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Vol. 21. Núm. 3.
Tema central: Infertilidad
Páginas 336 (mayo 2010)
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Vol. 21. Núm. 3.
Tema central: Infertilidad
Páginas 336 (mayo 2010)
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Editorial
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I. Antonio Mackenna
Editor Invitado
Revista Médica CLC
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A menudo las parejas hablan del número de hijos que quieren tener, dando por hecho que ningún inconveniente impedirá la llegada de ellos. Sin embargo, a veces sus anhelos se ven obstaculizados por la infertilidad. Actualmente se estima que hay más de 70 millones de parejas infértiles en el mundo. Aunque la infertilidad es hoy considerada una enfermedad, muchas de estas parejas nunca tendrán acceso a un tratamiento, otras sí podrán recibirlo y ver cumplidos sus sueños reproductivos.

La historia de la infertilidad va de la mano con la historia de la humanidad misma. Desde el año 3.500 AC hay evidencias de adoración a dioses, ídolos, santos, imágenes y símbolos que han representado la fertilidad, a quienes las mujeres recurrían cuando no lograban embarazarse. Por mucho tiempo la infertilidad fue considerada una maldición, producto de la cólera de los dioses.

Para los egipcios las parejas debían ser prolíferas y la infertilidad era un problema real, que amenazaba la supervivencia de la raza, la transmisión del poder y el mantenimiento de las estructuras sociales. Ellos no la consideraban una maldición, sino una enfermedad, que debía ser diagnosticada y tratada. Describieron, tanto causas femeninas como masculinas, sin embargo, en esa época no existían tratamientos efectivos para ninguna de ellas. Para los hebreos la infertilidad era un castigo divino sobre la pareja, que recaía especialmente sobre la mujer, ya que la infertilidad masculina no era reconocida. En el Libro del Génesis Dios dice a Adán y Eva “ser fructíferos, multiplicaos y repoblad la tierra”. Por otra parte, de varios pasajes del antiguo testamento se desprende que Dios podía privar de descendientes a las parejas para castigarlas por algún pecado. Así habría sucedido con Sara, la esposa de Abraham, y con Rebeca, la mujer de Isaac. En una parte del mismo Libro del Génesis Jacob le dice enojado a Raquel, su esposa, “¿acaso yo soy Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?”.

Los griegos reforzaron el concepto del diagnóstico y tratamiento de la infertilidad, incluyendo esta enfermedad en los tratados de medicina de la época. De hecho, Hipócrates afirmaba que la infertilidad se podía producir por mala posición y obstrucción del cuello uterino, debilidad de la cavidad uterina, flujo menstrual excesivo y prolapso uterino. Los tratamientos eran variados e iban desde la aplicación de una mezcla de Comino y miel en el cuello del útero hasta la instilación de sustancias emolientes en la cavidad uterina a través de una cánula de plomo. Pero aún la religión y la magia continuaban profundamente enraizadas en la práctica médica. Fue recién Sorano de Efeso, en la civilización romana, quien logró separar estos aspectos, describiendo desde la perspectiva puramente científica la anatomía ginecológica, la fisiología de los órganos genitales y algunas de las patologías que podrían causar infertilidad.

Los médicos de la Edad Media describieron diversas causas de infertilidad, que parecen insólitas bajo la perspectiva del presente, como el exceso de calor y humedad en los genitales, la antipatía de carácter, la disparidad de educación o la desproporción de los órganos genitales. Fue recién durante el Renacentismo cuando se produjo un notable progreso científico en el conocimiento del diagnóstico y tratamiento de la infertilidad. Hacia 1600 Paré, médico de los reyes de Francia, fue el primero en seccionar un tabique o septum vaginal en una mujer infértil. En el siglo XVII De Graaf describió en detalle la anatomía del ovario y el funcionamiento del mismo y en el siglo XVIII Van Leeuwenhoek visualizó por primera vez los espermatozoides. En 1707 Naboth publicó su tratado “De Sterilitate” en cual describía la esclerosis ovárica y la obstrucción tubaria como causas de infertilidad. En 1785 Hunter realizó la primera inseminación intrauterina exitosa en una mujer, utilizando espermatozoides de su marido, que sufría de hipospadia.

Los siglos XIX y XX estuvieron marcados por vertiginosos progresos en conocimiento de la infertilidad y la endocrinología ginecológica. En 1944 Rock describió por primera vez la fecundación in vitro (FIV), en 1958 se utilizaron por primera vez las gonadotrofinas para inducir la ovulación, en 1966 se obtuvieron por primera vez ovocitos puncionando los ovarios por vía la- paroscópica, en 1978 nace la primera niña tras una fecundación in vitro en una mujer con obstrucción tubaria bilateral, en 1987 se logró obtener por primera vez ovocitos por punción ovárica guiada con ecografía transvaginal, en 1992 se describió la técnica de inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) para el tratamiento de la infertilidad masculina severa y a partir de 1995 se comenzó a utilizar la biología molecular en la reproducción asistida.

El notable avance de la ciencia ha permitido develar mejor las causas de la infertilidad y tratarlas con éxito la mayoría de las veces. Seguramente, el futuro nos volverá a sorprender y aparecerán nuevas técnicas para permitir a las parejas infértiles cumplir con sus legítimos anhelos de ser padres.

En este número de la revista viajaremos desde los aspectos más básicos de la infertilidad, como su definición y epidemiología, hasta algunas sofisticadas técnicas para tratarla. Prestigiosos especialistas nacionales describirán la fisiología reproductiva, así como la etiología, la fisiopatología, el diagnóstico y el tratamiento de las diferentes causas de la infertilidad.

El impacto psicológico que produce en las parejas el no poder tener hijos es un elemento trascendente a considerar cuando se planifica el manejo de la infertilidad y, por ello, este tema es tratado en un artículo especial.

Por último, la infertilidad no sólo debe ser vista desde la perspectiva de su diagnóstico y tratamiento o de las consecuencias psicológicas que puede producir en quienes la sufren, sino que también deben analizarse los aspectos éticos relacionados con la misma, por lo cual este tema ocupa un lugar importante en esta revista.

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