Introducción
Las leguminosas son una familia amplia que se caracteriza por su fruto en forma de legumbre, donde se alojan las semillas. Las legumbres son las semillas secas (principalmente de la familia de las Leguminosas, subfamilia Papilionáceas) que se diferencian de las semillas oleaginosas por su bajo contenido en grasa. En alimentación humana y animal se utilizan hasta 150 especies de leguminosas, de las que el estándar del Codex alimentarius1 considera como más relevantes para el consumo humano directo las siguientes: alubias/judías de Phaseolus spp. (excepto Phaseolus mungo L. o Vigna mungo [L.] Hepper y Phaseolus aureus Roxb. o Phaseolus radiatur L., Vigna radiata [L.] Wilczek); lentejas de Lens culinaris medicinalis o Lens esculenta Moench.; guisantes de Pisum sativum L.; garbanzos de Cicer arientinum L.; habas de Vicia faba L., y cowpeas de Vigna unguiculata (L.) Walp. o Vigna sesquipedalis Fruhw., Vigna sinensis (L.) Savi exd Hassk. Algunas leguminosas se consumen en verde (leguminosas de verdeo) aprovechándose el grano tierno y la vaina (habas y judías). Otras se secan, se desprenden de la vaina y los granos se consumen una vez rehidratados (legumbres).
Las leguminosas grano o legumbres son plantas de las que se utilizan sus semillas para la alimentación tanto animal como humana. Son una buena fuente proteica e interesan también por su bajo contenido lipídico y el tipo de fibra dietética que contienen. Otros aspectos de interés son su adaptación a suelos y climas poco favorables2 y su papel en la rotación de cosechas por su capacidad para fijar nitrógeno al suelo, gracias a la simbiosis con diversas bacterias radiculares. Las legumbres son clave en la seguridad nutricional de grandes grupos de población. Constituyen la principal fuente de proteínas en muchos países en desarrollo, en especial entre los grupos de población más pobres, que obtienen las proteínas y la energía de fuentes vegetales, mientras que en los países desarrollados, donde el consumo de legumbres había ido disminuyendo con los años, la consideración de alimentos saludables ha favorecido el incremento de su consumo3.
A pesar de su valor nutritivo, las legumbres no tienen el reconocimiento que merecen debido a un grado insuficiente de innovación para el desarrollo de productos que se adapten a la vida actual y la baja producción local, que lleva a la competencia con importaciones de baja calidad más baratas4. A ello debe añadirse la preferencia de muchos consumidores por las proteínas animales, de mayor prestigio, más fáciles de preparar y con mayor aceptación sensorial5. No obstante, en los últimos años los consumidores concienciados por su salud se decantan por dietas vegetales sanas y equilibradas, en las que las leguminosas tienen un importante papel por su composición.
Consumo
En los países industrializados se observa un incremento en el consumo per cápita de legumbres, lo que se atribuye a la conciencia sobre los beneficios para la salud. Los contenidos elevados de proteínas de origen animal, generalmente acompañados de grasa, de las dietas de los países industrializados estimulan a los consumidores a la búsqueda de fuentes alternativas de proteínas, con bajos contenidos de grasa. En este sentido las legumbres constituyen una excelente alternativa y ofrecen la ventaja adicional de un buen aporte de fibra. Otro factor que puede haber contribuido al incremento de su consumo es la inmigración, que ha aumentado de forma espectacular en el periodo de estudio3.
El consumo humano de legumbres es menor en Europa que en otras regiones del mundo y muestra una amplia variabilidad, debido a las diferencias interregionales en los hábitos alimentarios y las tradiciones, así como a diferencias en el aprovisionamiento. España, Francia y Reino Unido consumen un 60% del total de legumbres en Europa4.
