La perspectiva en que se ubica este interesante libro es la de lograr equidad en la educación superior desde un punto de vista de justicia social, donde atender el problema de la deserción y retención de estudiantes universitarios significa que “los jóvenes provenientes de los estratos sociales más desfavorecidos tengan acceso a una educación de buena calidad y desarrollen procesos de aprendizaje significativos que les permitan beneficiarse de la misma para mejorar sus condiciones de vida” (Silva y Rodríguez, 2013: 25). Lo anterior garantizando a los estudiantes cuestiones como son: compensarlos con apoyos diferenciales para así eliminar la desigualdad de capacidades, y fomentar su permanencia universitaria con la promoción de procesos educativos centrados en su aprendizaje para que puedan tener trayectorias académicas regulares y exitosas.
Las preguntas centrales que se hacen en un primer momento las autoras son: “¿Cómo contribuye la oferta de educación superior dirigida a los sectores de pobreza a revertir la profunda inequidad educativa del país? ¿Cuáles son las principales dificultades que enfrentan en su primer año universitario los jóvenes provenientes de sectores de pobreza y cómo son atendidas en las instituciones?” (ibid.: 12).
En relación con lo anterior, presentan, en ocho capítulos, la caracterización teórico-metodológica y los resultados obtenidos de una investigación llevada a cabo con estudiantes del primer año de la Universidad Intercultural del Estado de México (uiem) y de la Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl (utn), instituciones creadas en el marco de las políticas de equidad educativa y que buscan facilitar el ingreso a la educación superior de jóvenes, antes excluidos de la misma, que provienen de sectores de pobreza. Cabe aclarar que las universidades estudiadas forman parte de diferentes subsistemas (universidades tecnológicas y universidades interculturales) existiendo entre ambos diferencias marcadas en términos de la población a la cual se dirigen, sus propósitos formativos y las características de sus modelos educativos y de financiamiento, entre otros.
Se parte de revisar distintos modelos teóricos para explicar la deserción y la retención como son el de V. Tinto (1987), A. Astin (1984) y E. Pascarella y P. Terenzini (1991) en el marco del interés por comprender las trayectorias académicas de los alumnos. Algunos de dichos modelos han sido retomados teóricamente para el desarrollo de investigaciones sobre trayectorias de estudiantes en nuestro país.
El interés fundamental de la investigación fue analizar los procesos que viven los jóvenes procedentes de sectores sociales desfavorecidos al ingresar al primer año universitario, al cual muchas veces asisten sin las condiciones idóneas para desarrollar una formación académica de buena calidad.
Las autoras manifiestan estar convencidas de que se requiere conocer las dificultades que enfrentan estos jóvenes una vez que ingresan a la universidad, con el propósito de generar estrategias de atención a sus necesidades particulares y facilitar su integración, permanencia y trayectoria exitosa, con lo que se coincide.
Se afirma que el primer año universitario es un tramo crítico que influye significativamente en una trayectoria exitosa o en una irregular y, por supuesto, en el abandono escolar, tema al cual según M. Silva y A. Rodríguez, no se le ha dado la atención requerida en nuestro país, aun cuando existe preocupación por la ineficiencia del sistema de educación superior, que se refleja en una insatisfactoria tasa de eficiencia terminal—alrededor de 65%—. En general, se reconoce la urgencia de que las instituciones centren la atención en los estudiantes y cuenten con programas que se preocupen por ellos, sin embargo, aún no se focaliza el papel central que juega el primer año universitario.
La uiem, cuyos estudiantes fueron investigados, está ubicada en San Felipe del Progreso, estado de México, municipio con un grado alto de rezago social, y con un grave problema de pobreza, comunidad con 3 de cada 10 personas mayores hablantes de alguna lengua indígena de la zona.
En el ciclo escolar 2009-2010 ofrecía cuatro licenciaturas: Lengua y cultura, Desarrollo sustentable, Comunicación intercultural y Salud intercultural integrativa. Se prioriza el ingreso de aspirantes provenientes del estado de México, de hecho el 94% de los alumnos viven en municipios cerca de San Felipe del Progreso, y poco mas del 60% pertenecen al grupo étnico mazahua, por lo que se cumple con el propósito de convertirse en una opción para sectores de cobertura educativa deficiente.
