ORIGINAL
Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33(2):91-97
El tratamiento de las personas mayores fumadoras: un estudio de caso
Becoña, Elisardo; Vázquez, Fernando L.
Universidad de Santiago de Compostela.
Correspondencia: Elisardo Becoña. Universidad de Santiago de Compostela. Facultad de Psicología. Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología. Campus Universitario Sur. 15706 Santiago de Compostela. Galicia. España.
Recibido el 18-9-97; aceptado el 7-1-98.
RESUMEN
Aunque la prevalencia de fumar es más baja en la gente mayor, fumar es el principal factor de riesgo de 6 de las 14 causas principales de muerte entre las personas de 60 o más años, e influye negativamente en aquellos que presentan problemas crónicos tales como enfisema, osteoporosis, úlceras y diabetes. Por ello, las personas mayores deberían ser un importante grupo diana de las intervenciones para dejar de fumar.
Actualmente disponemos de distintas intervenciones conductuales y farmacológicas para modificar el hábito de fumar. Este amplio abanico de posibilidades de tratamiento ha sido poco explorado en las personas mayores. Sin embargo, este grupo de edad es un colectivo en el que el tabaquismo genera una elevada morbilidad y mortalidad.
En este trabajo hacemos una revisión del proceso de evaluación y del tratamiento para dejar de fumar en las personas mayores. También describimos un protocolo de evaluación y de tratamiento que hemos adaptado y aplicado a personas mayores, dentro de nuestro programa de tratamiento para fumadores, ejemplificándolo a través del tratamiento de un caso.
Palabras clave
Dejar de fumar. Persona mayor. Tratamiento conductual multicomponente para no fumar.
Treatment of smoking elders: a case study
SUMMARY
Although cigarette smoking is less prevalent among elderly persons, smoking is the major risk factor in 6 of the 14 main causes of death in persons 60 or older. Moreover, smoking has a negative influence on patients with chronic problems such as emphysema, osteoporosis, gastric ulcers, and diabetes. For this reason, the elderly should be an important target group for smoking cessation intervention.
Several cognitive-behavioral and pharmacological interventions exist for changing smoking habits. This wide variety of treatment options has not been explored extensively in elderly persons. Nevertheless, smoking in this age group produces a high morbidity and mortality.
A review is made of the evaluation process and smoking cessation treatment in the elderly. We also discuss the evaluation and treatment program which we have adapted and applied to elderly people in our smoking treatment program. A case is used to ilustrate smoking cessation intervention in the elderly.
Key words
Smoking cessation. Elderly. Behavior therapy.
Rev Esp Geriatr Gerontol 1998;33:91-97
INTRODUCCION
El fenómeno del envejecimiento coloca a las sociedades modernas ante un conjunto de retos frente a los que será ineluctable responder. Las personas mayores representan un papel cada vez más relevante dentro de la sociedad. Nos apremia la necesidad de estudiar y encontrar respuestas a las cuestiones que plantea este fenómeno. Entre otros muchos interrogantes, el consumo de tabaco todavía sigue siendo una incógnita en las personas mayores. Aunque habitualmente tiende a considerarse que el consumo de cigarrillos como una problemática específica de los jóvenes y de los adultos, el tabaquismo es un fenómeno que, en mayor o menor medida, afecta también a las personas mayores (1). Este grupo de población es, por sus características peculiares, un colectivo en el que el hábito tabáquico genera una elevada morbilidad y mortalidad (2).
Las personas mayores deben ser un importante grupo diana para las intervenciones para dejar de fumar. Aunque la prevalencia de fumar es más baja en las personas mayores, hay actualmente en España varios cientos de miles de ellos que fuman. Por ejemplo, en Galicia fuma el 11% (tabla I) (3) y en Cataluña fuma el 14,2% (4). En otros países, como en Estados Unidos, de los mayores de 65 a 74 años, fuma el 18% de los hombres y el 15% de las mujeres, dada la más temprana introducción de la mujer en el consumo de tabaco, que en esos países fue después de la Segunda Guerra Mundial (5). En el estudio anterior de Galicia, con una muestra representativa de personas de la población, el 54,55% de las personas mayores que fumaban tenían un grado de dependencia bajo a la nicotina. No obstante, lo más preocupante es que el 45,45% tenía un consumo elevado de cigarrillos (16-25 cigarrillos/día) y, además, sólo el 8% intentó dejar de fumar durante el transcurso de ese año.