En España, según el Panel de Consumo Alimentario del Ministerio del Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) ha habido un descenso continuado en el consumo de legumbres durante los últimos 15 años, lo que se atribuye a la pérdida de la dieta mediterránea6 y a los menores incentivos agrícolas para cultivos rentables, a pesar de la obtención y el registro de nuevas variedades de leguminosas mejoradas agronómicamente y de elevada calidad7. En 1991 el consumo medio era de 20 g/día, y en 2006 ha llegado a ser la mitad. Sin embargo, aunque el consumo global disminuyó, al evaluarlo por sectores se observa un cambio positivo en restaurantes e instituciones, en los cuales aumentó durante dicho periodo6.
En 2008 el consumo total de legumbres en España ascendió a 179,3 millones de kg, distribuidos entre los hogares (82,5%), la restauración comercial (10,5%) y la restauración social y colectiva (7%). El consumo per cápita de los distintos tipos de legumbres se muestra en la tabla 18.
La judía común o alubia, P. vulgaris L, es la leguminosa de consumo humano con más importancia mundial en el cultivo. En España, su cultivo ha tenido una gran trascendencia, extendido por la mayor parte de las zonas agrarias del país y, en general, se han cultivado variedades específicas adaptadas a la gastronomía local, de gran calidad, que han generado diferentes figuras de calidad, algunas de ellas con reconocimiento internacional. Existe un gran número de variedades locales que reciben múltiples nombres según sus formas, características y colores que muestran en origen: riñón, blanca redonda, plancheta, planchada, ganchet, pinet, pinta, canela, canellini, negrita, morada, arrocina, etc. Otras especies cultivadas son el judión de La Granja (P. coccineus), la judía carilla (Vigna sinensis) y la judía de Lima (Phaseolus lunatus). Sin embargo, las legumbres más consumidas en España son los garbanzos (Cicer arietinum), cuyas variedades principales son: blanco lechoso, castellano, venoso andaluz, chato madrileño, pedrosillano y de Fuente Saúco (Zamora). Las lentejas, por su parte, son muy apreciadas al presentar menos problemas de meteorismo que alubias y garbanzos. La especie cultivada en España es Lens esculenta, y las variedades más conocidas son la castellana, de La Armuña (Zamora), pardina y verdina8. También hay un pequeño consumo de otras leguminosas como el altramuz (utilizado en Andalucía y Extremadura como aperitivo) y la almorta (para la preparación de gachas y tortas en Castilla-La Mancha).
Composición y valor nutritivo
En la composición de las leguminosas grano interesa destacar los contenidos de proteínas, hidratos de carbono de asimilación lenta, minerales (calcio, hierro, cinc), fibra y algunos componentes bioactivos minoritarios.
Las legumbres se caracterizan por su elevado contenido proteico, que en las semillas oscila en un 20-30% en guisantes y judías y hasta un 38-40% en la soja y el altramuz (lupino)9. La fracción proteica más abundante son las globulinas, solubles en disoluciones salinas, relativamente pobres en aminoácidos azufrados (metionina, cisteína y triptófano), pero con contenidos de lisina muy superiores a los de los granos de cereales, de forma que leguminosas y cereales se complementan en el aporte proteico. En dicha complementación influyen también los contenidos de aminoácidos secundarios limitantes (treonina en los cereales y triptófano en las legumbres). Las deficiencias de aminoácidos esenciales tradicionalmente se han superado incluyendo las legumbres en platos que contienen cereales.
Las leguminosas se consideran excelentes fuentes de almidón de digestión y asimilación lenta, beneficiosa para la salud al incrementar poco la glucemia posprandrial si se compara con el almidón de digestión rápida. El índice glucémico de las legumbres es bajo10 y esto contribuye de forma beneficiosa al control de la glucemia posprandial y el metabolismo lipídico11; por lo tanto, son adecuadas también en la dieta del diabético y de interés para la disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares. En los obesos las comidas con bajo índice glucémico aumentan la saciedad y facilitan el control de la ingesta alimentaria.
