INTRODUCCIÓN
La microinyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) ha sido una de las aportaciones más importantes a las técnicas de reproducción asistida (TRA) desde que se obtuvo el primer embarazo por fertilización in vitro (FIV) en 1978. Los resultados obtenidos con la ICSI a lo largo de los años han consolidado su papel como técnica de elección, particularmente en casos de infertilidad de origen masculino1 que, hasta el momento de su desarrollo, no tenían posibilidad de conseguir embarazo.
Los buenos resultados obtenidos por la ICSI desde 1992, en que se empezaron a obtener estadísticas fiables, frente a sus precursores, como la inyección espermática en espacio perivitelino, permitió ir contando cada vez más con esta técnica hasta que finalmente nos hemos centrado en algunas patologías concretas como factor masculino severo2, azoospermia con espermatozoides en biopsia testicular3, criptozoospermia4-6, oligozoospermia, astenozoospermia7, teratozoospermia7,8, causa inmunológica, imposibilidad de recoger muestras9, o de fallo repetitivo de FIV.
La ICSI, por tanto, se plantea como una técnica muy útil para muestras con escasos espermatozoides. Lo importante para el éxito de esta técnica es básicamente escoger un espermatozoide móvil. Esta selección se realiza a 400 aumentos y, hasta la fecha, era la mejor posible, ya que se podía identificar morfológicamente el espermatozoide, descartando en muchos casos, y cuando fuera posible, los de cabeza amorfa, pequeña, grande, doble, etc. Se sabe que las formas anteriormente mencionadas de espermatozoides reducen la tasa de gestación e implantación y deben descartarse; pero, ¿qué pasaba si se necesitaba mirar a más aumentos? La deformación óptica era evidente y no se podían ver más características en la zona acrosómica y en la cabeza del espermatozoide.
MICROINYECCIÓN INTRACITOPLASMÁTICA DE ESPERMATOZOIDES MORFOLÓGICAMENTE SELECCIONADOS
La microinyección intracitoplasmática de espermatozoides morfológicamente seleccionados (IMSI) fue descrita por Bartoov et al10 en el año 2002 y en poco tiempo ha empezado a implementarse para poder observar con mejor detalle las alteraciones dentro de la cabeza del espermatozoide. La técnica se basa en la magnificación del espermatozoide, trabajando con aumentos superiores a 10.000× normal. Se está demostrando que seleccionando espermatozoides morfológicamente normales y libres de vacuolas, hay un incremento de porcentajes de embarazo y, fundamentalmente, una reducción de las tasas de abortos11,12.
Las anormalidades acrosómicas y subacrosómicas son causa común en los fallos de FIV-ICSI, pues la lámina postacrosomal del espermatozoide es la que reconoce primero el óvulo en la fertilización. Otro factor que influye, en el buen desarrollo de las TRA, es la vacuolización del núcleo del espermatozoide, ya que ese espermatozoide será anormal, no fertilizando o, lo que es más frustrante, que fertilice y luego se produzca un aborto.
Al valorar la posibilidad de magnificar los espermatozoides y la presencia de vacuolas intranucleares como signo de daño espermático, se puede correlacionar la selección espermática hecha por la técnica convencional de ICSI, con la IMSI, y la repercusión de la presencia de vacuolas intranucleares sobre las tasas de fertilización y desarrollo embrionario.
Los espermatozoides se pueden clasificar según su patrón de vacuolización y se dividen en categorías12,13:
- Grado I: forma normal, sin vacuolas.
- Grado II: forma normal, 1-2 vacuolas pequeñas.
- Grado III: forma normal, al menos 1 vacuola grande.
- Grado IV: forma anormal y/o más de 1 vacuola grande.
Primero se realiza la selección espermática morfológica, por microscopia a 20 y 40×, siguiendo los criterios que habitualmente permiten clasificarlos como idóneos para la realización de ICSI y, posteriormente, seleccionar los escogidos en un microscopio invertido Leica A 6000, a 100× bajo aceite de inmersión, para determinar por magnificación la correlación entre la morfología tradicional y la morfología a grandes aumentos, para después realizar la microinyección de los óvulos. Se valoran tasas de fertilización, desarrollo embrionario día +2, +3 (de embriones transferidos) y +5 (de los no transferidos). Esta selección se lleva a cabo por un mismo embriólogo experimentado en las técnicas y la clasificación se realiza una seguidamente de la otra.
La IMSI no es la primera técnica de elección para todas las parejas, sino que es efectiva en casos concretos, como:
- Abortos de repetición (2 o más).
- Fallos repetidos de implantación (2 o más).
- Elevado grado de fragmentación del ADN.
- Oligoastenoteratozoospermia con más de 1 millón de espermatozoides móviles.
- Porcentaje elevado de vacuolas en un cribado previo.
CONSIDERACIONES FINALES
A pesar del alto coste que supone la utilización de los microscopios que permiten realizar esta técnica (IMSI), parece ser que es un buen método, y que la observación morfológica rigurosa y amplificada está dando muy buenos resultados, bajando sobre todo las tasas de aborto y, por ende, aumentando la del niño en casa.
Todo parece indicar que, según hemos observado en los últimos congresos nacionales e internacionales y por nuestra propia experiencia, los últimos avances en reproducción humana parecen encaminarse a profundizar en los métodos basados en los estudios funcionales y morfológicos del espermatozoide, por lo que la IMSI que acabamos de analizar sería un avance muy considerable, dando un paso hacia el futuro de la alta tecnología en el campo de las TRA.
Correspondencia: A. Brassesco Macazzaga, Ms.
Laboratorio FIV. Centro de Infertilidad y Reproducción Humana (CIRH). Clínica Corachán.
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Correo electrónico: laboratorio@cirh.es