Al hilo de la Carta al Editor «Envejecimiento positivo en las noticias: ¿el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones?»1, como investigadores y promotores del envejecimiento activo y saludable apuntamos algunas consideraciones que creemos de interés general en relación con noticias sobre la población mayor en los medios de comunicación.
La II Asamblea Mundial sobre Envejecimiento toma el concepto de envejecimiento activo de la OMS2 en un intento de ampliar el concepto de salud, incorporando aspectos psicosociales y resaltando su promoción. La pregunta esencial es: ¿se han mejorado las formas de envejecer? y, con ello, ¿se ha reducido la esperanza de vida con discapacidad? La respuesta de los biodemógrafos recuerda que nunca antes tantas personas han llegado a edades tan avanzadas con tan buena salud3.
Los autores enfatizan que los medios que difunden noticias sobre el envejecimiento positivo ejercen un efecto negativo, perjudicial para la población mayor; una cuestión empírica a la que no contestan debidamente, ni siquiera mediante la bibliografía citada. En esta revista y en otros medios de difusión científica hemos publicado la percepción de colectivos especializados muy sensibles a este tipo de problemas, como puede ser el de los socios de la propia SEGG, del fenómeno de la discriminación en los ámbitos social y sanitario4,5. Una percepción inequívoca, muy evidente y de gran magnitud sea cual sea el parámetro tomado en consideración para ser valorado. También hemos expuesto algunas de las formas de discriminación de que son víctimas6. Igualmente, hemos analizado aspectos muy cercanos a este problema, como el que podríamos englobar bajo el epígrafe de «paternalismo» referido al colectivo de personas mayores y a la visión que de ellos tiene nuestra sociedad7,8. Incluso hemos hecho comparaciones longitudinales que evidencian una mejora progresiva en la percepción social de las personas mayores9.
Asumiendo que el problema existe y que los «medios» parece que se interesan por él, la reflexión de Bravo-Segal y Villar se centra en la forma de llevarlo a cabo y en los riesgos que, opinan, lleva consigo «empedrar» el camino con mensajes inadecuados. Creemos que lo importante es resaltar que una de las características esenciales de la vejez y del envejecimiento es su variabilidad. Tan dañino (por no real) puede ser enfatizar y generalizar un envejecimiento positivo como uno negativo. Generalizar es un error cognitivo que, aunque muy frecuente en la prensa y entre la gente corriente, pude contribuir a extender equívocos.
Habrá, pues, que buscar un equilibrio entre lo que cabría calificar como modelo paternalista (visión negativa) versus autonomista (visión positiva). El riesgo de que los periodistas «sobreestimen el buen envejecer» con ejemplos escogidos poco habituales no tiene que determinar un «sentimiento de culpa» por parte de nadie, siempre y cuando no se falte a la verdad y se huya de la caricatura en los comentarios correspondientes. Otro tanto cabe decir acerca de las noticias que enfatizan los problemas habituales en este colectivo, sean estos económicos, de soledad o de discriminación, o que presentan envejecimiento y vejez con imágenes de discapacidad o dependencia, como se hace identificando a la persona mayor con un bastón, como si todas lo requiriesen.
En definitiva, nuestra idea es que está bien y es positivo aumentar la información y promover la reflexión, algo hasta ahora muy poco atendido. En paralelo, como profesionales de la atención al mayor, contribuyamos con estudios y publicaciones a facilitar el camino y generar doctrina. No se trata de hacer pedagogía con los periodistas profesionales, algo difícil que, quizás, no fuera bien recibido. En cambio, es deseable aportar experiencias, información y opinión que puedan facilitar la toma de conciencia y la reflexión por parte de los propios profesionales de los medios y de la sociedad en general en relación con el reduccionismo positivo o negativo, y que aumente la posibilidad de actuar sobre el propio envejecimiento.