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Vol. 55. Núm. 5.
Páginas 266-271 (septiembre - octubre 2020)
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Vol. 55. Núm. 5.
Páginas 266-271 (septiembre - octubre 2020)
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La representación de los mayores en los medios durante la pandemia COVID-19: ¿hacia un refuerzo del edadismo?
Older people representation on the media during COVID-19 pandemic: A reinforcement of ageism?
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Stephany Bravo-Segal
Autor para correspondencia
sbravo.segal@ub.edu

Autor para correspondencia.
, Feliciano Villar
Departamento de Cognición, Desarrollo y Psicología de la Educación, Universitat de Barcelona, España
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Tabla 1. Frecuencia (con porcentaje entre paréntesis) de las categorías temáticas para los titulares sobre personas mayores y COVID-19
Tabla 2. Frecuencia de menciones a términos utilizados para referirse a las personas mayores en titulares sobre COVID-19 (se excluyen referencias a residencias, vejez o envejecimiento que no implican una etiqueta asociada a un grupo social)
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Resumen
Antecedentes y objetivo

La pandemia de la COVID-19 afecta de manera diferencial a distintos grupos etarios, concentrándose la mayor parte de fallecimiento entre las personas más mayores y con afecciones de salud previas. Esto ha implicado una mayor presencia de los mayores en la agenda informativa de todos los medios de comunicación. Este artículo pretende analizar esos discursos y representaciones relacionados con los mayores tal y como se presentan en los titulares de publicaciones difundidas en 2diarios de alcance nacional (ABC y El País) durante la fase más crítica de la pandemia en España.

Materiales y métodos

Se analizaron 501 titulares relacionados con los mayores y la pandemia COVID-19 (380 del ABC y 121 de El País) desde la perspectiva de los Estudios Críticos del Discurso (van Dijk, 2003) y llevándose a cabo un análisis de contenido.

Resultados

El 71,4% de los titulares representaban de manera desfavorable a los mayores, presentándolos como un grupo homogéneo y asociándolos a fallecimientos, deficiencias en la atención residencial o vulnerabilidad extrema. La presencia de ciertos términos potencialmente peyorativos o impropios (ancianos, abuelos) estaba en coherencia con esa representación negativa.

Conclusiones

A la luz de esos resultados, se discute en qué medida la pandemia de la COVID-19 puede reforzar una narrativa edadista de los mayores, basada en la fragilidad, el declive y la dependencia, que pueda justificar prácticas discriminatorias dirigidas a este sector de la población.

Palabras clave:
Edadismo
Personas mayores
COVID-19
Medios de comunicación
España
Abstract
Background and objective

The COVID-19 pandemic affects various age groups differently, with most deaths concentrated among the older population and those with previous health conditions. This has led to a greater presence of older people in the agenda setting of all the media. This article aims to analyse these discourses and representations related to older people as presented in the headlines of publications disseminated in 2national newspapers (ABC and El País) during the most critical phase of the pandemic in Spain.

Materials and methods

An analysis was made of 501 headlines related to older people and the COVID-19 pandemic (380 from ABC, and 121 from El País) from the perspective of the Critical Discourse Studies (Van Dijk, 2003), as well as carrying out a content analysis.

Results

71.4% of the headlines represented the Older adults were represented unfavourably in 71.4% of the headlines, with them being presented as a homogeneous group and associating them with deaths, deficiencies in residential care, or extreme vulnerability. The presence of certain potentially derogatory or improper terms (elderly, grandparents) was consistent with this negative representation.

Conclusions

In light of these results, it is discussed to what extent the COVID-19 pandemic may reinforce an ageist narrative of the older people, based on frailty, decline, and dependency, which may justify discriminatory practices directed at this sector of the population.

