Agradezco muy sinceramente a Clínica Las Condes la invitación a presentar este Manual de Pediatría Ambulatoria. Es un honor que valoro especialmente después de haber conocido su contenido, que responde a los enormes cambios que han venido ocurriendo en la pediatría en los últimos tiempos.
Cuando hace algunas semanas me manifestaron que hiciera la presentación de un Manual de Pediatría Ambulatoria, pensé que se trataba efectivamente de un “manual de pediatría”, que se habría elaborado con el loable propósito de facilitar y normar las acciones de la atención pediátrica por parte de los profesionales de la salud. Pero ya al recibir el manuscrito me fui dando cuenta de cuan equivocado estaba. Al leerlo, fui comprobando que se trataba en realidad de un muy bien estructurado texto de pediatría constituido por más de 150 capítulos actualizados y escritos por un selecto grupo constituido por 125 destacados profesionales, que generosamente se habían dado el trabajo de actualizar la información respectiva y entregar además su elaborada y valiosa experiencia personal en cada una de sus áreas. Todo ello armonizado en un conjunto coherente que abarca desde la etapa de recién nacido hasta el adolescente. Se trata de un verdadero texto de pediatría moderna, que sin duda marcará un hito en la pediatría chilena, tanto por el acucioso análisis desde el crecimiento y desarrollo, hasta sus desviaciones patológicas, las enfermedades, su prevención y sus actuales tratamientos. Su contenido será una inapreciable ayuda para estudiantes y profesionales de la salud que han asumido la responsabilidad del cuidado del niño y del adolescente.
Para los pediatras del pasado nos resulta sorprendente que en la actualidad la atención pediátrica haya llegado a ser preponderantemente ambulatoria, lo que antes habría parecido increíble. Pareciera que ahora los niños no padeciesen de enfermedades graves con elevados riesgos de muerte ¡Cuán diferente era la realidad en el pasado!, cuando la gravedad y frecuencia de las enfermedades pediátricas era tal, que constantemente requerían de largos y costosos cuidados hospitalarios. Es asombroso que en tan poco tiempo la patología pediátrica haya cambiado enormemente en lo fundamental. Es que desde siempre y hasta hace apenas dos o tres décadas, los hospitales estaban saturados de niños menores con desnutrición de distintos grados, que sin defensas inmunológicas adecuadas, se complicaban fácilmente de diversas enfermedades infectocontagiosas, de infecciones respiratorias, bronconeumonías, diarreas y/o deshidrataciones agudas, falleciendo diariamente cientos de ellos en los diferentes hospitales del país. Mientras tanto, otros más, fallecían sin tener la opción de acceder a ellos. Siempre la asociación de desnutrición e infección era la causante final de la alta letalidad de los primeros años de vida. En los años 1970-4, cuando los hospitales no daban abasto frente a la avalancha de niños con desnutrición grave, una corporación privada (CONIN) se encargó de implementar pequeños centros hospitalarios en las diferentes ciudades del país, llegando a totalizar 1700 camas para niños menores de dos años con desnutrición grave. Allí, entre los años 1974 y 2000, aislados y sin infecciones intrahospitalarias, se logró salvarles la vida a más de 95000 niños desnutridos graves.
Es difícil de creer, que en aquellos tiempos, de cada mil niños que nacían, 180 fallecían antes de su primer cumpleaños. El riesgo continuaba siendo elevado en las edades subsiguientes, de modo que a los 15 años de edad, se habían producido el 70% de las muertes, mientras que los sobrevivientes, en algún grado quedaban de por vida lesionados tanto física como intelectualmente. En ese entonces, debido a esta elevada mortalidad temprana, la expectativa de vida al nacer, no excedía los 39 años.
Hoy la desnutrición de los primeros años de vida prácticamente ha desaparecido y con ella también las enfermedades infecciosas. Hoy la patología pediátrica es otra, con otros índices de letalidad. Es por ello que la atención pediátrica ha pasado a ser preponderantemente ambulatoria. En esta nueva realidad, este texto de pediatría es de enorme utilidad, no sólo para los pediatras, sino también para todos los profesionales comprometidos en la atención de salud del niño y el adolescente, incluyendo al estudiante, ya que allí está reflejada la realidad de la pediatría de hoy. El verdadero valor de este texto creo que está en el enfoque holístico de los diversos factores intervinientes en el desarrollo del niño, desde las primeras etapas de la vida, hasta la adolescencia. Como se destaca en él, sus necesidades nutricionales van variando con la edad, de acuerdo a las necesidades de crecimiento y desarrollo de los diversos órganos y sistemas, como también van variando los factores ambientales intervinientes, sean estos favorables o adversos, que en definitiva influyen en el desarrollo de las personas.
Hoy en día gracias a los progresos de la biología, la genética, la antropología y específicamente la biología cerebral, se ha llegado al consenso de que en el desarrollo de los individuos, tan importante como la genética son también los factores ambientales; y que de la interacción de unos y otros depende la expresión del crecimiento físico, intelectual, y en definitiva, la formación de su personalidad. Ello incluye su desarrollo intrauterino, como también los primeros años de vida. Es en esa edad cuando el cerebro es muy plástico, hasta tal punto que mediante el ejercicio y el aprendizaje, es posible llegar a desarrollar habilidades específicas sobresalientes, tanto físicas, emocionales, como intelectuales. Pero también el organismo es muy susceptible a los traumas emocionales frente a estímulos caóticos, pudiendo llegar a afectarse sus estructuras y funciones en forma permanente. Más adelante, si bien es cierto que disminuye el ritmo de crecimiento cerebral, como bien lo señalan los diferentes autores, el medio ambiente continúa interactuando hasta finalizar la adolescencia, siendo incluso posible relacionar impactos de factores ambientales con cambios cerebrales estructurales propios de esta edad. Es durante ella que se va produciendo, junto a una progresiva mielinización de las conexiones neuronales, una reorganización de las funciones cerebrales, cuyo perfeccionamiento se alcanza con la madurez. Es por ello que el adolescente es propenso a comportamientos erráticos, con una capacidad diferente de evaluar riesgos. A primera vista, este puede verse como un adulto, pero en situaciones de estrés, fácilmente se puede revertir a un estado de menor madurez. Durante este período, como se señala en el Manual, es necesario, que junto al periódico control de salud, se debe preocupar también de manejar precozmente los riesgos, alertando a los padres en aspectos necesarios para potenciar tanto su normal crecimiento y desarrollo, como también estimular conductas saludables con el fin de lograr en su madurez, una adecuada salud y una exitosa inserción social que lo beneficie a él y a la sociedad.
En este llamado “Manual de Pediatría Ambulatoria”, se cubren también extensamente las patologías más frecuentes, desde su prevención, a la sospecha diagnóstica, la interpretación de los exámenes de laboratorio, el adecuado tratamiento y su prevención. Se describen con más detalle algunas enfermedades complejas que también son importantes que maneje el médico general en sus aspectos básicos. Así encontramos capítulos de especialidades, como cardiología, gastroenterología, nefrología, neurología, endocrinología, enfermedades de la piel, genética, traumatología y otras, lo que hacen de él un verdadero tratado de la actual pediatría. Finalmente, no puedo sino felicitar a los autores y editores por su valiosa contribución, que satisface lo que hoy se necesita para el adecuado manejo a través de la pediatría ambulatoria.