Tabla I. Porcentaje de fumadores diarios, ocasionales y ex-fumadores en Galicia, por edades. | |||
Fumador | Fumador | ||
Edad | diario | ocasional | Ex-fumador |
16-24 | 19,7 | 29,6 | 8,1 |
25-45 | 53,4 | 44,4 | 36,1 |
46-64 | 19,7 | 18,5 | 33,1 |
65 o más | 7,2 | 7,4 | 22,1 |
Fumador diario: Persona que fuma uno o más cigarrillos todos los días. Fumador ocasional: Persona que fuma de vez en cuando algún cigarrillo. Ex-fumador: Persona que ha fumado en el pasado pero que en la actualidad está sin fumar. Fuente: (3). |
Los fumadores de más edad presentan un riesgo mayor a continuar fumando que los más jóvenes porque llevan más años fumando, fuman más cigarrillos por día y con un contenido en nicotina mayor (1). Esta tipología de consumo junto con una edad mayor hace que sea más probable que sufran síntomas físicos (por ejemplo, tos, fatiga) o enfermedades (por ejemplo, cáncer de pulmón, bronquitis crónica) relacionados con el consumo de tabaco (7).
Fumar cigarrillos incrementó significativamente la mortalidad y la morbilidad en los hombres y mujeres mayores. Fumar es el principal factor de riesgo para 6 de las 14 causas principales de muerte entre las personas de 60 o más años, e influye negativamente en aquellos que presentan problemas crónicos tales como el enfisema, la osteoporosis, úlcera y diabetes (8, 9). Los fumadores actuales de 60 o más años tienen un riesgo de mortalidad 1,5 veces mayor que los no fumadores y de un 1,2 que los ex-fumadores (10). La expectativa de vida de los sujetos fumadores de 65 años es de 2 a 4 años más baja que los no fumadores de su misma edad (11). Además, los fumadores mayores contribuyen de modo desproporcionado a la demanda y gastos de cuidados de la salud (12).
Las personas mayores pueden obtener importantes beneficios para su salud a corto (por ejemplo, función coronaria) y largo plazo (por ejemplo, función respiratoria), si dejan de fumar (5). Los mayores beneficios, tanto en los hombres como en las mujeres mayores, se producen en la mortalidad por enfermedad coronaria (13). El riesgo de sufrir un problema cardíaco en fumadores de 65 a 74 años comienza a disminuir el primer año de abstinencia, para alcanzar a los cinco años el mismo nivel que las personas que nunca han fumado (14). El flujo sanguíneo cerebral, que es menor en los fumadores mayores en comparación con los no fumadores de su misma edad, también puede mejorar en un período de un año, aun habiendo sido fumadores que hayan fumado durante 30 o 40 años (15).
Al igual que para los otros grupos de edad de la población, fumar también es el problema más importante de salud pública para las personas mayores en EEUU y en los países desarrollados. De hecho, en el informe del Surgeon General de 1990 concluye que hay una necesidad urgente de realizar una fuerte campaña que tenga como objetivo conseguir que la gente mayor deje de fumar (5).
EVALUACION
Al igual que en otras conductas adictivas, en el tabaquismo la evaluación es un proceso indispensable antes, durante, al final del tratamiento y en los subsiguientes seguimientos. En la actualidad se disponen de numerosos instrumentos de medida para realizar este cometido. Destacan los autorregistros, medidas topográficas de la conducta de fumar, el test de Fagerström de la dependencia de la nicotina, cuestionarios de motivación a fumar, escalas de autoeficacia, otras escalas que nos permiten evaluar aspectos complementarios (por ejemplo, depresión, ansiedad y estrés) y medidas fisiológicas (por ejemplo, cotinina, CO) (16-18).
En la evaluación previa al tratamiento se pueden utilizar la modalidad de entrevista para recoger información. El objetivo de la misma es detectar los problemas relevantes que tiene la persona. Aunque el problema fundamental es el consumo de cigarrillos, el terapeuta debe estar muy atento porque pueden estar presentes otros problemas y que, en algunos casos, hay que afrontarlos antes para solventar con éxito el tratamiento del tabaquismo. En la evaluación previa junto a la entrevista se suele utilizar un cuestionario para evaluar distintos aspectos relacionados con la conducta de fumar (16). Junto a la recogida sistemática de datos sobre la conducta de fumar y datos demográficos mediante la entrevista, se le suele pedir a los sujetos que cumplimenten una serie de escalas y cuestionarios.
