Años conviviendo con el anciano
Menos de un año1
Más de un año8
Tiempo dedicado al anciano/día
Menos de 12 horas diarias3
Más de 12 horas diarias6
Percepción del estado de salud propio
Bueno2
Regular o malo7
No
Cuidados compartidos36
Necesidad de tratamiento médico durante el cuidado81
Consumo habitual de psicofármacos45
Agresiones físicas o psíquicas producidas por el anciano63
Sueño interrumpido por el anciano63
Cambios frecuentes de pañal63
Interferencia con la actividad laboral y de relación81
Interferencia con la pareja o el resto de familiares81
Conocimiento de ayudas comunitarias para cuidadores54
Intento de disponer de ayuda54

 

Tabla II. Características de los cuidadores (2).

Tipo de ayuda solicitada

No


Residencia4–
Ayuda a domicilio1–
¿Cree que cuenta con medios suficientes para la atención diaria al anciano?18
Necesidad de la pensión del anciano72
Dispone de la pensión del anciano72
¿Fue maltratado por sus padres durante la infancia?36
Ha sentido en relación con el cuidado42
Abatimiento
Rabia71
Impotencia61
Desesperanza52
Pérdida de expectativas51
Frustración61
Tristeza71

La tabla III muestra los elementos fundamentales obtenidos de la evaluación de los ancianos.

Tabla III. Características de los ancianos


Característica

No

Incontinencia urinaria, fecal o ambas81
Portador de sonda vesical27
Portador de sonda nasogástrica18
Úlceras por decúbito45
Desnutrición diverso grado72
Deshidratación al ingreso72
Deterioro cognitivo*45
Incapacidad física*54
Rigideces patológicas45
Evidencias maltrato físico27
Referencia maltrato cualquier tipo36
RegularMalo
Estado higiénico al ingreso

3

6


* Más de 2/5 en la Escala de Cruz Roja.

DISCUSION

Los ancianos españoles no suelen vivir solos. La mayoría convive con su cónyuge o sus hijos, o bien la familia está próxima y se ocupa de ellos (1, 2).

Los cuidadores familiares prestan, de hecho, una parte esencial de los servicios cotidianos a los más mayores. De ellos depende, cada vez más, el sistema de protección y bienestar sociosanitario.

Aproximadamente un 70% de los cuidadores son mayores, esposas o hijas. Casi una cuarta parte de los cuidadores activos laboralmente tienen a su cargo algún familiar anciano (2). El cuidador suele asumir una tarea compleja y prolongada cuya duración suele durar años.

La atención acostumbra a ser cotidiana, siete días a la semana y no menor de 8-10 horas al día. Comúnmente incluye las labores diarias de la casa, la higiene del anciano discapacitado en grado variable y el control de la medicación, además del indispensable apoyo emocional, tareas que en muchos casos requerirían la asistencia y asesoría de personal cualificado.

Un anciano incontinente, que sufra algún grado de deterioro cognitivo y frecuentes trastornos de conducta, invariablemente terminará agotando la reserva de su cuidador.

El cuidador suele estar solo y no recibe ayuda, sobre todo con el paso del tiempo. Una minoría utiliza el recurso de un grupo de autoayuda, de diferentes orígenes. Más a menudo suelen distanciarse de su red de relación social, y acaban padeciendo estrés y consumiendo psicofármacos en una proporción significativamente mayor (9). Sólo quienes tienen una capacidad económica suficiente (una evidente minoría), solicitan los servicios a domicilio de agencias o personas dedicadas a cuidar ancianos, o el ingreso en una Residencia.

Mientras tanto la discapacidad del anciano aumenta año tras año, y la carga sobre el cuidador puede llegar a ser abrumadora.

Por último, en el origen, no siempre la relación entre anciano y familiar o viceversa, ha sido buena, y eventualmente el anciano puede mostrarse agresivo o insultante con su cuidador. El cónyuge o el hijo pueden «vengarse» de una situación anterior de violencia o maltratos familiares. Es en esta circunstancia que emerge el abuso o el maltrato al anciano.

El maltrato a los viejos por sus cuidadores habituales es una expresión de violencia oculta sobre la que se establece un pacto de silencio entre víctima y victimizador. La sociedad mantiene tácitamente este pacto y hace de él un «asunto interno», uno de sus últimos tabúes.

