La oncología como especialidad médica ha experimentado un desarrollo veloz en los últimos años. La aplicación de nuevas drogas antineoplásicas y terapias biológicas dentro del concepto de una medicina individualizada ha causado cambios importantes en el tratamiento de pacientes con diferentes tipos de cáncer. La biología molecular con sus contribuciones al conocimiento y a la comprensión de los procesos genéticos y moleculares del cáncer ha ayudado a poder diferenciar pacientes con distintas respuestas a los diferentes esquemas terapéuticos, y a predecir con mayor precisión el probable comportamiento de la enfermedad en el paciente individual.
Si bien estos son grandes logros dentro de la medicina, no hay que olvidar que ellos constituyen variaciones de tratamiento de una enfermedad potencialmente letal, cuyo éxito frecuentemente se mide en la cantidad de meses que se prolonga la vida, o la calidad de vida de los pacientes para el tiempo que les queda. Lamentablemente, muchas veces no se logra curar la enfermedad, a pesar de todos los avances.
Frente a esta complejidad del problema oncológico en todos sus aspectos, uno tiende a olvidar un hecho muy simple: prevenir es mejor que curar. Sin embargo, los esfuerzos intelectuales y económicos en el mundo en relación a la prevención del cáncer no se comparan con las inversiones en mejores tratamientos. Este desequilibrio se acentúa a nivel nacional, donde los esfuerzos están completamente dirigidos hacía brindarle oportunidades adecuadas de tratamiento a los pacientes con cánceres diagnosticados, y donde la prevención pasa a ser un sueño casi imposible considerando el nivel de recursos disponibles para el sistema de salud.
Existen dos conceptos básicos dentro de la oncología preventiva, tal como en medicina preventiva en general: la prevención primaria y secundaria. Prevención primaria significa identificar factores de riesgo modificables para ciertos tumores, y modificarlos para evitar el desarrollo del cáncer, por ejemplo el uso de bloqueadores solares en el caso de melanoma, o evitar el consumo de tabaco en el caso del cáncer pulmonar. La prevención secundaria busca identificar lesiones precursoras del tumor maligno, y removerlas antes de que se malignicen, como por ejemplo la polipectomía del adenoma colónico o la extirpación de lesiones intraepiteliales en el cervix uterino. En EE.UU., el National Colorectal Cancer Roundtable adoptó un lema simple y cierto para la prevención de cáncer colorrectal que es fácilmente aplicable a toda prevención oncológica: “Stop it before it starts” (“detenlo antes que comience”).
El presente número de la Revista Médica CLC está dedicado a la prevención y la detección precoz de varios cánceres relevantes, como cáncer cervicouterino, melanoma, cáncer de mama, próstata, pulmón, estómago, vesícula biliar, colon y recto. La idea es entregarle al colega dedicado a medicina familiar al igual que a los especialistas involucrados conocimientos actualizados sobre las estrategias vigentes de prevención oncológica y sus resultados. Esperamos además, que esta revista les sirva de guía para aplicar las estrategias en la práctica clínica diaria, para dar de esta manera un paso hacía una oncología moderna en nuestro país.