Keywords:
Ageism
Older people
COVID-19
Mass media
Spain
Texto completo
Introducción

Una gran crisis sanitaria, como la vivida en relación con la COVID-19, presenta numerosas implicaciones económicas, políticas y socioculturales que pueden transformar la vida de las personas, y cuyas repercusiones a largo plazo son, a día de hoy, todavía impredecibles. Este tipo de acontecimientos se presentan a la población en gran medida a partir de los discursos de los medios de comunicación (García, 2014), que influyen en nuestra comprensión del fenómeno y sus repercusiones1.

Una de las características fundamentales de esta pandemia es que afecta de manera diferencial a ciertos grupos sociales, siendo las personas mayores uno de los más afectados. Así, si bien la COVID-19 puede afectar a personas de todas las edades, la enfermedad supone mayor riesgo vital para los de edad avanzada o quienes padecen enfermedades previas. Según datos oficiales, en España a final de abril del 2020 el 95% de los fallecidos por COVID-19 tenían más de 60 años, concentrándose el 58,7% de muertes entre los mayores de 802. Paralelamente, más del 75% de fallecidos presentaban otras afecciones médicas previas3. Por su parte, aunque niños y adultos jóvenes también pueden contraer la enfermedad, son menos proclives a desarrollarla de manera grave4.

Estas características epidemiológicas de la COVID-19 han situado a las personas mayores como uno de los focos principales de atención mediática. Para su tratamiento informativo, los medios de comunicación recurren a las representaciones, los estereotipos y los discursos sobre las personas mayores que están disponibles en nuestra cultura. Utilizar unas u otras no es banal, ya que contribuye a reforzar unas representaciones sobre otras5. Por tanto, examinar cómo los medios de comunicación retratan a los mayores ofrece un medio de explorar la lógica con la que se sostienen y refuerzan ciertas representaciones de los mayores por encima de otras6.

Respecto a estas representaciones de los mayores, la imagen tradicional ha estado asociada a características fundamentalmente negativas, como el deterioro de las capacidades funcionales y tópicos de fatalidad, enfermedad, pasividad, dependencia y vulnerabilidad social. Frente a esta imagen pesimista de los mayores y del envejecimiento, en las últimas décadas ha aparecido una representación alternativa, ejemplificada en los conceptos de envejecimiento con éxito7 o envejecimiento activo8, que presenta una forma alternativa (y deseable) de envejecer, caracterizada por el mantenimiento de la salud, los estilos de vida y los patrones de consumos propios de la mediana edad9. Esta visión alternativa no niega la presencia de personas que envejezcan de acuerdo con la imagen negativa tradicional, sino que más bien la contrapone a un nuevo modo, deseable y empoderado de envejecer, al alcance de la persona si toma las decisiones adecuadas10.

Con independencia del contenido de las representaciones, una visión estereotípica de los mayores que pase por alto las enormes diferentes entre personas y grupos existentes ha sido calificada como edadista. El edadismo implica dos vertientes: una ideológica y representativa, que tiene que ver con las características atribuidas a personas de determinada edad, y otra de tipo práctico y conductual, cuando nos comportamos de acuerdo con esos prejuicios y creencias. Así, el edadismo supone una discriminación (o en ocasiones un beneficio) de las personas mayores debido a su edad11, una discriminación en ocasiones sutil, en la medida que se encuadra en prácticas culturales, políticas y económicas naturalizadas y normalizadas12,13. Por ejemplo, numerosos estudios señalan las implicaciones del edadismo respecto a fenómenos como la desigualdad, la inequidad, el riesgo de maltrato o el desempoderamiento de las personas mayores6,14,15. En el plano personal, estas imágenes estereotípicas de los mayores pueden reforzar ciertas creencias desvalorizadoras asociadas a la edad y sostener una actitud de rechazo o temor a envejecer16,17 o incluso desincentivar la práctica de comportamientos saludables o preventivos18. Ha sido también estudiado cómo la presencia de actitudes edadistas en profesionales de la salud se relaciona con la provisión de cuidados inadecuados a los mayores19.