Los autorregistros son la medida conductual más utilizada en el tratamiento de los fumadores. En las hojas de autorregistro el fumador tiene que ir anotando cada cigarrillo y distintos aspectos de la conducta (por ejemplo, antecedentes, consecuentes). Es importante que sean lo más sencillos posibles para que las personas mayores puedan cumplimentarlos adecuadamente (16, 17).
Prochaska et al han elaborado varios cuestionarios para evaluar los estadios y procesos de cambio (19). Estas escalas nos permiten identificar qué procesos de cambio ha desarrollado un determinado sujeto y, consiguientemente, conocer en qué estadios de cambio se halla. Esto propicia que el terapeuta conozca de forma mucho más sistemática qué procedimientos tiene que aplicar y/o enseñar para que el paciente desarrolle los procesos de cambio que le permiten progresar hacia el próximo estadio. La escala de pros y contras (20) es útil para evaluar los pros y contras de la conducta de fumar. Con los datos obtenidos a través de la escala se obtiene que los fumadores inmotivados le conceden más peso a los pros de emitir la conducta que los contra, mientras que a los fumadores motivados les sucede lo contrario. Un dato interesante es la evaluación de la eficacia que percibe el sujeto de estar abstinentes en aquellas situaciones en las que tiene mas probabilidad de fumar; esto es, su autoeficacia (21).
El test de Fagerström de dependencia de la nicotina (22) nos permite el diagnóstico de la dependencia de la nicotina del fumador. Es una de las medidas más predictivas actualmente acerca de la eficacia de las intervenciones.
Las medidas fisiológicas han experimentado un gran auge en las dos últimas décadas, siendo en el momento presente habituales en cualquier estudio relacionado con la conducta de fumar. Las medidas que más se utilizan son el monóxido de carbono en el aire espirado, el tiocianato y la cotinina en saliva u orina y, en menor grado, la carboxihemoglobina y la nicotina (16, 18).
Una modalidad de protocolo de evaluación a seguir puede ser el desarrollado en el Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología de la Universidad de Santiago de Compostela (16), fruto de la experiencia de más de una década de tratamientos con fumadores de todas las edades, incluyendo al grupo de población de 65 y más años (tabla II).
Tabla II. Protocolo de evaluación para el tratamiento de dejar de fumar de una persona mayor antes, durante, al final del tratamiento y en los seguimientos |
1. Evaluación previa al tratamiento |
Cuestionario sobre el hábito de fumar: recoge toda una serie de variables demográficas y relacionadas con la conducta de fumar. |
Test de Fagerström de dependencia de la nicotina. |
Cuestionario de estadios de cambio. |
Cuestionario de ansiedad-rasgo. |
Depresión: Inventario de depresión de Beck (BDI). |
Evaluación fisiológica: monóxido de carbono en el aire espirado. |
Autorregistros. |
2. Evaluación a lo largo del tratamiento |
Evaluación fisiológica del monóxido de carbono en el aire espirado. |
Autorregistros. |
3. Evaluación final del tratamiento |
Cuestionario de final de tratamiento. |
Evaluación fisiológica del monóxido de carbono en el aire espirado. |
Cuestionario de ansiedad-rasgo. |
Depresión: Inventario de depresión de Beck (BDI). |
4. Evaluación en los seguimientos a los 6 y 12 meses |
Cuestionario de seguimiento. |
Evaluación complementaria: los cuestionarios de ansiedad-rasgo, BDI. |
Evaluación fisiológica: monóxido de carbono en el aire espirado y tiocinato en saliva. |
TRATAMIENTO CONDUCTUAL
En la gran mayoría de las revisiones realizadas hasta la actualidad (23-30) se llega a la conclusión de que las técnicas conductuales son las que obtienen las mejores tasas de abstinencia. En los programas clínicos, al final del tratamiento la eficacia oscila entre el 60% y el 100% y, al año de seguimiento, los programas más eficaces tienen una abstinencia del 40%. Los resultados han mejorado significativamente desde finales de 1960. En la actualidad, y desde la perspectiva clínica, los programas multicomponente son el recurso más en boga para dejar de fumar. Esta modalidad de tratamiento del tabaquismo, también conocida por paquete de tratamiento o tratamiento multimodal, data de principios de la década de los años ochenta (31). En la actualidad, los programas multicomponentes son los más utilizados en el tratamiento de los fumadores. Estos programas engloban varias técnicas de tratamiento con la finalidad de optimizar las tasas de abstinencia, por tanto, erradicar la conducta-problema. Los programas multicomponentes suelen constar de tres fases (32): fase de preparación, fase de abandono y fase de mantenimiento.