Por otra parte, el cuidador que maltrata al anciano se siente abatido, impotente, a veces desesperado, muchas frustrado y frecuentemente triste. Está perdiendo parte de su presente y su futuro no es optimista, por lo que se torna agresivo hasta expresar rabia ante la situación.

Las noches de sueño interrumpido, los frecuentes cambios de pañal, los conflictos con la pareja y los hijos, una situación económica no muy holgada, pocos metros cuadrados disponibles en la vivienda familiar, escaso conocimiento técnico de los cuidados a dispensar, junto a la continua interferencia con las actividades de relación socio-laboral, en la más absoluta «incomunicación», son factores que pueden llevarle a la acción: el maltrato físico, la crueldad verbal, el expolio patrimonial ilegítimo o más raramente a la humillación sexual.

Los ancianos maltratados no acostumbran a reconocerse como tales, pese a que las evidencias se acumulen para un observador avisado.

Tan sólo tres de los nueve ancianos afirmaron ser objeto de maltrato y de algún modo, pese a todo, disculpaban a su familiar.

Los cuidadores se mostraban hostiles con el personal sanitario en sus escasas visitas; demandaban cuidados continuos, exquisitos, o en ocasiones precipitaban un escándalo en los pasillos, amenazas incluidas, por situaciones que resultaron puntales y en nada reflejo de negligencia tras ser investigadas; por otra parte resultaba llamativo que sus exigencias eran a todas luces desproporcionadas o discrepaban abiertamente con los cuidados que ellos habían ofrecido en el domicilio, constatados en el momento del ingreso hospitalario. No siempre estaban disponibles cuando se les avisaba. Algunos abandonaron literalmente al anciano a disposición del Hospital, y todos sin excepción, reaccionaban con un rechazo manifiesto ante la propuesta médica del alta hospitalaria.

Hemos denominado a esta circunstancia ambivalente «Síndrome del Dr. Jeckill y Mr. Hide», aludiendo por una parte a la observación de Boy y Woodman que no se llegó a precisar en hechos concretos y por otra a las dos caras que el cuidador nos ofrece ante el conflicto en que se ve inmerso, al límite de sus recursos, con un anciano que prolonga su problemática creciente en el tiempo, y al que descuida en su domicilio. Por otro lado, intenta dar la impresión de que está preocupado con su familiar demandando asistencia exhaustiva al personal sanitario, y haciendo hincapié en supuestos detalles erróneos de la asistencia. Tachar este tipo de familiares como «conflictivos» es la norma en nuestra asistencia diaria.

Los profesionales sanitarios que trabajamos con ancianos, y especialmente con ancianos maltratados, debemos tener en cuenta «todos los factores importantes» antes de reprochar la actitud del cuidador-victimizador demandante. Por otra parte, la presencia de un familiar con estas características debe alertarnos sobre la posibilidad de que estemos ante un maltratador en potencia, o una llamada de auxilio. Tal vez, más que condenar moralmente esa actitud, o iniciar un complejo proceso judicial ante el Ministerio Fiscal, sea más eficaz ofrecer una reunión con el trabajador social, ofrecer ayuda médica o psicológica o programar actuaciones encaminadas a formar a los cuidadores en tareas relacionadas con la incontinencia, la alimentación, la actitud y manejo de trastornos de conducta o el cumplimiento terapéutico. A veces instrumentar un mecanismo colectivo para comentar sus problemas o simplemente escucharlos, también es más beneficioso.

Todo esto sin descontar que sería necesario que contáramos con la opción de ofrecer programas sociales de vacaciones, descansos los fines de semana, ayudas con personal en el trabajo del domicilio y hasta la consideración de incluir el pago de un estipendio al cuidador habitual, que por otra parte no aspira a que realmente se le pague todo el trabajo que desarrolla.

Un análisis del escenario futuro (hacia el 2025), sugiere que las familias habrán adelgazado, y las mujeres, que cada vez estarán más dedicadas al pleno empleo, tendrán pocas oportunidades de seguir siendo cuidadoras habituales de los viejos. Los divorcios probablemente irán en aumento y los ancianos solteros o solitarios no tendrían cuidador alguno a quien acudir en busca de ayuda.