En el discurso, el edadismo se presenta mediante expresiones explícitas e implícitas en torno al envejecimiento o las personas mayores, expresiones incluso gerontofóbicas en algunas ocasiones. Incluye también el habla edadista, referida al empleo de expresiones paternalistas, infantilizadoras o acomodaciones lingüísticas que buscan la simplificación y la lentitud, asumiendo que el nivel cognitivo y la capacidad de comprensión de la persona mayor son inferiores a los propios20. El análisis de estos discursos resulta clave para estudiar un fenómeno social ya que su uso y reproducción frecuente influyen en los modelos mentales y, por tanto, en la forma de opinar y actuar de las personas21.

Si bien la presencia de un discurso edadista en los medios de comunicación está ampliamente documentada22,23, la relevancia social de las personas mayores en el marco de la pandemia por COVID-19 nos presenta una oportunidad para comprobar qué tópicos y representaciones se han utilizado para transmitir información respecto a los mayores y hasta qué punto este fenómeno promueve y refuerza un problema social y también global como es el edadismo.

El presente artículo pretende analizar esos discursos y representaciones, tal y como se presentan en los titulares publicados durante la fase más aguda de la pandemia en España por 2diarios de difusión de alcance nacional.

MétodoMuestra

El análisis se realizó sobre titulares de noticias y columnas de opinión sobre personas mayores y COVID-19 publicados entre el 1 de marzo y el 15 de abril del 2020 en 2de los principales medios generalistas de prensa digital de España: ABC y El País24.

Se seleccionaron ambos medios, además de por su alto número de lectores, por su orientación ideológica: mientras El País se considera un medio tradicionalmente de centro-izquierda, ABC estaría ubicado en el centro-derecha. En cuanto a las fechas, corresponden aproximadamente con las 2semanas previas y posteriores al anuncio del decreto de alarma en España (13 de marzo del 2020) por el que se restringía la movilidad de los ciudadanos, así como las 2semanas de vigencia del decreto de 30 de marzo del 2020 por el que se restringió la actividad económica únicamente a sectores esenciales.

Procedimiento y análisis de datos

Los titulares se recopilaron utilizando el motor de búsqueda que proporciona la página web de cada medio. La búsqueda utilizó las siguientes palabras clave (tanto en singular como plural, en femenino y masculino): anciano, mayor, abuelo, residente, residencia, geriátrico, pensionista, jubilado, viejo, vejez, envejecimiento, y adjetivos numerales colectivos referentes a la edad, así como titulares donde se mencionaba una edad igual o superior a 60 años.

En el caso de ABC, su motor de búsqueda tiene la opción de acotarla a palabras clave e intervalos específicos. Sin embargo, no distingue entre titular principal, cintillo y cuerpo de la noticia. Por lo tanto, de los 10.145 resultados encontrados, se hizo una selección eliminado repeticiones, aquellas noticias que no incluían ninguna de las palabras clave en el titular y las que no hacían referencia a la pandemia. El resultado fue de 380 titulares considerados.

El motor de búsqueda de El País, por su parte, limita la búsqueda a palabras clave. No distingue entre titular principal, cintillo y cuerpo de la noticia, y tampoco da la opción de establecer un intervalo específico. Por tanto, los resultados que encuentra dependen del día en que se haga la exploración. Seleccionado aquellas que hacían referencia al intervalo de interés, se encontraron 269 publicaciones. Tras seleccionar aquellas que incluían alguna de las palabras clave en el titular (y no en otras partes de la noticia) y eliminar tanto repeticiones como noticias que no se referían a la pandemia, fueron considerados 121 titulares diferentes.

Cada titular constituyó una unidad de análisis. Se almacenaron un total de 501 unidades, archivadas y clasificadas con el gestor de contenidos Zotero (versión 5.0, Universidad George Mason, EE. UU.). El corpus se sometió a un proceso de análisis de contenido25 de su macroestructura semántica21, etiquetando en cada unidad de análisis (el titular) el tema o asunto que confiere significación y coherencia global al texto. Posteriormente, las unidades de análisis se agruparon en categorías de acuerdo con el tema que trataban. En un primer momento, esta categorización fue llevada a cabo por la primera firmante del artículo. En un segundo momento, los nombres de las categorías y un 30% escogido aleatoriamente de las unidades de análisis se proporcionaron al segundo firmante del artículo, quien se ocupó de categorizarlas. Ambas categorizaciones se compararon, alcanzándose un índice kappa de acuerdo interobservadores de 0,89. Los desacuerdos se sometieron a discusión para llegar a una categorización definitiva.