Los contenidos minerales de las leguminosas son altos en general, pero de biodisponibilidad baja debido a que se unen a los fitatos, compuestos que constituyen el principal inhibidor de la absorción de hierro y cinc. Algunas leguminosas tienen además contenidos importantes de polifenoles que inhiben la absorción de hierro. Se han estudiado las maneras de eliminar eficientemente los fitatos y, probablemente, también polifenoles durante el procesado/elaboración de los alimentos aumentando la actividad de las fitasas y enzimas que degradan los polifenoles de los vegetales o añadiendo preparaciones de enzimas. El remojo, la germinación, el tratamiento térmico y la fermentación pueden incrementar la actividad de las enzimas de las legumbres12. Si se conocen las condiciones óptimas de actividad de la fitasa, se puede favorecer su actividad durante el procesado de los alimentos. No obstante, la adición de enzimas microbianas parece ser la forma más eficiente para conseguir una degradación completa durante el procesado.
La deficiencia nutricional de Fe alcanza su máxima prevalencia en poblaciones con dietas a base de cereales y legumbres, pero la situación mejora sensiblemente con la adición de proteína animal o por eliminación de los fitatos y degradación de los polifenoles, en cuyo caso las legumbres pueden ser buenas fuentes de hierro y cinc por sus contenidos elevados de estos minerales13.
Un reciente estudio para valorar los potenciales beneficios para la salud derivados del consumo de legumbres (en concreto, entre seis y diez especies locales de Filipinas) -en el que se han realizado estudios in vitro de biodisponibilidad de calcio, hierro y cinc y se ha evaluado el índice glucémico en diabéticos y controles y el efecto en sujetos con hipercolesterolemia moderada- concluye que la biodisponibilidad de los minerales varía en función de su concentración, las interacciones entre minerales y los contenidos de ácidos fítico y tánico. Además, constatan el bajo índice glucémico de las legumbres y los potenciales efectos hipocolesterolemiantes. Como conclusión general, proponen la consideración de las legumbres como alimento funcional14.
El elevado contenido de fibra de las legumbres es otro de los aspectos de interés para su consumo. De acuerdo con esto15, la fibra alimentaria o dietética es una mezcla compleja de hidratos de carbono que están asociados a otros componentes distintos de éstos (proteínas, ceras, saponinas o fitoesteroles). Las propiedades fisicoquímicas de la fibra producen los efectos fisiológicos que se le atribuyen; así, las llamadas "fibras solubles" forman geles viscosos en el intestino y afectan principalmente a la absorción de glucosa y grasa. Las "fibras insolubles" aumentan el volumen fecal, tienen un efecto saciante al incrementar el tiempo de vaciado gástrico y además disminuyen el tiempo de tránsito intestinal, lo que favorece un efecto anticarcinogénico. El alto contenido de fibra de las leguminosas las hacen recomendables en dietas de adelgazamiento y en el control de la diabetes mellitus tipo 216.
Las leguminosas contienen numerosos compuestos bioactivos, presentes en pequeñas cantidades, pero que pueden tener efectos metabólicos y fisiológicos de interés. Algunos de estos componentes (fitatos, galactooligosacáridos, inhibidores de proteasas, lectinas, saponinas, etc.) se han clasificado como factores antinutricionales, pero en numerosos estudios se ha reconsiderado el impacto beneficioso que pueden tener en la salud, por lo que actualmente se los considera compuestos bioactivos (tabla 2). Algunos de ellos pueden tener un papel en la prevención de las principales enfermedades de las sociedades prósperas (p. ej., trastornos cardiovasculares, diabetes). En función de las circunstancias, puede ser necesario eliminarlos o mantenerlos17,18. A modo de ejemplo, se mencionan los efectos beneficiosos y perjudiciales de los fitatos y los galactooligosacáridos.
Los galactooligosacáridos presentes en las leguminosas (alubias, garbanzos, lentejas) tienen el inconveniente de producir flatulencia y molestias intestinales, por lo que se tiende a seleccionar variedades con elevado contenido proteico y pobres en galactooligosacáridos19. No obstante, los alfagalactósidos desempeñan importantes funciones durante el desarrollo de vegetales y semillas y tienen un efecto prebiótico al estimular de forma beneficiosa el crecimiento y la actividad de bifidobacterias y lactobacilos en el colon humano20. Además, al ser fermentados por las bacterias intestinales producen compuestos (ácidos grasos de cadena corta) que inducen la muerte de células tumorales21.