El Estado y las compañías de seguros médicos deberían prestar atención y proporcionar ayuda a los cuidadores habituales. El coste del cuidador familiar puede ser excesivo.

Por último, si todo falla, dado que el problema tiende a ser crónico y la mano que cuida también puede golpear, si la situación de maltrato es detectada reiteradamente, el anciano deberá ser separado del ambiente de violencia familiar con su consentimiento o sin él, utilizando la vía legal si es mentalmente incompetente.

* Investigación presentada como comunicación oral en el XXII Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Madrid, junio 1998.


BIBLIOGRAFIA

1. Marín N, Delgado M, Aguilar JL, Sánchez C, Gil B, Villanueva E. Síndrome de maltrato y abuso en el anciano. Rev Esp Geriatr Gerontol 1990;25(Sup 1):66.

2. Marín N, Delgado M, Aguilar JL, Martínez MA, Diez A, Soto JA. Síndrome de maltrato y abuso en el anciano. Rev Esp Geriatr Gerontol 1991;26:40-6.

3. Larrión Zugasti JL, De Paúl Ochotorena. El Síndrome del anciano maltratado. Med Clin (Barc) 1994;102:206-9.

4. Marín N, Delgado M, Rodríguez M. Síndrome del anciano maltratado. Med Clin (Barc) 1994;103:357-8.

5. Kessel Sardiñas H, Marín Gámez N, Maturana Navarrete N, Castañeda Fábrega L, Pageo Giménez MM, Larrión Zugasti JL. Primera Conferencia Nacional de Consenso sobre el anciano maltratado. Rev Esp Geriatr Gerontol 1996;31:367-72.

6. Lachs MS, Pillemer K. Current concepts: Abuse and neglect of elderly persons. N Engl J Med 1994;332:437-43.

7. Ogg J, Bennet C. Elder abuse in Britain. Br Med J 1992;305:998-9.

8. Boyd RV, Woodman JA. The Jekyll and Hide Syndrome: an example of disturbed relations affecting the elderly. Lancet 1978;2:671-2.

9. Baumgarten M, Battista RN, Infante Mirabal C, et al. The psychological and physical health of family members caring for an elderly person with dementia. J Clin Epidemiol 1992;45(1):67-75.


ANEXO 1. VARIABLES CONTEMPLADAS EN EL CUESTIONARIO APLICADO AL CUIDADOR.

1. Edad.

2. Sexo.

3. Residencia (urbana o rural).

4. Nivel educacional.

5. Situación laboral (sin trabajo, trabajo estable o eventual).

6. Vínculo familiar con el anciano, otros familiares en la comunidad o fuera otras obligaciones y problemas familiares.

7. Situación económica familiar.

8. Tiempo de convivencia con el anciano desde su incapacidad.

9. Tiempo promedio en horas diarias dedicado al cuidado del anciano.

10. Itinerancia del anciano.

11. Cuidador directo o indirecto.

12. Evaluación cualitativa del estado de salud.

13. Tratamiento médico recibido en los últimos seis meses.

14. Tratamiento con psicofármacos en los últimos seis meses.

15. Agresiones recibidas por parte del anciano a su cuidado.

16. Evaluación cualitativa de su relación con otros familiares del anciano.

17. Interrupción de las horas de sueño para la asistencia del anciano.

18. Cambios de pañal y aseo.

19. Interferencia por la atención del anciano en la vida social, laboral o la estabilidad familiar.

20. Conocimiento y búsqueda de otro tipo de ayudas, especificando cuáles.

21. Evaluación sobre los medios con que cuenta para la atención en domicilio.

22. Aporte económico por parte del anciano.

23. Disponibilidad de los ingresos del anciano.

24. Sentimientos referidos de abatimiento, rabia, impotencia, desesperanza pérdida de expectativas, tristeza y frustración.

25. Cumplimiento terapéutico del anciano.

26. Malos tratos durante la infancia.

27. Estado de salud percibido por el encuestador.


ANEXO 2. VARIABLES EVALUADAS EN EL ANCIANO

1. Edad.

2. Sexo.

3. Ingresos económicos.

4. Incapacidad psicofísica previa y actual (Escala de Cruz Roja).

5. Incontinencias.

6. Sondaje vesical.

7. Sondaje nasogástrico.

8. Evaluación cualitativa del estado higiénico al ingreso.

9. Úlceras por decúbito y rigideces patológicas.