La matrícula en 2009 fue de 461 estudiantes, siete de cada diez de ellos mujeres. El 61.8% de estudiantes está becado. Se puso atención al periodo del primer semestre debido a que la mitad de jóvenes que abandonaron sus estudios lo hizo en ese lapso (51.4%). No se tienen datos diferenciados de las causas, aun cuando se señala que son de índole académico y por ausentismo.
El propósito del subsistema de las universidades interculturales es formar profesionales que apoyen el desarrollo integral de la región a partir de la solución de sus problemas, sustentando una serie de significativos principios básicos. Se crean para atender en educación superior a la población indígena que está subrepresentada en dicho subsistema, ya que sólo el 1% de la matrícula de este nivel educativo responde a dicha condición. Hasta 2008 existían 10 universidades interculturales (nueve públicas y una privada) en 10 estados de nuestro país.
El modelo educativo que sustenta es flexible, partiendo de reconocer que los estudiantes indígenas proceden de subsistemas educativos con calidad deficiente y tienen más dificultades para su aprendizaje, por lo que pretende dar respuesta a las necesidades, intereses y posibilidades de esta población. El modelo tiene sus propias particularidades y limitaciones de financiamiento, dirigido sólo a gastos de operación y no de infraestructura; en cuanto al diseño de planes de estudio, considera medidas dirigidas a desarrollar de manera compensatoria ciertas habilidades de lenguaje, comprensión de lectura y expresión, entre otras.
En cuanto a la Universidad Tecnológica de Nezahualcoyotl (utn), está ubicada en el municipio de Nezahualcoyotl, estado de México, entidad que tiene un grado de rezago social muy bajo, pero donde importantes proporciones de su población tienen situaciones de pobreza.
Fue una de las primeras universidades tecnológicas creadas en 1991, que inició con una matrícula de 270 estudiantes, mientras que en 2009 contaba con 3 029 estudiantes. Hasta mayo-agosto del 2009, la utn ofrecía ocho carreras en el nivel de técnico superior universitario.
Las universidades tecnológicas (UT) se iniciaron como producto de la modernización de la educación y las autoridades educativas las han concebido como una opción prioritaria privilegiada para las necesidades de formación, tanto de la población estudiantil —especialmente en sectores de nivel socioeconómico bajos y medios— como de los sectores productivos. En 1991 se crearon las primeras tres instituciones y hoy en día existen 66, la matrícula creció de poco mas de 450 alumnos a 79 841 estudiantes.
Su objetivo es ofrecer una formación intensiva —dos años después del bachillerato— de técnicos superiores universitarios, en áreas vinculadas con los requerimientos de las empresas de la región donde están ubicadas, a fin de que los egresados puedan incorporarse rápidamente al sector productivo. Las autoridades educativas consideran que éste es el tipo de educación que se requiere para responder a varios de los retos que enfrenta el desarrollo del país, cuestión discutida por distintos sectores de la educación.
El modelo educativo está centrado en la formación intensa y flexible, polivalente y vinculada con el sector productivo. Es intensa porque se imparten los contenidos en sus aspectos fundamentales, evitando lo que no conduce a la práctica, los estudios están organizados en una relación de 30% de teoría y 70% de prácticas en laboratorio y talleres/empresas y los estudios se cursan en seis cuatrimestres. Buscan la pertinencia de las carreras, los contenidos y los métodos para el aprendizaje a través de la vinculación con el sector productivo, la que en el último cuatrimestre se concretiza con la incorporación del alumno a una empresa para desarrollar un proyecto de su área profesional. Estas universidades tienen un fuerte apoyo financiero.
Se presentan las características de la investigación desarrollada misma que se enmarca en el contexto antes delimitado. La investigación duró año y medio, de marzo de 2009 a septiembre de 2010.
El enfoque metodológico fue cuantitativo y cualitativo con lo que se recabó información para caracterizar a los jóvenes que asisten a dichas universidades encontrando algunas tendencias en torno a los principales procesos académicos y sociales de su vida universitaria y se profundizó en la información para comprender cómo el estudiante vive el primer año universitario y las dificultades que entraña.