Se examinó igualmente el significado de los titulares. Este análisis consideró, entre otros, la selección léxica y semántica en referencia a las personas mayores, así como el uso de ciertos recursos retóricos-estilísticos21. La lingüística de corpus permite analizar detalladamente cómo se utilizan y entienden las palabras en determinados contextos, para, como manifiesta Zinn26, «comprender mejor los complejos vínculos entre los cambios socioculturales e institucionales y cómo esto se refleja en nuestro idioma».

ResultadosAnálisis de contenido de los titulares

Las temáticas que abordan los titulares se han clasificado en 3categorías (representación favorable, representación desfavorable, representación ambivalente), de acuerdo con cómo en ellos se presentan las personas mayores o las circunstancias en las que se encuentran. A su vez, cada una de las categorías se dividió en subcategorías, como observamos en la tabla 1. Prácticamente no hubo diferencias en la distribución de titulares en categorías y subcategorías en función del medio analizado.

Tabla 1.

Frecuencia (con porcentaje entre paréntesis) de las categorías temáticas para los titulares sobre personas mayores y COVID-19

Categoría  El País (n = 121)  ABC (n = 380)  Total (N = 501) 
Representación desfavorable  89 (73,5)  269 (70,7)  358 (71,4) 
Crisis en residencias  53 (43,8)  134 (35,3)  187 (37,3) 
«Cierran la residencia de Villamayor de Santiago por «condiciones poco aceptables» (ABC, 15 de abril del 2020)       
Muertes o cadáveres  33 (27,3)  101 (26,6)  134 (26,3) 
«Al menos 11.600 personas han muerto en residencias de servicios sociales por coronavirus» (El País, 15 de abril del 2020)       
Vulnerabilidad de los mayores  2 (1,5)  26 (6,8)  28 (5,6) 
«Falsos curas intentan timar a ancianos con la excusa del coronavirus» (El País, 18 de marzo del 2020)       
Faltas cometidas por mayores  1 (0,8)  8 (2,1)  9 (1,8) 
«Un hombre de 70 años oculta que tiene síntomas de coronavirus para poder viajar de Madrid a Argentina» (ABC, 26 de marzo del 2020)       
Representación favorable  17 (14,0)  79 (20,8)  96 (19,2) 
Mayores como beneficiarios  8 (6,6)  46 (12,1)  54 (10,8) 
«Una iniciativa propone enviar “Mensajes con corazón” a los mayores aislados en cuarentena» (ABC, 6 de abril del 2020)       
Recuperación de la enfermedad  3 (2,5)  15 (3,9)  18 (3,6) 
«Ada Zanusso, la anciana italiana de 104 años que ha sobrevivido a la gripe española y al coronavirus» (ABC, 6 de abril del 2020)       
Mayores como protagonistas  2 (1,6)  10 (2,6)  12 (2,4) 
«La abuela de 96 años que cose mascarillas para ayudar a los sanitarios» (ABC, 27 de marzo del 2020)       
Falsas positivas  4 (3,3)  8 (2,1)  12 (2,4) 
«Las residencias podrán contratar trabajadores sin título para hacer frente al coronavirus» (El País, 21 de marzo del 2020)       
Representación ambivalente o neutra  15 (12,4)  32 (8,4)  47 (9,4) 
«Así viven en un piso de 80 metros cuadrados dos abuelos, un jubilado, una ama de casa y dos estudiantes” (ABC, 26 de marzo del 2020)       

Los titulares que indicaban una representación negativa de los mayores o de sus circunstancias fueron claramente los más frecuentes (71,4%). Esta categoría se subdividió, a su vez, en 4subcategorías. La primera hacía referencia a la situación de las residencias de personas mayores. Los titulares incluidos en esta subcategoría no refieren explícitamente a fallecimientos, pero señalan las difíciles condiciones de vida y de atención en estas instituciones, así como las carencias en recursos humanos y materiales, incluido insumos sanitarios y de seguridad. Por ejemplo, ABC titulaba el 9 de abril del 2020: «El personal de las residencias: “O nos ponen más medios o las cifras seguirán siendo terroríficas”».

