Introducción: La fractura de cadera por fragilidad resulta un problema sanitario de primera línea: presenta elevada mortalidad al año, genera gran gasto de recursos y supone un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes con dificultosa recuperación funcional.
Caso clínico: Varón de 94 años que presenta fractura subcapital de fémur derecho tras caída casual. Parcialmente dependiente para las ABVD, deterioro cognitivo leve de perfil vascular, deambula con andador, buen apoyo social.
Antecedentes personales: HTA, dislipemia, DM de mal control, ERC estadioIIIB, EPOC con oxígeno domiciliario, SCACEST en 2010 con FEVI del 14% en último ecocardiograma, síndrome de Guillain-Barré en 2006 con cuadro miasteniforme residual y crisis parciales complejas.
Tratamiento habitual: lamotrigina, insulinoterapia con dos antidiabéticos orales, dos nebulizadores, parche de rivastigmina, atorvastatina, ivabradina, higrotona, sertralina, Adiro.
Evolución: Tras intervención quirúrgica con anestesia general presenta SCA hipoactivo en el contexto de infusor externo con opiáceos. Se mantiene con 24h de lavado farmacológico y correcto control de analgesia, debutando con SCA hiperactivo consistente en alucinaciones visuales y marcada agitación psicomotriz. No se controlan los síntomas con quetiapina y finalmente se opta a mínimas dosis de aripiprazol por vía oral. Durante toda esta evolución el paciente permanece en dieta absoluta dado el alto riesgo de broncoaspiración, dificultando el manejo de la sueroterapia y diuréticos intravenosos (insuficiencia cardíaca y ERC reagudizada por rabdomiólisis). La transfusión sanguínea en la anemización posquirúrgica esperable obliga a vigilar más intensivamente mínimos signos de insuficiencia cardíaca.
Se procede a la retirada de antidepresivo y reajuste de insulinoterapia. Buen control del dolor. Tras inicio de terapia ocupacional, presenta insuficiencia cardíaca leve que precisa aumentar diurético habitual por vía oral. La intolerancia a IECA y a betabloqueantes no permite optimizar la farmacoterapia para la insuficiencia cardíaca.
Conclusiones: El SCA acompaña complicaciones intrahospitalarias, prolonga la estancia hospitalaria y ensombrece el pronóstico. Su correcta identificación y manejo son prioritarios. La correcta valoración pre, inter y postoperatoria es crucial para este perfil de pacientes. Al alta, es importante la comunicación con atención primaria para gestionar descompensaciones y evitar reingresos.