La Revolución de Octubre de 1917 (noviembre si se considera el calendario juliano, vigente en esa época en el imperio ruso) culminó con la llegada del Partido Bolchevique al poder, que rechazaba la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial. Por eso, es que en diciembre de 1917 propuso un armisticio a Alemania, el cual fue ratificado en marzo de 1918.
El acuerdo recibió el nombre de Tratado Brest-Litovsk y determinó el cierre del flanco oriental para las Potencias del Eje, las cuales decidieron trasladar sus tropas hacia el frente occidental, específicamente a Francia, lo cual llevó a un avance lento y sostenido en la zona del Marne. Sorpresivamente en junio de 1918 este avance se detuvo y en noviembre de ese mismo año se firmó el armisticio que dio término al conflicto mundial.
La historia de la influenza en occidente¿Qué Pasó?El 6 de abril de 1917 Estados Unidos declaró la guerra a Alemania, fue una decisión que genero muchas dudas en el Presidente Woodrow Wilson quien se oponía a entrar en el conflicto mundial. Las primeras tropas americanas desembarcaron en Europa en junio de 1917 y aparentemente además de las armas trajeron con ellos el virus de la Influenza (H1N1), el cual comenzó a manifestarse en los campamentos de soldados que esperaban ser embarcados a Europa. Cerca de 1.100 hombres murieron en Fort Riley, Kansas, antes de completar su entrenamiento para viajar a la guerra en Europa.
La primera aparición del virus en Francia, fue documentada el 10 de abril llegando rápidamente a París y luego a Italia. En el ejército británico el primer caso se registró a mediados de ese mismo mes. Las tropas alemanas en tanto sufrieron un violento brote a fines de abril por lo cual, la tercera fase de la ofensiva en Verdún se detuvo.
El armisticio que dio fin a la Primera Guerra Mundial se firmó el 11 de noviembre de 1918 y el Tratado de Versalles el 21 de octubre de 1919, el cual obligó a Alemania a aceptar su culpabilidad en el inicio de la guerra. Además debió entregar territorios y pagar enormes sumas de dinero a modo de compensación (en moneda actual, aproximadamente U$442 billones). Esto y otros temas discutibles dejaron al país denigrado, pero con fuerza.
Una de las razones que determinó la elaboración de este tratado mal concebido, fue la enfermedad del Presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, quien participó en su confección junto al Primer Ministro de Gran Bretaña, David Lloyd George; y el Primer Ministro francés, George Clemenceau.
Wilson había viajado a París encabezando la delegación norteamericana sin embargo, fue afectado por un episodio de Influenza, el cual se inició en forma brusca el 3 de abril de 1918, con tos espasmódica y que en ocasiones le producía apnea, además de fiebre de 39,5°C y diarrea. Un joven ayudante del Presidente Wilson cayó enfermo el mismo día. Cuatro días después estaba muerto, a la edad de 25 años. Wilson se mantuvo separado de las negociaciones hasta que el 8 de abril insistió en participar de las reuniones por lo cual, los delegados debieron ir a su pieza dado que era imposible para él salir de la cama. Los testigos de su participación notaban su falta de agudeza mental y el rápido cansancio. En un inesperado vuelco, cambió de parecer y aceptó todos los puntos que el Primer Ministro de Francia había tratado de incluir y a los cuales antes se había opuesto. Éstos incluían la declaración de culpabilidad por parte de Alemania y compensaciones monetarias.
Diversos historiadores se han referido al cuadro que afectó al Presidente Wilson, planteando la posibilidad de un ataque cerebro vascular. Sin embargo, debido al inicio brusco de tos y fiebre alta, en un contexto epidemiológico, es muy posible que se tratara de Influenza con compromiso encefálico, lo cual no es muy frecuente, pero es una de las complicaciones descritas.
En resumen, la Influenza ayudó a terminar un conflicto, pero dejó sembrado el terreno para uno nuevo: la Segunda Guerra Mundial.
La pandemia de 1918–1919 fue de gran letalidad en adultos sanos, jóvenes. Afectó a todo el mundo. En Sudamérica y Centroamérica la devastación fue grande. En México murió un 10% de la población mientras que en Guatemala murieron 43.000 personas de una población de dos millones. En Río de Janeiro fallecieron 15.000 personas de una población de 910.000, los tres últimos meses de 1918. Chile en esa época tenía una población 3,6 millones y se notificaron 23.789 muertes (6,6%). En otros continentes las muertes fueron muy significativas, siendo India la más afectada numéricamente, donde se registraron entre 17 y 20 millones de muertes. En Samoa Oeste, murieron 7.500 personas de 38.000 (un 20% aproximadamente).
