En las últimas semanas, el número de personas infectadas y las muertes asociadas con la nueva COVID-19 se han incrementado. Según el sitio web de la Johns Hopkins University [actualizado al 27 de abril del 2020], existen 3.020.117 casos confirmados, 209.799 muertes y 885.975 personas recuperadas. Del total de las muertes a nivel mundial, la mayoría fue de adultos mayores (AM)1. En el Perú, al 27 de abril del 2020, el Ministerio de Salud ha reportado 28.699 casos confirmados y 782 fallecidos, de los cuales 521 son AM. La rápida propagación de la COVID-19 y su tasa de mortalidad podrían incrementar el riesgo de sufrir problemas de salud mental, empeorar síntomas psiquiátricos preexistentes y deteriorar el funcionamiento diario2. En este contexto, la búsqueda de factores predictores de la salud mental en la vejez es de suma importancia teórica y práctica.
La voluntad de vivir (VV) es un indicador de salud mental y longevidad, entendida como la expresión psicológica del compromiso con la vida y el deseo de continuar existiendo, conformada por componentes instintivos y cognitivos interrelacionados3. La VV es especialmente importante para los AM, ya que, al estar en una etapa cercana a la muerte, las pérdidas en distintas áreas de la existencia aumentan, lo cual, puede llevarlos a preguntarse si vale la pena seguir viviendo4. Estas pérdidas pueden incrementarse en el contexto actual de la emergencia sanitaria. En este escenario, y teniendo en cuenta las posibles implicaciones prácticas derivadas del diagnóstico de la VV, el objetivo de la presente carta fue comparar la VV de un grupo de AM en dos períodos de tiempo: T1 = dos semanas antes de la declaración de la emergencia sanitaria en el Perú por la COVID-19 y, T2 = tres semanas después de la misma. Adicionalmente, se comparó también la ansiedad generalizada (AG) y la satisfacción con la salud.
Participaron 25 AM (Medad = 79,20; DE = 6,76; 52% mujeres) residentes en un albergue de la ciudad de Lima. Se excluyeron a quienes presentaban problemas físicos graves o discapacidad aparente, así como aquellos que informaron estar o haber estado bajo algún tratamiento psiquiátrico durante el último año. Para recolectar información, se aplicó un ítem único para medir la VV (si pudieras describir tu voluntad de vivir, en una escala de 0 al 5, dirías que es: 5 = muy fuerte, 4 = fuerte, 3 = intermedia, 2 = débil, 1 = muy débil, 0 = no hay voluntad de vivir) y un ítem único para medir la satisfacción con la salud (¿qué tan satisfecho/a está con su salud?). Ambas medidas fueron utilizadas en un estudio previo sobre la VV en AM peruanos5. También, se aplicó la generalized anxiety disorder scale-2 (GAD-2)6.
Los resultados indican que, luego de tres semanas de declarada la emergencia sanitaria en el Perú por la COVID-19, la VV (t = 3,53; gl = 24; sig. = 0,002; d = 0,704; IC 95%: 0,34 a 1,51) y la satisfacción con la salud (t = 2,87; gl = 24; sig. = 0,008; d = 0,575; IC 95%: 0,06 a 1,2) disminuyeron significativamente y con un tamaño del efecto moderado. Por otro lado, la ansiedad se incrementó durante este mismo período (t = -4,330; gl = 24; sig. = 0,000; d = 0,867; IC 95%: 0,33 a 1,50) de manera significativa y con un tamaño del efecto grande (fig. 1). Estos resultados son esperables. Por ejemplo, durante la fase inicial del brote de la COVID-19, en China, aproximadamente un tercio de los encuestados informaron una ansiedad de moderada a severa7. Así también, se reportó un estado de salud autovalorado como pobre o muy pobre que está asociado con un mayor impacto psicológico del brote7. Un análisis de regresión lineal múltiple, tres semanas después de la declaración de la emergencia, indicó que la ansiedad y la satisfacción con la salud explican el 19,3% de la VV (R2ajustada = 0,193). El valor F de anova (F = 3.864, p = 0,036) indica la presencia de una relación lineal significativa entre las variables predictoras (ansiedad y salud) y la variable VV. El coeficiente β (0,508) indica que la variable de satisfacción con la salud presenta el mayor poder predictivo sobre la VV. Esto indica también que pueden existir otras variables involucradas en los cambios de la VV que deben ser estudiadas.
La COVID-19 plantea importantes desafíos para el tratamiento de la salud mental de los AM2. En este sentido, los resultados expuestos permiten sugerir a los profesionales y responsables de la formulación de las políticas públicas en salud que deben considerar la voluntad de vivir, la satisfacción con la salud y la ansiedad dentro de los esfuerzos para mejorar y preservar el envejecimiento exitoso3.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.