En la fase de preparación se pretende movilizar la motivación y el compromiso del cliente, utilizando depósitos monetarios y los contratos de contingencias. También el sujeto tiene que observar y registrar su conducta de fumar para conocer su patrón de fumar con exactitud. Se establece el día en que se va a dejar de fumar. Se entrena al individuo en técnicas de automanejo y autocontrol en vistas a optimizar el tratamiento, tales como control de estímulos, manejo del estrés, relajación, conductas alternativas, etc.
En la fase de abandono, se trata la conducta de fumar, con una de las técnicas que ha mostrado su eficacia en el abandono de los cigarrillos (fumar rápido, reducción gradual de ingestión de nicotina y alquitrán, saciación, etc.) o que la haya demostrado en los programas multicomponentes (saciación, sensibilización encubierta, contrato con fecha fija de dejarlo, etc).
En la fase de mantenimiento, también denominada prevención de la recaída (33), se considera como la fase orientada a mantener las ganancias del tratamiento a largo plazo. En esta fase se llevan a cabo distintas sesiones de mantenimiento; esto es, sesiones donde se analiza el proceso y se revisan las estrategias que se le han proporcionado al sujeto a lo largo de todo el tratamiento para que se mantenga abstinente. También se incluyen distintas estrategias, tales como entrenamiento en habilidades para afrontar situaciones (entrenamiento autoinstruccional, entrenamiento en solución de problemas), apoyo social, etc.
Los programas multicomponentes son el método más eficaz a los seis meses de seguimiento y de los mejores al año de seguimiento (23). Decenas de estudios apoyan dicha afirmación. También, cabe señalar que el chicle o el parche de nicotina acompañado de técnicas conductuales se ha demostrado que es un programa multicomponente efectivo (29-30). La eficacia en nuestro país puede llegar al 40%-50% (34), de modo semejante a la que se ha obtenido en España utilizando un programa psicológico conductual multicomponente (35).
Las intervenciones de mínimo contacto son también una importante alternativa de tratamiento para los mayores (36). La mayoría de los fumadores, tanto jóvenes como mayores, prefieren métodos de autoayuda para dejar de fumar (37). Este tipo de métodos debería ser adaptado a las necesidades de este grupo de edad (1), pues algunos pueden experimentar déficits (por ejemplo, escasa capacidad para leer), pueden necesitar más tiempo para procesar la información, etc.
EL PROGRAMA PARA DEJAR DE FUMAR APLICADO A UNA PERSONA MAYOR
A continuación describimos la aplicación del programa conductual multicomponente que nosotros hemos utilizado con una persona mayor, el Programa para Dejar de Fumar (38), en nuestro programa de tratamiento de fumadores.
S. R. era una persona de 65 años, casado, con estudios de ingeniería técnica industrial y era profesor en una escuela universitaria. Acudió a un tratamiento para dejar de fumar a la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela. El motivo que le impulsó a tomar la decisión de acudir a tratamiento fue un problema grave de salud relacionado con el consumo de cigarrillos (un enfisema pulmonar). Fumaba 20 cigarrillos de la marca BN (0,8 mg de nicotina) en el momento de la entrevista, habiendo llegado a fumar 40 cigarrillos en alguna ocasión de su vida. Su primer cigarrillo lo había probado a los 14 años, consolidando el hábito a los 17 años. Por tanto, llevaba 48 años fumando regularmente. El motivo fundamental que le indujo a dejar de fumar fue el relacionado con la salud, siendo principalmente su médico el que le incitó a dejar de fumar, el cual le había sugerido muchas veces que debía dejar de fumar. La fatiga era la molestia más importante que le producía el tabaco en la actualidad. No bebía bebidas alcohólicas. Sin embargo, consumía un promedio de tres cafés diarios.
