Comentario
En las dos últimas décadas se han publicado más de 10 estudios acerca de la eficacia de la acupuntura y/o de la fitoterapia china para tratar pacientes con rinitis alérgica, algunos de ellos de primera categoría y realizados siguiendo una buena metodología1,2,4,5. Sin embargo, las pruebas de la eficacia de la acupuntura siguen sin estar claras, tanto para los pacientes con rinitis alérgica estacional (RAE) como para los que padecen rinitis alérgica perenne (RAP) debido a la metodología de los estudios, en general muy heterogénea, y a los resultados parcialmente contradictorios. Por lo tanto, hay que congratularse de que se realicen estudios complementarios en este campo. Charlie Xue y colaboradores, que por su trabajo en dos estudios previos4,5 sobre la eficacia de la acupuntura y la fitoterapia china para la RAE poseen experiencia específica en este campo, se han hecho cargo de esta tarea y presentan ahora un estudio sobre la eficacia de la acupuntura en pacientes con RAP3. Los resultados de este estudio aleatorizado simple ciego controlado indican que la acupuntura puede constituir un tratamiento eficaz contra la RAP. Especialmente, la puntuación total relativa a los síntomas nasales (total nasal symptom score [TNSS]) tanto a las 8 como a las 16 semanas se redujo significativamente en mayor grado, comparada con la acupuntura simulada. En cambio, sólo se encontró para un síntoma individual (flujo nasal) una reducción mayor a las 8 semanas en el grupo de acupuntura en comparación con el grupo de referencia.
En general, este estudio unicéntrico parece concebido con una metodología convincente —hasta donde se puede valorar—, al igual que los 2 estudios anteriores publicados por el mismo grupo de trabajo. Los puntos fuertes de este estudio son sobre todo un diagnóstico alergológico formulado de forma precisa y llevado a cabo con rigor (utilizando la prueba cutánea [prick test]), unos criterios de valoración adecuados e internacionalmente reconocidos y una separación entre personas que participan en la realización del estudio y personas que realizan el diagnóstico y la intervención del estudio. Además, resulta convincente la realización de intervenciones semiestandarizadas y definidas de acupuntura, adecuadas desde el punto de vista de la medicina china. El uso de puntos de acupuntura falsos localizados a unos 1-1,5 cm de distancia de los puntos verdaderos también parece ser una intervención simulada aceptable. No obstante, estos puntos no se definen con más exactitud en la publicación, lo que seguramente no favorece una posible reproducción del estudio. Vayamos ahora a la crítica a las limitaciones del estudio: en general la presentación del estudio es muy corta, lo que conlleva que queden algunos puntos oscuros especialmente en la descripción de la metodología y los resultados. Esto hace que sea difícil valorar la calidad del estudio en algunos aspectos. Una desventaja grave es que, el proceso de asignación aleatoria de los pacientes a los 2 grupos de intervención no esté descrito adecuadamente: ¿se utilizaron realmente sobres opacos durante la asignación aleatoria? ¿Los sobres para la asignación aleatoria estaban ordenados consecutivamente? Otro punto débil importante de la publicación (y posiblemente también del estudio) es que no se haya descrito la selección de pacientes y los motivos para retirarlos del estudio. Los criterios de valoración, como ya se ha dicho, están bien escogidos, pero el criterio principal no se ha definido con suficiente claridad. ¿Son sólo los síntomas individuales, o es la puntuación TNSS? ¿Y cuándo debe medirse el criterio principal de valoración, a las 8 o a las 16 semanas? En el caso de que, como sospecho, el criterio principal de valoración del estudio sea en realidad el conjunto de los 4 síntomas individuales medidos a las 8 semanas (como sugiere el valor alfa), entonces el resultado del estudio no parece tan positivo como se presenta. La parte de los resultados también me hubiera gustado que fuera más detallada, en especial no queda nada claro qué medicamentos coadyuvantes se administraron en paralelo con el tratamiento acupuntural, ya que sólo se presenta una puntuación global. Otro aspecto que cabe resaltar es que antes de la inclusión en el estudio se exigió como criterio de inclusión una prueba cutánea positiva del paciente con reacción positiva al menos a un polen y a un alérgeno de otro tipo. No queda claro por qué la existencia de una alergia a un polen en la indicación de RAP constituye un criterio necesario de inclusión. Además resulta llamativo que durante el estudio no se les preguntara a los pacientes sobre sus expectativas de evolución, ni tampoco se comprobara la eficacia del enmascaramiento de los pacientes en las dos intervenciones del estudio. Las desventajas esbozadas, tanto del estudio como de su presentación, empañan la imagen de este estudio, por otro lado muy interesante en conjunto. Lo mismo es aplicable a la discusión, muy poco crítica en general, que apenas entra a describir sus limitaciones. En resumen: sería deseable contar con más es tudios (sobre alergias) de Xue et al realizados con una población más grande de pacientes y plasmados en publicaciones detalladas con descripciones transparentes de la metodología y resultados.
MJA (Medical Journal of Australia). 2007;187:337-41
Benno Brinkhaus
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