En relación con el ácido fítico, debido a su efecto negativo en la biodisponibilidad de los minerales de las leguminosas, se han estudiado distintos procedimientos para degradarlo (cocción, germinación, fermentación, remojo), pero desde hace unos años este compuesto es objeto de interés por sus efectos beneficiosos en la calcificación y reduciendo la formación de cálculos renales, los efectos en la glucemia y el perfil lipídico, las propiedades antioxidantes y la potencial actividad anticarcinogénica22,23.
Recomendaciones dietéticas
Las recomendaciones dietéticas realizadas por distintos organismos y sociedades tienden a hacer énfasis en el interés de consumir leguminosas, y en este sentido el Departamento de Agricultura de Estados Unidos recomienda aumentar las ingestas de vegetales, y en concreto de legumbres secas y guisantes, por proporcionar nutrientes y compuestos fitoquímicos con efectos beneficiosos para la salud, y que sin embargo la población consume poco24,25. Respaldan esta recomendación los resultados de la comparación de las ingestas de fibra, proteína, folatos, cinc, hierro, magnesio, grasa saturada y grasa total (datos correspondientes a adultos de la encuesta NHANES 1999-2002), de grupos de población que consumen legumbres y guisantes, con las de aquellos que no lo hacen. Comprueban que en un día concreto sólo el 7,9% de los adultos ingiere dichos alimentos, y es mayor la probabilidad de que los consuman los hispanoamericanos (México y otros países). Asimismo, observan que bastan alrededor de 90 g de alubias o guisantes secos para proporcionar mayores ingestas de fibra, proteína, fólico, cinc, hierro y magnesio con un menor aporte de grasa (saturada y total), lo que respalda la recomendación realizada. Las legumbres, económicas y ricas en nutrientes contribuyen a mejorar la calidad de la dieta26.
La Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo de legumbres para disminuir el riesgo de enfermedades asociadas con la alimentación, como son, entre otras, la obesidad y la diabetes mellitus tipo 227. Sin embargo, el grupo de legumbres es muy amplio y existe un creciente interés por el estudio de su consumo en relación con dichas enfermedades, entre otros aspectos debido a los costes sanitarios que conllevan. Debido a ello y a que las diferentes legumbres difieren en su composición, en las pautas dietéticas para la población norteamericana25 se incluyó la recomendación del consumo de judías como una parte importante de la dieta saludable, en concreto, el consumo de al menos tres tazas de judías cocidas a la semana (1 taza = 225 g). Por otra parte, la Food Pyramid Guide, propuesta por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos28, también en 2005, incluyó las judías en dos grupos de alimentos: en el grupo de hortalizas/verduras y en el de proteínas, destacando la importancia de su consumo por impacto en salud.
Judías: composición y efectos del consumo de variedades españolas
Las recomendaciones dietéticas engloban a las legumbres en general en un único grupo aunque, como ya se ha indicado, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos especifica la recomendación del consumo de judías. Sin embargo, las legumbres muestran composiciones cualicuantitativas de nutrientes y otros compuestos bastante diferentes, por lo que es de interés conocer el efecto que tiene en el organismo el consumo de cada una de ellas en relación con parámetros bioquímicos (p. ej., glucemia, insulinemia), aspectos de saciedad, etc., relacionados con el riesgo de diversas enfermedades crónicas. También se considera de interés el estudio de variedades dentro de cada una de las legumbres, ya que los contenidos de compuestos potencialmente bioactivos pueden diferir.
En España, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL) dispone de 23 variedades de judías, que incluyen las obtenidas por selección de tipos varietales españoles de interés. Dos de ellas son las variedades almonga (fig. 1) y curruquilla (fig. 2), seleccionadas por su marcado interés comercial (elevada calidad sensorial y buen comportamiento agronómico)5. En el marco de un proyecto de investigación (INIA, RTA2008-007-C02-01 e ITACyL PEP 2006/ 00891), se analizó la composición de estas dos variedades (componentes que se ha asociado a efectos tanto beneficiosos como adversos) (tabla 2)29, se valoró la respuesta posprandial en diabéticos tipo 230 y está en curso un estudio de intervención en obesos y el desarrollo de nuevos productos industriales.