En el último año no había dejado de fumar ningún día, aunque tenía la intención de dejarlo dentro de los siguientes 30 días a la entrevista inicial. La puntuación total que obtuvo en el Test de Fagerström de dependencia a la nicotina (22) fue de seis, lo cual es sinónimo de una elevada dependencia fisiológica.
Para la evaluación pretratamiento se utilizaron dos cuestionarios: el cuestionario sobre el hábito de fumar (16) y otras escalas complementarias (por ejemplo, inventario de depresión de Beck). El cuestionario sobre el hábito de fumar es una entrevista semiestructurada que está formado por un total de 58 ítems (16). En él se recogen las distintas variables demográficas, variables relacionadas con el consumo, intentos de abandono o reducción de cigarrillos, etc. Además, se incluye la escala para la evaluación de estadios de cambio (19) y el Test de Fagerström de dependencia de la nicotina (22). Al final de la sesión de evaluación se le proporcionaron los autorregistros adaptabas al paquete de cigarrillos, donde debía indicar de cada cigarrillo fumado la hora en que lo fumaba, el placer que le proporcionaba de 0 a 10 y la situación donde lo fumaba. Realizó un total de siete días de autoobservación para la línea base y, posteriormente, siguió registrando los cigarrillos fumados hasta que dejó de fumar. La media de cigarrillos fumados en esos siete días fue de 15,85, lo que significó un descenso de 4,15 cigarrillos respecto a antes de la intervención. También se evaluó el monóxido de carbono en aire espirado (25 ppm), proceso que se repitió en las sesiones de tratamiento, al final de la intervención y en los seguimientos.
El tratamiento constó de seis sesiones, una por semana, en el que se aplicó un programa conductual multicomponente para dejar de fumar, que hemos desarrollado en la última década, que incluye la aplicación de la técnica de autoobservación (autorregistro de la conducta y representación gráfica), información acerca de la conducta de fumar, control de estímulos, tareas para evitar el síndrome de abstinencia, feedback fisiológico y reducción gradual de ingestión de nicotina y alquitrán (38). En la tabla III se indican las distintas estrategias que se han aplicado durante las seis sesiones del Programa para Dejar de Fumar.
Tabla III. Estrategias que se utilizaron con la persona mayor en cada una de las sesiones de tratamiento |
Primera sesión |
1. Indicar las razones para dejar de fumar actualmente. |
2. Lectura de «Aspectos generales del tabaco» y de «Tabaco o salud». |
3. Hacer una lista de las razones a favor y en contra de fumar cigarrillos actualmente. |
4. Indicar los antecedentes y consecuentes de la conducta de fumar. |
5. Realizar la representación gráfica de los cigarrillos fumados. |
6. Comunicar a otras personas de su entorno que va a dejar de fumar en los próximos 30 días. |
7. Cambiar de marca de cigarrillos (un 30% menos de nicotina que la actual). |
8. Aplicar las siguientes reglas para reducir el consumo de cigarrillos: |
8.1. Fumar un tercio menos de cigarrillo, desde el filtro. |
8.2. No aceptar ofrecimientos de cigarrillos. |
8.3. Reducir la profundidad de la inhalación. |
8.4. Llevar el cigarrillo a la boca sólo para fumarlo. |
Segunda sesión |
1. Realizar los registros y la representación gráfica del consumo de cigarrillos. |
2. Aumentar la parte del cigarrillo sin fumar. |
3. No aceptar ofrecimientos de cigarrillos. |
4. Cambiar de marca de cigarrillos (un 60% menos de nicotina que los que se fumaban al principio) o reducir el consumo de los mismos (un 30% menos que en la semana anterior). |
5. Si fuma antes de desayunar o después de levantarse retrasar ese cigarrillo por lo menos 15 minutos. |
6. Indicar los antecedentes y consecuentes más importantes de su conducta de fumar en la semana anterior. |
7. Seleccionar tres situaciones en las que dejará de fumar. |
8. Analizar las reacciones que produjo el comunicarle a otras personas que dejará de fumar en los próximos 30 días. |
9. Actividades a realizar para no tener ningún problema en la reducción del consumo de cigarrillos. |