Una segunda subcategoría incluía los titulares que se referían explícitamente a mayores fallecidos o a cadáveres de personas mayores. En muchas ocasiones, no se aludía directamente a mayores, sino a personas que vivían en instituciones para mayores. Este aspecto «institucional» de la muerte se mencionaba en 112 titulares de los 134 que agrupaba esta subcategoría (p. ej., «Alarma en la residencia San Celedonio con 25 muertos y la mitad de la plantilla aislada: “Que controlen el centro ya, por favor”», El País, 25 de marzo del 2020).

Una tercera subcategoría incluía titulares que ni se referían a fallecimientos ni a residencias, pero que de alguna manera señalaban alguna vulnerabilidad o caracterizaban a los mayores como particularmente vulnerables o como víctimas de delitos. También destacan noticias con mención explícita a medidas y regulaciones segregadas en función de edad, tanto en los cuidados intensivos (p. ej., «Coronavirus: los médicos de UCI aconsejan no intubar a mayores de 80 años ni a enfermos con demencia», ABC 21 de marzo del 2020) como en las, en ese momento, futuras políticas de desconfinamiento («La presidenta de la Comisión Europea apuesta por confinar a los mayores hasta finales de año», ABC, 13 de abril del 2020).

La cuarta y última subcategoría dentro de la representación negativa de los mayores son aquellos titulares que los mostraban como protagonistas de faltas, delitos o actividades reprobables, que en ocasiones logran un efecto caricaturesco, como, por ejemplo, el titular de ABC del 23 de marzo del 2020, «Multado un hombre de 77 años por saltarse el estado de alarma por el coronavirus para “cazar pokemons”».

En contraste con todos estos titulares, un segundo gran grupo de respuestas (19,2%) hacía referencia a informaciones que presentaban a los mayores y sus circunstancias de manera favorable. En este sentido, un primer gran tema (o subcategoría) correspondió a los titulares que representaban a los mayores como receptores de acciones sociales o institucionales de apoyo. En segundo lugar, por orden de frecuencia, la segunda subcategoría incluía aquellos titulares que mostraban personas mayores que se recuperaban de la enfermedad. En este caso, destacan aquellas informaciones que categorizan a la persona no solo como mayor, sino que enfatizan su edad muy avanzada.

En tercer lugar, se encontraron también titulares que destacan alguna fortaleza o acción para el bien común que protagonizan las personas mayores. Finalmente, dentro de esta subcategoría, es interesante señalar la existencia de algunos titulares, no muy frecuentes, pero que podrían considerarse como «falsas positivas», ya que si bien son informaciones donde el contenido o la acción referida va en favor de las personas mayores a su vez revelan condiciones negativas o precarias de las mismas.

La última gran categoría (9,4%) incluía titulares que no pueden adscribirse claramente a una representación favorable o desfavorable: reflexiones en torno a la pandemia y la vejez, sobre aspectos sociales del confinamiento o sobre prevención. Muchos de estos titulares corresponden a piezas de opinión o editoriales.

Terminología y recursos retórico-estilísticos

Además del contenido de los titulares, se analizaron también los términos usados para referirse a las personas mayores (cuando esta referencia aparecía, ya que en ocasiones los titulares refieren a las residencias o a personas mayores fallecidas) y algunos recursos retóricos y estilísticos utilizados en esos titulares.