Figura 1. Judía variedad almonga.
Figura 2. Judía variedad curruquilla.
Las lectinas (glucoproteínas) son el principal compuesto tóxico en estas semillas. Las variedades crudas difieren en su contenido, bajo en almonga y elevado en curruquilla. Tras el proceso térmico aplicado durante el envasado, la lectina se elimina completamente en las dos variedades, lo que permite su consumo de forma segura. Hay que señalar que el bajo contenido de lectinas en crudo de almonga permite su consumo con menor cocción que otras variedades.
Se analizó el contenido de oligosacáridos (sacarosa, maltosa, melibiosa, rafinosa, ciceritol y estaquiosa) en las judías crudas y enlatadas. La estaquiosa es el oligosacárido principal en todas las muestras; sin embargo, la variedad curruquilla presentó el contenido más elevado en azúcares. El proceso de enlatado disminuye a la mitad el contenido de alfagalactósido.
Los inhibidores de tripsina reducen la digestibilidad de proteínas, y aunque éste no es un aspecto crítico para sujetos que consumen una dieta occidental, ya que ésta tiene en general un exceso en proteínas, es de interés comprobar que en ambas variedades el contenido de estos compuestos se elimina prácticamente mediante los procedimientos de enlatado.
Las variedades de judías almonga y curruquilla se han utilizado en un estudio posprandial (6 h) en diabéticos tipo 2 (n = 12) que utilizó pan como control y valoró la respuesta de glucosa, insulina y triglicéridos en sangre (cálculo del área bajo la curva tiempo-respuesta). La respuesta máxima en la glucemia se produce a los 60 min y la de insulina, a los 90 min, similares con los dos tipos de judías y muy inferiores a la que genera el consumo de pan (control). La diferencia en la respuesta glucémica tras el consumo de judías y tras el de pan fue mucho mayor y persistió más que la respuesta en insulinemia. No se encuentran diferencias entre las respuestas a las dos variedades de judías, aunque se ha observado que la curruquilla da lugar a mayores diferencias entre los 60 y los 90 min tras la ingesta.
Estas variedades están siendo utilizadas en otra línea de investigación del ITACyL, para la elaboración de nuevos productos industriales que requieran menor cocción, ya que su contenido en inhibidores de la alfatripsina no son elevados. El objetivo es obtener nuevos alimentos potencialmente funcionales o con algún valor añadido, como pueden ser bizcochos, pan de molde o galletas (ITACyL PEP 2006/00891).
Conclusiones
La importancia nutricional de las leguminosas grano se debe a su elevado contenido en proteínas e hidratos de carbono complejos, junto con un bajo contenido en grasa. Estas características hacen que sean adecuadas para dietas que requieren una baja respuesta glucémica (p. ej., diabéticos).
El cocinado mejora el perfil nutricional de las judías, ya que reduce los componentes tóxicos termolábiles (p. ej., lectinas e inhibidores de la tripsina) y el contenido en oligosacáridos (causa de la flatulencia) manteniendo el contenido en proteína y fibra.
La posibilidad de utilizar legumbres cocidas, listas para su uso, permite aumentar su consumo en los hogares españoles y la adaptación a los cambios sociales, económicos y culturales recuperando, al mismo tiempo, la tradicional y saludable dieta mediterránea.
Financiación
Proyectos INIA.RTA2008-007-C02-01 e ITACyL PEP 2006/00891.
Agradecimientos
Se agradece la colaboración del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Dr. M. Brito del Servicio de Endocrinología y Nutrición y la Dra. E. Donoso del Servicio de Bioquímica Clínica).
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
*Autor para correspondencia.
Correo electrónico:rosaura.farre@uv.es (R. Farré Rovira).
INFORMACIÓN DEL ARTÍCULO
Historia del artículo:
Recibido el 5 de mayo de 2010
Aceptado el 10 de mayo de 2010