10. Evaluación del estado nutricional.

11. Hidratación.

12. Diagnóstico de demencia de cualquier tipo y grado.

13. Evidencias de maltrato físico activo.

14. Referencia de maltrato referido por el anciano.


ANEXO 3. SEGUIMIENTO DE LA ACTITUD DEL CUIDADOR

1. Visitas al anciano durante su estancia hospitalaria.

2. Solicitud de información médica y frecuencia.

3. Interés por el pronóstico.

4. Insistencia en no prolongar «el sufrimiento» del anciano.

5. Evaluación de las reivindicaciones planteadas durante la estancia.

6. Aceptación o rechazo al alta.

7. Abandono institucional.


INFORMACIONES DE ESPAÑA

Seminario Internacional sobre Política Social (el papel de la iniciativa privada y pública en las políticas sociales para la tercera edad)

San Sebastián, 2 y 3 de diciembre de 1999.

Lugar: Palacio de Miramar. San Sebastián.

Directores: J. J. Yanguas y F. J. Leturia.

Temas:

Conferencias:

* Política Social de Atención a las Personas Mayores en el contexto europeo y la relación entre lo público y lo privado.

* Consecuencias de la inclusión de la iniciativa privada en las políticas sociales.

* Desarrollo de Servicios Sociales en el ámbito municipal.

* Calidad de los servicios e iniciativa privada.

* Del estado de bienestar y su futuro.

* Futuro de las políticas sociales para las personas mayores.

Mesas redondas:

* Voluntariado: ¿cuál es el papel de los voluntarios mayores en la política social en el próximo milenio?

* La iniciativa privada con y sin ánimo de lucro y su papel en la atención a las personas mayores.

* Relación entre la iniciativa pública y privada en el contexto europeo.

* ¿Cuál es el futuro rol de las administraciones públicas ante la inclusión de la iniciativa privada en la gestión de los servicios?

Información y matrículas:

Facultad de Psicología. Universidad del País Vasco. Máster de Intervención Psicosocial. Avda. de Tolosa, 70. 20009 San Sebastián. Tel.: 943 018 303. E-mail: ssrmip@ss.ehu.es

II Jornadas Aragonesas de Centros de Día Psicogeriátricos

Zaragoza, 15 de diciembre de 1999.

Organiza: Centro de Día Psicogeriátrico «Benito Menni». Hospital Sagrado Corazón de Jesús.

Lugar: Colegio de Médicos de Zaragoza.

Información: Sta. Ana Laborda. Tel.: 976 770 635.

Postgrado universitario a distancia en dirección y gestión de residencias geriátricas

Barcelona, enero 2000­diciembre 2001.

Primera edición a distancia.

Destinatarios:

* Diplomados o licenciados universitarios, con o sin experiencia previa en la dirección de centros geriátricos.

* Directivos, gerentes y personal directivo de centros geriátricos.

* Profesionales de empresas de servicios gerontológicos. Asesores.

Duración: 250 horas (25 créditos). Los alumnos matriculados deberán superar las evaluaciones exigidas en un mínimo de un año y un máximo de dos años.

Inicio del curso: enero del 2000.

Finalización: diciembre del 2001.

Equipo directivo: Dirección: Ricardo Moragas. Coodinación general: Aurora Morera.

Temas:

* Módulo 1. Derecho y obligaciones legales de las residencias en España (35 horas).

* Módulo 2. Gerontología y política social (25 horas).

* Módulo 3. Dirección y organización de servicios (60 horas).

* Módulo 4. Gestión empresarial y dirección de personal (60 horas).

Información e inscripciones: Formació Continuada-Les Heures (Universitat de Barcelona-Fundació Bosch i Gimpera). Palau de les Heures. Llars Mundet. Passeig de la Vall d´Hebron, s/n. 08035 Barcelona. Tel.: 934 283 710/934 284 585. Fax: 934 286 370. E-mail: amorera@fbg.ub.es.

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