Respecto a los términos utilizados, en la tabla 2 podemos observar la frecuencia de cada uno de ellos. Se observa que, si bien el término neutro «mayores» o «personas mayores», generalmente aceptado como el recomendable para referirse a este colectivo en los textos científicos o periodísticos, aparece como el más frecuente, está seguido con prácticamente las mismas apariciones por el término «anciano». Este vocablo es especialmente frecuente en informaciones negativas, como muertes, vulnerabilidad de derechos o delitos.

Tabla 2.

Frecuencia de menciones a términos utilizados para referirse a las personas mayores en titulares sobre COVID-19 (se excluyen referencias a residencias, vejez o envejecimiento que no implican una etiqueta asociada a un grupo social)

Término  El País  ABC  Total 
Mayor(es)  30  99  129 
Anciano(a)  18  118  126 
Abuelo(a)  16  23 
Viejo(s) 
Residente(s)  10 
Pensionistas 
Edad concreta o adjetivo numeral colectivo  46  50 

Otros términos fueron mucho menos frecuentes. Sorprende, sin embargo, que términos como «abuelo» sigan apareciendo, cuando únicamente corresponde si existe un vínculo familiar (no todos los mayores son abuelos). Un ejemplo es el titular de ABC del 17 de marzo del 2020, «Los abuelos piden a través de las redes sociales que se respete un confinamiento que puede salvarles la vida», mientras El País publica el 6 de abril del 2020 «Abuelos al rescate: la generación de la guerra frente al coronavirus». En ocasiones, el posesivo «nuestros» acompaña alguno de los términos, lo que puede resultar paternalista. Por ejemplo, ABC titula el 3 de abril del 2020 «Televisión durante el coronavirus: ¿se tiene en cuenta a nuestros mayores?».

En cuanto a los recursos retóricos utilizados en los titulares, destaca el intenso tono emocional presente en muchos de ellos. Así, el lenguaje utilizado evoca emociones en general asociadas al malestar, destacando el miedo («Drama en una residencia de Madrid: “No sabemos qué pasa. Estamos aterrorizados”»; ABC, 18 de marzo del 2020), la ansiedad («La desesperada llamada de auxilio de una residencia de Teruel con coronavirus: “Estamos abandonados”», ABC, 3 de abril del 2020) o, en general, la descripción de la situación como algo límite y extremo («Al rescate de una residencia a la deriva», El País, 12 de abril del 2020) o preocupante («La alarma ya existía en las residencias de mayores antes del coronavirus», El País, 21 de marzo del 2020).

Si bien en el discurso periodístico es común el uso de metáforas, no ha sido notorio en los titulares analizados. Pese a ello, encontramos ejemplos como los siguientes: «Los “15 magníficos” de una residencia en Estella» (ABC, 15 de abril del 2020) o «La residencia que derrotó al COVID-19» (ABC, 15 de abril del 2020).

Estos recursos lingüísticos aparecen especialmente en titulares que incluyen representaciones negativas de las personas mayores y sus circunstancias. Al atraer la atención del lector y conseguir que el titular sea más memorable debido al tono emocional que utilizan, consiguen transmitir de manera más eficaz una determinada idea o creencia.

Discusión

El presente estudio tenía por objetivo explorar los discursos, las temáticas y las representaciones de la vejez y los mayores, tal y como ha presentado la prensa durante las semanas en que la pandemia de la COVID-19 afectó de manera más crítica a España.

Los resultados muestran que la presencia de los mayores, o de términos relacionados con la vejez, en los titulares de noticias han sido muy numerosas durante el periodo analizado, lo que corresponde a un grupo que sin duda se ha visto especialmente afectado por la pandemia. El enfoque que han adoptado la mayoría de los titulares analizados no ha sido neutro, sin embargo, predominan los contenidos de naturaleza negativa, que presentan de manera desfavorable y como un grupo homogéneo a los mayores.