Se recurrió a diversos recursos metodológicos, tales como la aplicación de cuestionarios, el desarrollo de grupos de enfoque y de entre-vistas colectivas e individuales, entre otros.
En el estudio participaron autoridades educativas, profesores y estudiantes, para tener una visión integrada, aunque siempre centrados en las necesidades y vivencias de los jóvenes.
Se muestran resultados interesantes que dan cuenta de especificidades de la vida académica de los estudiantes, tales como su perfil socioeconómico y cultural; las motivaciones iniciales para estudiar; los apoyos morales y materiales brindados por su familia para estudiar, y datos de su involucramiento en la vida universitaria.
Resultan particularmente significativas las reflexiones planteadas en las conclusiones del estudio, donde las autoras van señalando y analizando situaciones en torno a la afirmación de que si bien en México hay preocupación por ampliar las oportunidades de ingreso de los jóvenes excluidos, se preguntan si es suficiente el abrir nuevas universidades para dichos jóvenes y continuar otorgando becas como hasta hoy se ha hecho, para asegurar la calidad educativa y lograr su permanencia en la educación superior, por lo que plantean la pertinencia de articular cambios donde se combinen acciones y estrategias que garanticen una educación universitaria de calidad y evitar así problemáticas como la deserción que se presenta durante toda la estancia escolar de los estudiantes, aunque de manera acentuada en el primer año escolar.
Además de que indican que algunas de las nuevas instituciones no cuentan con las condiciones idóneas para ofrecer una educación de calidad (maestros calificados y de tiempo completo, etcétera), se requieren compensaciones como mayor presupuesto, otorgar mas recursos a los grupos vulnerables (caso uiem), atender mas las circunstancias personales de los jóvenes, específicamente sus dificultades económicas, como en el caso de jóvenes indígenas estudiantes de la uiem becados con el Programa Nacional de Becas de Educación Superior (PRONABES).
En cuanto a esto último, hay estudios que reportan un incremento en la probabilidad de que los estudiantes becados se mantengan regulares, por lo que las autoras plantean la necesidad de repensar el programa de becas para fortalecerlo, introduciendo nuevos elementos, como la asignación de montos diferenciales en función de las condiciones socioeconómicas de los estudiantes.
Asimismo, se indica que cualquier esfuerzo institucional debe incorporar el conocimiento profundo de sus estudiantes: sus perfiles socioeconómicos, su nivel de conocimientos y habilidades previas, sus intereses, problemas, entre otros, por lo que se requiere investigar al respecto y a partir de ello generar programas específicos que de manera integral se articulen para darles una mejor atención en el primer año universitario.
Ubican como reto emprender iniciativas efectivas de innovación y transformación pedagógicas integradas y adecuadas a las necesidades y características del estudiantado, por ejemplo diseñar experiencias de: comunidades de aprendizaje, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje cooperativo y grupos de estudio. A lo que abundaría apuntando la importancia de la tutoría, las modalidades de flexibilidad curricular y otras posibilidades pedagógicas destacadas, en casos como los aquí mostrados.
Asimismo, sería significativo atender otras posibles acciones, como: fortalecer el acervo de las bibliotecas con textos considerados importantes en el plan de estudios; establecer comedores estudiantiles; dar apoyos de transporte; fomentar créditos, y facilitar la adquisición de materiales educativos y equipos de cómputo de bajo costo.
Por último, se indica que para avanzar en este campo es necesario incorporar en las políticas educativas acciones afirmativas que garanticen una educación de calidad para los jóvenes que provienen de sectores desfavorecidos, y así fomentar la adquisición y desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes para un satisfactorio desenvolvimiento personal y profesional.
Para concluir, afirmaría yendo mas allá de las particularidades de los casos aquí abordados, que el problema de deserción en el primer año se presenta en todo tipo de universidades: públicas, privadas, interculturales, tecnológicas, donde los factores de riesgo que lo propician varían, por lo que habría que estudiar las situaciones particulares y con base en esto saber en qué áreas incidir desde los niveles, programas y enfoques multidisciplinarios pertinentes para subsanarlo, en la medida de lo posible.
Mexicana. Doctora en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (unam). Investigadora titular del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, unam, México. Temas de investigación: formación profesional, estudiantes universitarios, planes y programas de estudio.