Tercera sesión |
1. Realización de los registros y de la representación gráfica del consumo de cigarrillos. |
2. Fumar como máximo la mitad de cada cigarrillo. |
3. No aceptar ofrecimientos de cigarrillos. |
4. Retrasar un mínimo de 30 minutos el cigarrillo de después de levantarse o desayunar. |
5. (Si aún no lo hizo) Retrasar un mínimo de 15 minutos los cigarrillos de después de comer, del café y de la cena. |
6. Cambiar de marca (un 90% menos que el que fumaba al principio) o reducir el número de cigarrillos fumados (un 30% menos que en la semana anterior). |
7. Indicar los antecedentes y consecuentes más importantes de su conducta de fumar en la semana anterior. |
8. Indicar las situaciones en que dejará de fumar. |
9. Reacciones que produjo en la presente semana el conocimiento de que va a dejar de fumar. |
10. Indicar sus reacciones ante los hechos relacionados con el tabaco que vio en los medios de comunicación. |
11. Seleccionar actividades para controlar la reducción del consumo de cigarrillos sin problemas. |
Cuarta sesión |
1. Realización de los autorregistros y de la representación gráfica del consumo de cigarrillos. |
2. Fumar como máximo la mitad del cigarrillo. |
3. No aceptar ofrecimientos de cigarrillos. |
4. Retrasar un mínimo de 45 minutos el cigarrillo de después de levantarse o de después del desayuno. |
5. Retrasar un mínimo de 30 minutos los cigarrillos de después de comer, del café o después de cenar. |
6. Indicar los antecedentes y consecuentes más importantes de la última semana. |
7. Indicar las situaciones en donde ya no va a fumar ningún cigarrillo. |
8. Reducir en esta semana el número de cigarrillos día a día de modo que al final de la misma ya no fume ninguno. |
9. Cuando tenga una tentación o impulso a fumar analícelos y vea como desaparecen en escasos segundos sin tener que encender un cigarrillo. |
10. Reflexionar sobre la distinción entre caída y recaída y analizar las creencias sobre esta cuestión. |
Quinta sesión |
a) Los que no han dejado de fumar |
1. Las indicadas en las tareas de la cuarta sesión. |
b) Los que han dejado de fumar |
1. Significado personal de haber conseguido la abstinencia total del tabaco. |
2. Beneficios que nota al dejar de fumar. |
3. Analizar las sensaciones que puede notar en esta semana sin tabaco. |
4. Análisis de las creencias erróneas sobre el tabaco. |
5. La vida futura como no fumador. |
Sexta sesión |
1. Reforzamiento de la abstinencia. |
2. Incidir en las estrategias utilizadas hasta este momento en aquellos que no han dejado de fumar. |
S. R. dejó de fumar al final de tratamiento y continuó abstinente en los seguimientos llevados a cabo a 1, 3, 6, 18 y 24 meses después de finalizado el tratamiento, confirmándose su información con medidas de monóxido de carbono en el aire espirado.
CONCLUSION
Hasta el momento actual existen pocos estudios dirigidos a conocer específicamente la problemática del consumo de tabaco en las personas mayores. La gran mayoría se dirigen a jóvenes o amplios grupos de edad a pesar del alto nivel de riesgo de la población mayor ante dicha problemática, hecho que puede deberse a múltiples razones. Entre ellas, la falta de estudios en poblaciones españolas sobre la conducta de fumar, la ausencia de profesionales que quieran implicarse en el tema y con esta población específica, por las actitudes de los profesionales, la sociedad, la familia y las personas mayores acerca de este problema, por la permisividad de nuestra cultura al consumo de tabaco en las personas mayores, etc. La realidad es que necesitamos información para hacer frente a este problema y ayudar a las personas mayores a que mejoren su calidad de vida. Por ello, el objetivo de este trabajo ha sido proporcionar información de la problemática del tratamiento del tabaquismo en las personas de este grupo de edad y el abordaje del mismo, aplicando un programa conductual multicomponente a una persona mayor, que como hemos visto se adaptó perfectamente a sus necesidades y les ayudó a dejar de fumar con éxito.
