Fundamento: La infección del tracto urinario es una de las infecciones bacterianas más frecuentemente diagnosticada en la población geriátrica. Estas suponen en torno al 34% de las localizaciones más frecuentes de las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria. El objetivo de este trabajo es conocer cuáles son los uropatógenos más frecuentes en nuestro medio y el patrón local de susceptibilidad; y tras la implantación de un programa de promoción de higiene de manos, analizar si se ha conseguido modificar la prevalencia de dichas infecciones.
Métodos: Se realizó un estudio de tipo observacional, descriptivo y retrospectivo, realizado a los pacientes ingresados en 2017 con el diagnóstico de infección del tracto urinario. También se dispone de los mismos datos de 2009. Tras la implantación de un programa de higiene de manos se evaluó la prevalencia de uropatógenos detectados, sus sensibilidades y resistencias.
Resultados: La edad media de la muestra fue de 82,14años (±8,10), con un 70,67% de mujeres. El 40% de los pacientes presentaban una dependencia funcional total o grave, presentando incontinencia vesical el 65,33% de los pacientes y siendo portadores de sonda vesical permanente el 14,67% de ellos. El 41,33% de los pacientes no presentaban déficits cognitivos. La mayoría de los ingresos proceden del servicio de urgencias (70,67%). Se realizaron 75 urocultivos, y el uropatógeno más frecuente fue E.coli (45,33%). En cuanto a las resistencias a antibióticos, las resistencias mayores son a amoxicilina y ampicilina (41,33%), encontrando diferencias estadísticamente significativas (p<0,05), y a ciprofloxacino y norfloxacino (40%), seguidas de levofloxacino (28%). Tras el programa de higiene de manos y comparando los resultados se objetiva que la frecuencia de infecciones del tracto urinario diagnosticadas en pacientes hospitalizados ha disminuido en torno a un 13%. E.coli sigue siendo el uropatógeno más frecuente, y se ha observado un cambio llamativo en sus resistencias.
Conclusiones: En múltiples estudios se ha demostrado que el cumplimiento de los protocolos de higiene minimiza las infecciones relacionadas con la atención sanitaria y es básico para el control de infecciones de forma más eficaz. De fundamental importancia es conocer el patrón local de susceptibilidades a los uropatógenos más frecuentes.