Este tipo de discurso refuerza una narrativa, tradicionalmente muy arraigada en las sociedades occidentales, que vincula la vejez a la enfermedad, el deterioro y la carga social20. Este tipo de representación se aparta de la realidad heterogénea que caracteriza a las personas mayores, entre los que encontramos junto a casos de dependencia y declive muchos otros perfiles caracterizados por la fortaleza y la capacidad de resiliencia27. En el caso de la pandemia provocada por la COVID-19 también encontramos esta diversidad: aunque es cierto que el número de víctimas crece con la edad, no lo es menos que el factor decisivo de riesgo no es la edad per se, sino la presencia de ciertas enfermedades previas, algunas de las cuales no necesariamente están asociadas a la edad y pueden también estar presentes en los jóvenes. Sin embargo, estos elementos no se recogen en los titulares analizados.

Este discurso homogeneizador puede contribuir a apuntalar y justificar comportamientos y políticas edadistas, además de promover estrés, angustia y mayor ansiedad entre los propios mayores al «recordarles» cuán vulnerables son como grupo28. Este discurso fatalista refuerza una imagen que devalúa a los mayores y oculta (o infravalora) su aporte a la sociedad, contribuyendo a la sensación de inutilidad personal y de carga social29.

Entre los aspectos potencialmente discriminadores presentes en el contenido de los titulares analizados, destacan especialmente 2. En primer lugar, algunas prácticas médicas tendentes a, en situaciones de escasez de recursos, descartar la aplicación de ciertos tratamientos a los mayores en virtud únicamente de un criterio etario28,30. Un segundo tema potencialmente discriminador presente en los titulares analizados es la propuesta, por parte de ciertas autoridades sanitarias, de que las medidas de aislamiento social y el posterior desconfinamiento tengan la edad como criterio de aplicación, estableciendo medidas más severas o duraderas de aislamiento a los mayores de cierta edad, supuestamente para su propia protección. Ambos tipos de medidas (negación de tratamientos e imposición de mayor confinamiento) se fundamentan en una imagen homogénea basada en la fragilidad e indefensión y que no consideran la amplia diversidad existente entre las personas mayores. De esta manera, podrían fomentar una estigmatización y (sobre)protección paternalista, cuando no una violación difícilmente justificable de derechos de los mayores y del principio de igualdad31.

Una mención especial merece, además de la gran cantidad de titulares sobre personas fallecidas, la numerosa presencia en ellos de la problemática que han enfrentado las residencias en esta crisis sanitaria. En los titulares se presenta a las residencias como superadas e impotentes ante la crisis e infradotadas de recursos (tanto de personal técnico y sanitario como de insumos y equipamiento), lo que ha derivado en una atención deficiente de las personas mayores y, en último término, en una alta tasa de fallecidos. Los titulares analizados fomentan la asociación de las personas mayores (un colectivo, como hemos comentado, muy diversos) con los residentes en instituciones, cuando apenas un 3% de los mayores de 65 años viven en residencias, una minoría además de un perfil muy determinado, muy envejecida y con grandes problemas de dependencia y enfermedades previas32. Por otra parte, una situación inédita como la que ha planteado la pandemia pone sobre la mesa la preparación de las residencias, su financiación y recursos, así como la calidad de la atención que se ofrece en ellas. Sin embargo, el discurso catastrofista desde el que se aborda en los titulares analizados refuerza la tradicional imagen negativa que arrastran estas instituciones, pasando por alto las mejoras que se han experimentado en las últimas décadas, el compromiso de la mayoría de sus profesionales y las necesidades que cubren, y seguirán cubriendo en el futuro, este tipo de servicios de cuidados a largo plazo33. Desde los discursos catastrofistas y de vulnerabilidad extrema se corre el riesgo de potenciar una visión «hospitalaria» de las residencias que prima exclusivamente la seguridad y la salud física, lo que nos aleja de una perspectiva de la residencia como hogar donde vivir y desarrollarse, y donde las necesidades psicosociales son tan importantes como la salud física, tal y como se ha defendido en los últimos años desde los enfoques de la atención centrada en la persona34,35.

