Los tumores cerebrales representan un desafío de múltiples caras para los médicos que están involucrados en su diagnóstico y tratamiento. Constituyen un problema frecuente tanto por la incidencia de los tumores primarios del sistema nervioso central, como por las metástasis. De acuerdo a estadísticas nacionales, los tumores malignos cerebrales han aumentado su tasa de mortalidad desde 1.2/100000 habitantes en 1997 a 2.4/100000 habitantes en 2013. Este dato es preocupante ya que sólo muestra un antecedente de esta compleja enfermedad.
El diagnóstico se realiza sobre la base del cuadro clínico, los exámenes de imágenes y el estudio histopatológico. El diagnóstico define el pronóstico y el tratamiento a seguir. La OMS ha clasificado los tumores primarios del sistema nervioso central en 4 grupos. Los tumores grado I tienen un buen pronóstico cuando son extirpados. En el otro extremo, el Glioblastoma Multiforme, que es clasificado como grado IV, evoluciona con recidiva precoz y sobrevida corta, a pesar de la cirugía ablativa, radioterapia y quimioterapia. En este número de Revista Médica Clínica Las Condes, se analizan modelos de tratamiento de los tumores cerebrales, basados sobre el diagnóstico y las condiciones clínicas del paciente. Además se presentan conceptos fundamentales en la elección del tratamiento como las áreas de importancia funcional, las estrategias para evitar efectos adversos sobre las funciones cerebrales y la neuroplasticidad.
El manejo de los pacientes con tumores cerebrales debe ser planificado y vigilado por un equipo multidisciplinario de salud. Ello debe incluir neurólogos, neuroradiólogos, oncólogos médicos, radioterapeutas, neuropatólogos, neurocirujanos, especialistas en rehabilitación, enfermeras, kinesiólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, psicólogos y psiquiatras. Este enfrentamiento multidisciplinario debe ser conocido por los médicos generales y de las especialidades básicas, ya que de ellos depende su diagnóstico precoz y las primeras medidas de tratamiento.
El objetivo fundamental del tratamiento de estas neoplasias es la curación, pero resulta esencial procurar también una buena calidad de vida para el paciente y su familia. En especial, cuando se trata de un tumor de alto grado, que se asocia a daño neurológico progresivo y sobrevida corta, adquiere preponderancia el tratamiento bajo la perspectiva paliativa psico-oncológica.
Este número constituye un esfuerzo notable de los autores para dar una perspectiva amplia, actualizada y profunda sobre el tema, por lo que agradezco a todos los autores por participar y espero que sea de utilidad a nuestro público lector.