El 29 de septiembre de 1919, Sir Willian Osler, MD, comenzó a toser. La enfermedad que lo afectó la describió de la siguiente forma: “Durante dos días me sentí muy enfermo y exhausto debido a los ataques de tos”. Parecía que se estaba recuperando, pero el 13 de octubre presentó fiebre de más de 39°C. Le escribió entonces a un amigo y le comentó que tenía una de esas neumonías tan frecuentes post Influenza. El 7 de noviembre sintió una puñalada en el costado derecho. Se le dio morfina y se drenaron 400mL de pus. Falleció el 29 de diciembre de 1919.
El virus diezmó los ejércitos de ambos bandos, obligando a los gobiernos a sentarse y discutir un tratado de paz. Es muy claro que la mayor parte de las bajas norteamericanas en Europa se debieron a la Influenza y no a la metralla enemiga. De hecho gran parte de este contingente (joven y sano) no alcanzó a entrar en combate.
La epidemia recibió el nombre de “Gripe Española”, no por su origen si no porque España, que no participó en el conflicto, también reportó la epidemia, la cual se propagó y tuvo efectos a nivel mundial.
La trascendencia de la Influenza en el desarrollo de la historia puede trazarse desde la antigüedad, aunque las pruebas de que se tratara efectivamente de Influenza y no de otra enfermedad es muy difícil de sostener. Se especula por ejemplo, que fue una de las causas de la derrota de los cartagineses en Syracusa el año 397 AC, según Townsend. El mismo autor describe una epidemia de Influenza en Roma el 41 AC y encuentra otra epidemia en la misma ciudad el año 591/2.
Las epidemias más aceptadas por historiadores se registraron en 1170 en Italia, Alemania y Gran Bretaña. Hay registros de Influenza en Europa los años 1323, 1328, 1387, 1404 y 1411.
La primera alusión a la palabra Influenza se encuentra en 1580 y se refiere a una epidemia en Florencia en 1537. Previamente, los historiadores la llamaban la “enfermedad de sudoración” (sweting sickness) que complicó a una población que sufría la Peste Negra y se la diferenciaba llamándola “Influentia Coeli o Influentia del Diavolo”.
La Influenza afectó gravemente a la población nativa de América durante el período de la conquista. Hay información sobre epidemia en Santo Domingo en 1518 y en Centroamérica en 1523, 1526 y 1558, mismo año en que se documenta epidemia en Los Andes.
Según Cook la mortalidad por Influenza (gripe) en la población nativa americana pudo ser de un 20%.
Varias infecciones fueron introducidas y diezmaron la población nativa americana, lo cual facilitó la conquista europea.
ENFERMEDAD | FECHAS | PORCENTAJE DE MORTANDAD |
---|---|---|
Gripe | 1494–1514 | 20% |
Viruela | 1519–1528 | 35% |
Sarampión | 1531–1534 | 25% |
Tifus exantemático | 1545–1546 | 20% |
Peste neumónica | 1545–1546 | 15% |
Sarampión | 1557–1563 | 20% |
Viruela | 1576–1591 | 20% |
Sarampión | 1576–1591 | 12% |
Tifus exantemático | 1576–1591 | 15% |
Sarampión | 1595–1597 | 8% |
Sarampión | 1611–1614 | 8% |
Tifus exantemático | 1630–1633 | 10% |
La Influenza es una enfermedad que se encuentra en el mundo moderno. La extraordinaria capacidad de mutación del virus hace que en oportunidades la población quede desprotegida, sin inmunidad cruzada que la proteja y se generan entonces, pandemias de gran letalidad. El virus tiene la posibilidad de incubarse en diversos animales, aves y mamíferos y, ocasionalmente, se producen los cambios necesarios para saltar de especies y evolucionar luego a un estado que le permita pasar eficientemente de humano a humano. Debemos aprender de la historia y prepararnos para futuros brotes o pandemias.
El autor declara no tener conflictos de interés, en relación a este artículo.