En general, esta representación homogeneizadora de los mayores como grupo vulnerable está en coherencia con el uso de términos que refuerzan esa imagen, como «anciano» para referirse a todas las personas mayores, un término especialmente frecuente en informaciones de tipo negativo36, así como con visiones condescendientes e infantilizadoras del colectivo (la presencia del término «abuelo» utilizada de manera impropia es un buen ejemplo de ello). La presencia en los titulares analizados de ciertos recursos discursivos que subrayan ciertos componentes catastrofistas, sensacionalistas y morbosos de las informaciones, elementos que además podrían atraer especialmente la atención de los lectores, no hacen más que reforzar este discurso de vulnerabilidad.

Por último, cabe reseñar que en los titulares también se encuentra representada, aunque sea de manera minoritaria, una imagen más positiva y empoderada de las personas mayores, que resalta sus fortalezas y no sus debilidades. Sin embargo, un examen más en detalle de este tipo de titulares nos hace dudar de que implique una representación tan optimista como parece. En esto se parecen, por cierto, al caso de los «falsos positivos» que también hemos identificado como categoría. Así, algunos titulares explícitamente muestran características positivas que lo son porque ponen de manifiesto un contexto negativo que es la norma general (lo que hemos categorizado como «falsos positivos»), mientras que en otros titulares este efecto paradójico se encuentra de manera más implícita. Por ejemplo, en numerosas ocasiones el titular hace referencia a casos extremos, especialmente personas de edad muy avanzada que han superado la enfermedad, o personas singulares, que presentan a mayores como protagonistas de sucesos inusuales o asombrosos que no pueden considerarse representativos del colectivo. De esta manera, lo que es noticia es la excepción a la regla que, si bien es una excepción positiva, por otro lado, subraya también que la regla, la supuesta normalidad, no es esa sino justo lo contario: la fragilidad, el riesgo elevado de muerte y unos cuidados sanitarios y sociales muy deficitarios. Los protagonistas de las noticias positivas lo son precisamente porque se saltan esa visión general de vulnerabilidad que caracteriza al colectivo frente a la pandemia. Este efecto paradójico de la información positiva sobre los mayores coincide con lo encontrado en otros estudios37.

Estas interpretaciones, sin embargo, han de tomarse con cautela debido a las limitaciones con las que contó la realización del estudio. En primer lugar, es un estudio que cuenta únicamente con 2diarios de tirada nacional, aunque sean 2de los que cuentan con mayor difusión. Como se ha explicado, el motor de búsqueda del que disponen, especialmente en uno de ellos, dificultó la tarea de búsqueda sistemática de titulares. En segundo lugar, nuestro análisis está centrado precisamente en los titulares, que si bien es una parte fundamental de la noticia (y el elemento que atrae la atención del lector), en ocasiones se puede interpretar de manera diferente a la luz del contenido completo de la noticia.

A pesar de ello, el estudio muestra cómo la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 contribuye a reforzar el edadismo, una imagen homogénea de los mayores dominada por estereotipos tradicionales centrados en la vulnerabilidad, la pérdida y la falta de atención. Una representación en la que aparecen como objetos pasivos de cuidados, ensombreciendo representaciones alternativas que podrían subrayar elementos más proactivos, en los que los mayores son agentes de cambio y ciudadanos con plenos derechos.

En este contexto, contar con un tratamiento informativo más complejo y matizado del impacto de la COVID-19 en los mayores, que no caiga ni en catastrofismos atemorizadores ni en actitudes paternalistas sobreprotectoras, sin duda contribuiría a un examen más comprensivo y, en su caso, a un proceso de toma de decisiones más sosegado y equilibrado respecto a los múltiples desafíos, presentes y futuros, que plantea la pandemia. Desafíos, por ejemplo, que se refieren a cuestiones tan decisivas como la consideración de los mayores como ciudadanos de pleno derecho cuya opinión ha de tenerse en cuenta o los necesarios cambios en el modelo de cuidados a largo plazo que ofrecemos a aquellos mayores que los necesitan38.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

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