El Hospital Infanta Elena (HIE) de Valdemoro en Madrid, es un hospital comarcal de 102 camas, en cuya área de influencia existen actualmente 10 residencias de tercera edad, con un total aproximado de 1.305 personas institucionalizadas. En este marco asistencial nos vemos obligados a buscar nuevos modelos de coordinación que mejoren la calidad de la atención sin aumentar los gastos, optimizando los roles de los geriatras1. Se desarrolla así en mayo de 2008, 4 meses después de la apertura del hospital, una nueva unidad asistencial: la Unidad de Geriatría Externa (UGE) con el fin de realizar la consulta geriátrica especializada en las residencias, minimizando de esta manera los traslados y las complicaciones de los residentes en estos centros, y mejorando así su calidad de vida2.
Esto ya había sido parcialmente puesto en marcha por algunas unidades domiciliarias, dependientes de grandes servicios de geriatría hospitalarios, pero nunca focalizados únicamente al paciente institucionalizado3,4. Esta Unidad de Geriatría Externa del HIE se compone de geriatra especialista que se traslada a las residencias para la realización de valoraciones de pacientes con un promedio de 15-20 valoraciones diarias. También se ofrece asistencia telefónica en el mismo horario para el personal sanitario de dichas residencias. Gestiona todas las citas, anexos necesarios, y los envía a diario por fax a los distintos centros asistenciales, para evitar así el traslado de familiares a las distintas unidades de citación del hospital y agilizar los trámites.
A continuación, presentamos la actividad del primer año de la puesta en marcha de la unidad. Se realizaron 863 valoraciones en pacientes con una edad media de 85,45 años, de los cuales el 67% eran mujeres. Desde el punto de vista funcional el 50% presentaban deterioro severo (evaluado por un índice de Katz F-G) y el 63% presentaban demencia con una puntuación en la escala global de deterioro (GDS) de Reisberg=4, encontrándose una asociación significativa con la edad (p<0,001) como en otras serie5. La puntuación promedio en el índice de Charlson fue de 1,5, y el motivo de consulta más frecuente fue el estudio de la demencia y los trastornos conductuales asociados (47,4%), seguido de la valoración geriátrica integral (13,6%), la realización de trámites de ayudas técnicas y la oxigenoterapia domiciliaria (8,6%), la valoración del deterioro funcional (7,3%); la realización de la valoración nutricional (6,4%), la tramitación de visados de fármacos (5%) y la valoración de los trastornos del estado de ánimo (4,3%), siendo el resto (7,1%) los trastornos de ritmo intestinal, los cuadros infecciosos y los cuidados paliativos.
El 92% de los pacientes presentaban polifarmacia y el 25% presentaban mayor o menor uso de fármacos fútiles, que fueron suspendidos durante las primeras valoraciones. También se gestiona la realización y recambio de 26 gastrostomías percutáneas endoscópicas (PEG) coordinado con el servicio de Medicina de Aparato Digestivo.
La descripción de esta actividad nos lleva a realizar algunas consideraciones. Durante los últimos años, la Geriatría ha sido una especialidad muy innovadora formando equipos multidisciplinares, como las recientes unidades de geriatría de urgencias y ortogeriatría6–8. Se lleva así la consulta de geriatría especializada al ámbito residencial9. Como objetivos destacables de nuestra Unidad destacaríamos la reducción de polifarmacia, lo que se traduce no solo en la reducción del gasto sanitario, sino en una disminución de los efectos secundarios del uso de fármacos en la clínica habitual. Las recomendaciones nutricionales y programación de los cuidados de PEG minimizan los posibles efectos adversos de este procedimiento y las complicaciones10. Es conveniente destacar, que también se reducen visitas a otras especialidades como neurología (valoración de pacientes con demencia), traumatología (tramitación de anexos para tratamientos ortopédicos o ayudas técnicas), psiquiatría (ajuste de psicofármacos), endocrinología (valoración nutricional) y finalmente en los cuidados paliativos. Otro beneficio que parece intuirse, es la disminución de derivaciones fútiles al servicio de urgencias, ya que el perfil de los pacientes atendidos corresponde en muchas ocasiones los mismos por los que eran trasladados a urgencias para valoración antes de que acudiera el especialista a la residencia. También puede contribuir a esta disminución la asistencia telefónica que se ofrece al personal sanitario. Otro dato de carácter subjetivo que surge con la puesta en marcha de la unidad, es la positiva valoración de los distintos especialistas que depositan su confianza en esta unidad para realizar el seguimiento de sus pacientes.
Parece vislumbrarse un nuevo concepto en nuestra especialidad, en la línea de mejorar la calidad asistencial en todos los sentidos y cuya implantación podría plantearse como parte de la actividad geriátrica especializada en los hospitales de referencia de un área asistencial concreta como la nuestra.