Dejar de fumar puede ser una de las cosas más difíciles que se haya propuesto en su vida una persona joven o mayor, en concreto, cuando lo hace sin ayuda profesional. A las personas de edad si cabe puede resultarles más difícil dejar de fumar porque el hábito está muy cronificado, y en la mayoría de los casos, hay una tolerancia importante. No obstante, se han producido progresos muy importantes en las tres últimas décadas en el tratamiento del tabaquismo (39). Actualmente hay toda una variedad de tratamientos que van desde intervenciones conductuales hasta farmacológicas (29-30). El problema es que todo este amplio abanico de posibilidades ha sido poco explorado en este grupo de población (40). Como hemos podido observar, en este caso, el proceso de romper con el tabaquismo conlleva una serie de pasos. En primer lugar, la persona mayor tiene que concienciarse de su problema y decidirse a abandonarlo. Este paso no siempre es fácil, ya que muchas veces los ancianos presentan una serie de problemas físicos, sociales y emocionales (41-43) que les impide examinar esta cuestión con objetividad. En segundo lugar, tienen que dejar de consumir el tabaco. Y, en tercer lugar, el gran caballo de batalla es romper el hábito. Para ello contamos con excelentes enfoques terapéuticos como el cognitivo-conductual. Las estrategias cognitivo-conductuales son herramientas básicas para realizar aquellos cambios en la vida de la persona mayor que le permitan permanecer sin fumar. Con ellas podemos incrementar la competencia social, fomentar el autocontrol, dotar al sujeto de nuevas habilidades y destrezas de comunicación, enseñarle a manejar el estrés, implantar en su repertorio conductas que favorezcan el desarrollo de un nuevo estilo de vida, etc. Para conseguir estos objetivos hay todo un abanico de estrategias cognitivas y conductuales, tales como técnicas de manejo de estrés, de reestructuración cognitiva, de autocontrol, etc. (44-47).
También merece una pequeña reflexión el proceso de evaluación. El objetivo de la evaluación en este caso que hemos tratado, al igual que en otras intervenciones, ha sido realizar un análisis funcional para determinar las condiciones que mantenían la conducta y las estrategias que debían adaptarse para tratar el problema. En la actualidad, como hemos visto, disponemos de un amplio abanico de técnicas para recabar información sobre la conducta de fumar (16). Hemos utilizado como estrategias de recogida de información la entrevista, instrumentos de evaluación específicos (por ejemplo, medidas de dependencia, estadios de cambio), medidas conductuales, medidas fisiológicas y otros instrumentos para la evaluación complementaria de otros problemas (por ejemplo, depresión, ansiedad). La elección de unos u otros instrumentos dependerá del objetivo de la evaluación, del sujeto, de las características psicométricas de los instrumentos, de la relación coste-eficacia, etc. Teniendo en cuenta las peculiaridades de la población mayor, nosotros creemos que es importante utilizar pocos instrumentos de medición y que sean relevantes para la calidad y cantidad de información que nos aportan, tanto en la línea base como en los distintos momentos del tratamiento, así como en los seguimientos. Las sesiones de evaluación se deben planificar con mucho cuidado, estando atentos para poder detectar tempranamente la fatigabilidad que puede experimentar una persona mayor (48). Ateniéndonos a esta máxima, evitaremos que este proceso sea engorroso para la persona mayor y que los cumplimente adecuadamente.
Finalmente, indicar que en la actualidad en España no disponemos de tratamientos para dejar de fumar evaluados en las personas mayores. Las intervenciones que se utilizan no difieren en gran medida de los aplicados a otro tipo de individuos. Se necesita elaborar y evaluar modelos de intervención que puedan ser aplicados a los problemas de adicción que presenten las personas mayores. De este modo, podremos determinar qué estrategias terapéuticas son las más adecuadas para el problema en cuestión y determinar qué componentes funcionan en nuestras intervenciones con este grupo de la población.
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NOTICIAS DEL EXTRANJERO
51 Reunión Anual de la «Gerontological Society of America» en Philadelphia en noviembre
En los días 20 a 24 de noviembre de 1998 tendrá lugar en el Hotel Philadelphia Marriot de la ciudad de Philadelphia de Pensilvania (EE.UU.) la 51 Reunión Anual de la «Gerontological Society of America». El plazo de envío de comunicaciones concluyó el pasado 2 de abril. Más informaciones sobre inscripciones, etc., pueden solicitarse a «The Gerontological Society of America». 1275 K Street NW, Suite 350. Washington DC 20005 - 4006 USA.